La niña callada UN EJERCICIO DE SUTILEZA NARRATIVA por A L E J A N D R A L O M E L Í
MESES después de haber estado en la contienda por el premio Oscar en la categoría de Mejor Película Internacional, premio que terminó llevándose Sin novedad en el frente de Edward Berger, y en lo que es un desfase notable en su fecha de estreno para el mercado mexicano, al fin llega a las pantallas La niña callada, la conmovedora película escrita y dirigida por Colm Bairéad. Teniendo el mérito de ser la primera película hablada en irlandés en ser nominada a los Oscar, la película es una revelación por partida doble, por un lado, construye un duro retrato de la niñez llevado hábilmente por su novel director y, por el otro, por ser el impresionante debut de Catherine Clinch, encargada de interpretar a la niña que refiere el título; la pequeña actriz muestra un dominio total del arte dramático que resulta imposible de obviar. Ubicada en la Irlanda rural de 1981, la historia sigue a Cáit, una reservada niña de nueve años que está desatendida por parte de su pobre y disfuncional familia. Se enfrenta en silencio con dificultades en la escuela y en casa, y ha aprendido a pasar desapercibida para cuantos
la rodean. Cuando llega el verano y se acerca la fecha del parto de madre, Cáit es enviada a vivir con unos parientes lejanos. Sin saber cuándo volverá a casa, se queda en el hogar de unos desconocidos sin más pertenencias que la ropa que lleva puesta. Poco a poco, y gracias a los cuidados de la familia Kinsella, Cáit realiza notables progresos y descubre una nueva forma de vivir. La niña callada es la muestra fehaciente de que una película no necesita grandes ambiciones formales para entregar una propuesta poderosa y difícil de olvidar, por el contrario, es una película con un argumento sencillo y una puesta en escena sin adornos, centrada en acciones cotidianas, pero cuya fuerza radica en las emociones, en la observación de las relaciones familiares y en el estudio de su joven personaje que encuentra el amor, la ternura y los cuidados que en su hogar le habían sido cruelmente negados. Al final, La niña callada es un ejercicio de sutileza narrativa que subraya con elocuencia temas complejos como el abandono infantil, la crisis familiar y la crianza responsable.