Caminos hacia la transformación otorgan competencias a sus agentes. En efecto: la soberanía reside exclusivamente en el pueblo y de él emana el poder público (CP art 3); el pueblo lo constituyen las personas en ejercicio de sus derechos políticos. La efectividad de los derechos políticos se traduce en la inclusión directa del ciudadano en “los asuntos que interesan a la colectividad, así como un control permanente al ejercicio de las actividades encaminadas al cumplimiento de los fines esenciales del Estado […] (Corte Constitucional, Sala Plena, Sentencia C-379/16, 2016). Frente a estas definiciones teóricas es de gran importancia el tener una mirada crítica y territorial, puesto que en principio ningún Estado —por poderoso que sea— logra una soberanía plena o un control total sobre su territorio y la población lo habita. A principios del siglo XIX, Colombia, de la misma manera que la mayoría de los países de América Latina, se basó en los modelos europeos y estadounidenses para determinar los elementos esenciales de sus instituciones. Por consiguiente, para el caso colombiano, no es posible hablar del cumplimiento total de la figura del contrato social porque, históricamente, en este territorio han existido manifestaciones parciales, dispares y heterogéneas del modelo de Estado moderno. Así, la disparidad en la implementación de dicho modelo en nuestro país ha configurado zonas periféricas con una baja o crítica capacidad institucional local, posibilitando que otras formas de relacionamiento y organización se gesten en el territorio. En aquellas zonas, el Estado desarrolla algunas acciones asistencialistas, a veces provee servicios públicos básicos y su presencia en el ejercicio de sus funciones es parcial, en especial las relacionadas con la seguridad, el cobro de impuestos y la administración de justicia. Sin embargo: […] el fracaso del Estado es relativo, si se tiene en cuenta que sigue cumpliendo funciones esenciales de regulación y que la mayoría de los ciudadanos ven en él la única fuente legítima de poder. En segundo lugar, la vida social e institucional en Colombia aparece como una especie de archipiélago en el cual los espacios hiper-contractualizados conviven con espacios hiper-descontractualizados (de Sousa Santos & García Villegas, 2001, pp. 35-36).
Presencia diferenciada del Estado y los grupos armados Colombia es un país atravesado por dinámicas complejas e históricas de guerra y desigualdad; el accionar del Estado se ha visto afectado dado que su presencia en algunos territorios ha sido débil, generando las periferias mencionadas. Según Dejusticia
El rol del Estado y sus instituciones en los conflictos por la tierra
CAPITULO 3
101