Danza, cuerpo y educación
intencionalidades, que van desde la pasividad y naturaleza que cimenta su propia existencia, en contraste con un cuerpo estéticamente artificial y absorbido en el estrés de la modernidad, una modernidad donde el cuerpo ocupa un valor como vehículo mediático para vender las más variadas mercancías (Buñuel, A., 1994, p. 98).
Extremos que han permitido comprender el papel del cuerpo en las culturas y en las distintas épocas y que llevan a reflexionar en cuál debería ser el papel de las instituciones frente a la educación corporal y cuál es el imaginario que sobre el cuerpo se suscitan en las nuevas generaciones, teniendo en cuenta las dinámicas propias de la globalización, el papel de los medios de comunicación y las redes de información y tecnologías
El cuerpo y la Antigüedad La antigüedad ha sido el pilar fundamental sobre el cual se han construido las historias de las civilizaciones, logrando especial importancia por las evidencias que sobre la multiplicidad de rituales y ceremonias se encuentran, y que son propias de culturas tan milenarias como la egipcia, la griega o la romana, famosas por sus celebraciones rituales representadas en las llamadas “fiestas bacanales”, “saturnales” y "lupercales", constituidas en sí mismas en escenarios lúdicos o fiesta de los excesos; donde se ponía en escena un cuerpo libre y sexual en la que la expresividad estaba centrada en el tributo a la carne, a la irreverencia; donde las diversas formas de comunicación con seres supremos mitológicos que guiaban un universo mágico se hacían presente (Gelis, 2005). Siendo la religión un aspecto fundamental y presente en todos los momentos históricos, juega un papel preponderante en el imaginario que del cuerpo se construye en cada cultura. Si bien las religiones han logrado señalar al cuerpo como algo lujurioso, sumido en el pecado por el desenfreno y los excesos del placer carnal; también señalan al cuerpo místico, al influenciado por los poderes del más allá, al esoterismo, a los dioses supremos y a los astros. La sociedad y la religión de cada época han configurado la imagen del cuerpo femenino; asociándolo con el recato, la función reproductora y la fertilidad; como una mujer que no tiene derechos, ni participación en la vida política; en contraste con la función del cuerpo masculino, el cual es formado y educado para 23