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Te j e d o r e s d e i m ág e n e s
Y a la inversa, si decidimos volcar nuestra atención en el autor y los porqués de esa imagen, accederemos a concepciones e interpretaciones del mundo, pero sin atender lo que está ahí capturado corremos también el riesgo de no poder entender el qué, dónde ni cuándo que la caracteriza. Sobra decir que lo ideal será siempre contemplar ambos aspectos de la imagen fotográfica, lo cual implica mayores dificultades, sobre todo metodológicas; de ahí sobre todo la trascendencia de impulsar un tipo de investigación que integra el trabajo de documentación. Lo que asentamos aquí deriva de hecho del trabajo con todo tipo de fuente: si frente a un documento nos quedamos sólo con lo que dice, sin cuestionarlo, sin observar y analizar quién y por qué lo dice, nos arriesgamos a reproducir discursos y posturas sin mayor nivel de crítica. De la misma forma, cuando los estudios se centran en conocer a los autores de los documentos que estudiamos, más allá de lo que refieren, obviando lo que otros pudieron decir o pensar sobre los mismos procesos, nos quedamos con versiones parciales y muchas limitaciones para entender de forma integral los procesos estudiados.
ENTRE IMAGEN Y MATERIA: EL TERCER NIVEL A esta vía que contempla de entrada los dos niveles de análisis —el que deriva del carácter indicial de la imagen fotográfica y el que emerge de su aspecto autoral o creativo— y que concebimos como ideal para acceder de forma integral a los anhelados contextos de producción de toda fuente, todavía agregamos un tercer nivel de estudio que apela a la materialidad de este tipo de imagen. Puede haber amplios periodos donde la materialidad de la imagen fotográfica aporte poco a sus significados, como por ejemplo el soporte de 35 milímetros, pero para otras épocas donde conviven diversidad de tecnologías y soportes fotográficos, como es el último tercio del siglo xix, este tercer nivel apela a un aspecto clave que puede hacer la gran diferencia entre un buen estudio y otro desencaminado desde el principio. Si nos centramos en estudiar la imagen como tal, distinguimos dos niveles que consideramos básicos para entenderla y analizarla a cabalidad; pero si además incluimos el objeto que la porta, de inmediato estamos integrando