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Casa Giménez Todo estaba dispuesto para inaugurar el edificio más bello de Antofagasta, obra de Ismael Giménez Giménez, el ciudadano español avecindado en Chile. Era el año 1924. Sorpresivamente se ordenó un cambio en el evento. Sus amigos conocían la causa de la modificación: su hija María de 18 meses de edad, había fallecido. Ese mismo año, pero en diciembre Ismael, pudo cumplir su sueño de abrir su tienda con el nombre de Tienda Las Camelias. Don Ismael nació en las fértiles tierras de Nieves de Camero, en la provincia de Logroño. Muy joven partió rumbo a Chile y se instaló en Taltal, donde conoció a la dama María Del Valle Hoyuelos, con quien se casó. El matrimonio fijó su residencia en Antofagasta. Ismael se dedicó con éxito a la actividad comercial. En 1918 el matrimonio Giménez volvió a España, para visitar sus tierras y tomar contacto con sus familias. Estando en Sevilla Ismael fijó su atención en el edificio de la tienda, La Ciudad de Londres. Fue amor a primera vista, con el resultado que decidió construir un edificio similar en Antofagasta. No quiso volver, sin antes haber contratado al arquitecto Espieu para que trabajara en el proyecto. Con esta locura en su alma, retornó a la ciudad. El año 1921 llegó arrastrando una dura crisis económica. La guerra había terminado y también había cesado la fuerte demanda de salitre. En ese estado de cosas, Ismael contrató a su coterráneo Jaime Pedreny para la construcción del edificio. La empresa no era fácil. La arquitectura árabe gótico debía ser asumida por artesanos especializados. Lo mismo ocurría con los materiales. Ambos problemas fueron resueltos. Del exterior se importaron miles de barriles de cemento sueco. Una construcción de 28 metros de altura requería abundantes materiales. También se importó el azulejo sevillano. Fierro y vidrio se encargaron a distintos países europeos ¿No era una locura construir una obra de tal alto costo en una ciudad apenas visible en el mapa de Chile? No fue una objeción válida para evitar que Ismael no siguiera con su proyecto. No sólo se preocupó del aspecto exterior, sino también se interesó de adornar las habitaciones del quinto piso, que formarían su hogar. En sus paredes lucieron hermosos frescos copiados de su madre patria: El parque de María Luisa, La Giralda, La Catedral de Sevilla, La aduana y La Torre de oro, dieron el calor de España al matrimonio y sus hijos. Los pisos inferiores estaban dedicados a la Tienda las Camelias. El día de la inauguración,
Antofagasta: Donde el desierto termina en el mar
los invitados subieron y bajaron en el ascensor, una novedad para los antofagastinos. Era el primer edificio de la ciudad que contaba con esta nueva tecnología. Mientras la Casa Giménez cobraba vida, la de su tutor declinaba. Los esposos no estaban bien de salud. Pensaron que podrían recuperarse en España. Lamentablemente no fue así. Ambos volvieron a la ciudad. En 1967 se paralizó el corazón de Ismael. Meses después le siguió María. Antes de partir Ismael dejó una profecía hasta hoy cumplida: “tendrá que caerse toda la ciudad, antes que se derrumbe mi casa”.
Floreal Recabarren Rojas