Floreal Recabarren, un personaje antofagastino

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FLOREAL RECABARREN

© del texto 2021, Carlos Tarragó Cardonne Américo Vespucio Sur 1300, Depto. 84. Las Condes, Santiago de Chile. Fotografía de portada: Andrés Gutiérrez ISBN: 978-956-410-382-2 RPI: Primera2022-A-3380ediciónen Chile: mayo de 2022 Impreso en CyC Impresores Ltda. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. Derechos exclusivos de edición.

FLOREAL RECABARREN Un personaje antofagastino Carlos Tarragó Cardonne

A mi ciudad adoptiva, Antofagasta, para que su comunidad no olvide a uno de sus más representativos, respetados y que ridos hijos.

“La no es que un estado

más

Frank L

juventud

de ánimo”

loyd Wright

A mi querida esposa Erika, quien siempre ha participado con acertadas observaciones y sugerencias en todos mis escritos y, además, por su perseverante y positivo estímulo.

Por último, mi eterna gratitud a Floreal, quien con un entusiasmo, transparencia y honestidad que nunca decayó, me permitió dar a conocer su relevante y prolí ca vida.

Una mención especial amerita Osvaldo Maya, quien asumió la labor de un avezado y apasionado editor, haciendo sustantivos y valiosos aportes, en particular aquellos que contextualizan, gran parte de los diversos pasajes, épocas y circunstancias por las que atravesó Floreal.

Vayan mis sinceros reconocimientos también, a todas las personas que, con sus testimonios y antecedentes, contribuyeron a a anzar la imagen que el texto entrega de Floreal. Particularmente a Ottorino Ovalle por su siempre dispuesta voluntad de colaborar con su trabajo fotográ co.

AGRADECIMIENTOS

13 ÍNDICE Presentación .................................................................. 15 Prólogo .......................................................................... 27 Capítulo “Nuestrasi:vidas son los ríos...” ....................................... 31 A. Verdades de un antofagastino ............................... 33 B. Episodios del diario vivir ...................................... 35 C. Sus orígenes ......................................................... 38 D. Un niño travieso .................................................. 40 E. Lecciones del pasado familiar ............................... 43 Capítulo ii: De una historia que fue ................................................. 49 A. Los primeros años ................................................ 51 B. Chillán, naturaleza y vida familiar ........................ 59 C. Complicado paso por Santiago ............................. 70 Capítulo Recuerdosiii:liceanos y altibajos del amor ......................... 79 A. Años de Liceo ....................................................... 81 B. Una decisión madura ........................................... 97 C. Recurriendo a Demóstenes .................................. 99 D. Quiebre familiar .................................................. 102 E. Un romance de otro tiempo ................................. 104

Capítulo14 iv: El tiempo, artí ce de la existencia ..................................... 109 A. Estadía en Santiago .............................................. 111 B. Regreso a casa ....................................................... 127 C. El amor de nitivo ................................................ 134 D. De la familia y los familiares ................................ 148 E. Pequeñas verdades de nuestro personaje ................ 161 F. Magaly .................................................................. 170 G. Centro de Estudios Académicos, C.E.A. .............. 184 Capítulo Pensamiento,v: trayectoria política y algo más .................. 195 A. Consideraciones para entender su pensamiento político ............................................ 197 B. Allá en el Norte Grande ....................................... 207 C. Fútbol profesional para multitudes ....................... 216 D. Política de puertas abiertas para la ciudadanía ...... 220 E. De la política y los pretextos políticos ................... 227 Capítulo vi: La vida continúa ............................................................ 267 A. La impronta de un historiador ............................. 269 B. Viajes para recordar .............................................. 282 C. La tertulia del café ................................................ 299 D. Avatares del día a día ........................................... 318 Epílogo .......................................................................... 321 TestimoniosAnexos: ................................................................... 329 Fotografías ..................................................................... 377

15 PRESENTACIÓN

“Escribir: lanzar un mensaje en la botella, para que, de alguna forma, aquello en lo que se creía o que nos parecía hermoso, pueda ser creído o parezca hermoso a quienes vengan después.” Umberto E co. 1996. Una gentil invitación me sorprendió: participar en un homenaje a Juan Floreal Recabarren Rojas, personaje de la vi da pública antofagastina. Fue un honor que agradecí. Pero, lejos de mí el oportunismo. Refrán o verdad, ¿qué más da?: cada cual debe calzarse a su medida. Lo creo y así lo digo. Sin embargo, más de algún interrogante y la responsabilidad me perturbaron. Con sobresaltos y dubitaciones, opté por el silencio. Luego, nada hubo que hacer ni que decir. Así explico, aquí y ahora, el tenor de mis palabras. Un día, redacté estos párrafos...

Floreal Recabarren Rojas, personaje antofagastino.

Toda semblanza proyecta hacia el ámbito de lo relativo. ¿Alguien se atribuiría un real conocimiento de otra persona? En principio, un hombre acaso sea la suma de sus verdades. Varias de ellas y una que otra de arcana na turaleza, aparecerán aquí o explícitas o tácitas. La tarea

La persona que es Floreal Recabarren tiene su propia complejidad y, en opinión de muchos, su per l espiritual resulta irrepetible. La poesía se ha hecho presente. ¿No les parece? Floreal se deleita con la poesía. (Tal vez pensé en García Lorca. Él resaltó, como único, el per l de Antoñi to el Camborio, al decir eso de “Viva moneda que nunca / se volverá a repetir.” )

es16 compleja. Imposible recurrir a ese:”Porque es un buen compañeerooo... ¡Y nadie lo puede negar!”

Los antiguos Anales Romanos, detalladas actas con los fastos o “hechos memorables” de la administración pública, desaparecieron. Pero, 130 años antes de nuestra era, se publicaron los Annales maximi. Ochenta libros con vestigios de esas antiguas tablas o actas; el fundamento para los primeros historiadores romanos, los analistas. Nuestro colega, buen archivista, se dedica a serios y documentados trabajos.

Hablamos de un personaje singular. Por eso, intentaremos sugerir unas ideas desde el ámbito de la Historia. Ese ámbito (alguien ya dijo: “hace años que debiéramos te nerlo en la Academia...” ) podría aportar el título que más le honre. Floreal es hoy un gran “analista” de la Historia Regional Nortina. El concepto “analista” se asocia, en estas tierras, con análisis mineralógicos, geomorfológicos, calorimétricos, etc. Pero “analista”, en primera acepción, signi ca “escritor de Anales” y los “analistas clásicos” siempre han sido, ni más ni menos que, los padres de la histo riografía latina.

Otro pilar advertible desde su juventud, en el plano profesional, fue Heródoto con su volumen Nueve libros de la historia. El Libro II. Euterpe, autoriza para decir que, como él, Recabarren se complace, en cada aproximación

17 a los hechos históricos, no sólo a partir de la visión de otros y la certi cación de sus actores, sino que, normal mente, incorpora en sus narraciones, algo de lo que, por sí mismo, ha observado. Así, sus planteamientos, representan un paso adelante, sin el sello frío de ciertos datos eruditos, sino con la calidad de ideas elaboradas e integradoras, capaces de generar nuevos conocimientos.

¿Quién, alguna vez, no se ha detenido en uno de sus escritos? En el interrogante no hay ingenuidad. Las cuali dades aquí registradas, le permiten escribir con propiedad y cierta soltura, casi de coloquio. Pero, esta llaneza, un rasgo de memorialistas, suele asimilarse a la simplicidad y es, con frecuencia, motivo de discrepancias. Lectores inteligentes requieren sus escritos. De aquí, en última ins tancia, surge la adhesión que consigue con ellos. En este detalle, varios advierten un auténtico sello que perdura en elSustiempo.investigaciones de problemáticas sociolaborales nortinas le permiten ser uno de entre los escritores más citados y al que con mayor frecuencia se ha recurrido. (Citarlo, es un hecho. Recurrir a él, es algo diferente.) Historia del proletariado de las provincias de Tarapacá y Antofagasta (1884-1913), su Memoria de Título Profesional, escrita en 1954, no se ha publicado. Si durante los 66 años recientes, esos usuarios hubieran adquirido su ejemplar, ya habrían agotado una edición. El tiempo uye, estamos en el tercer milenio. Alguien podría pensar en editar ese volumen. Ya no apareció para el bicentenario nacional. Este hecho re sulta paradojal. No se advierte, en ese especí co contexto, una utilización responsable y profesional. Ese volumen de titulación tiene su distintivo. La Co misión Revisora certi có que está “Hecho con indisimulada

Ante cualquier suspicacia de parcialidad, nos limitaremos a glosar la conclusión expuesta por esa Comisión: Trabajo serio y objetivo, redactado con lógico y adecuado diseño investigativo para adentrarse y agotar las más sig ni cativas fuentes historiográ cas. Cualitativamente, la bibliografía utilizada permite la exposición de abundantes hechos concretos. Éstos progresan de modo armónico en una monografía novedosa e importante que debe juzgarse un valioso aporte para el mejor conocimiento de la historia social de Chile entre 1884 y 1913. En síntesis, “El trabajo del señor Recabarren es excelente.”

18 simpatía hacia las clases laboriosas.” Palabras sencillas, requieren las verdades. Hernán Ramírez Necochea, Gui llermo Feliú Cruz y Olga Poblete de Espinoza, suscribieron esa conclusión, el auténtico sello para cada uno de los escritos de Floreal.

Antofagasta es tierra de intelectuales altruistas. Elo giable la dadivosidad de Isaac Arce R. con sus Narraciones históricas de Antofagasta. Floreal reitera el caso. Sus libros, entre otros, La matanza de San Gregorio 1921: Crisis y tragedia, Coloso: una aventura histórica, Episodios de la vi da regional y, además, sus frecuentes artículos y crónicas, avalan algo sabido por la conciencia colectiva regional: todos corroboran la esencia de un Antofagasta que, año a año, se ha ido valorando.

Los tiempos contemporáneos imponen peculiares exigencias a los desempeños profesionales. ¿Qué se espera hoy de un historiador? Este interrogante realzó su valor primordial una vez que Francis Fukuyama publicara El n de la historia y el último hombre (1992). Recabarren nunca ha sido ajeno a las variadas preocupaciones del aca démico Fukuyama. Las ideas de éste que interrelacionan

“Globalización — Desarrollo — Crisis nanciera”.

¡He ahí la catástrofe para medir la e ciencia del mundo contemporáneo! Pero, a veces, lo “nuevo” en la His toria, requiere precisiones. En 1887, aquí en Chile, Pedro Balmaceda Toro, citaba al madrileño Manuel de la Revilla quien hablando de “los cambios históricos”, había dicho: “Hay una ley in exible que rige la historia entera y con arreglo a la cual todo apogeo es seguido de decadencia: toda institución y toda manifestación de la actividad humana decaen cuando se agota el ideal histórico en que por algún tiempo se inspiran, y a toda acción corresponde una reacción en sentido contrario.” El péndulo de la historia, por estos días, llega al punto más lejano de uno de sus extremos.

“Ciencia moderna — Tecnología — Desarrollo económico” o “Crecimiento económico — Democracia — Paz”, se tam balean ante la que fuera impensada correlación que ha violentado al mundo:

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Las realidades de la Historia son transitivas y, el tiempo, las ubica en absoluta secuencia. ¿Quién no ha ría la relación entre estas ideas y los altibajos de nuestra pequeña historia nortina? Mucho de esto uye, no sólo en años recientes (si lo asociamos con Fukuyama), sino desde siempre, en los escritos de Recabarren. Y así debe ser, porque entiende que cuando Marco Tulio Cicerón en De oratore (“Libro Segundo”) caracterizó la Historia, lo hizo para precisar su quid como el testimonio de los tiempos, vida de la memoria y mensajera de la antigüedad (“testis temporum, vita memoriae, nuntia vetustatis”), pero señalándole también sus atributos: la Historia únicamente será tal, a la luz de la verdad y como maestra de la vida (“Lux veritatis, magistra vitae”). Nadie aquí eludirá el pensar en estas contingencias: la Historia puede ser luz de

la20 verdad, sin embargo suelen escribirla hombres aferrados a sus pequeñas y, a veces, poco luminosas verdades.

La Historia quizás sea maestra de la vida; pero, ¿cuántas lecciones ha aprendido la Humanidad de la Historia? Al respecto, abundan interrogantes. Llegado el momento de escribir historias, éste se lo debemos a Cicerón: “¿Quién ignora que la primera ley de la historia es que el escritor no diga nada falso, que no oculte nada verdadero, que no haya sospecha de pasión y de aborrecimiento? ” Hay un instante para advertir que cada hombre tiene su rmamento. ¿Cuál es y qué encontramos en el de nuestro amigo? En ese dombo relumbran constelaciones de acontecimientos y hasta niquitan su temporalidad, determinando la unicidad de la Historia. Su toma de conciencia de la Historia acontece, entre muchos sucesos de capital importancia, cuando aún resuenan las secuelas de la primera Guerra Mundial y en tanto la vieja madre Rusia oscilaba entre mencheviques y bolcheviques deslumbrados por el maximalismo. En lo más inmediato, vive el ocaso de la recia pampa salitrera aniquilada por la Gran Depresión Económica. Se sobre coge con la Guerra Civil y el Franquismo español. Allí, la Alemania hitleriana y la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial. Más allá, la desintegración de los imperios co loniales, la India; así como los problemas del África que fuera protectorados, colonias y posesiones europeas. Al otro lado del mundo, la China comunista y, en el corazón euroasiático, el inevitable proceso que abatió a la URSS. En ese rmamento es lógico que las transformaciones socio políticas tanto chilenas como latinoamericanas, debieran darse por sabidas. No es el caso del Oriente próximo desde que se declaró la fundación del Estado de

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pues aquí no es necesaria, así e incluso de mayor diversidad es el rmamento que motivó y aún incentiva la vocación por la Historia de nuestro amigo. ¿Habrá alguna explicación para esto? A menudo, al dialogar con él, pareciera que sólo aspira a que el gran protagonista de la Historia sea nada más que un hom bre... uno capaz de ser leal con los hombres. Lo dijo Paulo VI: es el respeto del orden moral el medio para que triunfe la libertad sobre el libertinaje. El tema quede allí.

Israel, ni tampoco puede serlo la división y el con icto en el mundo árabe petrolero cuyas consecuencias no dejan de asombrar.Sinexhaustividad,

La respuesta atraviesa más de una disciplina que, obviamente, me son ajenas. Floreal, en su contexto vital, es un demócrata que, por serlo, valida la democracia. Más allá de los argumentos propios del caso, a la postre se vuelve un problema de vieja dialéctica, verdadero zapato chino y, según dicen... ese sí que aprieta.

Los hitos materiales del progreso de entonces, así como las funestas consecuencias de dos problemas universales: el holocausto judío y la bomba atómica, sólo en su con dición de ejemplos, revelan que los avances del hombre, deben correlacionarse con su progreso moral. La pobreza axiológica lleva a ese remedo de progreso que, si con una mano otorga y hasta parece saciar, con la otra despliega el

Este demócrata se formó en el entorno de un ideal de progreso con base cientí ca y tecnológica. Un ideal deslumbrante para muchos, al extremo de relegar parte importante de la axiología que, de modo gradual, se desgastaba en las conciencias ciudadanas. Para Neruda ese “Fue el siglo comunicativo / de las incomunicaciones”.

De ese tiempo, por liación política y convicciones que cada cual creyó lícito esgrimir, fueron dichas y he chas muchas cosas (estudiante menesteroso, entonces, residía con mi familia en Europa), pero, de un suceso estoy, absolutamente, convencido: Recabarren, no fue ese chile no que, en septiembre de 1972, para una concentración

bárbaro22 y subyugante manto del capitalismo neoliberal. ¡Cuánto de ese “progreso” fue determinante para el calen tamiento planetario! “¡Siglo veinte, cambalache / problemático y febril...!”, lo dijo Enrique Santos Discépolo. Nuestro amigo gusta del tango. Sin embargo reniega del “despliegue / de maldad insolente” que permitió ese “Vivimos revolcados en un merengue / y en el mismo lodo / todos manoseaos...!” Él, desde siempre, vibra en rebeldía frente al equívoco “¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! / Lo mismo es un burro / que un gran profesor!” Juntos, pero no revueltos decían los abuelos. En el servicio público, o sea, en la auténtica política, hace rato que pasó su medio siglo y sigue siendo él. Así avala su diaria singularidad. Con ella, en 1960, fue Regidor del Municipio antofagastino. Idéntico cargo ejerció en 1967. Alcalde fue en los períodos de 1964 y 1990. Son los tiem pos del político apasionado que defendía las contingencias regionales. Años del gran impulso y de la fuerza o vigor, pero respecto de estas voces, él prefería hablar de “ñeque”. Y con ñeque, precisamente, fue Diputado por la Provincia de Antofagasta, entre 1969 y 1973. Aquella fue una época de “batallitas”; cada cual con las suyas y ¡vaya si Floreal las tuvo! Muchas de ellas quedaron en periódi cos, en documentos de su partido, en Actas Municipales y en las del antiguo Congreso Nacional.

Cual complemento al demócrata, surge el profesor. Gran educador de empatía. Nada de docencia impositiva para la repetición. Nunca se ha tentado con ese rol. Es el pedagogo que guía y obtiene lo mejor desde el discí pulo hasta revelar sus potencialidades de persona singular. Maestro de ideas generosamente ofrecidas, porque la grandeza de los pensamientos radica en el corazón. En este plano, Floreal obliga a recordar al griego Polibio en su Historia de Roma y su “historiografía pragmática”. Este autor señalaba que no se ha de “permitir que en materia de historia la mentira pese lo mismo que la verdad”, pues en cada planteamiento es necesario “atender a las lecciones de utilidad que son precisamente el n propio de la historia. (...) La historia debe enseñar y saciar los deseos de instrucción siempre mediante acciones y discursos realmente ocurridos (pues) en ésta manda la verdad y las lecciones de utilidad que por su medio instruyen a los lectores.”

23 ciudadana, des laba por La Alameda santiaguina con ese cartel, tan comentado políticamente, que decía “Este es un gobierno de mierda, pero es mi gobierno...” Esos días fueron de tragos amargos para Floreal. Lo que vino a continuación, es de todos conocido.

Profesor en establecimientos de Educación Media y Universidades locales. También se dio tiempo para ejer cer, en la ciudad de sus amores, como Rector del Liceo Nocturno y Director del Centro de Estudios Académicos (C.E.A.). Después de todo, en su concepto, la cátedra no es privativa del aula; para él, hasta la calle es cátedra. Educador formado al amparo y con el respaldo del casi olvidado Estatuto administrativo que, entonces, legislaba respecto de los personales scales, semi scales y del Ma gisterio nacional. La docencia es en él, la más permanente,

Allí encontró a su alma gemela y bastó una frase. Sí, igual que en el tango “Siga el corso”, de F. García Jiménez, en un resplandor del carnaval de la vida..., para el amor, fue su ciente decir: “Yo soy la misteriosa mujercita de tu afán.” Un gran amor. Una bella familia. Y si alguien dijo que tras un hombre hay una gran mujer, se quedó corto. Aurora Magaly, su gran esposa, lo cuidó por los cuatroLoscostados.añoshan transcurrido para este nortino. La miel y la hiel legaron sus sabores. La vida es así. Hoy que hasta el corazón se encarga de recordar el sutil paso de los días, porque para algunos “la vida es un tango”, al avanzar, desde cualquier vuelta del camino, es Enrique P. Maroni quien tiende su mano amiga diciendo: “Tango, que me hiciste mal y sin embargo te quiero porque sos el mensajero del alma del arrabal...”

Floreal, superando años, mantiene su valioso fondo de humanidad que “el alma del arrabal”, su mundo de infancia y adolescencia, se ha encargado de depurar. Ese

Pero, así como la vida tiene reveses, también fue en su condición de profesor que un día el amor llegó a su corazón. La felicidad siempre nos ronda y a ella debemos aproximarnos.

dinámica24 y ética actitud frente a la vida y, además, un férreo compromiso de leal superación profesional, en los di ferentes niveles del sistema educacional. Serias opiniones de alumnos, anécdotas o sucedidos en sus clases, como patrimonios de la oralidad, comienzan a adornarse con ribetes de cosas legendarias.

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¿Qué más debiera destacar en este amigo? Muchos rasgos suyos merecen un recuento. Hoy, con sencillez, pretendí refe rirme a algunos de ellos; supongo que a Floreal, así le gustan estas cosas. Por eso, en nombre de todos, con fraterna lealtad, sólo le diré “gracias”.

mundo sin aminorar su encanto sentimental, ha sido preservado por él como reducto jamás vulnerado por las mu danzas de la vida. Somos según hemos sido. Su existencia

“La roca secular se bambolea al recio embate con que el mar la labra: es roca el dogma; pero es mar la idea, y es ola sin riberas la palabra.”

Los auténticos valores son en él, espléndidas gemas. Espléndidas gemas, pues en cuanto a valores, dispone de un puñado de diamantes de na y primorosa talla. Allí está su riqueza: la axiológica. No la que se ostenta, sino esa que le permitió llegar hasta aquí, como amigo entra ñable y mejor cristiano que, día a día, tiene dispuesta y pronta esa palabra de aliento que ofrece al prójimo con la serenidad otorgada por los años.

Osvaldo Maya Cortés.

le ha puesto e impone pruebas. Todas las asume con la fe del cristiano esencial. Hoy, en edad respetable, ya enten dió esta estrofa de Pedro Antonio González:

Se dice que empezar por el principio es siempre lo mejor. Yo seguiré esta máxima y señalaré que el detonante que instaló en mi cabeza la osada idea de escribir la biografía de Floreal, fue el conocimiento que tuve de las di cultades que enfrentó el grupo de entusiastas colaboradores de Proa, al acometer la búsqueda de antecedentes de los personajes que aparecen en el libro Forjadores de Antofagasta, editado el 2015. En efecto, a pesar de los ingentes y voluntariosos esfuerzos realizados por el equipo encargado, en ciertos casos el resultado fue nimio, dada la escasez de datos que se lograron reunir, lo que derivó en una entrega disminuida, con relación a los reales aportes de algunos de los personajes que incluye el citado texto.

Al conocer dicha situación me pregunté ¿Por qué no aprovechar de poner en blanco y negro, la vida de personajes antofagastinos destacados mientras estos viven?

¿no habría sido interesante y productivo haber tenido escrita la trayectoria de, entre otros, Andrés Sabella, José Papic, Mario Bahamonde o Gerardo Claps con testimo nios propios de sus vivencias? Sin duda que como comunidad nos hemos perdido la oportunidad de rescatar en vivo y en directo, tantos casos ejemplares del patrimonio humano local.

A partir de esta convicción, le planteé a Floreal la pe regrina idea de escribir un relato de su vida y cuál no sería

27 PRÓLOGO

Menudo desafío. Nadie me había pedido, ni menos exigido el compromiso contraído. Estaba plenamente consciente de mis limitaciones. Carecía de la práctica y del conocimiento necesario que garantizara la realización de una publicación decorosa. En este plano tuve la suerte de contar con la oportuna colaboración de un señor de las letras, como lo es Osvaldo Maya, quien con una modestia que lo enaltece, puso a disposición del proyecto toda su sabiduría y competencia, que se plasmaron en signi cati vos aportes.

mi28 sorpresa al recibir su conformidad inmediata. Admito que, en un primer momento, no dimensioné la com plejidad de la tarea que me había echado encima y sólo me dejé llevar por mi permanente interés de plantearme nuevos desafíos. Sin embargo, rápidamente me di cuenta que había asumido el reto intelectual más importante y difícil de mi vida, ya que no se trataba de escribir un libro con una temática cualquiera o una entelequia para abordar una situación o circunstancia enfrentada por el protagonista y que podría adaptarse para darle una salida airosa. Por el contrario, el reto era traspasar a un escrito serio y objetivo, la vida de un personaje que se había ganado el reconocimiento y aprecio de la mayoría de los antofagastinos.Ahorabien, la historia a contar, aparte de plasmarla en un texto de la manera más honesta y simple posible, debía a su vez, mostrarse de una forma tal que lograra captar la atención de las personas que, habiendo conocido a Floreal, les motivara adentrarse en aquellos pasajes ignorados de su vida y, por cierto, idealmente, provocar en quienes no lo llegaron a conocer, ese cosquilleo de cu riosidad que los incitara a leerla.

estas palabras, debo confesar que con Floreal quedé en deuda. El debería haber estado sentado en primera la escuchando la presentación. Esto lo habíamos conversado a inicios del año 2020 cuando la pandemia aún no nos mostraba su cara más dura. Lamen tablemente no tuve la capacidad de darme cuenta, que el tiempo corre demasiado rápido cuando se está inmerso en un proyecto, en el cual no se tiene experiencia previa y se carece de la disciplina correspondiente, pero afortunadamente antes de partir, Floreal tuvo conocimiento de todo el trabajo. Por esta razón, el texto está escrito como si Floreal aún estuviese con nosotros, regalándonos esa sonrisa cordial, amistosa y de aprobación que pude apreciar en todos nuestros encuentros.

Tenía un par de poderosos argumentos, que nunca me hicieron dudar que arribaría a un nal digno. El pri mero, era el fervor, que jamás me abandonó durante todo el desarrollo del proyecto y el segundo, la admiración, respeto y especialmente, el afecto que sentía por Floreal, conceptos que se constituyeron en permanente aliciente, para poner todo mi empeño en entregar en el escrito una fotografía lo más cercana a la realidad de lo que había vivido

AntesFloreal.deconcluir

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CAPÍTULO I NUESTRAS VIDAS SON LOS RÍOS...

A. Verdades de un antofagastino. La motivación para escribir estas páginas se asocia, de manera natural con estas palabras: “Ante la vida cotidiana no es necesario re exionar demasiado: estamos para los demás. Ante todo para aquellos de cuya sonrisa y bienestar depende nuestra felicidad, pero también para tantos desconocidos a cuyo destino nos vincula una simpatía.” Palabras simples para lo más grande: la vida de uno y to dos los hombres del mundo. Palabras sencillas escritas por Albert Einstein en 1930 cuando ya por años, disfrutaba la fama de su Teoría General de la Relatividad. La idea no es nueva, viene del mundo clásico, ya los griegos juzgaron la simplicidad y la unidad, como fundamento de toda obra de arte.Entender que la vida del hombre es un “estar para los demás” es adentrarse en una vía segura para conocer algu nos episodios concernientes a los 93 años de Juan Floreal Recabarren Rojas. Casi tres cuartas partes del siglo XX y lo que va del actual, es tiempo su ciente para asumir la responsabilidad de dedicarle algunas páginas.

Durante todos estos años, las tierras del Norte chileno han cambiado. Sus realidades existenciales, en la conciencia de sus actuales observadores y en porcentaje bastante signi cativo, son sólo recuerdos. Donde se mire

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está34 la marca de su condición transitoria, así como el sello de sus hombres transeúntes. Las palabras que dieron vida a esas realidades en el diálogo, ya ni se entienden.

Parte importante de la conciencia sociopolítica nacional se gestó en la inmensidad de la pampa salitrera, en los puertos nortinos, en los minerales del cobre, etc., pero hoy, a eso, poco peso doctrinario se le reconoce. Más allá, otras eventualidades sólo crearon absurdos. El recorrido del tren Longino superaba el Gran Despoblado de Sur a Norte y viceversa. Las líneas navieras de otrora, levaban anclas incluso hacia lejanas fronteras. La postmodernidad impuso el avión, y, como Santiago es Chile, hoy no existe ferrocarril ni navieras y para salir del país, es necesario ir a embarcarse a la capital. Hubo y hay cambios. La actual idea de “Pueblos fantasmas”, es un buen ejemplo. Chuquicamata es el último. Se ve y no se ve, pero no se esfuma. Hay chuquicamati nos, ¡sí!, aún responden eufóricos... Pero, ya algunos sospechan que, documentalmente, pasarán a ser calameños. En este inmenso escenario del Norte chileno, tierra donde todo es posible con la magia de cien derroteros y donde la imaginación se permitió la existencia de un copiapino como Don Cayetano Vallejo, el famoso Tile Vallejo, pícaro redomado que fascinó al pueblo entero mostrándole unas cabras de Nantoco, pues, según sus palabras, “debemos pensar en lo que es un animal como éste: ¡Caga oro!.” La ingenuidad popular, porque el pueblo sí le creyó, sigue pura, como el niño interior de todo nortino.

La vastedad nortina da para todo y, en razón de ello, cuenta con individuos de singular idiosincrasia. Unos, anónimos en medio de las colectividades, pero como to dos acatan a su corazoncito, en la intimidad disfrutan de

Sin embargo, la vida, como la función, debe conti nuar. De aciertos y errores se llega al in nito y los años, no por su levedad, son los encargados de certi carnos si algu na vez estuvimos disponibles para los demás. El prójimo omnipotente en su majestad ha de pronunciarse. Floreal Recabarren, hombre público de estos tiempos —los de la comunicación para los incomunicados—, es un típico nortino y de él, más de algo es digno de un párrafo. B. Episodios del diario vivir.

Un día cualquiera en la vida de “un personaje” se integra en una totalidad de rasgos que, sólo una vez interrelacionados, revelan la condición única de quien, atendidos sus atributos, ha sido incluido en esa especial categoría. Hasta este día nuestro personaje es un gran madrugador. Nunca le ha incomodado esta práctica que, en sus años de profesor, le permitía llegar primero que sus colegas, antes del inicio de clases en el establecimiento.

Una vez despierto, sintoniza Radio Cooperativa con sus noticias. Varias son las habitaciones de su casa donde tiene radios que satisfacen su auténtica y añosa pasión por ellas y sus programas informativos. Su desayuno, entre 07.30 y 08.00 horas, es frugal: té o café; pan, queso, mantequilla o mermelada, sin mezcla de

35 egos gigantescos. Otros, no por estatura, suelen sobresalir. Pero, dado que la carne es débil, no logran ese consen so indispensable para gozar de aceptación. La desesperación se apodera de ellos y tiemblan ante el anonimato. La crítica, de vez en cuando, igual que la fortuna, suele jugar alguno de sus reveses.

dulce36 y salado. Allá por nes de año, es el pan de Pascua su preferido. En tiempos de su matrimonio lo habitual, al término de semana, era que él preparara desayuno y se lo llevara a su esposa a la cama.

Alrededor de media mañana, es normal que se dirija al centro de Antofagasta, a “conversar” un café, a un trámite cualquiera o a reunirse con alguna persona o grupo, que lo ha contactado para solicitarle un apoyo por algún trabajo relacionado con la historia local. Su paso, acorde con la época a la que pertenece, siempre ha transmitido la sutil distinción de los caballeros de antaño. Viste, según las circunstancias, a veces “encorba tado”, porque el compromiso social lo exige; otras, con sobria casaca que, habitualmente, lo favorece. En verano se le divisa con juveniles poleras de vistosos colores que armonizan con su carácter jovial y su espontánea sonrisa. Una vez en el centro es común que se relacione con una amplia gama de personas, desde comerciantes ambulantes, ejecutivos de empresas, aseadores municipales, cama radas de partido, empresarios, empleados de comercio, colegas, exalumnos, estudiantes, dueñas de casa o simples vecinos que, al saludarlo con respetuosa deferencia, se quedan con un gesto de satisfacción al verse correspondidos en su saludo. Reacciones distintas, son las mínimas; pero, como en cosas de brujas, “que las hay, ¡caray!”. Para él, lo frecuente es que, tras esa rutina de urbanidad, con una leve y afable sonrisa, se pregunte, ¿a quién habré saludado? Y es normal esa inquietud, aun cuando su compe tencia mental e intelectual a sus más de noventa años, es digna de elogios y que demuestra en cada charla, artículo, trabajo e incluso conversación en que interviene, sin duda que el tiempo va opacando su capacidad de retener ros-

37 tros y nombres de tantas personas a las que ha enseñado, con las que compartió trabajos o, simplemente, conoció en circunstancias ligadas a los diversos cargos y funciones públicas que ha desempeñado en su largo camino. Hay quienes pasan por la vida casi sin dejar huellas. También existen los que dejan una valiosa estela en sus círculos más cercanos donde se han desenvuelto. Otros, trascienden su entorno. Su impronta resulta imborrable, no tan sólo entre los que le rodean, sino también en la comunidad a la que pertenecen, debido a la multiplicidad de actividades, cargos y actuaciones desarrolladas y en las que su participación ha sido relevante. Si un factótum es un personaje distinguido por servicial entre los demás, nuestro personaje pertenece a esta selecta categoría. Algunos se re eren a él como señor Recabarren o como don Floreal, otros, más cercanos, como Reca o Floro y para los más íntimos es simplemente Po cho. En Antofagasta es, para muchos, el personaje que más lejos está del anonimato. Pero, para los jóvenes, ¿quién es Floreal? ¿Cuál ha sido su trayectoria? ¿Por qué en la comunidad nortina se le profesa afecto, respeto y admiración?Adentrarnos en su vida será, sin duda, transitar un camino de sueños, incertidumbres, desafíos, di cultades, éxitos y fracasos (como los de muchos ante situaciones similares). Lo singular, en este caso, es la actitud con la que este personaje ha enfrentado la vida. Su proceder ha estado indeleblemente marcado por una cristiandad a to da prueba, una consecuencia a ultranza, una gran calidad humana, un entusiasmo de adolescente, una abierta tolerancia, un irrestricto sentido de responsabilidad y, tal vez, lo más destacable, por una paz y alegría de vivir que

Toda vida resplandece según sea el valor de sus circunstancias. Todo jardín, sin distingos, ha de acoger la belleza de múltiples ores. C. Sus orígenes.

transmite38 de modo contagioso y admirable. Esto y más, da para pensar en la analogía que funde vida y jardín.

Juan Floreal Recabarren Rojas vino al mundo en la maternidad del Hospital de Antofagasta, el 21 de abril de 1927. Hijo mayor de Juan Bautista Recabarren Manosal va, chillanejo de 25 años y de María Inés Rojas Callejas, iquiqueña, de 28, que se habían casado en 1926. “Juan”, por el padre. Era la costumbre de entonces. Lo de “Floreal” tiene su historia. Cuando su progenitor supo del embarazo de su esposa, acudió a su hermano mayor, Luis, preguntándole por el nombre que podía colocarle al hijo que venía. Luis, profesor, masón, anticlerical y ad mirador de la revolución francesa, propuso que al “Juan” se agregara “Floreal”, pues ese término había designado al octavo mes del año y al segundo de la primavera que iba del 22 de abril al 19 de mayo, según el calendario utilizado por los revolucionarios franceses, entre 1792 y 1806. Coincidencia o premonición para un hombre que ha dedicado su vida a los grandes acontecimientos de la Historia, es el interrogante que alguien podría hacerse.

Las circunstancias de vida, como las vetas minerales, asoman súbitas. Quienes logran percibirlas, suelen seguirlas pensando en la fortuna. En el contexto familiar, según dicen, es conveniente mirar hacia los antepasados para que las cosas se entiendan a cabalidad.

Doña Dolores Callejas, abuela de Floreal, más de algo tiene que decir en esta historia. Nacida en Panulcillo, cerca de Ovalle, como muchos de sus coterráneos, se dejó ganar por la idea —aventurera idea— de un Norte lejano, ese que pregonaban los “enganchadores salitreros”, donde la vida podía ser algo más llevadera. Cuando aún era una niña, decide abandonar su hogar y casi descalza se embar ca en Coquimbo y recala en el puerto de Iquique.

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En el Iquique de nes del siglo XIX y, como era habi tual en esos días, aumentándose la edad, pudo ocuparse como cuidadora de los niños de la familia Mitrovic, vinculada a la industria salitrera. Luego, por cosas de la vida, conoció —según sus palabras— a “un tal Rojas” y esas mismas cosas, lo llevaron al olvido (ella nunca reveló el nombre de este personaje). De esta relación nació María Inés. Con posterioridad, Dolores fue pareja de José Quiñones, con quien tendría tres hijos: Ester, Raúl y José.

Dos décadas y algo más fue la vida familiar de María Inés en Iquique. Luego se trasladó a Antofagasta con su madre. Ester, su hermanastra, ya se encontraba radicada en esta ciudad. Antofagasta acogió a María Inés y al poco tiempo, trabajaba en el Hospital del Salvador que era administrado por religiosas. Se desempeñó como enrolladora de vendas, tarea común en recintos hospitalarios donde muchas vendas usadas, se sanitizaban y enrollaban para ser utilizadas nuevamente. Su siguiente paso fue un curso del Ministerio de Salud como Practicante. Económicamente logró bene cios y, en el futuro tendrá un papel importante en la tranquilidad económica familiar.

Cuando le solicitaban sus servicios para algún enfermo a altas horas de la noche, Floreal recuerda que su madre salía a la calle solitaria entonando, casi en un murmullo,

el40 tango canción de Horacio Pettorossi, C. Gardel y A. Le Pera, “Silencio en la noche... Ya todo está en calma...” Para Floreal, ella era de baja estatura, razón por la que el Dr. Antonio Rendic, con quien trabajó por muchos años, la apodó “María Chato”. María Inés era más bien callada y solía recurrir al garabato con facilidad. No ese garabato ordinario que suele ofender. El suyo, leve, surgía como un apoyo oportuno y divertido en medio de su vivaz conversación. “¡Era una garabatera con gracia!” La característica la habría heredado Floreal que, desde muy pequeño, “garabateaba pa’l mundo”. El paso del tiempo, todo lo cambia. En la ac tualidad, ¿cuántos declararían haberle escuchado proferir una mala palabra? D. Un niño travieso. En sus primeros años, Floreal siempre se mostró como un niño inquieto y travieso al máximo (no se condice con la imagen que siempre ha proyectado de adulto). La siguiente anécdota, cuando tendría 5 o 6 años, re eja esta característica. Una vecina de la familia, Blanca Aztorquiza, que vivía en calle Orella esquina Pasaje 14 de Julio le comentó a su madre: “cuidado con tu hijo María, que cuando grande puede ser un malandrín...” ¿Por qué dices eso?, preguntó su mamá: “porque a la vecina del fondo (Doña Honorata, de nacionalidad boliviana), siempre le he escuchado reclamar: ese niño Floreal, del lado, es un carajo porque se pasa encaramado arriba de la muralla y cuando paso por debajo me chorrea entera”. Efectiva mente a Floreal, como a otros niños, le gustaba subirse

Otra de las víctimas del inquieto niño Floreal, fue una amiga de su madre, Chepita Meneses, que era coci nera y le ayudaba en su casa. Él no era muy bueno para comer y cuando ella llegaba, de inmediato la recibía con un “Chepa conch’e tu m...” y salía corriendo. La pobre Chepa, que era enjuta y de poco movimiento, nada podía hacer y sólo se limitaba a reclamarle a su mamá “¡María, tu hijo me ha insultado, es malo, muy malo!”. Que su hijo fuera malo y mañoso para comer, constituía un proble ma permanente para María Inés. Ella, como toda madre, se esforzaba porque se nutriera adecuadamente. Cuando Floreal no quería comer, le llamaba la atención dicién dole: “Anda a comer a la Intendencia, entonces”, como una forma de reconocer que en esa repartición pública la comida era de primera, por información que tenía de la Chepita, que trabajaba allí.

41 al techo de su casa y a los muros divisorios y desde ahí, cuando divisaba que la vecina venía..., no encontraba na da más entretenido que esperar que ella, desprevenida, pasara por debajo de él, para empaparla con su orina, sin contemplación alguna.

El sabotaje también lo practicó desde temprana edad. Había un vecino corpulento, más grande que él, el “Zaino” Lito, de una casa contigua, al fondo de la suya, por calle Esmeralda. Éste era reconocido en el barrio por hacer el mejor “hilo curado” para volantines. Nadie lo superaba en las “comisiones” (así se llamaban las batallas de volantines). Nunca aclaró ni se supo, cuál era la fórmula que utilizaba para aderezar el hilo hasta dejarlo insuperable en esas contiendas aéreas. Floreal era admirador de su vecino, pero, a su vez, un saboteador. En efecto, premunido de una larga vara de coligüe, a la que le había adosado un

gancho42 de alambre en la punta, se parapetaba al fondo de su casa. Permanecía al aguaite, como un bandolero cual quiera, esperando una de esas cabriolas que, por los caprichos del viento, suelen forzar a los volantines a piqueros que los llevan casi hasta el suelo. Entonces, aprovechaba la baja altura que alcanzaba el hilo, para engancharlo con su arma y arrastrarlo hacia él. Muy probablemente fueron pocos los volantines de su vecino que logró rescatar incólumes, dado que la mayoría se destrozaba lejos de su al cance, pero tan sólo la sensación de haber batido al volantinero más exitoso del barrio, enaltecía su infantil actuar.

“Un poco más grande —según sus recuerdos—, par ticipábamos en grupos que jugábamos a esconder tesoros. El tesoro solía ser cualquier elemento que nos llamara la atención. En más de una ocasión, le saqué unas mostacillas que tenía mi mamá, las que escondíamos y luego defendíamos a peñascazo limpio, para impedir que el grupo rival las Cadaencontrara.”épocatiene sus rasgos. Las jugarretas de los ni ños valen como rasgos de la infancia y cada infante es una singularidad absoluta. Salvador Reyes, en uno de los tantos y tan diferentes ejemplos, al recordar su infancia nortina, dijo: “Durante los años de la infancia, que parecen tantos y tan largos, yo sólo siento y veo la ola del Pací co arqueándose en las abiertas bahías de Antofagasta y de Taltal, inundando las noches y entrando hasta el fondo de mi alma. Creo que la mayor felicidad es el haber conocido el mar de niño y de muchacho. Su substancia y su color vivientes nos acompañan después a lo largo de la vida y nos alimentan sin cesar con su misteriosa juventud.” Esta infancia, arrullada por el mar, dispone del aliento libertario para soñar un destino mejor.

Pero, no siempre las cosas han sido así. Sólo a dos años del nacimiento de Floreal, en la “Concentración Pe dagógica Regional de Rica Aventura.” Sí, de la o cina salitrera Rica Aventura, se dijo: “En nuestros pueblos norteños de vivir áspero, donde el mercantilismo ambiente descuida lamentablemente el aspecto espiritual de nuestros niños y, a veces, les hace desarrollarse en promiscui dades inauditas, la escuela debe neutralizar, como hemos dicho, los efectos perniciosos del hogar, formando hábitos sólidos por medios que hieran con intensidad y en forma placentera el sentimiento infantil. Saquemos al niño del ambiente de lucha y de vicios, alejémosle de esta realidad prematura para su edad, y, con honda fe en el poder de las fuerzas espirituales bien dirigidas, hagamos que sus almas se empapen en la alegría de vivir y vibren con las bellezas que a su alrededor palpitan. Será la más segura base para construir el edi cio macizo de su personalidad.”

Todo sistema educacional ha de evaluar periódicamente ¿cómo llega al sentimiento de los educandos? Los medios tecnológicos, las disposiciones curriculares y los recursos metodológicos actuales, ¿garantizan la intensi dad y ese desenvolvimiento placentero en las labores que otorgan sentido al diario quehacer pedagógico? E. Lecciones del pasado familiar. María Inés, su madre, era una mujer de carácter. Poseía un rostro bonito. En su diálogo, el chiste oportuno era habitual. Cariñosa con su hijo y nada de castigadora. Pero, en una ocasión le propinó una bofetada que sirvió pa ra una lección de nitiva.

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“Yo estaba terminando el sexto año de preparatoria y creo que en mal momento, le dije: ¡mamá no quiero se guir estudiando, voy a entrar a trabajar para ayudar en la casa!” La idea de Floreal, según creía, ponía en evidencia un hecho normal en jóvenes de hogares aquejados por tribulaciones económicas. Muchos de ellos, entonces sólo aspiraban a acceder al mercado laboral como aprendices para, de este modo, contribuir a las necesidades familiares.

El carácter matriarcal de la sociedad chilena de esos años, hoy quizás olvidado, fue la salvaguarda de genera ciones. Los adultos de entonces, según se decía, los que se habían hecho a sí mismos, se desempeñaban en o cios que sólo daban para subsistir en un medio laboral cargado de injusticias que eran atribuidas a “la cuestión social obrera” que venía del siglo anterior. Los idearios sociopolíticos empezaban a cambiar. Muchas familias de

Lo único que se sintió fue la sonora bofetada. “¡Ni por nada vas a hacer eso! ¿Cómo se te puede ocurrir? Escucha bien lo que te voy a decir —mientras, con gesto imperativo le señalaba el muro de la habitación—, allí tendrás una caja fuerte especial. No podrás abrirla, no encontrarás en ella dinero, ni joyas ni nada material de valor. Ahí halla rás algo que te servirá el resto de tu vida. Quiero que allí cuelgues un diploma, un título universitario, el gran tesoro que te acompañará el resto de tu vida. En él tendrás apoyo para tu desarrollo pleno, tus aspiraciones y, probablemente, tu felicidad. Sólo eso anhelo para ti. ¡Sácate de la cabeza esa idea; termina tus estudios y luego, ingresa a una carrera en la universidad!”. Luego de estas premoni torias palabras, madre e hijo se abrazaron sin contener las lágrimas. La lección caló hondo en Floreal. Fue un gran acicate para su formación profesional.

45 los hombres que se desentendían del rol paternal, laboralmente pasaban al anonimato de los desocupados que hasta debieron recurrir a las ollas comunes y a la caridad popular.Una madre de carácter era una verdadera garantía so cial y Floreal, consciente de ello, al evaluar la actitud aquí expuesta, despertó a una situación que, quizás involunta riamente, no había sopesado. Debía esforzarse en el colegio, única forma de con vertirse en un estudiante de una carrera profesional de provecho. Ya en el primer año de humanidades, el cambio era mani esto. La enseñanza de su madre, sin lugar a du da, pesaba en su conciencia. María Inés había sacado el carácter, decisión y tem ple de su madre. El paso del tiempo sólo con rmará el hecho. Para Floreal, su madre era muy cariñosa y merecía una respuesta similar de parte de él. Con esa que no le correspondía de la misma forma. Esta actitud aún le pesa, ya que su vida entera la dedicó a sus hijos. Por debilidades de su esposo, se esforzó para aportar la seguridad que éste no brindaba a su hogar. La provinciana vida de Floreal le deparaba ocasionales inquietudes. Una de ellas lo situó ante el origen de su apellido. Según uno de sus primos, los Recabarren de su rama familiar no llegaron de España, sino de Cuba. Juan Bautista, su padre era oriundo de Chillán. En la década del 20, ingresó a la Escuela de Subo ciales del Ejército. Su primer destino fue Arica para reforzar la frontera nor te. En opinión de Floreal, “frente a un arti cial con icto con el Perú, levantado por el presidente de la época, Juan Luis Sanfuentes, ante el temor de la pérdida de la pre sidencia por parte de los conservadores, cuyo candidato

Floreal, siempre dispuesto a apreciar algo bueno en el prójimo, con generosidad lial acota que su pa dre tenía mucha facilidad para los números, de modo que, comenzó a desempeñarse en tareas administrativas relacionadas con contabilidad. Esto le permitió iniciar un periplo laboral transitando por la Empresa de Ferrocarriles y el Comisariato, logrando recalar, nalmente, en la Compañía de Tabacos, donde se desempeñó como vendedor. Su facilidad de palabra y el ser buen conversa dor, le favorecieron en el cometido de esta especialidad.

o46 cialista, Luis Barros Borgoño, ordenó la movilización de las tropas hacia el norte, por indicaciones del ministro de guerra Ladislao Errázuriz Lazcano. Este falso con icto conocido como “la Guerra de Don Ladislao”, de nada sirvió para lo que fue urdido, ya que, en de nitiva, Ales sandri fue designado Presidente de la República por un Tribunal de Honor.”

Al poco tiempo Juan Bautista fue destinado al Regimiento Esmeralda de Antofagasta, como “sargento de sables” (Floreal escuchó eso de su progenitor) y se retiró en el año 1926, muy in uenciado por María Inés, a quien nunca le satis zo la ocupación de su esposo.

Otra faceta que debió in uir era el buen genio de Juan Bautista y el ser muy educado en su forma de relacio narse, incluso Floreal a rma que jamás él le escuchó una expresión grosera.

Su padre, aunque de baja estatura, era buen jugador de básquetbol y lo practicaba en el Green Cross. En el desaparecido Club Chile, jugaba tenis, deporte al cual integró a su hijo. También fue bombero, aunque en la práctica, Floreal jamás se enteró de que hubiera participado en un incendio.

La diversidad de sus atributos le hacía ser muy enamoradizo. En los recuerdos de Floreal, hay un retrato anecdótico al respecto. En oportunidades en que una dama con ciertos atractivos, llegaba a casa para requerir los servicios profesionales de una curación o una inyec ción por parte de María Inés, él junto con abrir la puerta, anunciaba la presencia femenina con voz impersonal, di ciendo: “señora María, la buscan...” Era su forma de no evidenciar su condición de esposo de la dueña de casa, al mismo tiempo que enviaba un mensaje subliminal a la atractiva visitante de que él no era casado y que estaba disponible (?).

Otro rasgo suyo fue desvivirse por las actividades del club Green Cross, al que apoyaba con pasión, al extremo de prestar todo tipo de enseres de su casa, cuando estos se requerían para alguna actividad especial, los que, después, raramente retornaban. En una oportunidad, en palabras de Floreal, el club necesitaba una vitrina para exponer los trofeos ganados en diversos eventos deportivos. A Juan Bautista se le ocurrió la magní ca idea de ofrecer la que tenía en casa. María Inés se opuso a las pretensiones de su esposo. La posición fue reforzada por Floreal, entonces de 15 o 16 años, quien, diligente, para evitar que su padre cumpliera su cometido, sacó la vitrina del comedor y co mo pudo se la llevó al patio. Apresuradamente la amarró con una cuerda. Luego, se encaramó al techo y la elevó cuanto pudo lejos de las manos paternas. La escena, casi surrealista, es digna de una película de Fellini: mientras

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Caso aparte lo constituía su a ción al juego. Era asiduo jugador de póker en el Club de la Unión. Gran parte de su vida antofagastina la pasó en él malgastando su dinero, incluso a costa de postergar necesidades de su familia.

el48 padre reclamaba el mueble, el hijo sosteniéndolo en el aire, lo alejaba de su alcance. Juan Bautista, ¿fue un padre ausente? Vivió subyugado por la preocupación de pasarlo bien en pasajeras relaciones extramaritales. Departía con amigos y hasta so ñaba que las cartas le darían esa fortuna que nunca llegó. Íntimamente Floreal recuerda a su padre, no como un mal hombre, era un ser humano cualquiera, con defectos y debilidades. La voluntad y fuerza necesarias para reac cionar y superarlas, nunca lo acompañaron. Sin embargo y esto lo entiende bien Floreal, Juan Bautista profesaba gran cariño por su familia, en especial por sus hijos. Con frecuencia, llegaba a casa con sorpresas que entusiasmaban a todos: un día podía ser una radio; otro, una compo tera y, alguna vez, hasta un nuevo comedor. El hombre, indudablemente, tenía conciencia de sus fallas y por ello, compensaba a su familia con estos gestos o detalles, como la única forma de atenuar situaciones que pudieran ameritar un reproche de su esposa.

CAPÍTULO II DE UNA HISTORIA QUE FUE

El matrimonio Recabarren Rojas, tuvo en Antofagasta varios hijos. Floreal, el primero de ellos; Mario, el segundo, nacido con pie equino, una malformación congénita; el tercero, Juan José, nació muerto, al igual que el cuarto, una niña, Anita, nacida estrangulada con el cordón um bilical; la quinta hija, María Eugenia, vino al mundo sin problemas, en la ciudad de Chillán.

A. Los primeros años.

En sus inicios el matrimonio, más la hermana de María Inés, Ester y su madre Dolores, vivían en calle Orella esquina del Pasaje 14 de julio.

Inexplicablemente sus padres no objetaron el apodo, demostrando la bonhomía del matrimonio, al no atribuirle mala intención alguna al creador de ese canino alias.

Juan “Sordo”, era un buen hombre albergado en casa del matrimonio. Tenía una perra llamada Pocha y al nacer Floreal, no se le ocurrió nada mejor que referirse al niño como Pocho. Para el anciano, tal vez fue una extensión y demostración del cariño que sentía por su animal. Así nace el apodo de “Pocho”, como casi toda su familia y amigos más cercanos, se han referido siempre a Floreal.

Su hermano Mario falleció a los 3 o 4 años. Floreal no recuerda haber jugado con él. Éste, por su problema en los pies, prácticamente permanecía postrado. Su memoria

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Era muy graciosa y juntos se divertían, pero a veces él la desquiciaba y la hacía perder la paciencia y explotaba, incluso al extremo de que, en una oportunidad, llegó a lanzarle un tenedor. Con seguridad este acto fue con la intención de dirigirlo lejos de la humanidad de su nieto, sólo con el propósito de asustarlo. Sin embargo, el intento falló. El utensilio fue a dar justo sobre su mano izquierda,

retiene52 su rostro difuso y su cabello ensortijado. El día de su muerte, causada por una meningitis cerebroespinal, re cuerda que en la casa se vivió un ambiente especial. Todos andaban silentes, casi murmurando entre ellos. Él, por supuesto, no captaba lo que sucedía. Su abuela lo invitó a los juegos infantiles, cosa que lo entusiasmó. Pero al regresar a casa vio que su hermano no estaba. En la sala ha bía una serie de artefactos, desconocidos y, en su entorno, cirios encendidos. Alguien, simplemente, le dijo: “murió tu hermano”. Ese momento fue la primera aproximación temprana y cercana, demasiado cercana, de Floreal con la sumada a la de sus otros hermanos nacidos muertos, hizo crecer en el interior del pequeño Floreal una sensación de incertidumbre y pesimismo que lo persiguió por años, hasta que María Eugenia, nacida sana y normal, contribuyó a que la pesadumbre que lo aquejaba desapareciera.

Era la típica mujer de pueblo, apechugadora desde sus primeros años, cuando abandonó su hogar y se lanzó una vida desconocida y de incierto futuro.

Tuvo buenas migas con su abuela, a quien llamaba Yaya. Aunque supone que no tendría más de unos cincuenta años, la recuerda extremadamente delgada y ab solutamente arrugada, con profundos surcos en su rostro.

muerte.Estadesgracia,

53 a la altura de la muñeca, provocándole una pequeña herida, cuya cicatriz, hasta hace poco, todavía recordaba el episodio. El pesar se apoderó de la abuela que le con denció a su nieto, el arrepentimiento por la tontera cometida. No fueron pocas las noches en que ésta, sentada a la orilla de su cama, le contaba cuentos, como “Las Doce palabras redobladas”, para inducirle el sueño. Alguna vez fue ella la que, a medida que avanzaba en el cuento, se adormilaba.

En una ocasión, contándole las peripecias de una cule bra, iba diciendo: “culebrita, culebri..., cule”... se durmió y ¡plaf!, se cayó de la cama. Floreal ingresa a la edad de 5 años a una escuelita particular —en calle Ossa entre Orella y Uribe— perteneciente a la señorita Matea. Ésta era una profesora jubi lada, muy sui generis: aparte de enseñar a leer a los niños, también los motivaba para coser y pegar botones y, en una oportunidad, les pidió que llevaran un huevo duro... y ¡les enseñó a utilizarlo para zurcir calcetines! En esos tiempos era usual dar a los niños vitami nas vigorizantes. María Inés era muy amiga del doctor ecuatoriano, Gerardo Zúñiga, al que le llegaban mues tras, desde Francia, de unas vitaminas inyectables que le convidaba. Sin embargo, ella no lograba que Floreal se dejara colocar las inyecciones. Arrancaba y era imposible pillarlo. Su madre elaboró un inteligente plan para lograr su objetivo. Visitaba, de improviso, la sala de clases de su hijo y luego de saludar al curso, decía: “¿niños saben ustedes que mi hijo es muy valiente? ¡yo le entierro una aguja y ni llora!” ...y procedía a colocarle la inyección a Floreal, quien, para aparentar la valentía anunciada por su madre, se quedaba quieto y serio, sin decir ni pío, sin evidenciar el dolor provocado por el pinchazo. “Las vitaminas se lla-

Floreal habitaba una céntrica casa que contaba con agua y luz. “De todas formas acumulábamos agua en

A los seis años ingresa al Colegio San Luis. Dentro de las anécdotas que recuerda de esa época está la de Mr. Collins. Un ecuatoriano, que hacía clases, muy especiales, de inglés. De cierto modo, algunas palabras básicas les enseñaba y, además, matizaba sus clases con todo tipo de frases pronunciándolas, como lo haría un gringo. Decía algo así como “youu planchou osh panchtalunes” para que repitiera, a coro, todo el curso. Los alumnos se sentían felices y satisfechos porque el idioma de Shakespeare se les presentaba demasiado fácil, pero cuando tenían la oportunidad de probar sus conocimientos, en alguna serial en el cine, se daban cuenta que “no cachaban ni una”.

Aunque Floreal, estuvo poco tiempo en este colegio, lo recuerda como el lugar en el cual su infantil espíritu, se impregnó de la religiosidad que se respiraba en el ambien te. Su salida, se debió a la anulación de su matrícula por no pago de la mensualidad.

A inicios del siglo XX ya había llegado el agua a Antofagasta, pero las redes de distribución no cubrían toda la ciudad y esta carencia se suplía con pilones en algunos sectores. Los vecinos acudían a buscar el vital elemento, en bidones. También existía la venta de agua, a través de aguateros que, apoyados por una mula, recorrían las calles con un carro y un pesado tonel.

maban54 Gaurol y deben haber sido harto buenas, porque nunca he tenido problema en los huesos”, acota Floreal.

La Región en esos años, contaba con algo más de 178.000 habitantes, incluida la gran masa otante asocia da a la industria salitrera. El país, por su parte, tenía una población de casi 4.300.000 ciudadanos.

se abastecía de algunas verduras y hortalizas cultivadas en pequeñas parcelas agrícolas llamadas “quintas” localizadas en el sector céntrico de la ciudad.

55 un tambor para las emergencias. Yo, con esa, no necesitaba tanta, porque... ¡no me bañaba muy seguido, en esosAntofagastaaños!”

En recuerdos de Floreal: “Mi mamá me mandaba a com prar verdura a la Quinta Casale, al oriente de Avenida Argentina. La entrada estaba en Uribe y la venta se hacía por calle Esmeralda donde atendía una dependiente, cuya faz llegaba a intimidar a los niños, por los “lentes poto de botella” que utilizaba. Recuerdo que las lechugas se vendían a $ 2 cada una. Donde actualmente se encuentra el estadio Sokol, estaba la Quinta Monzoncillo que nosotros llamábamos “Calzoncillo”. Al frente de nuestra casa estaba la Quinta San Juan y también quedaba cerca la Quinta Tiro al Blanco, en Avenida Argentina”. A partir de la década del sesenta algunas quintas se trasladaron del centro al sector Covie . Una de las últimas, al promediar la década del ochenta, fue la ubicada en calle Poupin, casi al llegar a Avenida Argentina. “También iba a comprar a la carnicería del chino Arturo, en calle Uribe con Esmeralda y al almacén de Vicente Goic, ubicado en 14 de febrero, esquina Uribe, donde adquiría 50 centavos de mantequilla. El pan lo compraba en la panadería La Patria, que lo hacía muy bueno y daban yapas”. No recuerda que en casa se comprara una sandía o melón entero, sólo un “mono” (porción), ni que hayan consumido pavo y las gallinas, que a veces cocinaban, eran las que lograban criar en la casa. A mediados de la década del treinta, Floreal fue tes tigo de gente que deambulaba en harapos por las calles,

a56pie pelado y que evidenciaban la hambruna producida por la crisis salitrera. Por estas circunstancias se crea el Comisariato, donde trabajó su padre, institución estatal que brindaba ayuda en alimentos, a la gran masa de cesantes afectados por el cierre de muchas o cinas salitreras de la Provincia, debido a la irrupción del nitrato sintético elaborado a menor costo y más cerca de los grandes mer cadosEnmundiales.losaños treinta, la radio, llegada en la década anterior, rápidamente se había transformado en un gran elemento de entretención. Ésta, por su costo, no era accesible para la gran mayoría de los hogares de las clases media y baja del país. Los niños de la época se divertían en la calle —el gran espacio abierto—, libre, seguro y dis ponible para participar, con amigos del barrio, en juegos callejeros como “la pichanga”, “el trompo”, “el emboque”, las bolitas” (con todos sus juegos), “el run run”, “el luche”, “el paco ladrón”, “la pelota envenenada”, “el paso”, “el un, dos, tres, momia”, “el caballito de bronce”, etc. Septiem bre monopolizaba la práctica del volantín y la cambucha y los azules cielos de la Perla del Norte, se engalanaban con multicolores pájaros de papel.

Este escenario bucólico, de una niñez y juventud cándida y soñadora, se extendió en el país, por lo menos hasta los años sesenta, para ir decayendo dada la profunda penetra ción de la televisión en los hábitos de las personas. En esa

Eran entretenciones inocentes, absolutamente pueriles, donde lo importante para practicarlas, eran las habi lidades físicas, de piernas, brazos y manos. No prevalecía en ellos un afán competitivo exacerbado, sino que pre dominaba el objetivo de pasar el tiempo con agrado y generar una armónica iniciativa colectiva y entretenida.

Desde muy temprana edad gustó del cine. Recuerda que su madre, sabiendo de esta predilección de su hijo y, además, de lo malo para comer que era, le daba permiso para ir siempre y cuando fuera su amiga, Blanca o su tía Ester y, a su vez, que llevara una buena merienda, normalmente consistente en un sandwich de pescado. Al res pecto, recuerda perfectamente una oportunidad en que, en medio del lme exhibido, se detuvo la proyección para anunciar por los parlantes internos del cine, que en un accidente aéreo, en Medellín, Colombia, había fallecido Carlos Gardel. Era el 24 de junio de 1935. Floreal tenía 8 años y, posiblemente, algo sabía de quién era Gardel. Le impactó el murmullo de asombro y pesar que se apoderó de la sala, donde primaba un público mayor que, con seguridad, admiraba al Zorzal Criollo.

En la década del 40 mucho comercio y variados servicios se realizaban en forma ambulante. El semanero era, tal vez, uno de los más útiles, cercanos y reconocidos comerciantes de esos tiempos. Este personaje pasaba por los barrios todas las semanas con un amplio surtido de mercadería, ropa para toda la familia, géneros por metros,

57 época, la imaginación y la creatividad eran fundamentales para pasarlo bien. Uno de los artefactos de fabricación casera muy populares y utilizados fueron los “teléfonos conserveros” compuestos de dos tarros de conserva, abiertos en un lado, conectados por un cordel, que permitía establecer una rústica comunicación a cierta distancia, que, en todo caso, dejaba satisfechos a los hablantes. Esta comunicación la practicaba Floreal con un vecino, hijo de un sastre de apellido Vítore que vivía, a los pies de su casa, en calle Uribe. También fabricó y vendió radios a galena, otra onda juvenil que duró varias décadas en el país.

vajilla58 para la casa, etc. Las ventas eran a plazo. Semanalmente cobraba una cuota del monto vendido y si la dueña de casa, que era con quien se entendía, no podía pagarla, no hacía mayor cuestión y regresaba la semana siguiente. También hubo semaneros que vendían novelas de amor, de aventuras y policiales.

Los pescadores callejeaban por los barrios vendiendo congrio, cojinova y jurel que exhibían colgando en los extremos de un palo llevado al hombro. El a lador de cu chillos anunciaba su presencia con un pito de sonido muy agudo. El hojalatero era muy requerido para reparar ollas, teteras y sartenes deteriorados. Otro llevaba, en un carro de mano, una cocinilla y un tiesto con almíbar, e iba voceando su mercadería: ¡sopaipillas y picarones pasados!.

Los años comprendidos en estas pocas páginas tienen características propias. En un extremo resuenan las consecuencias de la post primera guerra mundial y, en el otro, hablando en términos locales, se vive el estruendoso desastre del mundo del salitre natural. Lejos, en el corazón de Europa, el nacional socialismo y otras colectividades de ideologías a nes, crecían al amparo de una indiferen te permisividad. Fácil resulta comprender la diversidad y trascendencia de los elementos de juicio que se integraban, culturalmente, en la visión de mundo que se forjaba el joven Floreal de aquellos días.

El Sapolio, una ceniza volcánica envasada, se vendía para fregar utensilios de cocina. También existió la venta de leche de burra o de cabra, directamente ordeñada al pie del animal. Hasta dibujantes callejeros existían, los que montaban su trabajo en marcos ovalados de madera. En tre los más populares comerciantes callejeros, estuvieron los compradores de botellas, huesos, metales y papeles.

El viaje de Valparaíso a Chillán fue en tren. Una nueva y excitante experiencia para el niño Floreal. Práctica mente no apartó su vista de los paisajes que atravesaban su campo visual. Luego de varias horas, llegaron a destino, la casa de Luis, hermano de Juan Bautista, que vivía en Chillán Viejo, en calle Mariano Egaña.

En el año 1938 la Compañía de Tabacos trasladó a Juan Bautista a la ciudad de Chillán. María Inés, pensando que tal vez ese cambio de ambiente podría favorecer la relación matrimonial, aceptó el reto de dejar Antofagasta.

Sus padres, su tía Ester y Floreal, se embarcaron en una nave inglesa desde Antofagasta hasta Valparaíso. A bordo vivieron una serie de chascarros. Cuenta Floreal que, navegando en alta mar, sonó una sirena interna mientras ellos estaban en su camarote. Sintieron que casi les echaban la puerta abajo con golpes y gritos en un idio ma que no entendían. Tuvieron pánico. No abrieron de inmediato la puerta. Al nal no les quedó otra alternativa que abrirla. De algún modo les explicaron que era un si mulacro y debían ir a cubierta para el protocolo del caso.

59 B. Chillán, naturaleza y vida familiar.

Floreal recuerda su experiencia en un comedor con una mayoría de niños que hablaban inglés. Él miraba los platos con gran apetito, pero sin poder pedir nada. Mien tras observaba lo que comían los niños extranjeros, señalaba con los dedos a los mozos lo que quería. Por su parte la madre de Floreal, también se hizo entender a puros gestos, llevándose la mano a la boca, para demostrar a los mozos que quería comer, tal o cual cosa.

Hay que intentar meterse en la cabeza de aquel niño de 11 años que, de la noche a la mañana, se ve transporta do desde una ciudad costera, enclavada en el desierto más árido de mundo, a un paraje de exuberante naturaleza, con ríos, árboles, ores, matorrales y animales de todo tipo, que tal vez había visto (si es que los había visto), a la pasada en uno que otro impreso, casualmente caído en sus manos y que ahora se le aparecían, todos de una vez, como un relámpago, como un torrente.

El traslado a Chillán representó un gran cambio para la familia Recabarren Rojas. Para Juan Bautista, no fue traumático. Él regresaba a sus raíces, a su tierra, donde aún vivía parte de su familia. Para su madre, signi có un cambio brusco y absoluto de paisaje, de hábitat y, sobre todo, de quehacer. En Antofagasta, había consolidado su trabajo de practicante. Con él, aparte de copar gran parte de su tiempo, había conseguido cierta autonomía económica y le otorgaba seguridad para criar a su hijo. Desde ese punto de vista, el cambio representaba un desafío, no exento de incertidumbres y riesgos, pero que había aceptado como una apuesta tendiente a jugársela por a anzar su matrimonio. Quizás pensó que Juan Bautista tendría la disposición de no caer en los yerros conocidos, sentan do cabeza por el bien de todos (tal vez existió, de parte de Juan Bautista, alguna promesa al respecto).

Para Floreal, llegar a Chillán fue un impacto incon mensurable, similar a un nacer de nuevo o un permanente descubrimiento de cuanto le rodeaba. Sus ojos se maravillaban de las cosas más simples, esas que para la mayoría de los mortales parecían normales, pero que a él encandilaban, porque las comenzaba a descubrir.

Desde su perspectiva infantil, Chillán era un paraíso,

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61 un sueño único, ni siquiera imaginado, que comenzaba a abrirle sus puertas y donde todo lo obnubilaba. Para el caso, este asombro no tan solo afectaba a Floreal. Su madre también fue presa de esos insólitos descubrimientos que a diario compartían. Se apoyaban con ingenuos interrogantes. ¿Qué son esas pelotas amarillas que cuelgan de los árboles, Pochito? ¡Naranjas, mamá!, respondía Floreal... ¿Y ese animal con cachos mamá?... “¡Un buey, Pochito!”. Ambos se fueron nutriendo con los nuevos escenarios que compartían, puesto que ninguno los conocía en vivo y en directo. Todos los días algo distinto los sorprendía. El canto matinal de los pájaros, el ruido melodioso del arroyo, la sombra de los sauces, el paso polvoriento de las carretas, los perros guiando a las ovejas, las diferentes frutas de verano, las lluvias de invierno, la nieve de las montañas, todo los alucinaba en paulatinas revelaciones. Sin duda que a Floreal esos deslumbramientos por los parajes de Chillán, le provocaron un nuevo despertar, de todos los que la vida le tenía dispuesto. Experiencia positiva, en Chillán, fue conocer a la familia paterna. Especialmente Floreal recuerda la visita a casa de su abuelo, José Luis Recabarren, en calle Buenos Aires, de Chillán Nuevo. Era un caserón inmenso, rodeado de muchos árboles frutales y un alto parrón, cuya sombra protegía una larga mesa donde se congregaban en almuerzos dominicales o asados por alguna fecha es pecial, los diez hijos del patriarca (Luis, Ángela, Juan Bautista, Vicente, Custodio, Manuel, Blas, Eleazar, Ma merta y Eliana) y sus respectivas familias. Hay que consignar que el abuelo se había casado con una dama chillaneja, Eugenia Manosalva, de la cual enviudó y luego se casó con una hermana de ésta, con quien también tuvo

En especial tuvo un muy buen trato con el tío Lucho, quien lo transformó en su regalón, y con sus hijos, Lautaro y Franklin. Con Lautaro estableció una gran relación y cercanía. Al poco tiempo, este primo fue una especie de hermano mayor, que lo iniciaría en una serie de aventu ras y actividades desconocidas e impensadas para su corta edad y su mentalidad nortina, como ir a cazar “pajaritos” a perdigones, extraer camarones de las vegas (tarea en la que utilizaba guantes de su mamá, con el consecuente perjuicio) y atrapar ranas.

Este ejercicio perseguía dos objetivos: primero, contribuir a la superación de la tartamudez y, segundo, aprender a pronunciar la “R”, ya que cuando Floreal debía decir su apellido, lo que todos escuchaban era un exótico “Decabaden”. Fue matriculado en la escuela de Chillán Viejo, donde recuerda, especialmente, al profesor Parra, de quien

La primera lluvia que lo sorprendió en Chillán, lo entusiasmó. Ni siquiera la evitó. Por el contrario, la apro vechó y disfrutó hasta quedar “empapado como sopapo” (sic), lo cual derivó en un fuerte resfrío con el consecuente cuadro febril que calmó su tío Luis, con un brebaje frío preparado con una rama de natre que, según Floreal, sabía tremendamente amargo. ¡Santo remedio! A la hora, habían desaparecido todos los síntomas. Su tío, además, se preocupó de la evidente tartamudez que afectaba a su sobrino y, el a viejas tradiciones campesinas, le recomendó hacer un ejercicio que consistía en repetir muchas veces al día el siguiente trabalenguas : “Una perra negra, chiquiturra panturriega, si no fuera perra negra, no tendría hijos, perros negros, chiquiturros panturriegos.”

descendencia;62 por lo tanto, todos los hijos del abuelo José Luis, se apellidaban Recabarren Manosalva.

63 dice haber aprendido un montón y aunque de su estadía en dicha escuela, han transcurrido más de ochenta años, su memoria aún retiene la letra de un cántico humorístico basado en el himno de la ciudad: “Bajo el cielo azul de Chillán Viejo, los días se pasan sin ningún afán, si es nece sario un viaje urgente, para la próxima ciudad, le sale pera, barba y bigote esperando la góndola y las cacharras que son ancianas, que en cada viaje se quedan en pana”.

Una aventura que retiene clara en su memoria es el cruce del río Laja: la camioneta fue subida a una balsa y ésta, fue tirada con unos cables del otro margen del río.

A pesar de su corta edad, Floreal tuvo, en la escuela una oportunidad para demostrar sus condiciones histriónicas y sus capacidades teatrales. Allí participó en una obra de teatro en francés, montada por alumnos del es tablecimiento. Su intervención consistía en un pequeño papel. Le correspondía un breve parlamento para un lla mado de atención a un personaje que metía bulla con una corneta. Él ingresaba al escenario y en forma circunspecta, se limitaba a expresarle “monsieur, ici ne pas jouer” y desaparecía detrás de bastidores. Este acto fue su debut y despedida de las tablas. Su estadía en el sur le permitió un estrecho contacto con su progenitor. En las vacaciones escolares, lo llevaba de acompañante en la camioneta de la empresa, cuando visitaba clientes en localidades campesinas que le correspondía atender. “Nos quedábamos en distintas pensiones de los pueblos que visitábamos”. Según recuerda, recorrió una diversidad de pequeños negocios de esa vasta zona geográ ca, donde tuvo la oportunidad de conocer Antuco, Coihueco, Pinto, Cobquecura, San Fabián de Alico, Buchupureo y Bulnes, entre otros pueblos.

En dichos viajes constató la mayor virtud de su padre: su facilidad de palabra. Tenía el don del verso y, además, poseía un carácter conciliador, alejado de controversias y discusiones estériles.

También con esa, que esos viajes con su padre fueron los momentos más íntimamente compartidos. Aún, con sus noventa y tres años a cuesta, los recuerda con calidez. “Nunca sentí a mi padre más cerca de mí. Fue una época hermosa, que guardo con mucho respeto y cariño”.

“Luego de un período de vivir en casa del tío Luis, nos cambiamos a otra de calle Constitución, en Chillán Nuevo, a dos cuadras de la Plaza de Armas”.

Un hecho provocó fuerte y positivo impacto en Floreal: el nacimiento de su hermana María Eugenia en el año 1938. Recordemos que, por la discapacidad de Mario, prematuramente fallecido, no tuvo con él una relación normal de cercanía y, por ende, no alcanzó a aquilatar el cabal signi cado de la hermandad. Con María Eugenia pudo comprobar la fuerza que imprime el compartir la misma sangre y, además, percibió con claridad, en su interior, el origen de un sentimiento de protección con esa pequeña a la que llevaba 11 años de diferencia. Afecto que ha permanecido indeleble hasta la actualidad. Además, acota, que nunca había visto a su madre tan inmensamente feliz como cuando nació María Eugenia. Ella tenía fundadas razones para sentirse así: veía a la bebé sin ninguna de las complicaciones de sus últimos tres hijos, que habían fallecido, y además, era ¡una niña!, que completaba la pareja de hijos. Su

En todos los negocios donde paraban, lo recibían con evidente agrado y simpatía. Este per l, de la personalidad paterna, Floreal cree haberlo heredado.

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Lo anterior, sin duda alguna, socavaba el ánimo y dis posición de María Inés, quien nunca se acostumbró en

Una de las pérdidas que tuvo mientras vivió en Chi llán, fue la muerte de su abuelo, a quien rememora como a un viejo gordo, de tez blanca y bonachón. Al respecto Floreal recuerda un sueño en que lo vio muy enfermo y se despertó sobresaltado por la impresión onírica. Instintivamente fue a pararse en la puerta de su casa. Al rato llegó un familiar para informarle: “dile a tu mamá que falleció tu abuelo”. Toda una premonición. En otro plano, Floreal no recuerda algún regalo especial para uno de sus cumpleaños. “Quizás un par de zapatos haya sido el regalo más signi cativo que recibí en esosTampocoaños”. podía esperar mucho. La situación econó mica familiar no era de las mejores, con un padre que no lograba zafarse del juego y de sus otras fragilidades que comprometían parte importante de los recursos obtenidos en su trabajo.

65 felicidad era total, por lo menos desde el punto de vista maternal.Aparte del despertar de esta hermandad, con esa que, sin explicación alguna, en otro plano, la ocasional soledad que había experimentado hasta ese momento sor presivamente comenzó a disiparse, al menos internamente. Estaba jándose en las niñas que conocía y su vecina, mayor que él, acaparó su atención. “Fue en la Escuela N° 1. No recuerdo su nombre. Sólo sé que su apellido era Gu tiérrez. Su papá era profesor”. En la escuela tuvo buenos compañeros, con ellos se integró en todos los juegos de la época. “De lo que estoy muy consciente, es que parece que fui un alumno medio al lote.”

Enfrentaba sus días lejos de su tierra, a la que añoraba con intensidad, no tan sólo por ser su hábitat na tural, sino también por la independencia económica que había comenzado a desarrollar allí. Floreal no la pasó mal en Chillán. Entre otros recuer dos gratos que aún atesora, están sus visitas al Mercado, donde una tía abuela solterona, Juanita Recabarren, tenía un taller para fabricar zuecos. Él se entretenía conversando con ella y disfrutaba al máximo las cazuelas que pre paraba. Esas vivencias tuvieron su contraparte en los inesperados y traumáticos sucesos de la medianoche del 24 de enero de 1939. Esa noche, cuando seguramente todos en la casa y en el pueblo dormían, un fuerte terremoto sacudió la zona. Para los organismos especialistas de la época, el sismo alcanzó una intensidad de alrededor de 8 grados en la escala Richter.

Según informó el periodista Tito Mundt, “Un te rremoto asoló Chillán, Talca, Concepción y pueblos vecinos. Hay miles de muertos, faltan el agua y los ali mentos, y el pillaje ha debido ser reprimido con la ley marcial...”“Estábamos de vacaciones —recuerda Floreal—, y había jugado en la calle hasta tarde. Dormía con mi madre, era un mamón. Esa noche me acosté todo mugrien to y cansado, lo que debe haber contribuido a dormirme rápido. Desperté al sentir que la cama se bamboleaba.

Chillán.66

Los gritos de mi tía Ester y de mamá que, tomando a mi hermana, de apenas seis meses, en brazos, me instaban a levantarme y salir de la pieza que compartíamos. Atolondrados, hacíamos esfuerzos para abrir la puerta principal de la casa y alcanzar la calle. La puerta no cedió. Recurri mos a una portezuela falsa para salir al exterior. Esto no

Con la tierra calmada, comenzaron a tomar conciencia de lo grave de la situación. Al menos todos estaban ilesos, incluida una joven empleada y su guagua que te nían en casa. En la calle pudieron apreciar una escena dantesca. El polvo cubría todo. El desastre se apreciaba en vivo: casas, árboles, postes y cables de alumbrado en el suelo. Los gritos se escuchaban nítidos y desgarradores. Los incendios comenzaban a iluminar el cielo. Los perros aullaban. Los ruegos al Señor para que calmara la furia telúrica iban de voz en voz y de esquina a esquina. La sirena del único y escuálido cuartel de bomberos emitía un interminable ulular. Las réplicas impedían volver a las casas. El miedo y espanto era lo que se respiraba sin mayor esfuerzo.Sucasa, entera de adobe, sólo sufrió el derrumbe de un muro, que, en vez de desplomarse hacia el dormitorio, cayó hacia el comedor, por lo que su familia no tuvo que lamentar una desgracia mayor. Sin embargo, al niño Floreal, que intempestivamente tomó conciencia de lo que era un terremoto, el destino le tenía preparada una nueva tragedia. En la calle oyó desesperados gritos pidiendo ayuda. Éstos salían de una de las derrumbadas casas, al frente de la suya. Era la de una familia de apellido Mercado, desde donde se escuchaba con nitidez, lastimeros e impotentes ¡mamá, papá!. Los gritos provenían de un niño atrapado entre los escombros y, que, a pesar de los denodados esfuerzos de familiares y vecinos que se sumaron a los intentos de los padres de auxiliarlo, estos resultaron infructuosos y unas horas después lograron rescatar el cuerpo sin vida, de quien era su mejor amigo. Sintió su

67 ocurrió tan rápido como esperábamos, sino recién cuando las fuertes sacudidas terrenales amainaron”.

pérdida,68 como suelen asumirse esos golpes a temprana edad, sin una carga emocional muy de nida y pesada. Sólo sintiendo un vacío inexplicable, una ausencia que se hacía sentir y con la inocencia del momento, apenas lograba conformarse con un balbuceante: “se fue al cielo, lo voy a extrañar”.

Bastantes lo hicieron fuera de sus casas, a sobresaltos, a la intemperie en improvisadas camas, con colchones en las calles, en las plazas o en sitios baldíos.

Nadie a esa altura, con certeza, podía evaluar la magnitud del daño provocado por el sismo. Al otro día, sin tener información o cial, a simple vista se constataba que, al menos, la mitad de la ciudad estaba en el suelo, consecuencia lógica a esperar de un movimiento telúrico, como el acaecido, en construcciones precarias y mayori tariamente de adobe. La Catedral, el Hospital, el Cine y el Correo, los edi cios emblemáticos de la ciudad, yacían desplomados. Estimaciones posteriores, aunque no hay una cifra consensuada, señalan que Chillán tenía algo más de 40.000 habitantes. En el terremoto, que posee el récord de muertos en un sismo en el país, habrían perecido, según la prensa, entre 25.000 y 30.000 personas. Hubo rumores del inicio de peste, incluso las situaciones de pillaje, no se dejaron esperar, pero el control oportuno de la ciudad tomado por el Ejército llevó tranquilidad a la población.

“A dos cuadras de la casa, añade a continuación, se incendió la sede de un club, no recuerdo exactamente si era el de la Unión o el Ñuble, que eran los más importan tes, cuyas llamaradas iluminaban varias cuadras alrededor y subían altas y amenazadoras buscando las alturas”. Esa noche ningún habitante de la zona durmió tranquilo.

Con este desolador panorama lo recibió la ciudad el día 25 de enero y sus imágenes lo han acompañado por más de ochenta años, como si hubiesen acaecido ayer. A partir de ese día y varios posteriores, vio des lar frente a su casa cientos de cadáveres rumbo al cementerio. Prime ro en ataúdes normales, luego en cajones artesanales y, al nal, camionadas llevando los cuerpos en simples sacos con destino a fosas comunes. Una visión que tampoco pudo borrar fue la de un hombre que había perdido a toda su familia y se paseaba desvariado frente a su casa derrumbada, con un palo de escoba al hombro como si fuera un fusil, resguardando sus escombros.

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Cabe mencionar que el jefe de familia no estaba en Chillán la noche del terremoto. Se encontraba en San tiago trabajando, ya no en la Compañía de Tabacos, porque lo habían despedido, sino en otro lugar que María Inés desconocía, como también su paradero exacto. Hay que considerar que, en la época, las comunicaciones eran bastante débiles. Había pocos teléfonos. El único medio ampliamente usado (aparte del telegrama, al servicio de emergencias y nada de barato), era el correo, aunque tam poco fuera del todo expedito, menos para transmitir noticias urgentes. La red radial del ejército cumplió una labor social importante en ese período, prestando servicios de asistencia pública, difundiendo mensajes y noticias entre familiares que estaban aislados o que no tenían noticias entreAlellos.segundo o tercer día del gran sismo, María Inés, de cidió dejar Chillán e ir a Santiago a reunirse con Juan Bautista. Floreal no recuerda con claridad el motivo especi co que tuvo su madre para tomar esa resolución, pero razo nes sobraban: el desamparo que afectaba a su familia; la

Frente a lo sucedido, Floreal especi ca que, “Mi mamá nunca se acostumbró y pasó muchas penurias en Chillán”.

ausencia70 de su esposo; alejarse de una ciudad en ruinas; arrancar de las continuas réplicas del terremoto, etc.

Por su parte María Inés, como la mayoría de las muje res de la época, dependientes económicamente de su marido, se sentía impedida de tomar una resolución drástica, como pudo ser el abandono del hogar compartido, ya que pensaba en la desprotección en que quedarían sus hijos y, en consecuencia, agachaba la cabeza, sin reprocharle nada, sometiéndose al actuar de quien, socialmente, era “el dueño de casa”.

El viaje a Santiago que emprende María Inés con su her mana e hijos, se inicia en una micro que las lleva a Parral, donde tomarían el tren para Santiago. Iban esperanzados de encontrar a Juan Bautista. Emprendían una aventura de incierto resultado. Ni siquiera tenían claro dónde dirigirse. Ignoraban la dirección en que residía el padre de fa milia. Sí sabían que se alojaba en casa de su tía-madrastra, en calle San Gerardo. Pero desconocían en qué sector o barrio quedaba ésta. El viaje no fue del todo agradable. Al llegar al puente Ñuble los hicieron bajar y debieron atra vesarlo a pie; seguramente éste no soportaba el peso de la micro repleta de pasajeros. Una vez en Parral y ya en el tren, María Inés y Ester entablaron conversación con una pasajera, que se mostró conmovida y muy comprensiva

Sin duda que, si el traslado a Chillán dejó a una perjudicada en el camino, ésta había sido María Inés. C. Complicado paso por Santiago.

71 ante la historia de la familia nortina, al punto de ofrecerles alojarlos en su casa en Santiago, mientras ubicaban al jefe de Florealfamilia.recuerda que durante ese viaje explotó su condición de damni cado. Iba a pie pelado y se bajaba en cada estación donde paraba el tren. Quienes lo veían se compadecían, tal vez porque era una de las primeras vícti mas del terremoto que tenían ante sus ojos y hasta lo premiaban dándole dulces, bebidas y algunas monedas. Para el pequeño Floreal fue un viaje placentero y lucrativo. Al llegar a la capital, la señora con quien habían compartido en el tren los llevó a un edi cio donde, según ella, vivía. Pero cuando subían las escaleras, María Inés advirtió que en habitaciones cuyas puertas estaban me dio abiertas, se veían mujeres escasas de ropas y hombres bebiendo, lo que la hizo concluir que estaban en un hotel parejero o casa de citas y que no era recomendable que darse ahí. María Inés le dijo a Floreal: “hijo acompáñame”, bajaron a la calle e hicieron parar al primer taxi que vieron. Tuvieron suerte. Una vez que el grupo se acomodó en el auto, el taxista preguntó: ¿adónde las llevo señoras? Titubeante e insegura, “Somos damni cados de Chillán señor —contestó María Inés—, desconocemos Santiago y necesitamos ir a la calle San Gerardo”. El conductor, experimentado en su trabajo, la tranquilizó sin hacerse mayor problema, respondiendo: “Ok, me parece que está por Independencia abajo, cerca del Hipódromo Chile, de la Plaza Chacabuco, por ahí está”. En el sector, tras dar una vuelta por los alrededores de la plaza, encontraron la calle. Viajar y aventurar, suelen ser la misma cosa. Ahí comenzó otro dilema. María Inés sabía que su marido vivía en esa calle, pero desconocía el número de la casa. Una

Cuando la tía vio el numeroso grupo, prácticamente desconocido, que llegaba intempestivamente a su casa, en principio se abismó. Luego consciente de la realidad de la que venían arrancando, sólo tuvo palabras amables y una recepción cálida y comprensiva. La casa no era muy grande, pero rápidamente, se asignaron lugares donde dormir, utilizando hasta los sofás del living y el suelo, obviamente. La casa mostró un hacinamiento extremo, sin embargo, para los recién llegados, el poder contar con un techo y una alimentación segura, ante la emergencia que enfrentaban, ese repentino desorden representaba un detalle insigni cante.

vez72 más el conductor, demostrando una amalgama entre amabilidad y solidaridad, dijo “no se preocupen, esta calle no tiene más de 5 cuadras, encontraremos donde vive su esposo”. Resumiendo, el taxista se estacionaba a mitad de cuadra, se bajaba para preguntar, casa por casa, si ahí vivía un tal Recabarren, hasta que dio con la tía de Juan Bautista. “Listo señora, encontramos donde vive su marido”.Pero, ahora... ¡había que pagar la carrera del taxi! Ma ría Inés tenía unos pocos pesos, pero sumando hasta las monedas recolectadas por Floreal en las estaciones en las que se bajó, comprendió que eran insu cientes para can celar el servicio. De todas formas, María Inés sintió una obligación moral y con tono entre avergonzado y tímido dijo ¿cuánto le debemos? El taxista, sin duda un esforzado padre y muy probablemente también abuelo, miró al grupo, deteniéndose en los niños y al advertir la inde fensión que estos proyectaban, dijo simplemente: “qué le voy a cobrar señora, ustedes la están pasando muy mal, olvídese, y ojalá que Santiago las trate bien”.

Para Juan Bautista que se desempeñaba como vendedor de perfumes, grande fue su sorpresa al llegar y en contrarse con toda su familia ahí instalada. Ese domicilio sólo los acogió por corto tiempo. María Inés se informó de la existencia en Santiago, de una serie de albergues ha bilitados por el gobierno, en establecimientos educacionales. Allí acogían a damni cados del terremoto (afortuna damente estos establecimientos no se utilizaban, porque era período veraniego y no había clases). Ella decidió que su familia se trasladara a uno de esos locales para no continuar viviendo amontonados como estaban. El primer destino fue una escuela técnica femenina, en calle Mone da, cerca de Riquelme. Los damni cados, eran ubicados a razón de 3 a 4 familias por sala. En la escuela permane cieron hasta que comenzaron las clases.

La cercanía de la escuela a la Quinta Normal, gran pulmón verde y uno de los paseos más importantes y vi sitados de la capital, permitía que las familias albergadas, dispusieran de un gran parque urbano para solazarse con sus múltiples atractivos: la laguna, el tren y su amplio y atractivo recorrido, el Museo de Historia Natural, el invernadero y sus extensos jardines en los cuales se podía practicar todo tipo de juegos.

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Luego los trasladaron a otra escuela técnica del sector, en calle Matucana. Floreal fue matriculado en la Escue la Salvador Sanfuentes ubicada en la misma calle entre Catedral y Compañía, frente a la Quinta Normal. Un ejemplo de la admirable memoria que todavía posee Floreal, es que, a pesar de haber estado sólo un año en dicha escuela, aún puede cantar algunas estrofas de su himno. María Inés, entre tanto, se enfermó de ictericia y estuvo largo tiempo en una pieza, aparte de su familia.

74 Mientras Floreal estuvo albergado también participó de algunas travesuras, cercanas a fechorías. Con otros ni ños encontraron la forma de sacar las ampolletas de las salas de clases de la escuela. A una larga vara de coligüe le adicionaron una especie de corneta, artilugio que, al hacerla girar, permitía retirar las bombillas. Luego las vendían por el barrio y compraban sándwiches, dulces y bebidas.Floreal opina que el período vivido en estos albergues no fue tan malo. Muchos nes de semana visitó a su tío Luis Recabarren, que lo había acogido cariñosamente en Chillán y que se encontraba radicado con su familia en la capital, en un cité de calle Larraín Mancheño, sector de Blanco Encalada. El cité tenía un pequeño jardín, un banco y un farol central que le otorgaba una visión muy atractiva al lugar. Su tía Berta Hidalgo, le hacía una cama en el suelo con una lona y Floreal, como todo invitado a casa ajena, no se complicaba y se acomodaba con placidez y disposición de niño pobre. Ahí se reencontró con sus pri mos. Franklin que era profesor y Lautaro que estudiaba secundaria, quien lo integró, sin ningún problema, en sus panoramas y juegos con otros amigos de la cuadra, con quienes hacían visitas al Parque Cousiño y al cine del barrio.

Cuenta Floreal que, en esta labor, en una oportunidad que exigía el boleto a algunos sujetos que no pagaron el pasaje —¡nada nuevo bajo el sol!—, le “sacaron la contumelia”, ¡tal cual!, y hasta ahí no más le duró el empleo. En el país de esos días, no era fácil encontrar trabajo. La economía no andaba bien y la cesantía crecía. Ante

A todo esto, su padre ya no estaba en la venta de per fumes. Se desempeñaba como inspector de los tranvías eléctricos que recorrían una serie de barrios santiaguinos.

75 esta situación el Gobierno desistió de nanciar albergues y creó un subsidio de $ 300 pesos, para aquellas familias que los dejaran y se trasladaran fuera de Santiago. Los Recabarren Rojas accedieron al bene cio. Informaron que se iban a Rancagua. ¡Y se fueron a Rancagua! Sin embargo, no para quedarse, sino tan sólo para obtener la subvención. Floreal de ende esta maniobra (ocurrencia de su madre). Estaban pasando hambre. Empobrecidos al extremo y vistiéndose casi con andrajos. “La comida de los albergues, era poca, desabrida y sanitariamente, dejaba mucho que desear, al extremo que, en una oportunidad, apareció un ratón muerto en una olla común”.

Llegada la familia a Rancagua, averiguaron a qué hora partía el tren de regreso a Santiago y supieron que tenían varias horas libres. Decidieron ir a disfrutar... de un almuerzo “como Dios manda”, como hacía meses no probaban. Floreal todavía rememora con gozo las papas fritas del menú consumido, todo un banquete para las privaciones a que se habían acostumbrado en esos últi mos tiempos. Más tarde, abordarían el tren de vuelta a Santiago y de ahí se irían directamente a otro albergue, ubicado en calle Vivaceta, donde no les pusieron ningún obstáculo, dado que no existía control alguno que les impidiera el ingreso. En el nuevo albergue, vivieron idéntica rutina de necesidades, desamparo e incertidumbres. Pero, como diría un cristiano, ¡los milagros existen! Al poco tiempo, María Inés se encontró casualmente con la profesora, Raquel Osorio, que había sido su vecina mientras vivían en calle Orella en Antofagasta, quien le preguntó por su estadía en Santiago. La síntesis de sus recientes dos años, fue muy emotiva, pero estrictamente real. Su trasplante a Chillán,

Las carencias y avatares que había sufrido con sus hijos mientras estuvo fuera de su tierra nortina, conmovieron a tal extremo a doña Raquel, que ésta le dijo: “Usted no puede continuar aquí María Inés. ¿Quiere regresar conmigo a Antofagasta? Yo pago los pasajes.” ¡Por supuesto que sí!, fue la respuesta inmediata. Viajaría María Inés y sus dos hijos solamente. Juan Bautista se quedaría un tiempo más, estaba en la búsqueda de un nuevo trabajo. Su tía Ester tampoco sería de la partida, ya que se desempeñaba en el Hospital de San Bernardo.

su76 experiencia con el terremoto, su deambular por albergues en Santiago, la situación laboral de su marido, etc.

Gracias a esta decisión, dejarían atrás la aventurada permanencia en Chillán, tierra que vio nacer a María Eu genia y que les mostrara la naturaleza en todo su esplendor y, además, la enorme desgracia que era capaz de provocar cuando despertaba furiosa. También en el recuerdo quedarían las carencias del aciago paso por Santiago. Retornarían a Antofagasta, sin nada, prácticamente con lo puesto, a empezar de nuevo, pero a su lugar de pertenencia. Viajaron en tren de Santiago a La Calera, para hacer transbordo al Longino. Más de dos días después, llegaron a Antofagasta, a la pieza alumbrada con vela que arrendaba la madre de María Inés, en calle 14 de febrero, entre 21 de mayo y Orella, frente al Liceo antiguo. Retornaban desvalidos y pobres como ratas, pero felices de estar en su tierra.Losepisodios de infancia, adolescencia y juventud de Floreal, ya deparan algunos elementos de juicio como para entender su real condición de nortino. Un nortino tipo, forjado como muchos otros. Un nortino común, in tegrado en esa mayoría que se sabe dispuesta a contribuir

77 con algo para estas tierras de su querencia y los hombres que la honran con sus obras. La experiencia y las relacio nes sociopolíticas, profesionales y culturales de este nortino, serán determinantes para su condición personal y el peculiar rol de hombre público que le asignó una parte de la ciudadanía antofagastina.

CAPÍTULO III RECUERDOS LICEANOS Y ALTIBAJOS DEL AMOR

El traslado a Chillán, las peripecias de su estadía en dicha ciudad y luego su azaroso paso por Santiago, afectaron a Floreal en el desarrollo normal de sus estudios primarios, retrasándolo en un par de años. En 1940, recién ingresa a estudiar al Liceo de Hombres de Antofagasta, a sexto de preparatoria, a la edad de 14 años.

En los primeros años tuvo un compañero venido de Tocopilla, de apellido Espinoza, quien en su primera cla se, como cualquier novato, al sentarse en un banco que se

Lo anterior signi có que siempre fuera el mayor de su clase. Según él, aparte de su mayoría de edad, reconoce que era “viejo de pensamiento”. Esto de alguna manera le sirvió, pues se habituó a estudiar y asumir con responsa bilidad una etapa educacional, en la cual no le fue fácil tener un buen rendimiento. Su madre se disgustaba cuando obtenía bajas cali caciones. En una oportunidad obtuvo un 3 en inglés, nota que lo motivó para superarla. Partió con un 4, después subió a 5, para terminar con un 6. Esta experiencia le demostró que, si se proponía mejorar su rendimiento, podría lograrlo.

Desde niño su apodo fue “Chino”, por su extrema delgadez y sus ojos casi orientales; luego, al integrarse al Liceo, pasó a ser “Huaso” por provenir de Chillán.

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A. Años de Liceo.

Por esos días, todos hablaban de las obras misericordiosas de Monseñor José María Caro y muchos se sentían atraídos por las prédicas del jesuita Alberto Hurtado en su intento de “conquistar al hombre para que vuelva a ser hombre” movido por la cordialidad, la paz y el compañe rismo. Su madre que, a pesar de considerarse católica, no

encontraba82 aislado, al fondo de la sala, éste se desplomó porque estaba inutilizable. El recién llegado lo ignoraba, no así el resto del curso que, al sentir el estropicio, a coro gritó “¡Shazam!”. Esta exclamación, era ampliamente utilizada por la juventud de la época, imitando al héroe de la serie cinematográ ca “Capitán Marvel”. Años después se enteraría que Juan Antonio Espinoza Prieto, con el nom bre artístico de Antonio Prieto, quien entonando “Blanca y radiante va la novia...”, del tema “La Novia”, (la canción chilena de música popular que más impacto internacional ha tenido), de la autoría de su hermano Joaquín, se convertiría en uno de los cantantes chilenos más reconocidos en el mundo. Curiosamente, Floreal no recuerda que éste haya dado el más mínimo atisbo de que, con su voz, con quistaría múltiples escenarios.

En segundo año de humanidades se integró en un grupo de compañeros que funcionaba como clan, parti cipando en todo tipo de actividades. En cierta ocasión, entre ellos surgió con fuerza, la idea de irse a estudiar a la Escuela de Grumetes de la Armada. La mayoría adscribió a esta iniciativa, pero Floreal se restó diciendo: “vayan us tedes, a mí no me interesa”. Todos partieron. Él se quedó, sin tener claro lo que haría con su vida, sólo aferrándose a un pálpito interno que le decía que su destino era otro. En esa época comienza a tomar conciencia de realidades sociales y a albergar sus primeras inquietudes espirituales.

A pesar de ser casi un niño, Floreal sostenía conversaciones internas en su sano afán de buscar respuestas a te mas trascendentes: cuál es la misión del hombre, de dónde venimos y hacia dónde vamos, cómo pensar a Dios, etc. Él hizo la primera comunión y su padrino fue un sacerdote, el Padre Moya, que era, a su vez, su profesor de Religión. Su intranquilidad espiritual, iba muy asociada a esa preocupación temprana por la cuestión social.

pedagógica, en muchos casos, los pro fesores tenidos en distintas etapas de la vida, de una u otra manera, in uyen en la formación, personalidad, decisiones y hasta en la visión de futuro que se logra cons truir en la juventud. Floreal no escapó a este ascendiente

83 iba a misa, pero hacía mandas y las cumplía, no tuvo una gran in uencia en este despertar. Ella era una mujer que tenía a Dios en la punta de la lengua. Lo responsabilizaba de todo cuanto ocurría; le agradecía lo bueno de cada día, pero de igual forma le reprochaba lo malo.

Como otros niños de su época, Floreal se estaba edu cando. De futuro, quizás poco sabía, pero ya estaba en manos de buenos profesores. Luego entendería que, con lo mejor de sí, el buen educador, saca lo mejor que en sí tienen aquellos que con él se vinculan. Educar siempre ha sido un servir. Por lo tanto, sirve de mejor modo quien educa con la equidad del justo. Ser educador siempre ha sido lo sustantivo; imposible no pensar en Gabrie la Mistral. Títulos, grados y cargos son tan adjetivos y adjuntos que cualquier indebida aplicación o desempeño, desvirtúa la condición de educador. El educador lo es de modo permanente, en un continuo, similar al del agua que uye, siempre una bajo el puente, pero nunca la misma.Portradición

la lectura de libros de aventuras y románticos, adecuados a su edad, pero tam bién al praguense Franz Kafka, como una especie de desafío intelectual. El maestro iluminaba sus clases con su enorme capacidad pedagógica, sus conocimientos, su domino del lenguaje y su estilo coloquial. Lo curioso es que no planteaba una lectura obligada: sólo las sugería y los alumnos, a quienes lograba entretener al máximo, lo seguían. En sus interrogatorios preguntaba ¿qué fue lo que te llamó más la atención en el libro? ¿Por qué? ¿Qué frase o pensamiento te interesó? Invitaba a re exionar sobre el contenido de los libros, a detenerse en las situaciones con ictivas, en escenas emotivas que los impactaron, etc. O sea, buscaba sacarle al alumno respuestas a la acción de un determinado personaje, con el antiguo procedimiento pedagógico de “leer para pensar el futuro”.

y84recuerda con especial respeto y admiración a un par de sus educadores.Unodeéstos, por el que guarda especial reconocimiento y consideración es Mario Bahamonde, destacado escritor de la generación del 38 y gran defensor del acervo nortino. Floreal le agradece el haberle enseñado a “leer”. No la lectura inicial y de silabario, sino la de libros con contenido. Libros redactados para promover inquietudes en sus jóvenes espíritus; que los entusiasmaran por la literatura, en especial por la literatura universal. Libros de autores americanos, ingleses y rusos. Estos últimos, de gran aceptación en esos días, tuvieron en él un fuerte ascendiente en su inicial formación político-social, dado que retrataban con prístina crudeza la realidad del pueblo y la pobreza del Bahamondecampesinado.recomendaba

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Cuando Bahamonde narraba o se refería a un libro, lo hacía con tal propiedad, sabiduría y simpleza, que la clase se sentía poco menos que hipnotizada con el relato. Tenía mucho “cuento y mundo”. Sus anécdotas las exponía con algo de teatralidad. Había conocido a Neruda y compar tido con él más de una jornada de la bohemia intelectual santiaguina, seguramente en el mítico café-bar-restaurant Il bosco.Enla década aquí aludida, Bahamonde escribía su novela “Puerto de embarque o Desde la tierra misma” y para el Antofagasta de siempre, dejó esta descripción: “El Centro Español estaba casi a un cuarto de cuadra. Empu jaron los grandes tiradores de la mampara y se acomodaron en un apacible rincón. Otras mesas naufragaban en el recinto enorme y apenas algunas personas interrumpían la amplitud.”Dadoque esa “cuadra”, ya la ubicó, continúo con la cita: “Afuera, esa cuadra de la calle contenía, en cierto modo, la síntesis del pueblo. Un Banco extranjero en una esquina. Una joyería también de un extranjero, donde se conservan viejas joyas de la época fastuosa. Algunas tien das en cuyas vitrinas el sol destiñe colores chillones. Un negocio de lotería, cuya suerte, como la fortuna, también se embarcó para otros pueblos. La reja de erro de un viejo pasaje que rompe la mañana y en cuyo ángulo un chileno vende cigarrillos. Al frente, el Club de la Unión, vanidad y único blasón de algunos enriquecidos. Hay gente que atropella y pasa. Hay gente que camina mi diendo con calma el tiempo que ronda sin apremio sobre las horas. La cuadra casi es una síntesis del corazón de la ciudad.” Así veía Bahamonde el entorno donde se instala ría el Café del Centro.

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Una situación que gra ca la cercanía que Bahamonde propiciaba con sus alumnos, es la siguiente. Al terminar el sexto de humanidades, a los alumnos del curso se les ocurrió dejar testimonio de su presencia en la sala de clases. La sala era angosta y alargada. La idea que prosperó fue grabar sus nombres en la parte alta de los muros, cerca del cielo, para lo cual instalaron una silla sobre un pupi tre y encaramados en esta improvisada plataforma, procedían a estampar su nombre. En esta maniobra estaban y apareció Mario Bahamonde preguntando qué hacían. Al explicarle el propósito de la operación, la mayoría de los alumnos pensaron ¡hasta aquí no más llegamos!...sin em bargo, el maestro, dándoles una mirada de complacencia y complicidad, dijo, “yo también me inscribo” y se subió al andamiaje y estampó su rúbrica y fecha.

Floreal mantiene nítida en su mente, una ocasión en que Bahamonde entró a la sala y lo primero que dijo fue: “en este curso hay un maricón”... Silencio total. Luego, reiteró la a rmación: “en este curso hay un maricón que molesta a las mujeres y no se atreve a dar la cara”. Se refería a un alumno que se interesaba por una profesora de inglés, con la que, aparentemente, él mantenía cierta relación sentimental. Obviamente que a quien iba dirigida la acusación, no dijo ni pío. Pero, sin duda alguna recibió una lección para el resto de su vida y, con toda seguridad, no volvería a molestar a la profesora. Los de más alumnos, asombrados con la actitud del profesor, pues no la esperaban, también sacaron una enseñanza al respecto.Bahamonde tenía fama de galán, lo que en jerga popular se conoce como un “picado de la araña”. A pesar de poseer un rostro algo rústico que denotaba reminiscen-

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Pero el académico que marcó a Floreal fue, sin duda, Augusto “Chato” Malebrán, profesor de Historia. Floreal lo considera su mentor, detonante de su vocación y espejo al que imitó en la forma de transmitir esta asignatura. “El Chato hacía clases espectaculares, entretenidas, amenas y ágiles. Era imposible abstraer la atención cuando explicaba distintos tópicos de su materia y cuando captaba que alguno de sus alumnos no entendía lo que intentaba en señar, recurría a la expresión “hay que machacar el erro, para que la gente aprenda”, como una forma de explicitar, que el maestro, didácticamente, nunca debe claudicar en su intención de hacerse entender”.

Floreal recuerda una situación acontecida al inicio de una clase, en que el profesor, pues sin mediar una palabra, escribió en el pizarrón: “Serenidad”. Luego, dirigiéndose al alumnado, expuso con claridad una detallada argumentación del signi cado de la palabra escrita y el porqué, en toda ocasión, debía ser considerada para no perder el aplomo, la frialdad y la entereza. Es decir, uno debía man tenerse sereno, porque esta actitud, propiciaría un desempeño equilibrado y dentro de un estado de autocontrol tan necesario ante cualquier situación. Con el pasar del tiem po Floreal especula, que Malebrán, probablemente, antes

cias chilotas, era poseedor de una atracción especial para el sexo opuesto, lo cual, aparte de la excelencia docente que exhibía en sus clases, lo hacía aparecer como un personaje muy llamativo y admirable para quienes tuvieron el privilegio de ser sus alumnos. Sus últimos 20 años tu vo de pareja a Germana Fernández Arancibia, una de las principales gestoras literarias del norte, locutora, biblio tecaria, administradora de la Librería Universitaria y destacada académica de la ex Universidad José Santos Ossa.

de88 entrar a clases, debió enfrentar alguna circunstancia difícil y quiso aprovecharla para ofrecer una lección de vida a sus Actitudesalumnos.como

ésta, era habitual apreciarlas en aquellos maestros de antaño, que traspasaban las fronteras de la materia a enseñar, utilizando cualquier situación, por trivial que ésta fuera, para inculcarle a sus discípulos re glas de buen vivir, valores, normas de conducta, principios y deberes, o sea, se preocupaban por transmitir todos aquellos elementos que contribuirían en la formación de personas íntegras y respetuosas. De aquí a que esos alumnos se consideraran formados y con educación adecuada para la vida laboral, explica el hecho de que muchos de ellos, una vez concluidas sus humanidades, se integraran en actividades productivas, de administración o en las de servicios públicos donde, en plazos relativamente breves, eran contratados, por méritos, para hacer verdaderas ca rreras

Otroprofesionales.profesorrecordado, pero en un plano distinto, es uno apellidado Ramos, que era ojonazo y remolón, características que el curso aprovechaba, proponiéndole hacer un “calducho” (una especie de jolgorio) para declamar poesías, cantar, contar chistes y, de este modo, se obviaba la clase. En el curso había un alumno bastante porro y grosero. Contaba chistes y no se hacía de rogar para mostrar sus habilidades, en cualquier oportunidad que se le presentara. En uno de estos calduchos, impactó con un chiste que provocó la risa generalizada del curso y del profesor, al extremo que éste insistió para que contara otro que fue bastante subido de tono. Pero luego, en la tarde, terminadas las clases el “humorista” fue llamado a la Inspectoría, por grosero. El “profe” —el mismo que lo

89

Tambiéndelatado.recuerda

estimulara para que continuara divirtiendo al curso—, lo había a un matrimonio compuesto por una estupenda profesora de Biología, la señora Elena Mena y un inspector, Pedro Córdova, padres del que fuera elegido, en el período 2002-2006, rector de la Universidad de Antofagasta, del mismo nombre que su progeni tor. De otros docentes, como el de Matemáticas y el de Música, pre ere no referirse porque nunca entendió los conceptos y si se salvaba sólo era recurriendo a su buena memoria. Esta cualidad le permitió aprobar varios ramos en los que no llegaba a captar el sentido o el concepto de la materia tratada en clases, repitiendo como loro lo que decían los libros. También su memoria jó poesías que hasta hoy recuerda, como aquellas décimas octosílabas de Calderón de la Barca, que dicen: Cuentan de un sabio que un día tan pobre y mísero estaba, que sólo se sustentaba de unas hierbas que cogía. ¿Habrá otro (entre sí decía) más pobre y triste que yo? Y cuando el rostro volvió, halló la respuesta, viendo que iba otro sabio cogiendo las hierbas que él arrojó. Quejoso de la fortuna yo en este mundo vivía, y cuando entre mí decía: ¿habrá otra persona alguna

En esos años los Recabarren-Rojas tenían de vecinos a una costurera, doña Ester Ormeño y su marido Lalo, un taxista que todos los días, al pasar por su casa, les golpeaba la puerta y decía “¡buenos días!, ¿cómo está la economía?, ¿hace falta algo?, ¿pan, tal vez?”. Floreal nun ca supo si lo hacía en forma servicial o simplemente para divertirse. El matrimonio tenía una hija, que Floreal re cuerda como una morena muy atractiva y hasta con una dosis de ingenua complacencia.

90 de suerte más importuna? piadoso me has respondido; pues, volviendo en mi sentido, hallo que las penas mías, para hacerlas tú alegrías, las hubieras recogido.

Dado que Floreal era el más maduro de su curso y quien albergaba más inquietudes, normalmente sostenía, posiciones que solían verse enfrentadas con más de algún profesor. Una de éstas fue una ardua discrepancia, con uno de ellos: el poeta, profesor de matemáticas y arqui tecto, nacido en Pampa Unión, Nicolás Ferraro, quien era conocido como “Colacho”. Éste al saber que Floreal era ferviente cristiano, reiteradamente lo instaba a defen der su creencia e incluso a justi car la existencia de Dios con argumentos concretos, cosa que él, pese a su absoluto convencimiento, carecía de evidencias como las exigidas por su profesor. Hasta que un buen día, cansado por esa insistencia, en un encomiable arranque de madurez, para sus adolescentes años, le dijo: ¿sabe por qué soy cristiano y creo en Dios?... simplemente, porque “creo” y, como dice la oración, “creo en Dios Padre todopoderoso”. Ante esta

“Yo viví un tiempo cerca del internado del liceo ubicado en calle Orella. De ahí recuerdo a otro profesor, Don Santiago, era chiquito, muy servicial, de esos profes “normalistas” que hacían de todo, hasta lavativas, ¡sí, señor y no es una exageración!, que se usaban mucho en esa época, cuando un alumno por alguna dolencia las requería”.

91 respuesta, que implicaba indiscutible posesión del don de la fe, el profesor dejó de aguijonearlo. Como diría el poeta Armando Uribe, “la fe es una adhesión brutal a ciegas, igual que el amor de nitivo”. Cabe señalar que, con el tiempo, Floreal logró establecer una muy buena amistad con el profesor Ferraro.

Los religiosos del colegio, por disposiciones congrega cionales, motivaban a los estudiantes de los cursos superiores, a considerar la posibilidad de ingresar al Seminario y así poder constatar eventuales vocaciones sacerdotales. Floreal no escapó a este llamado. Sin embargo, la invitación no pasó de ser una fugaz luz incandescente en su mente. Uno de los argumentos para desistir de inmediato de la posibilidad de aceptar la invitación de los sacerdo tes, fue su oposición al celibato de éstos, ya que, desde siempre, él aspiraba a formar una familia y su futuro no lo concebía sin ésta.

De sus compañeros de época recuerda a Astete, con quien compartía la tartamudez; al Chino Hunfan, que venía de Taltal; al Negro González, buen basquetbolista; al Turco Abuhadba y al Mocho Arce. Uno de sus grandes compinches de juventud fue Carlos Rivera. Su padre era jinete y su madre, una mujer extraordinaria, que lo atendía con mucho afecto cuando visitaba su casa. Tenía tres hermanas, con dos de ellas Orfa y María, ade más de Carlos, Floreal jugaba tenis. Un golpe muy gran-

de92 para él fue enterarse, tiempo después, que su amigo del alma se había quitado la vida a una edad cercana a los 30Florealaños.iba a estudiar con uno o dos compañeros a la Avenida Brasil. En una ocasión cuenta que un tipo con una especie de brazalete amarillo se acercó a preguntarles qué estaban haciendo. ¡Estudiando!, dijeron a coro ¿Qué estudian? ¡Historia! fue la respuesta, a la vez que uno de ellos le preguntó ¿y por qué lleva esa cinta amarilla?: “Soy un decepcionado de la vida —especi có, agregando—, mi esposa me dejó. Yo continúo amándola y me siento como un viudo moral”. Los muchachos, por edad, distantes de ese tipo de contingencia emocional, no supieron qué decirle para conformarlo y lo vieron alejarse cabizbajo y algoEnenajenado.losveranos, iba con otros amigos a acampar a la quebrada Carrizo o a Coloso. Allí permanecían por una semana. Llevaban todo tipo de vituallas en un carretón de mano. Comestibles como deos, atún, algo de frutas y verduras para matar el hambre. Lo pasaban muy bien, sobre todo en las noches encendiendo fogatas y contan do cuentos de ánimas o del diablo (típico) y aventuras, algunas inventadas y otras exageradas, lo importante era entretenerse y socializar.

Otra de las entretenciones de esos años, eran los concursos de conocimientos o de ortografía que se hacían en las radios, con la participación de estudiantes. Los auditorios de las radios se llenaban de niñas, lo que consti tuía una atracción para los jóvenes. Floreal se reconoce bueno para las composiciones y en más de una ocasión fue felicitado por los profesores, además tenía facilidad para deletrear palabras en inglés. Si de concursos se trata,

La tradición venía de lejos. La ciudad siempre ha te nido algo que destacar. En septiembre de 1939, ya Ángel García Agra en “Ciudad de Antofagasta”, la había lauda do con pomposas palabras: “¿Quién habrá que no cante tus alabanzas, ni enumere tus hechizos, ni proclame tus excelencias, ni exalte tus virtudes, ni deje de sentir profundamente conmovido el ánimo a la contemplación deleitable de tus prodigios y de tu belleza? ¿Quién, ba jo tu cielo purísimo, que hienden altivas a tu espalda las

También el paseo de sábado y domingo en la Plaza Colón, entre las 19:00 y las 21:00 horas, constituía una actividad imperdible para los jóvenes de la época que, elegantes y agrupados circulaban por la plaza. Ellos en sentido inverso al de las niñas, cruzando furtivas e insinuantes miradas. Este circuito era conocido como el tontódromo y no hubo muchacho, entre 15 y 18 años, que no hiciera su recorrido con la esperanza de llamar la atención de la niña de sus sueños. En la década del 50 en la Plaza se podían apreciar pavos reales que, desplegando sus colas multicolores, entusiasmaban a la concurrencia. Además, en la pileta de los peces, los niños se extasiaban con ellos. El Caruso era el fotógrafo o cial, quien, premunido de su máquina de cajón, perpetuaba a visitantes y parejas de pololos que se juramentaban amor al lado del león, del reloj o bajo el orfeón.

93 según revista “Ercilla”, en 1940 “...un varón de buen aspecto dijo: “Yo quiero rifarme”. Santiago Cruz Aguilera, de 26 años, con aba en el azar, y aceptaba la esposa que el destino le diese, representada en un número que se sacaría de una bolsita.” La ganadora, de Coquimbo, con el número 2037... no recibió su “premio”. Del galán rifado, nunca más se supo...

En esos lejanos nes de año se acostumbraba fabricar salnatrones que eran tarros con una mezcla de salitre, carbón molido y azufre (una especie de pólvora casera), al que se le agregaba una mecha. Al encenderse y tomar contacto con la amalgama se provocaba fuego, para luego dejarlo caer cerro abajo, con el consiguiente efecto lumí nico que se apreciaba desde todos los puntos de la ciudad.

crestas94 empinadas de revueltas sierras y que a tus plantas el Océano va cantando tus alabanzas y te sirve de espejo donde poder admirar tu graciosa imagen no se apasiona de ti y te ama? Yo hubiese celebrado que el que no conoce Antofagasta, llegase una mañana cualquiera a esta eterna primavera a contemplar y a embriagarse en el perfume de las ores a la Plaza del Mercado o Avenida Brasil, y a la hora del cierre de los negocios, admirar los vestidos claros y vaporosos de las señoritas o cinistas que alegran las calles. Querría llevarlo yo mismo un domingo cualquiera hasta la Plaza Colón, para presenciar el des le de muchachas que vuelven de misa y que luego prolongan su paseo por ambas aceras de la calle Prat...” Fueron otros tiempos, sin duda. Pero, siempre una mirada al pasado ha de traducirse en un impulso hacia días mejores.

En los barrios antofagastinos, los grupos se juntaban en torno a la “patota de la esquina”, que era el núcleo so cial más popular entre los jóvenes de aquel tiempo, una especie de red acotada a la cuadra en que se vivía.

Su época fue la de los primeros “malones” o bailes realizados en casas particulares, en horario de 19:00 a 22:00 o 23:00 horas. Normalmente se juntaban en casa de un compañero, Mario Argandoña, que facilitaba estos encuentros ya que contaba con tocadiscos o pick up. Si la casa donde se reunirían careciera de este esencial elemen-

95 to, no había problema, porque no faltaba quien lo llevara. En estos encuentros sabatinos, cada asistente se encargaba de ofrecer algo para compartir. Unos aportaban bebidas; otros, queques o sándwiches de paté o queso; y otros que llegaban con los discos de moda en las radios, ya fueran los de 45 (rpm) con un tema por cara o los long play (de 33 rpm), que contenían 5 o 6 temas en cada cara. Todo se consumía sin jarse en cuánto había llevado uno u otro. Se formaba, casi espontáneamente, una especie de coope rativa juvenil para pasarlo bien y ¡sí que se pasaba bien! (En los “malones”, no se fumaba ni se bebía alcohol.)

También había locales, a los que asistía la juventud de la época, uno era el Club Ferroviario. Aquí actuaba la orquesta de Choche Mérida, con sus ritmos tropicales y la de Juanito Pollanco, cuya especialidad eran los tangos y valses.

En una ocasión Floreal, ya de 19 o 20 años, regresó tarde a su casa tras una larga noche bailable. Un sueño lo despertó muy angustiado y desesperado: en él, divisó a su abuela fallecida, tendida en un diván con gente extraña a su alrededor, observándola. Se levantó con alguna di cultad, aún somnoliento. Se dirigió al comedor: allí estaba su abuela compartiendo con sus padres, sin problemas. Por supuesto que no re rió a nadie la aprensión que lo había despertado. A la noche siguiente, asistió al salón de baile, pero en su interior no lograba aislar la gran angustia que le apretaba el pecho, por la situación en que había visto a su querida Yaya. Esta misma razón, determinó su regreso a casa más temprano que la noche anterior. El trayecto era corto, sólo un par de cuadras, pues vivía en 14 de febrero, entre Uribe y Orella. A medida que se acercaba a ella, vio algunas personas en su puerta, situación que lo alarmó y le hizo apurar el paso. Al ingresar a su casa, divisó en

un96 diván a una persona cubierta con una sábana: ¡era su abuela que había fallecido de un ataque al corazón! Esa imagen nunca se le ha borrado de la mente. Increíblemente, Floreal tuvo dos premoniciones nefastas, la muerte de los dos únicos abuelos que conoció. El cine continuaba siendo uno de sus pasatiempos favoritos. Recuerda la existencia de los cines Nacional, Lato rre e Imperio. Sus películas predilectas eran las mejicanas con Jorge Negrete y las románticas, siendo su preferida de todos los tiempos, “Casablanca” con Ingrid Bergman y Humphrey Bogart. Con esa haberse maravillado por la protagonista, a quien consideraba la máxima expresión de la ternura y hermosura. Una anécdota de esta etapa de ciné lo, la protagonizó uno de sus profesores, Antonio Salas Faúndez, quien por un tiempo llegó a ejercer provisoriamente de alcalde. Este personaje era un apasionado moralista, llegando al extremo de ordenar encender las luces de los cines en plena proyección, para sorprender y expulsar de la sala a aquellos jóvenes que, aprovechando la oscuridad, se entregaban a los escarceos amorosos que les permitía el pololeo, en la “ la de los cocheros”.

Dentro de la juventud de esa época, subyacía en la generalidad del comportamiento masculino, rasgos marcadamente machistas, en cuanto a la manera en que mi raban y se comportaban con las mujeres. Existía, una equivocada relatividad al dividirlas en dos injustas cate gorías. La primera correspondía a aquellas féminas, a las cuales se les miraba con seriedad y respeto, dado que se suponía que con ellas existirían posibilidades de acceder a una relación más formal, con más proyección, como el matrimonio y con quienes era un pecado, sobre todo si ambos eran católicos, avanzar en una relación de ma-

Tras meses de esfuerzos de alumnos y apoderados, aunque habían logrado conseguir parte considerable del capital requerido, en el balance comprobaron que, a pesar de todo, aún les faltaba una buena cantidad.

97 yor intimidad. En la segunda, por a nidad, parentesco y compañerismo, estaban las amigas, siempre dispuestas a compartir en múltiples iniciativas y panoramas como un malón, una fogata o cualquier otro tipo de encuentros. La vida cambia dando paso a nuevas realidades que se valoran de modo diferente facilitando el progreso social. B. Una decisión madura.

Al comienzo del sexto año de humanidades, el curso de Floreal, se dispuso a realizar una serie de actividades para nanciar el tradicional paseo de n de año.

Ante esa situación, Floreal propuso una iniciativa económica que, por sus características, para la época, aparecía como un desafío enorme, considerando que estaría a cargo de adolescentes, sin experiencia previa. Se trataba de orga nizar una “Gran Rifa”. Su “Primer Premio” consistiría en un amoblado de living. La idea no estuvo exenta de críticas y de negativos augurios. La organización y su realización no fue fácil. Se requería el beneplácito de las autoridades del Colegio. Era necesario contar con el apoyo del comer ciante que les vendería los muebles. Preparar el presupuesto para determinar cuántos números vender y a qué precio. Comprometer al curso en la venta de una cantidad determinada de números. Y, lo más importante, convencer a sus propios padres de asumir la obligación de pagar los núme ros no vendidos por sus pupilos. Sin duda esta exigencia

En esta circunstancia, Floreal enfrentó la disyuntiva de ir al viaje (decisión que era la más lógica de tomar, porque harto empeño había puesto en él) o aprovechar el poco tiempo libre disponible, para prepararse con tal de rendir un buen Bachillerato, que le garantizara el acceso a su carrera universitaria. Habría que señalar que el lapso entre el último día de clases y las pruebas era brevísimo, por lo que una o dos semanas perdidas eran difíciles de recuperar. Optó por quedarse estudiando, desoyendo a todos quienes, con la mejor de las intenciones, lo instaban a participar en la travesía que haría su curso.

costó98 asegurarla. En el curso, la mayoría, eran jóvenes de hogares de clase media hacia abajo y en ellos, cualquier recurso económico extra que se requiriera, no era asunto baladí. Lograron convencer a Víctor Rueda, propietario de la Casa Rueda, quien con ó en el desafío estudiantil y, por cierto, en los padres y apoderados del curso.

Llegó el n de año. Todas las contingencias, afortu nadamente para el curso, fueron superadas. El desafío que lideró Floreal, generó el saldo que faltaba para nan ciar el anhelado viaje de estudio. Sin embargo, el fruto del esfuerzo realizado no fue aprovechado por éste, ya que no viajó con sus compañeros. ¿Qué sucedió?

Floreal, simplemente, hizo la siguiente re exión: él venía con un retraso de un par de años en sus estudios y no podía arriesgarse a aumentarlo. Por otro lado, quería demostrar el compromiso que tenía con las enseñanzas que su madre le había inculcado. Estaba convencido de lo que estudiaría en la universidad: “quería ser Profesor de Historia”. Pero eso no era tan simple como decir “yo voy a estudiar lo que me gusta”. Había que superar la valla del ingreso, aspecto no menor.

Este evento y otros, enfrentados a lo largo de su vida, muestran su carácter de invariable línea conductual con convicciones, perseverancia y consecuencia. En de nitiva, su esfuerzo fue premiado: su puntaje, si bien no tan alto, fue su ciente para ser aceptado en la carrera de Pedagogía en Historia y Geografía, en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. C. Recurriendo a Demóstenes. Floreal nació con una evidente tartamudez que lo acompañó hasta adentrada su juventud. Este trastorno de la comunicación, no le provocó efectos psicológicos mayores, muy por el contrario, fue motivación de un fuerte convencimiento de que lo superaría.

El destino quiso que, durante sus estudios en el Liceo, en su curso hubiera otro compañero, Emilio Astete, también con este problema. Al no ser el único con dicha di cultad, parcialmente disminuyó, la atención de sus compañeros y el acoso escolar o bullying, tan frecuente en este tipo de situaciones. En esa época, era tradición que, en la “Semana del niño”, los colegios hicieran una serie de celebraciones con participación activa del estudiantado y los padres, con tando con la organización del Rotary Club. A Floreal le

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Sin lugar a duda, que este episodio da cuenta de la capacidad que tuvo un veinteañero Floreal: realizó un análisis objetivo de costo-bene cio. Optó, no por la alternativa que le ofrecía un panorama más entretenido, pero de corto plazo, sino por la que le iniciaría en el camino que lo acompañaría toda su vida: su carrera.

Si bien Floreal no siguió, exactamente, el camino tomado por Demóstenes, su caso le sirvió de inspiración para el procedimiento con el que eliminó su problema.

gustaba100 recitar y, curiosamente, al hacerlo su tartamudez desaparecía, como por arte de magia. Cuando su profe sor, Erwin Ramos, le encargó aprenderse la poesía “Ser bueno”, para recitarla en el acto que preparaba el Liceo, no dudó en aceptar la misión. Él tenía buena memoria. Poco le costó aprenderse el poema. Sin embargo, cuando llegó el día del acto y estuvo en el escenario, ante profeso res y alumnos, quedó paralizado e incapacitado de articular palabra alguna. Su única y desesperada reacción, fue arrancar a casa, que quedaba cerca del colegio. Al llegar, soltó un desesperado llanto, mezcla de pena y vergüenza por la fallida actuación que había representado. Al rato su madre, con la característica serenidad y su actitud cariñosa siempre dispuesta para él, le preguntó qué le pasaba y él le confesó su drama, amargura e impotencia. Floreal cuenta que ese episodio lo enfrentó como el primer gran desafío de su vida, diciéndole a su madre: “mamá te prometo que voy a terminar con esto para hablar como cualquier persona normal.”

Floreal es un convencido que la Historia le ha servido mucho en distintas etapas y circunstancias de su vida. En el caso de su tartamudez y para su superación, le atribuye una primordial importancia. En efecto, en esta eventualidad, recordó que las clases de Historia, le habían revela do a un notable personaje, Demóstenes, el gran orador y político ateniense, que con idéntico problema, lo habría superado, forzándose a hablar con unas piedrecillas en la boca. La idea rondó en su cabeza y consideró que era ejemplo digno de ser imitado.

Su única recompensa en ese exclusivo escenario era, la íntima y grati cante satisfacción de verse avanzar en su propósito.Eneste singular y nada jocoso “ejercicio” ideado y practicado, con disciplina y rigor por Floreal, puso mu cho amor propio que era el único recurso disponible que poseía. Su objetivo era hablar sin di cultad. Además, algo, supuestamente, lo habilitaba: se sentía depositario del don de la palabra que caracterizaba a su padre. Anhelaba poseer cierta capacidad para discursear pero, obviamen te, su tartamudez parecía insalvable para demostrar su a nidad con la elocuencia y no podía claudicar por un problema comunicacional, que él consideraba manejable. Estima que dedicó alrededor de un año a esta sana práctica, ante ese displicente auditorio que mientras peroraba no lo “pescaba”, limitándose sólo a escarbar la tierra tras algunos granos de maíz.

101 ¿Cómo lo hizo? Simplemente, y esto va en serio, con total formalidad, se instalaba en el gallinero, ubicado en el fondo de su casa, y sin ánimo de ofender a ninguno de sus tranquilos locatarios, imaginaba que los plumíferos constituían... un público selecto y atento, para quien declamaba, de viva voz y con buena dicción, alocuciones sobre los más variados temas, hasta quedar extenuado por el ejercicio. Lógicamente no había aplausos, ni siquiera leves aleteos de aprobación al nalizar sus disertaciones.

Sus vecinos —es un hecho imaginable—, quizás pensaron que “el-niño-del-lado-parece-que-se-volvió-lo co”, al escuchar los denodados y altisonantes esfuerzos hechos diariamente después de clases, al situarse ante su original, cautivo y no opinante auditorio y practicar una, dos, tres veces, sus encendidos discursos. Hasta que todo

Al poco tiempo del retorno de María Inés y sus hijos de Chillán a Antofagasta, también lo hizo su esposo que había conseguido un puesto en la sede de la empresa Copec local. Él había hecho todo lo posible para estar cerca de su familia, pero este empeño no bastaba para proyectarse en un vivir hogareño con una perspectiva tranquilizadora, como se vería más tarde.

En la pieza compartida con la abuela Dolores, en 14 de febrero, los Recabarren Rojas permanecieron cerca de dos años. Luego jaron domicilio en la misma calle, entre Uribe y Orella. En esos años, 14 de febrero era una calle con prostíbulos y en ocasiones, con las primeras sombras de la noche, algunos parroquianos despistados o ebrios, golpeaban con un mínimo de discreción la puerta de la casa de los Recabarren e intentaban entrar con un “¿se puede?”. María Inés respondía —tal cual lo hacían otras vecinas del barrio— con airados garabatos que “se fueran a joder la pita a otra parte”, porque esa era una casa par ticular,Despuésdecente.de la traumática situación vivida en el sur, María Inés puso más empeño que nunca, en su reinserción en el trabajo que había abandonado por acompañar a su marido. Poco a poco recompuso aquellos contactos y en algo mejoró la situación familiar.

el102esfuerzo, perseverancia y creatividad puestos en juego por Floreal, en pos de solucionar su trastorno del habla, alcanzó positivo resultado y disminuyó, drásticamente, su tartamudez. D. Quiebre familiar.

103 Juan Bautista siempre demostró mucho cariño por sus hijos y, particularmente, una admiración especial por Floreal. Razones su cientes tenía para albergar este sentimiento. Su hijo mayor no era un muchacho problema. Le iba bien en sus estudios. Su comportamiento en casa era bueno. No fumaba ni gustaba del alcohol. ¿Qué más podía esperar un padre que no cumplía a cabalidad su rol?Un día Juan Bautista (que no era bebedor consuetu dinario), tal vez llegó con una copa de más encima y, en medio de una discusión con María Inés, pretendió levantarle la mano. Floreal, con escasos 14 o 15 años, no lo per mitió. Impidió el desatino de su progenitor. Se abalanzó sobre él, tomándolo por el cuello y lo apretujó contra los barrotes del catre de bronce de su madre. Su oportuna acción logró aquietar los ánimos y tranquilizó el ambiente: “Es que mi amor y respeto por mi madre, eran exagera dos”, acota Floreal. El clima hogareño se había enrarecido. La naturale za de Juan Bautista permanecía igual. Su adicción al juego, los amigos, los clubes, el sexo opuesto, nada había cambiado un ápice. Las relaciones conyugales empeoraron. Mientras tanto, María Inés avanzaba con decisión en su campo laboral y se la veía satisfecha de sus logros. Además, de alguna manera, advertía cambios en su condición conformista y nada cuestionadora que, por años, la había caracterizado. Nuevamente se sentía valorada. Su con anza estaba al tope. Le asistía la convicción de poder encargarse de su familia, sin la participación de su marido.JuanBautista permaneció alrededor de dos años en la Copec antofagastina, hasta que le ofrecieron un traslado a

Eloísa Yáñez Araya, agraciada jovencita de unos 16 años, hermana de un amigo, fue la primera polola formal de Floreal cuando éste frisaba los 18. Era de baja estatura, con vistosos ojos claros, inteligente, independiente y de gran personalidad. Su familia vivía en Antofagasta y co mo ella estudiaba secretariado en el Colegio Inglés de Iquique, sólo podían compartir durante vacaciones de verano e invierno, mientras que, en el resto del tiempo, el intercambio epistolar era la única forma de expresar sus sentimientos.Estasituación duró un par de años, hasta que Floreal egresó de humanidades. Ya bachiller, viajó a Santiago pa ra ingresar a la universidad. Por su parte Eloísa también se

Coquimbo.104

Él, íntimamente, pretendió viajar con toda su familia. María Inés se opuso de modo terminante. Ante esta decisión, no le quedó otra alternativa que irse solo, lo que en la práctica marcó con carácter de nitivo la separación con su esposa. Según Floreal entre sus padres ya no existía amor. Tal vez algo de cariño y amistad, pero no un sentimiento pro fundo que les permitiera continuar la relación matrimonial. Además, su madre no estaba dispuesta a desarraigar se otra vez y acarrear a sus hijos a una ciudad desconocida ni a dejar su trabajo, ante una ilusión que no garantizaba una perspectiva positiva y concreta. Juan Bautista ansiaba cambiar de ambiente. Esta oportunidad era irrenunciable. La aprovechó y, luego de una silenciosa despedida, jamás regresó a Antofagasta. E. Un romance de otro tiempo.

En 1954, con el título de profesor en sus manos, postuló a una vacante en Antofagasta. Floreal ingresa a la docencia estatal por concurso público. Ya instalado

105 trasladó a la capital (aparentemente, eludía un hecho que la avergonzaba). Su padre, empleado del Club Hípico, se habría involucrado en unos turbios manejos monetarios, y en un fallido intento de suicidio se disparó quedando ciego. Este suceso, constituyó un escándalo en la pequeña comunidad antofagastina de la época y Eloísa lo evitó con su alejamiento de Antofagasta.

El pololeo continuó y se mantuvo los siete años que Floreal estuvo en Santiago. A pesar de sentirse ena morados, la con ictividad era la tónica de esa relación. Discutían por tonteras, por niñerías, y el temperamento de Eloísa incrementaba arti cialmente cada tropie zo. Hubo una época en que estuvieron separados por cerca de un año. Luego se reencontraron y reanudaron el vínculo.AEloísa, por capacidad y preparación —aparte de su título de secretaria hablaba perfectamente inglés— le comenzó a ir muy bien en su trabajo. Al corto tiempo adquirió un departamento y accedió a un nivel mayor de independencia y libertad a una edad muy temprana para la época. Esto, quizás propicio para conducir la rela ción a un nivel de mayor intimidad, no se produjo. En su base hubo un involucramiento sentimental y emocional, un compartir la ilusión, un amor de los conocidos como platónicos, una mera epifanía espiritual y nada, absolutamente nada más. “Nunca la toqué ni con el pétalo de una rosa” (sic), al respecto Floreal acota: “eran tiempos muy diferentes a los actuales, la polola era sagrada y se le trataba con mucho respeto“.

Hasta aquí llegaron los planes de Floreal por formar un hogar. Regresó a Antofagasta sin pan ni pedazo, luego de no salir airoso en una de las decisiones más difíciles que se le presentan al hombre: “una propuesta matrimonial”. “Nos despedimos amistosamente, con mucho cari ño, pero, a su vez, mucho dolor” Aunque Eloísa no era muy expresiva, mantuvo con Floreal los saludos de n de año y una que otra carta, hasta que esa correspondencia se cortó de nitivamente. Al paso del tiempo, por una vecina que mantenía contacto con ella, supo que había contraído matrimonio en Santiago.

nuevamente106 en su ciudad natal dio en pensar que su vida debía complementarse con una compañera. Se decidió, viajó a Santiago y le propuso matrimonio a Eloísa. Ella aceptó de buen grado. Todo caminaba bien, hasta que surgió un problema. Su propuesta implicaba jar resi dencia en Antofagasta, asunto que Eloísa no aceptó por ningún motivo. Era entendible su posición. La situación relacionada con su padre, estaba aún fresca como para enfrentarla sin que le provocara dolor y vergüenza. Por su parte, Floreal no dejaría sola a su madre, ni tampoco iba a proponerle un traslado a Santiago ya que anticipaba, con certeza, su negativa.

Años después, cuando Floreal ya estaba casado, se en contró casualmente en una calle santiaguina, con Eloísa. Estaba separada y lo invitó a un café en su nuevo do micilio. Atrás había quedado el pequeño departamento, testigo del amor platónico que los uniera por casi siete años. Ella le con denció que nunca logró avenirse con su marido, pero que esa adversidad la superaba con el amor y orgullo que sentía por su hija. Esa fue la última vez que supo de Eloísa.

107 En cosas de amor, cuánta razón tenía Machado al decir:“¿Qué es amor?”, me preguntaba una niña. Contesté: “Verte una vez y pensar haberte visto otra vez”.

CAPÍTULO IV EL TIEMPO, ARTÍFICE DE LA EXISTENCIA

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A. Estadía en Santiago.

El calor veraniego de 1947 llegaba a su n, cuando un provinciano Floreal de casi 20 años, arribaba por segunda vez a la capital. Era prácticamente el mismo Santiago que había dejado hacía ocho años atrás, luego de la intempestiva huida familiar de Chillán. Sin embargo, su ánimo ya no re ejaba las carencias, el desarraigo, la nostalgia y la incertidumbre que había adquirido durante la anterior permanencia obligada en la gran ciudad.

En Antofagasta se había hecho muy amigo de Gonzalo Puebla, quien era contador y había heredado el trabajo de su fallecido padre, pero con residencia en Santiago, lo que lo obligó a trasladarse con su familia a la Capital. Gonzalo, ante la muerte de su padre, había asumido la jefatura de su familia, dado que era el mayor de cinco hermanos y el único que trabajaba. La familia la componía su madre Minta Leeson y sus hermanos menores Sergio, Frida, Daisy y Lily, todos ellos estudiantes. Gonzalo le había dicho que, si él tenía que radicarse en Santiago para proseguir sus estudios univer sitarios, pensara en alojarse en su casa. Llegaron a un buen acuerdo con el pago de una pensión al alcance de la madre de Floreal, que era quien, inicialmente, solventaba sus gastos.

Ahora arribaba en distintas condiciones. Por de pronto, llegaba a la casa de una familia conocida, la de los Puebla Leeson, la que aparte de garantizarle techo y comida, le brindaría algo mucho más importante: afecto y amistad. Además, existía en su joven espíritu, otra razón para estar optimista en este nuevo arribo: la convicción interna de transformarse en Profesor de Historia. Estas dos motivaciones le bastaron para que los aciagos momentos vividos años atrás en la capital, trocaran de un recuerdo de pesada carga, a un aliciente inspirador de un futuro mejor. Esa fue la disposición con que enfrentó su revancha

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en toda casa antigua, obviamente, los ratones se paseaban por el entretecho e incursionaban en las no ches por las piezas, en busca de alimento. Floreal se atribuye la muerte de varios roedores a escobazos, los que colgaba en la puerta de la cocina y luego se desentendía del tema, hasta que un grito histérico al otro día en la

Florealsantiaguina.recuerdaque

nunca pudo haber estado mejor tratado en otra parte, que en esa casa ubicada en calle Riquelme a una cuadra de la Alameda. Fue considerado como un integrante más de la familia por doña Minta, a quien recuerda como una mujer santa, amable y cariño sa, que lo acogió con mucha calidez y por la que guarda un gran afecto, respeto y gratitud. Evoca con especial añoranza las exquisitas onces que preparaba, con los mejores queques que él haya probado jamás y que cuando llegaba a la casa de noche, normalmente encontraba en su velador una porción del postre que había preparado ese día. Además, le enseñó a jugar canasta y cuando no tenía clases pasó muchas jornadas entreteniéndose con este Comojuego.

113 mañana de Frida... ¡¡Recabarren!!, lo hacía volver a la realidad de su pesada broma. En esa época estrechó los lazos con Gonzalo, quien era alto, simpático, de buena estampa y gustaba de la ópera. En muchas oportunidades iban al cine y de vuelta, en la noche, regresaban entonando a viva voz por las calles alguna aria operática, en la que Gonzalo hacía el papel del tenor, mientras Floreal se limitaba a apoyarlo con el coro nal. También viajaron en reiteradas ocasiones a Valparaíso, en una moto, con la intención de conocer en el puerto a algunas chiquillas y poder disfrutar de un buen panorama para pasarlo bien. Como complemento al excelente ambiente en el cual vivió en Santiago, Floreal destaca el haberse llevado muy bien con los hermanos menores de Gonzalo.

Sergio era amigo de Alejandro Jodorowsky y siempre andaba en onda cultural. En una ocasión llevó a su casa un disco long play con una selección de poemas, dentro de ellos estaba “La casada in el” de Federico García Lor ca. Floreal se lo aprendió de memoria al escuchar una, dos, tres, interminables veces el disco. Hoy, como si el tiempo no hubiese pasado, no se hace de rogar si alguien le pide que lo recite: “Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue una noche de Santiago...”.Antesde matricularse en Pedagogía, cruzó por su mente la posibilidad de estudiar Leyes. Lo anterior, dado que, teniendo el puntaje necesario para ser aceptado en dicha carrera, tuvo un instante de indecisión, motivado particularmente por las perspectivas económicas que podrían “asegurar” ambas carreras, en las cuales la abogacía superaba largamente a la docencia. Sin embargo, preva-

leció114 la vocación por sobre la tranquilidad económica y en de nitiva ingresó al Pedagógico de la Universidad de Chile. “Creo que, en esta decisión, la imagen que tenía del “Chato” Malebrán in uyó mucho y, además, reconozco que mi tartamudez, aún no superada del todo en esos años, también pesó en la determinación, pues si de algo me convencí fue que, un abogado con tal problema tendría más de alguna di cultad en el ejercicio de la profesión”. A la carrera de Pedagogía no tuvo que postular, debido a que eran muy pocos los interesados. De Antofagasta recuerda que ingresaron el Negro Castillo y una niña muy dijecita de nombre Daisy.

El arribo a la capital le signi có cambios relevantes respecto de su vida provinciana. Por primera vez vivía ale jado de su madre. Llegaba a una ciudad prácticamente desconocida. Como nunca antes tenía a su polola cerca. Comenzó a interiorizarse de los detalles de la vida univer sitaria y a codearse con compañeros de diversos orígenes y también pudo relacionarse con guras políticas promi nentes. Sin duda alguna que ese primer año en Santiago, fue como un abrir los ojos a nuevos y desa antes escena rios que comenzaría a enfrentar. “Fue un año de aprendizaje, sobre todo político”, reconoce Floreal.

El ambiente capitalino de esos días, 1947, contaba con la gura del sacerdote Alberto Hurtado Cruchaga. Uno de sus muchos artículos de prensa re riéndose a sus alumnos, como “hijos del siglo XX”, exponía estas ideas: “El mero conocimiento de las verdades religiosas no basta: el catolicismo más que una losofía de la vida es un camino de vida. La fe ha de ir orientada a una vida cristiana tanto individual como social. Los alumnos han de conocer no sólo la respuesta a los problemas de la vi-

En estos diferentes ambientes educacionales llegó Floreal a dar sus primeros pasos en la formación de su anhelada vocación profesional y, además, sin sospecharlo, a reforzar de nitivamente su pensamiento político.

En sus primeros años en Santiago tuvo breves contac tos con su progenitor cuando en sus vacaciones viajaba a Antofagasta en el longino y al pasar éste por Coquimbo debía salvar importantes desniveles aminorando su mar cha al mínimo, avanzando prácticamente “a la vuelta de

115 da, sino sobre todo cómo vivir frente a esos problemas. Y porque se trata de llegar a vivir estas verdades, hemos de presentarlas no sólo como dogmas que creer, sino como valores amables, que contrarresten la in uencia de los valores paganos del ambiente.”

Floreal ingresó al Pedagógico cuando éste funcionaba en la calle Ricardo Cummings, casi al llegar a la Alame da, al costado izquierdo del Liceo de Aplicación. También alcanzó a deleitarse de las instalaciones más amplias, cómodas y atractivas, cuando éste se trasladó a los terrenos del Instituto Inglés ubicado en José Pedro Alessandri, en el barrio Macul. Las hermosas casonas de tradicional arquitectura inglesa transmitían un toque europeo al entorno. Los extensos prados y la variedad de árboles que prodigaban refrescantes sombras en días calurosos acogían a numerosos grupos deliberantes que pasaban horas y horas debatiendo. El otoño llegaba de improviso com poniendo una alfombra salpicada de una variada hojarasca. Mientras que, en invierno, el espectáculo de ver la lluvia bañar los jardines, invitaban a concentrarse en las actividades estudiantiles. En primavera llegaba el color, aroma y alegría que transmitían ores, árboles y arbustos, componiendo un paisaje que estimulaba el romanticismo.

la116rueda”, lo que permitía a los pasajeros bajarse de él y luego abordarlo sin problemas. Juan Bautista aprovecha ba esta condición y ascendía al carro donde venía Floreal, quien a través de su ventana abierta ya había advertido a su padre de su ubicación. Una vez juntos, padre e hi jo repasaban sus últimas novedades. Floreal a rma, aún con satisfacción, que apreciaba a su padre orgulloso de él. Sin duda que este sentimiento paternal, se basaba en la calidad de universitario que exhibía su hijo y las armas que una profesión le otorgaría, para enfrentar la vida en mejores condiciones que como él la había encarado. Seguramente, también, con una loable autocrítica, apreciaba que su hijo no demostrara haber heredado ninguno de los excesos que lo caracterizaban y que le habían provocado tantosEnreveses.elaño 1948, falleció Juan Bautista en ese puerto nortino. Fue la primera oportunidad en la cual Floreal viajó en avión, ya que la Copec le pagó el pasaje y el traslado del cuerpo de su padre hasta Antofagasta. Este acon tecimiento, doloroso sin duda, le obligó a replantearse la situación de cómo afrontar su estadía en Santiago, puesto que su progenitor la nanciaba.

Lo primero que decidió fue ponerse en campaña para encontrar algún trabajo. Necesitaba obtener recursos para solventar sus estudios y mantención, para lo cual decidió reprogramar su carrera a un plazo más allá de los 5 años que eran los normales, de forma de obtener cierta holgura para rendir satisfactoriamente en el trabajo y en los estu dios.Siguiendo

esta estrategia, le solicitó una entrevista al gerente de Copec. Se presentó informándole que era hijo de Juan Bautista Recabarren, empleado de la compañía

La realidad fue diferente, éste haciendo un gesto como quien intenta recuperar de su base de datos cerebral la imagen del desaparecido empleado, se tomó un momento (que a Floreal le pareció eterno) y, al nal, no dio ninguna señal al respecto, lo que lo alertó a considerar una negati va a su solicitud. No obstante, grande fue su sorpresa al escucharle: “¿sabes?, me caíste bien cabro, aunque no conocí a tu pa dre, tuve información que era un buen trabajador, prolijo y ordenado y si tú tienes alguna de estas características, la empresa debe darte una mano” y le preguntó ¿sabes vender bencina?”, a lo que Floreal contestó positivamente, aunque para él, esa labor era absolutamente desconocida. Cuento corto: lo asignó a una importante bencinera frente a Los Cerrillos, que tenía un gran movimiento porque era paso obligado de toda la movilización con destino a Valparaíso y la costa central. El horario le permitiría es tudiar en la mañana y cumplir su labor en la bencinera por las Florealtardes.recuerda algunas anécdotas de su paso por ese trabajo. En una ocasión se le pasó la mano y rebalsó demasiada bencina fuera del estanque de un auto, cuyo propietario lo “puteó” por incompetente. Intervino su je-

117 recientemente fallecido en Coquimbo; que él, oriundo de Antofagasta, estudiaba Pedagogía en la Universidad de Chile y que requería trabajar media jornada para costearse sus estudios. Terminó su perorata diciendo que, si había perdido a su padre, haría lo imposible por no perder su carrera.Según cuenta Floreal, él esperaba que el ejecutivo, al escuchar el nombre de su padre, hiciera alguna demostración de haberlo conocido y de pesadumbre por su deceso.

fe,118 un bonachón y corpulento hombre y le aseguró al enfurecido cliente: “perdone la molestia señor, el muchacho responderá por su ine ciencia”, cosa que después no le exigió y sólo le recomendó ser más cuidadoso. Esta situación a Floreal lo marcó y siempre recuerda haberse topado con un viejo sabio y de gran humanidad. Otras de las anécdotas frecuentes, era atender a estudiantes de la uni versidad, a veces incluso a compañeras con sus pololos, que iban de paso a la playa y lo reconocían, dejándole buenas propinas.

Luego comenzó a dictar clases en la Academia de Estudios Excélsior (peyorativamente era conocida como el “Reformatorio Excelsior”), ubicada en calle Lord Cochrane cerca de Blanco Encalada. Era un establecimien to orientado a estudiantes con problemas disciplinarios, conductuales y de rendimiento, que provenían de fami lias de altos recursos o de padres in uyentes, como el caso de uno de apellido “del Pedregal” que era hijo de un ministro.Floreal recuerda que los alumnos, ¡nada nuevo bajo el sol!, hacían lo que querían e incluso llegaron al extremo de agredir a un profesor de matemáticas. “En una opor-

A los seis o siete meses abandonó el trabajo en la bomba y se tentó por hacer clases en liceos nocturnos, que en esa época eran una opción muy recurrida por personas que trabajaban y les interesaba completar sus estudios. Pero su pasar por esos colegios no le aportaron grandes enseñanzas, aparte de que alguna alumna se le insinuaba con tal de obtener una buena nota, ofertas a las que Flo real hizo caso omiso. Según Floreal “no era una pega muy interesante, pero igual permitía irse fogueando y, además, se ganaba buena plata”.

tunidad cali qué mal a uno, quien me siguió en bicicleta hasta el paradero donde tomaba la micro, insistiéndome que debía subirle la nota, a lo que yo me negué. El cabro no se conformó con mi respuesta y, por un buen tramo del recorrido de la micro, se agarró de ésta y me gritaba con insistencia: “Profe, súbame la nota, súbame la nota”.

Por supuesto que la presión del alumno no alteró mi de cisión. Yo tuve, en general, una buena relación con ellos, aunque los veía como jóvenes abandonados de hogar, ya que, a pesar de proceder de familias pudientes, re ejaban pobreza de espíritu y falta de afectos”.

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Cuando por alguna razón las clases se suspendían, él llevaba a sus alumnos al ex Parque Cousiño (hoy Parque O´Higgins), que quedaba cerca de la academia y allí, les pasaba la materia igual, logrando mantenerlos concentrados e interesados. Esto que podría pasar como una simple curiosidad, no era tanto por la forma de relacionarse con sus discípulos que ha caracterizado siempre a Floreal, basada en su empatía y manera de enseñar. “A los muchachos les gustaba mi estilo histrióni co de enseñar: le ponía color, me tiraba al suelo y me hacía el muerto, me subía al banco, les daba la mano, los abrazaba, hacía como que les tiraba una granada, etc. En n, recurría a una serie de arti cios, con mucha

Por su parte el director, tenía una forma muy rústica de hacerse entender con golpes de una varilla en el trasero de los estudiantes, que provocaban algún desorden. A pesar de este ambiente agresivo, tipo “semilla de maldad”, Floreal no tuvo problema alguno con los distintos cursos que atendió, dado al estilo cercano que implantaba, lo cual le abonó el camino para tener con ellos una muy distendida y respetuosa relación.

Obviamente las clases se detenían. El alumnado al escu char la voz del rector se paraba y guardaba un respetuoso silencio. Al terminar el anuncio, el profesor retomaba su rol, mientras muchos alumnos intercambiaban miradas de incredulidad.

Floreal evalúa muy positivamente su paso por dicho colegio, ya que fue un verdadero reto como educador. Económicamente fue una etapa muy productiva, ya que muchos estudiantes eran bastante ojos, pero igual sus padres aspiraban a que pudieran ingresar a la universidad, por lo que les contrataban clases particulares de preparación para el Bachillerato y él acaparó un buen número de ellas. Una de las anécdotas de esa época, fue la ocasión en que un padre le pidió que le hiciera clases a su hijo, en su casa, a la hora de comida: “usted come con mi hijo y aprovecha de pasarle la materia”.

parafernalia,120 con tal de atraer la atención del alumnado e interesarlos en la materia que les pasaba”.

Gracias a la experiencia ganada en la Academia Ex célsior y a las clases particulares, logró ingresar al Colegio Don Bosco ubicado por el paradero veintitantos de la Gran Avenida que, en esa época, eran los extramuros capitalinos. “Tenía que tomar una micro que demoraba en llegar. El sector era de puros peladeros. No era difícil hacer clases, porque todos le ponían empeño y los sacerdotes habían logrado establecer una adecuada disciplina. En ese buen colegio, trabajaba de horario completo.

Recuerdo que el cura rector, un hombre gordo y muy simpático, tenía una costumbre muy especial. Mientras estábamos en clases, él utilizaba los alto parlantes del colegio diciendo “¡con permiso profesor! ¿estará por ahí fu lanito de tal?..¡si está, que venga a mi o cina por favor!”..

Como era un colegio particular, los exámenes los tomaban profesores de liceos scales. “No era raro que, a veces, le correspondiera tomar la prueba a un profesor que no era católico y la cosa se ponía un tanto complicada. En la ocasión que daba mi examen de grado de la universidad, sabiendo que un poco más tarde mi curso sería examinado, tenía el presentimiento que el profesor a cargo los iba a tirar a partir. No sé cómo logré apurar al máximo a mi comisión evaluadora y partí, de inmediato, a presenciar el examen de mis alumnos. Afortunadamente éste se desarrolló con normalidad y casi todo el curso aprobó la Florealasignatura”.recuerdamuy vivamente, que los nes de año en el liceo se realizaba una muy buena esta, con comida muy rica y vino que hacían los religiosos con uva de su propiaSinviña.dejar su trabajo en Don Bosco, Floreal comen zó a hacer clases por horas en la Gratitud Nacional, que pertenecía a la misma congregación. “Era un colegio muy agradable, a los profesores nos trataban de maestros, y yo fui el maestrito Recabarren. Yo era joven y de buen ánimo. Me gustaba que los muchachos me llamaran así y tuve, como, siempre, una muy buena relación con ellos: chacoteaba, me ganaba su con anza y me invitaban a sus estas. A mí me gustó mucho ese colegio, se respiraba un ambiente de respecto y de solidaridad. Eran jóvenes muy humildes, me sentí muy bien entre ellos”.

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Con la plata que ganaba comenzó a ayudar econó micamente a su madre. En unos de los veranos en que viajó a Antofagasta, le preguntó a su mamá por que vestía siempre de café y ella le dijo que, en una ocasión, su hermana menor María Eugenia estuvo muy enferma, a

punto122 de morir, y ella, con la historia de sus tres hijos fallecidos sobre sus hombros, hizo una manda a la Virgen del Carmen: vestir de café por el resto de su vida, si su hija se mejoraba. María Eugenia se recuperó y ella cumplió a cabalidad su promesa. Floreal sabiendo el compromiso de su madre, de todos modos, pensaba causarle una bonita sorpresa. Le llevaba de regalo un lindo vestido de color café adornado con unas minúsculas pintitas blancas. María Inés lo observó, se lo agradeció y le dijo ¡está bonito, pero Pochito, tú sabes que no lo puedo usar! Para ella el color café de sus prendas debía ser “café puro, total”, sin ningún otro color o adorno, por pequeño que este fuera. En esa época, la FECH era una instancia de participación estudiantil muy importante. Había mucha efer vescencia política en su entorno, en donde guraban rostros que luego destacarían a nivel nacional como José Tohá, quien fuera ministro del Interior de Allende. Otro estudiante de esos años fue Sergio Villalobos, Premio Nacional de Historia del año 1992. Entre los profesores que Floreal recuerda están Ricardo Donoso un intelectual liberal con una interesante obra historiográ ca. Olga Poblete que tuvo aportes signicativos en la militancia feminista y la pedagogía llegando a ser la primera catedrática universitaria en América Latina. Guillermo Feliú Cruz, uno de los más brillantes intelectuales del siglo XX, historiador, biblió lo, acadé mico y hombre público y, en especial, a Juan Gómez Millas, uno de los más importantes rectores en la historia de la Universidad de Chile. Este último considerado un gran pensador, les hacía leer libros de losofía y en una prueba les planteó que “el hombre era un ser natural y cultural” y, acto seguido, les dijo: “desarrollen este te-

Duranteeducar.suestadía en Santiago, no todo fue estudio y trabajo para Floreal, sino que también fue una época de diversión como la disfruta todo joven. Una vez que conoció y estableció relaciones con compañeros del Pedagógi co, incorporó a su amigo Gonzalo en salidas y panoramas en el centro de la capital. Iban a espectáculos nocturnos tales como al Bim Bam Bum y otras boites santiaguinas, en las cuales reservaban asientos en las primeras las, para poder apreciar de más cerca, a las vedettes que se con torsionaban en el escenario siguiendo sugerentes ritmos tropicales. Floreal evoca que cuando hacían las reservas de los asientos y al solicitarles los respectivos nombres, echando mano a sus habituales estados bromistas y el a los personajes que estudiaban en su carrera, sus respuestas eran Manuel Rodríguez, José Manuel Balmaceda u otro nombre histórico connotado. Otra etapa de franco diver timento, fue su participación en el conjunto “Os palmeiras du Macul” (en alusión al sector donde se ubicaba el Pedagógico). Una agrupación musical de estudiantes de distintos cursos de la carrera. El grupo lo componía un cantante, dos guitarristas, un pianista y otros dos ejecu tantes, de bongó y maracas, siendo Floreal el encargado de tocar estas últimas y, además, participar con su voz en el coro. Cuenta que eran muy solicitados en las estas estudiantiles y que además hicieron varias “giras” al borde costero central, donde actuaban en restoranes por la comida, los pasajes y las bebidas. En su repertorio tenían

123 ma”. Floreal recuerda que el curso quedó para adentro y la mejor nota no sobrepasó un cinco. Sin lugar a duda estaban en presencia de un docente de primer nivel,lósofo, erudito, respetado y entregado a conciencia a su misión de

Según cree, esos bailes, no tenían secretos para él. La opinión, obviamente, viene de muy cerca, ya que quie nes hemos tenido la oportunidad de verlo bailar, somos testigo de cómo “tortura” los ritmos, inventando pasos absolutamente alejados de lo convencional. Sin embargo, lo más destacable en él, es que no le hace asco a ninguna invitación a salir a la pista y desplegar sus “habilidades” de danzante original. Además, se desplaza y contornea con un rictus de picardía y alegría en su rostro, demos trando cuán empoderado y satisfecho se siente bailando, al extremo que a uno no le queda otra opción que admirar su personalidad y evoluciones en la pista.

Floreal se consideraba en esos tiempos, y aún lo ha ce, un buen bailarín de los ritmos de moda. El bolero, el mambo y, en especial el tango, donde se manifestaba admirador de Gardel, Hugo del Carril y Charlo y, en el cual, particularmente lo atraían los pasos donde el hombre se entrelazaba con la mujer.

los124 ritmos bailables de esos años, donde destacaban los mambos de Pérez Prado, “La Cocaleca” y boleros como “Per dia” y, en especial, “Caminemos”, el cual se daban el lujo de entonar en portugués. Cada uno de los integrantes viajaba con sus pololas o con alguna compañía femenina del momento.

En el año 1953, Floreal decidió terminar sus estudios en la Universidad. Trabajaba en la memoria de título, bajo la guía del profesor Hernán Ramírez Necochea, historiador, académico e intelectual adherente al partido comu nista. Conferencista en múltiples universidades europeas y norteamericanas, hasta que se exilia en París, luego del golpe de estado de 1973, ciudad en la que fallece en 1979. Ramírez Necochea perteneció a una generación que es-

Aún y con idéntica emoción, Floreal admite que “deseaba con toda mi alma que mi madre constatara que sus esfuerzos no habían sido inútiles. La dedicatoria me acusa: “A mi madre gran amor de mi existencia, cuya vida de heroicos sacri cios es un símbolo de esperanzas en el porvenir. A mi padre que vive en mi memoria”

“Pasé las tardes de muchos meses en la Biblioteca Na cional. La investigación de fuentes es casi una prueba de resistencia. Así llegué al término de 1954. La memoria fue revisada y la cali caron Hernán Ramírez Necochea, profesor guía, Guillermo Feliú Cruz, y Olga Poblete Es pinoza. Terminaron el informe a rmando la conveniencia de que fuera publicada en los Anales de la Universidad de Chile y concluyeron especi cando que: “Creemos que trabajos tan serios cómo los del señor Recabarren merecen en justicia, los honores de la publicación.”

125 taba fuertemente comprometida con las causas sociales y las contiendas ideológicas del siglo XX, quien siempre lo impresionó por la seriedad y rigurosidad con que abordaba sus clases. A él le había planteado su interés de redactar su tesis de grado, sobre algún tema nortino. El profesor aceptó ser su guía y le sugirió analizar la situación del proletariado del norte de un determinado período. Especi ca Floreal, que, a pesar de que su maestro era de reconocida liación marxista y que conocía sobradamente que su alumno adscribía a los principios demócrata cristianos, nunca recibió de su parte presión alguna, ni in uencia y ni siquiera la más leve insinuación de darle un tinte político determinado a la tesis de titulación, dejando a su alumno con la más amplia libertad de interpretar su trabajo a su absoluto criterio y de acuerdo con los antecedentes objetivos que fuera recabando.

126 “En la memoria me demoré dos años. Tuve que revisar todos los diarios de Antofagasta, Mejillones y To copilla del período que cubría la tesis”. Su título fue “La historia del proletariado de la Provincia de Antofagasta 1884-1919”, 233 páginas, la cual fue evaluada con tres 7. Mejor, imposible.

La memoria de titulación de Floreal, hoy puede a r marse, lo situó en el mundo de los escritores. Aún se cita su obra. Una vez leída se revela un contexto socio cul tural nortino que induce a una meditación cuyo centro rea rma lo esencial de estas palabras del lusitano Eça de Queirós: “Me convencí que un escritor no puede trabajar lejos del medio en que está su materia artística: Balzac, no podría escribir la “Comedia Humana” en Mánches ter; Zola no podría hacer una línea de los “Rougon” en Cardi . Yo no puedo pintar Portugal en Newcastle.” Con esta obra Floreal selló su condición de escritor nortino y, desde ese momento, su pluma ha estado al servicio de su región y sus circunstancias del diario vivir. Luego de obtener su título, Floreal se convenció que su ciclo en la capital había llegado a su n. La conclusión no obedecía a una decisión tomada a la ligera, muy por el contrario, se fundamentaba en una re exión madura, basada en diversas circunstancias y argumentos, a saber : había terminado satisfactoriamente sus estudios superiores, con excelentes cali caciones nales, titulándose en la Universidad de Chile como Profesor de Historia, Geografía, Educación Cívica y Economía Política; su pololeo con Eloísa ya se extendía por largos nueve años, con frecuentes altibajos y sin una expectativa clara ; había adquirido una potente experiencia pedagógica en los distintos establecimientos y ambientes en que se había desenvuelto;

127 había logrado cimentar una situación económica holgada para un joven de su edad, y, desde el punto de vista polí tico, había consolidado un espíritu libertario y democrático, asociado a un pensamiento social cristiano, el que desarrollaba con fuerza y certeza, gracias al conocimiento que había logrado de varios líderes de su partido, la Falange. Pero, a su vez, existía otro argumento que para él era el más relevante de todos. Se sentía comprometido de volver a su ciudad de origen, dado que la salud de su ma dre estaba evidenciando un deterioro importante.

La oportunidad para el regreso se presentó cuando el Liceo de Hombres de Antofagasta llamó a concurso para llenar una vacante de profesor y a su inmediata decisión de postular al cargo, no la ensombreció ningún atisbo de duda. La seguridad de su posición fue premiada con la obtención del cargo al que postulaba y se dispuso con un claro optimismo retornar a su ciudad natal. B. Regreso a casa.

En 1954, ya instalado nuevamente en Antofagasta, en la casa materna ubicada en 14 de febrero, entre Orella y Uribe, Floreal se apronta a enfrentar la reinserción en su comunidad con una gran fortaleza: la práctica adquirida en seis años de hacer clases en Santiago que, de alguna forma, le otorgaba la certeza necesaria para proyectar su carrera docente sin mayores sobresaltos. Además, polí ticamente, los siete años en la capital, le habían legado su cientes experiencias que, rápidamente, le permitieron sobresalir entre los militantes antofagastinos y, proyectar se como una promesa del partido, augurándole un futuro

Al poco andar, Floreal se da cuenta que, en Antofagasta, la comunidad está más empoderada que cuando él partió a Santiago. Se había creado el Centro para el Progreso, que ha sido, sin lugar a duda, la iniciativa ciu dadana más importante surgida en Antofagasta en toda su historia republicana, dada la transversalidad, cobertura, representatividad y resultados obtenidos en bene cio de la región. Él no participó en la génesis del Centro, ya que cuando comienza a germinar este movimiento él era un joven estudiante y, luego, durante su período de mayor actividad, tendiente a llamar la atención de las autoridades centrales, por el abandono que se apreciaba en la zona norte, tampoco estuvo presente, debido a que se encontraba estudiando en el Pedagógico en Santiago. Por lo tanto su arribo a Antofagasta, ocurre cuando ya el Centro para el Progreso, había conseguido que el parlamento aprobara y dictara un par de leyes que fueron emblemáticas para el desarrollo y mejoría de la calidad de vida de los habitantes de la zona. Se integra con mucho entusiasmo y consecuencia a la Falange, en cuyo partido no lo ven como un advenedizo ni menos como un joven inexperto. Muy por el contrario, él llega al partido precedido de una interesante trayectoria como dirigente universitario, habiendo tenido estrechos contactos con verdaderos íconos de la Falange en la capital y, por sobre todo, exhibiendo una amistad con uno de los próceres locales del partido: Juan de Dios Carmona,

auspicioso.128

No podía sentirse más satisfecho. La vida le sonreía. Volvía a su tierra, a su casa junto a su madre. Además, se incorporaba, pleno de con anza, a su Liceo de Hombres (ahora como profesor) y sentimentalmente equilibrado en su relación con Eloísa.

Sus clases en el Liceo de Hombres no podían de sarrollarse de mejor forma. El modo directo, teatral y demostrativo de Floreal, venía precedido por una entusiasta aceptación en los distintos establecimientos en que lo había experimentado en Santiago. Su forma de enseñar había calado hondo en sus alumnos, quienes lo cali caban como uno de los profesores más didácticos y populares del liceo. A propósito de su estilo, es pertinen te citar una entrevista de Héctor Ardiles Vega titulada “Floreal Recabarren, profesor, hombre público e historiador”, en la cual Floreal expresa: “A mí me gusta mucho lo que hacen los jóvenes y siento cariño por ellos. De

129 quien ejercía una gran in uencia nacional en el citado conglomerado político. La directiva antofagastina de la Falange, ve con buenos ojos su integración al trabajo partidista de un joven preparado, dispuesto y trabajador y ponen sus chas en el futuro de Floreal.

Al tiempo de estar haciendo clases en el Liceo de Hombres, tuvo la oportunidad de comprarse su primer auto, un Chevrolet coupé, del año treinta y tantos, que no estaba en muy buenas condiciones y que se encargó de repararlo, sin saber nada de mecánica, pero teniendo la gran ayuda del maestro mecánico González, a quien el vecindario llamaba el “Viejo mugriento”. Este, apasionado de su o cio, hacía honor a dicho apelativo: prácticamente desconocía el baño y no tenía centímetro cuadrado de piel y vestimenta que no estuviera con grasa o aceite de motor. González, tenía un garage en 14 de febrero y fue quien lo guió con una enorme paciencia y cachativa, has ta arreglar el auto. Con el maestro González, Floreal logró establecer una muy estrecha relación, al extremo que éste le solicitó ser padrino de un nieto suyo.

Las 34 horas de clases que tenía compro metidas con el Liceo de Hombres, le dejaban tiempo para coordinar y cumplir con lo que exigía el ISM. Este cole gio estaba muy cerca del Liceo lo que facilitaba su traslado, por lo que aceptó con entusiasmo la propuesta, que, por lo demás, a anzaba bastante su bolsillo. No obstante, al tiempo de estar haciendo clases, recibió de las monjas

tal130 manera que mi primera opción fue hacer el esfuerzo por conquistar a mis alumnos. Creo haberlo logrado con clases graciosas que inventaba, por ejemplo les pedía a los más grandes que se pusieran de frente y les decía ustedes son la cordillera de Los Andes, luego situaba a los más pequeños adelante y a ellos los señalaba como la cordillera de la Costa. Después les indicaba que se tomaran de las manos entre cada la para explicarles que estaban generando la depresión intermedia, en el espacio entre ambas cordilleras. Era didáctico demostrativo, siempre recreando o improvisando en el momento”. Luego Héctor interviene: “Esa técnica servía para la geografía y en el caso de enseñar Historia” ¿Cómo lo hacía? Responde Floreal: “Les hacía representaciones de muchos persona jes, según la etapa histórica que correspondiese, desde Napoleón hasta Hitler. En ocasiones exponía errores, pero les advertía... yo soy mentiroso... y les preguntaba si tal o cual suceso era cierto, nunca faltó el alumno que me corrigiera. Utilicé siempre la mayéutica, es la mejor metodología que hay. La gente cree que hay que pasar la Historia ¡no! Lo que hay que hacer es conversar con los estudiantes de Historia”.

Esta notoriedad, le signi có que, en el año 1958, lo llamaran del Instituto Santa María, ISM, ofreciéndole un horario de clases para cursos de cuarto a sexto año de humanidades.

131 una reconvención, dado que en sus clases se escuchaba, frecuentemente, una especie de algarabía, desorden y fuertes risotadas, que alteraban la política de prudencia y respetuoso silencio que en otras aulas se apreciaba. Había que considerar que el Instituto representaba, una especie de santuario. Floreal intentó explicar a las monjas que el estilo de sus clases era interactivo y demostrativo para, de esta forma, acercar más la materia a los estudiantes. La Madre Superiora intentando asumir una posición ecuá nime determinó que una de sus religiosas, fuera testigo de una clase de Floreal y luego emitiera un informe pedagógico al respecto y del ambiente que se producía en el aula. La monja evaluadora que se designó era una colega alemana de Floreal. Llegó la hora de la verdad y Floreal asumió la clase sin variar en un ápice su método, salpicando con situaciones jocosas, teatralidad y afectación, varias situaciones relacionadas con los episodios de la ma teria en desarrollo y provocando la hilaridad y aceptación de todo el curso, incluida la monja inspectora designada.

El método de enseñar de Floreal se centraba en no darle tanta importancia a las fechas y otros antecedentes áridos, con el propósito de difundir una Historia cercana y entretenida, la que transmitía con mímica, lenguaje corporal y todo tipo de piruetas ad hoc a los eventos tratados.Porcierto, que el informe elaborado por la colega fue favorable a Floreal, cosa que la directiva del ISM, aceptó de buen grado. Con el tiempo, logró establecer una muy buena y positiva relación con la monja alemana que lo inspeccionó, a quien alimentaba con episodios de historia chilena y recibía de ella, reciprocidad de la historia europea.

Lamentablemente la enfermedad estaba en un estado muy avanzado y no resistió la operación falleciendo en el quirófano. En ese momento a Floreal, aparte del in menso e intempestivo impacto que abrumó su espíritu, debió afrontar un problema práctico: llevar a su madre a Antofagasta.EnLAN

132

A pesar de este positivo retorno a Antofagasta, dos íntimos sucesos empañaron su ánimo y optimismo. El primero, a meses de su llegada a la ciudad, la negativa de su polola, Eloísa, de casarse con él y el segundo, al pasar unos años de su regreso, fue la imprevista muerte de su madre a nes de la década del cincuenta. Esta pérdida, sin duda alguna, fue el acontecimiento más doloroso que haya experimentado en su vida, hasta ese momento. Los hechos se sucedieron muy de prisa. Ella comenzó a sentir frecuentes malestares estomacales. Floreal la envió con su tía Ester a Santiago a consultar un médico, que luego de examinarla recomendó operarla en forma urgen te.

le dijeron que no había problema en trasla dar el féretro, siempre y cuando éste fuera dentro de otro cajón y se entregara en el aeropuerto a las 5:00 AM, de tal modo que ningún pasajero pudiera enterarse que se estaba transportando un cadáver. Aquí surgió otra di -

En la época en que Mario Bahamonde era rector del Liceo de Hombres se produjo una pugna al interior de éste, entre profesores católicos y masones. La controversia suscitada se manejó con discreción y concluyó en el éxodo de algunos de los inicialmente nombrados que consiguie ron formar el primer Liceo Nocturno de Antofagasta. La rectoría de éste correspondió a Floreal. El liceo funcionó en las instalaciones de la Escuela Femenina N° 2, ubicada en Condell con Baquedano.

133 cultad: ubicar un lugar donde realizar dicho trabajo. La solución fue, el patio de la parroquia cercana a la casa de los Puebla Leeson, que consiguió Floreal con su párroco.

En todo momento contó con la compañía y ayuda de su amigoFlorealGonzalo.reconoce que la muerte de su madre fue un golpe terrible, porque ella fue una especie de faro guía, lo más respetado que tenía en su vida, todo un ejemplo de superación y perseverancia. Fue, en muchos aspectos ma dre y padre, y su desaparición la sintió como el término de un ciclo madre-hijo, violento, frío y desgarrador. El viaje a Antofagasta, lo hizo en el mismo vuelo que tras ladaba el féretro que transportaba a su madre, la que fue sepultada en el Cementerio General. Continuó viviendo con su tía Ester y su hermana, en la misma casa que compartía con su madre en calle 14 de febrero. Luego se cambiarían a una casona de dos pisos ubicada en calle Matta con Uribe. Su tía estuvo sus últimos años en el asilo de ancianos de monjas de calle Iquique, donde falleció de muerte natural a una edad sobre los noventa años. Los años 50 y 60 del siglo pasado tienen un valor especí co para Floreal. Etapa de madurez y de grandes decisiones de cara al futuro. La vida provinciana de An tofagasta ofrecía alternativas que, en su caso, se revelaban auspiciosas. La ciudadanía local estaba en un proce so de cambios cuyas raíces se prolongaban a las décadas de la gran crisis del salitre chileno. Más de algo se había aprendido de ese Norte que se despobló pasando a ser, en el recuerdo de muchos, un escenario que se redujo a la nada. Una nueva mentalidad localista luchaba por crear su cientes condiciones de progreso para la ciudad

Obviamentesociedad.lasinquietudes nortinas re ejaban la si tuación socio económica que afectaba al país. Los signicativos ingresos del oro blanco, otrora gran sustento de las nanzas públicas, ya no eran tales. La clase política, cual más, cual menos, intentaba representar la inquietud de la población. En este escenario surge el año 1957 el Partido Demócrata Cristiano, que postula, en las elecciones presidenciales del año 1958 a Eduardo Frei, quien logra 255.777 sufragios. Este primer intento del nuevo partido se ve recompensado el año 1964, cuando Frei logra 1.409.012 votos y se convierte en Presidente de la República.Floreal situado en medio de este nuevo escenario, con un entusiasmo elevado a un grado máximo, porque su partido conquistaba la conducción del país, asumió el desafío que, hasta el día de hoy, lo mantiene con un compromiso social cuya entrega está testimoniada en cada una de las acciones emprendidas en una larga vida de servicio público por esta ciudad, su Antofagasta. C. El amor de nitivo. Al integrarse al Instituto Santa María, el primer curso asignado fue el cuarto de humanidades. compuesto por 40 alumnas. Nunca antes había impartido clases exclusi-

que,134 gradualmente, aportaba nuevos personajes que mancomunaban sus esfuerzos por hacer de esta Región un ámbito más favorable para vivir y progresar al compás de iniciativas que bene ciaban a la educación, el comercio, los servicios públicos y todo lo que cabe en la diaria con vivencia en

Aurora Magaly Raby Pinto de 16 años, nacida en Taltal el 25 de julio de 1942, era quien captó su interés. Una hermosa muchachita tranquila, introvertida y de atractiva gura, pero que denotaba en su semblante una pena interna que, en todo caso, no lograba opacar la inmensa ternura que transmitía.

Floreal, a la sazón de 31 años, quedó alelado y, se gún recuerda, casi obnubilado y al borde de la estupidez emocional por su joven alumna. Apreció algo que había escuchado como eslogan, pero que nunca había experimentado: “el amor a primera vista”. Sin embargo, ese gran impacto no lo re ejó de ma nera alguna. No emitió la más mínima señal o gesto hacia Magaly. Tampoco se lo con denció a nadie. Ín timamente tuvo temor a un desprecio y, probablemente, aunque él no lo reconoce, también le deben haber pesado los años de diferencia que había entre ambos, detalle que agravaba la situación, sobre todo porque se trataba de una alumna. El riesgo que corría era grande y le podría acarrear impensadas consecuencias laborales. Concluyó que, dadas estas circunstancias, lo único ade cuado era no exteriorizar el trastorno que en él se había producido.Enquinto año, su inicial entusiasmo se ralentizó al no desempeñarse como profesor en el curso de Magaly. Sin embargo, retomó esas clases en el año siguiente, en sexto de humanidades. Además, ese mismo año, comenzó

135 vamente a mujeres, pero no tuvo problemas en enseñar, con su estilo, las materias asignadas y se sintió cómodo con su desempeño. En el transcurso del año, esa comodidad se perdió, porque una de las jóvenes llamó demasiado su atención, alterando la normal relación entre el docente y sus alumnas.

A mediados de 1960, el sueño encarnado por Magaly renació de improviso como una lluvia de verano. Floreal

Amor escondido, amor reprimido, pero amor Logré besarte en mis fantasías maduras Y harté mis sueños sin romance.

Años de amor en el silencio de mi amor Grati qué la mirada en el umbral de mi amargura

a136preparar, para el Bachillerato, a un grupo de alumnas en el que se hallaba ella. En el plano amoroso, Floreal tenía experiencias, entre ellas el extenso romance con Eloísa. Pero, el amor es siempre el amor y Cupido actuaba a favor de una jovencita inexperta y distante de compromisos sentimentales. Magaly con la sutileza de un ave de grácil y tierno vuelo, absolutamente inconsciente, sin pensarlo ni pretenderlo, hizo irrumpir en él una fuerza interna, tan especial y poderosa, como un aluvión de emociones incontrastables.Estoscontactos sirvieron para rea rmar, de nitiva mente, que ella le agradaba sobre manera, aunque no se atrevió a confesarle sus sentimientos. Por su parte, Ma galy dio un buen Bachillerato y fue a estudiar Enfermería a Santiago. Él, entre tanto, quedó con la ilusión en el aire, sin haber expresado sus sentimientos y sin contar con co municación alguna con su musa. ¿Qué hace el enamorado que percibe la imposibilidad de ser correspondido? Sólo soñar o intentar llenar su soledad de alma con un poema o cualquier escrito que satisfaga su inquietud. Flo real, en esa oportunidad, optó por un acróstico: Me enterneció tu rostro adolescente

Ante esa delicada circunstancia, Floreal desplegó toda su voluntad, moviéndose con mucha diligencia y disposición, ofreciéndole su ayuda con la intención de alivianar la compleja situación por la que atravesaba. Recurriendo a su Tía Ester, que era arsenalera, le facilitó la atención de su madre a través de los médicos del hospital. Lo an terior lo transformó en la compañía habitual de Magaly,

137 recibió una de las más gratas e inesperadas sorpresas de su vida: ¡Una carta de Magaly!. En la misiva, ella, en forma muy ceremoniosa, lo trataba respetuosamente de “profesor” y recordando las veces que él había hablado de la situación socio económica de los obreros, le solicitaba que le recomendara una bibliografía al respecto. La causa: en la universidad debía presentar un trabajo relacionado con el tema. Ni corto ni perezoso Floreal respondió enviándole esos antecedentes e informándole de los libros que po dría utilizar para el caso. Además, no dejó pasar la oportunidad de plantearle, simplemente, que no lo llamara profesor, que lo tuteara porque ahora él la consideraba su amiga, ya que no era su alumna. Contrario a sus expectativas, no recibió respuesta de Magaly durante todo lo que quedaba del año y, aunque, algo desilusionado, continuó con su vida habitual, con los panoramas propios de un treintañero soltero, con plata en el bolsillo y con piruetas amorosas esporádicas, pero sin un compromiso sentimental muy serio. Meses después Floreal recibió una nueva carta con las disculpas por no haberle agradecido a tiempo su ayuda. También le contaba que, a su mamá, Doña Orfa Dominanda Pinto Monardes, la llevaría a Antofagasta para un chequeo médico, porque estaba sufriendo insoportables y frecuentes malestares hepáticos.

días, Floreal pololeaba con una colega, Guillermina Cereceda. Fue una buena relación, pero nin guno de los dos la proyectaba a algo más serio. Ella lo acompañó en muchas de las gestiones realizadas, inclu so compartiendo con Magaly. Sin embargo, el contacto establecido fue como una chispa que revivió el fuego, que permanecía en latencia en su cabeza y corazón. Moralmente sintió como su responsabilidad, terminar con Guillermina, aclarándole que, si bien sentía cariño por ella, éste no era su ciente para continuar con la relación, ya que se sentía demasiado atraído por Magaly. En car ta de mediados de febrero de 1961, Floreal había informado a Magaly que la relación con su polola era “una cuerda que ya estaba gastada” y que se cortaría pronto.

de un lado para otro, en una camioneta de su propiedad, posibilitándole los trámites médicos re queridos.Enesos

desplazándola,138

del pololeo con Guillermina se produjo sin mayores consecuencias. A partir de ese momento, se quedó sin polola. Con Magaly lo existente sólo era una amistad y un sueño que, por esos días, vivía en su interior.

Además, puntualizaba que prefería estar solo, porque “aun estando con ella, se sentía solo”. Magaly demostran do su instinto femenino, le contestó que la situación con Guillermina no la sorprendía y que se imaginaba lo que pasaría y re exionaba “el amor es razón, sentimiento o un perfume de los dos” y continuaba diciendo que ella creía más en lo último, “aunque el sentimiento a veces nos ciega, muy bien dicen, nada es más nuestro que nuestro corazón, pero lejos de mandarlo, estamos obligados a obedecerle.”Eltérmino

139

La enfermedad de su madre impidió su regreso a la universidad en Santiago. Atrás quedaría la intención de convertirse en la profesional que anhelaba. Sin embargo, no hubo queja ni resentimiento por lo que se le venía encima y lo aceptó, asumiendo una responsabilidad fami liar como una adulta y no como la de una jovencita que recién comenzaba a abrir los ojos a la vida.

El hecho de que Magaly no se alejara de la zona facilitó el inicio de una correspondencia muy amistosa con Floreal. Es necesario precisar que la carta, en esa época constituía el gran medio de comunicación. El teléfono era muy caro y nada fácil su obtención, por lo que pocas familias contaban con un aparato en su casa.

Las cartas de la joven Magaly siempre fueron manus critas, con una letra pareja y hermosa. Floreal, al comienzo, también recurrió a su escritura, pero tuvo el buen criterio de cambiar luego a una máquina de escribir. Su caligrafía no lo favorecía y su escritura con letras diminutas resultaba casi ilegible. Ella siempre escribía pasada la medianoche, incluso a veces a las 2 o 3 de la madrugada, cuando en su casa se respiraba sosiego, silencio y todos dormían. A esas horas, sólo acompañada por el rumor de las olas taltalinas, tenía la tranquilidad para dedicársela a Floreal.Alinicio del epistolario, ella rubricaba las cartas con un “tu transition”. Esta es la historia: en una de sus clases en el Instituto Santa María, Floreal se referió al mandato presidencial de José Joaquín Pérez (1861-1871), recono cido como el primer gobernante elegido por consenso político, al cual Floreal, con insistencia, cali caba como un gobierno de transición, tal cual lo reconoce la historia po lítica nacional. Al terminar la exposición, Floreal ofreció

los médicos antofagastinos, no obtuvieron un diagnóstico certero del mal que aquejaba a la madre de Magaly. Floreal adhirió a lo que varias personas recomendaban, que intentara llevarla a Santiago para tener otra opinión. Así lo hizo, pero sólo sirvió para aclarar que la situación era irreversible. A su madre la aquejaba un cáncer al hígado en un estado de avance tal, que no había nada más que hacer. Al regreso con ella a Taltal y, como la mayor de cinco hermanos (tres mujeres y dos hombres), sintió que era su responsabilidad permanecer a su lado, encargarse de sus hermanos menores y asumir el rol de dueña de casa, recién cumplidos los 18 años.

la140palabra a las alumnas, por si tenían alguna duda o querían que ahondara sobre lo expuesto. Sólo Magaly se atre vió a levantar la mano y, tímidamente, acotó: “Profesor, se puede decir que el gobierno de Pérez fue de “transition”. Esa intervención descolocó a Floreal, por la inocencia que transmitió ella al hacerla y, lo más probable, es que esbozara una leve sonrisa, cosa que Magaly recibió con rubor y nunca pudo olvidar. Prueba de esto es que así rmara sus primeras Lamentablementecartas.

En pleno período en que su madre, ya desahuciada, se encontraba bajo sus cuidados en su casa de Taltal, en febrero de 1961, Magaly le escribe a Floreal: “Imagínate un lugar oscuro, en el que aparece un rayito de sol y tendrás una imagen de lo que es actualmente la vida de esta amiga que te escribe. Ese rayito de sol, que es la conanza y fe en el Patrón (así se refería ella a Dios), ilumi na pequeños cuerpecitos (en alusión a sus dos hermanos menores que dormían) y estos son las pequeñas alegrías con que me regalonea Dios”. Continúa aludiendo a una misiva de Floreal: “Tú carta ha sido uno de los cuerpos

denotan el gran cariño y responsabilidad que Magaly profesaba por sus hermanos meno res, Arbia, Edith, Santiago y Sergio de 17, 16, 10 y 8 años respectivamente.Laamistadque

(Floreal había conseguido que Arbia ingresara a la Universidad del Norte a estudiar pedagogía en matemáticas y Edith al internado del Instituto Santa María). Créeme, era ésta una situación que me preocupaba mucho; no quisiera ni por nada que una de ellas perdiera este año. Si he de hacerlo yo, ellas deben aprovechar por mi ¿no te parece?”.Estospensamientos

le ofrecía Floreal, sin duda que caía en tierra fértil. La aparición de este maduro, respetado y gentil exmaestro, debe haber encandilado a una jovencita Magaly desde un comienzo. A través de sus notas le contaba todas sus angustias y temores. Él le aconsejaba tener fe en el futuro, pues percibía que ella lo consideraba un verdadero amigo y con dente; él, mientras tanto, admitía estarLaenamorado.relaciónepistolar a distancia, que va haciendo crecer sentimientos de mayor profundidad en ella, se justi ca en parte dado que, de la noche a la mañana, se encontró con una carga ni siquiera soñada. Su destino era ser profesional, no dueña de casa, con la responsabilidad de una numerosa familia a tan temprana edad y, además, el problema no menor de su madre muy enferma.

141 más grandes iluminados por el Sol y ¿por qué?: porque me ha traído noticias tuyas y porque veo que mis herma nas ya cuentan con la tabla de salvación para el futuro.

En esa época no era fácil que una hija tuviera una comunicación uida con su padre y si a esto, se le agrega que Magaly había estudiado en Antofagasta, lo que le

Al poco tiempo, el 23 de abril de 1961, la madre de Magaly falleció. Floreal lamentó no haberse hecho presente en el funeral, debido a sus clases en Antofagasta y a las responsabilidades del cargo de regidor comunal que había comenzado a ejercer. A partir de esa luctuosa situación, la comunicación entre ellos se incrementa. Floreal pasó a ser la única persona a quien Magaly recurre para con arle sus cuitas. Las cartas que escribe Floreal comienzan a adquirir un tono de mayor intimidad, haciéndole ver a Magaly que la soledad lo agobiaba y que su correspondencia siempre lograba reconfortarlo.

A pesar del negativo pronóstico médico, respecto de la salud de su madre, a mediados de marzo, Magaly le ex presa a Floreal su alegría porque el domingo 5 de marzo, su progenitora había cumplido 50 años. Le decía, además, “no te voy a contar lo angustioso que fue para nosotros ese día, sino la alegría de ella. Le preparamos un almuerzo grandote con todas las cosas que le gustan y puede comer y la llevamos al comedor a almorzar todos juntos. Estaba feliz. ¡Gracias a Dios que nada le hizo mal!”. Ese almuerzo y festejo, fue el último en que la familia Raby Pinto, completa, disfrutó con la presencia de la madre.

En medio de estas circunstancias, Floreal llega al punto en que, según su confesión: “estaba que cortaba las huinchas por ella y decidí tirarme el salto”. Con fecha 8 de abril de 1961, recuerda, “hice una mariconada (sic): le envíe dos cartas, una dentro de otra. La primera debía leerla, pero la segunda le pedía que la abriera siempre y cuando su intuición percibiera su contenido y estuviera

había142 alejado de su hogar en Taltal, mayor era la distancia con su padre. En este escenario, la aparición de Floreal en su vida fue más que bienvenida.

Una muestra inequívoca, de que algo nuevo y entu siasta se había anidado en Magaly por Floreal, se asocia a la frecuencia con que ella le comentaba sus quehace res, a icciones y esperanzas, llegando a escribirle tres o cuatro cartas al mes. Incluso ante una con dencia de él, a inicios de abril, en la cual le manifestaba conformarse con poco, Magaly, evidenciando un reparo al borde de la molestia, le señala una directa y clara advertencia “con migo no te conformes con poco, ya me has empezado

143 de acuerdo con él. Caso contrario, si decidía no abrirla, quedaríamos tan amigos como antes”. Obviamente Flo real, en la segunda misiva le confesaba que estaba enamorado de ella.

La PD de la misiva que debía abrir, especi caba lo siguiente: “La segunda carta va dirigida a mi nombre. Si no deseas abrirla, solamente tienes que ponerle estampilla y me la devuelves”. En este episodio, es preciso consignar que Floreal, no obstante, su experiencia en lances amorosos y de que estaba consciente de su transformación en una persona muy especial para Magaly, igual fue presa de cierta inse guridad y aprensión ante una posible respuesta negativa, al momento de conocer la confesión que contenía la se gunda carta.

En todo caso, hay que decirlo, según se había desarrollado la comunicación con Magaly, la incertidumbre y pesimismo de Floreal, era un tanto exagerada. Corroboraba lo anterior, la forma en que ella le dirigía sus cartas. Inicialmente lo trataba de Viejo Reca, para luego tornar a un Querido Reca o Querido Pochito. Por su parte, desde un comienzo, el trato de Floreal fue Querida Magaly y no recibió reparo alguno.

Corolario: Magaly abrió las dos cartas y con especial premura y ansiedad, la segunda, dado que intuía su con tenido.Inusualmente, según se habían acostumbrado Floreal y Magaly en contestar sus misivas, pasaron varios días, antes que llegara la respuesta de Magaly. Floreal, mientras tanto, se pasaba todo tipo de “películas”, respecto de la reacción que su osadía pudiera haber provocado en su musa. Al n la esperada carta de ella llegó. Allí le detallaba que su confesión la había sumido en una inesperada re exión. Necesitaba tiempo para ordenar sus pensamientos y sen timientos. Requería hacer un profundo análisis de lo que él representaba en su vida. Esperaba que la entendiera y le tuviera paciencia. Le con denciaba: “Mi vida sentimental ha sido confusa y no quisiera equivocarme; no quisiera engañarme, ni mucho menos a ti. Por eso te pido que esperes hasta que pase este período de incertidumbre.”

a144conocer, espera siempre más”. En otro párrafo de esta misiva le con esa: “Estoy segura de que cada vez que te escribo, lo hago con toda mi alma, pensando sólo que es un medio de acercarme a ti, de vivir con la ilusión de que no eres sólo un sueño”. Ciertamente estos pensamientos denotaban que ya existía en Magaly, una atracción por él, que iba más allá de una simple relación amistosa.

A pesar de lo precedente, Floreal sentía un verdadero pánico de recibir una respuesta negativa a su aspiración, ya que su sentimiento era tan profundo y verdadero, que no concebiría su vida sin ella. Un factor que también perturbaba su tranquilidad era que, por su edad, ya no le sería fácil cerrar el capítulo Magaly e iniciar otro, con la intención de formar una familia, anhelo que permanecía dentro de su cabeza desde muy joven.

Floreal estuvo a la altura, no podía haber sido de otra forma. Fue comprensivo, gentil y caballeroso, respon diéndole que no se presionara. Que abriera su corazón para leer lo que él le dictara en forma libre, sincera y real. No pretendía que sus propios sentimientos in uyeran en su decisión, ya que lo que importaba y valía, sería lo que ella verdaderamente sentía por él. Que él sabría acatar sin ningún tipo de sombras ni reproches, si su determinación no iba en la dirección pretendida. Que la quería dema siado como para provocarle algún problema y, concluía ofreciéndole su irrestricta amistad, aun cuando ella no aceptara su propuesta.

145

Pero la tempestad no se presentó y, al cabo de dos semanas, la respuesta esperada por Floreal llegó, elevando por los cielos sus aspiraciones. Fue, como dicen los gringos “a dream come true”, un sueño hecho realidad. Una conquista que él, desde un comienzo, consideraba una ver dadera utopía, no tan sólo por la diferencia de edad, sino también porque no se consideraba adecuado para ella: según él, “la suerte de los feos, la envidian los lindos”. Así fue como Floreal se convirtió en el amante pololo de Magaly.Conesa categoría, el entusiasmo elevado a su máxima expresión y sintiéndose estar viviendo un estado de ex quisita y delicada fantasía, Floreal comenzó a viajar periódicamente a Taltal. Se alojaba en una pensión y visitaba a Magaly en su casa, donde alternó con su padre, Heriberto Santiago Raby Alfaro, un descendiente de ingleses, de alto porte, ordenado e inteligente, que había sido tripulante de barco mercante y en esa ápoca trabajaba en una salitrera. Don Heriberto había estado casado antes con doña María Fischer con la cual tuvo tres hijos.

No transcurrieron más de tres o cuatro meses de pololeo, cuando Floreal le propuso a Magaly casarse pronto. Aunque Magaly no tenía duda alguna en contraer matrimonio con Floreal, lo postergó hasta inicios del año venidero. Consideraba que la fecha propuesta por Floreal estaba muy próxima a la muerte de su madre y de su luto que aún no superaba del todo.

Acercándose el plazo que habían convenido, se pusieron de acuerdo para visitar al futuro suegro. Floreal rememora la conversación: “vengo a pedirle la mano de su hija, quiero casarme con ella”. El padre miró inquisitivamente a su hija y le preguntó: ¿y tú Magaly...? “Yo también papá”, respondió ella. Él se quedó mirándolos un instante y luego dijo simplemente: “entre ustedes existe una gran diferencia de edad, pero el amor puede más”. Con dicho beneplácito sellaron el compromiso cuando Magaly recién tenía algo más de 19 años y Flo real casi 35. Se casaron de inmediato por el civil y por la iglesia, en Taltal, a las 10:00 de la mañana del 23 de enero de 1962. Floreal viajó en su camioneta acompañado por su tía Ester, Santiago Gajardo y por un amigo, Juan (Guatón) Mandaleris Kelaiditis, quien fue su testigo. En la camioneta llevaban un pavo amarrado de una pata, que iba a ser sacri cado para el festejo del matrimonio y éste los acompañó con sus graznidos todo el viaje, como presin tiendo el n que le esperaba. El matrimonio fue un verdadero acontecimiento en el pueblo: se casaba la hija de la querida y recordada profesora Dominanda, una de las más antiguas y respetadas maestras del colegio.

146

La luna de miel fue en Arica hasta donde se traslada ron en avión desde Taltal, luego de hacer escala en An-

147 tofagasta, Calama, Tocopilla e Iquique. Para Floreal, que temía a los aviones, el viaje resultó largo y molesto. Ob viamente llegó extenuado, con el ánimo por los suelos, no apto para comenzar una luna de miel soñada. A pesar de las molestias del viaje, la estadía en Arica, aparte de sus playas y otros encantos naturales, contaba en esa época con el bene cio de la libre importación de un sinnúme ro de variados productos a precios bastante convenientes, que le otorgaban al viaje un atractivo complementario. Además, aprovecharon la cercanía y se dieron una vuelta por Tacna. Al matrimonio Recabarren Raby, le pareció un extraordinario viaje, que recordaron con calidez toda la vida.En esa época Floreal vivía con su tía Ester y su her mana en calle Matta esquina Uribe, arrendando el primer piso de una casa de propiedad de don Julio Gálvez. Desde que formaron hogar, Floreal y Magaly se lle varon a vivir con ellos a dos hermanos menores de ella, Arbia y Santiago, mientras que su padre se quedó en Taltal con Edith y el pequeño Sergio. Floreal consiguió que a Santiago lo aceptaran en el internado del Colegio San Luis, donde permaneció un par de años, para luego ingresar al Liceo de Hombres. Arbia por su parte, prosiguió estudiando pedagogía en matemáticas en la Universidad del Norte y vivió con su hermana y cuñado, hasta que se casó con el abogado antofagastino José Luis Gómez.Un par de años después, el padre de Magaly enfer mó gravemente y también se lo llevaron a su casa por casi medio año, hasta su muerte acaecida en 1965. En el transcurso de ese tiempo, Floreal se acercó mucho a él, logrando cultivar entre ambos, una franca y afectuosa

amistad.148

Floreal rememora que su suegro siempre se ponía a su lado, llegando incluso a retar a Magaly, cuando discutía con él. D. De la familia y los familiares.

La vida es un uir hacia la plenitud cuya expresión social se asocia, en principio, a la familia y a los familiares. En esa uencia se enlazan días, semanas, meses y años. Las generaciones se suceden y los ejemplos se repiten incrementando valores que garantizan un acervo cultural que se reconoce como valioso. La familia, en principio, actúa por presencia y vale en tanto se perfecciona como ejem plo. La vinculación familiar al mismo tiempo que cohesiona, conlleva la idea de un futuro mejor.

Al conversar de estas preocupaciones con Osvaldo, su respuesta fue: “—Floreal es pura ternura. Un terrón de azúcar en cosas de familia. A poco de conocerlo en el plano profesional, por ejemplo, le conté qué entre mis papeles, conservaba un documento donde aparezco asumiendo unas horas de clases a las que había renunciado su hermana María Eugenia. Esa simple mención fue suciente. Floreal creo que se emocionó y, por experiencia de años, hasta me atrevo a decir que, por ese sólo hecho, su actitud cambió. El saberme vinculado por ese diminuto

Por experiencias vitales Floreal dio cabida tempranamente a la idea de familia. Todo lo concerniente al hecho, aún lo llena de una emoción que lo enternece. Para el caso, del hombre público, polemista y contestatario, poco es lo que resta porque el Floreal de esos instantes, es un ser que vibra y, como en años de infancia, hasta tartamudea.

149 detalle con alguien de su familia, me signi có un trato que el tiempo consolidó. Hoy, quizás ni siquiera recuerde este hecho. Lo importante del caso es que ¡Floreal sigue siendoHaciaasí!

Estudió preparatoria en la Escuela Estados Unidos, ubicada en Condell entre Maipú y Uribe. Ella, al revés de Floreal, poseía una personalidad extrovertida y participativa, con una tendencia natural a socializar. De hecho, co mo estudiante tuvo activa participación en los números artísticos de diversos actos o ciales que se desarrollaban en fechas especiales, en la que destacaba el 4 de julio día de la independencia del país del norte. Una curiosidad de ese colegio era que, en los recreos los alumnos salían a calle Condell, puesto que carecía de un patio adecuado para permitir a los estudiantes departir en condiciones normales.

nes de la década del treinta, el núcleo fami liar de Floreal lo componían sus padres, Juan Bautista y María Inés, y su tía Ester. La familia se incrementa el año 1938 con una nueva integrante, María Eugenia, quien a juicio de Floreal, de inmediato se transforma en la inte grante más preciada de la familia y objeto de su cuidado y preocupación.Yainstalados de vuelta en Antofagasta, María Inés, consintió en que su hijo cumpliera el rol de páter familias. Por necesidades de su desempeño en extensas jorna das laborales, esa era una manera de ejercer el control de la vidaMaríafamiliar.Eugenia, a la fecha, se reconoce con pocos re cuerdos de su primera infancia y que sólo comienza a tener noción de su vida, a partir de alrededor de los 8 a 10 años, viviendo en Antofagasta.

150 Las humanidades las estudió en el Liceo de Niñas. Fue desde joven una muy buena lectora y a pesar de que no estudiaba mucho, le bastó con poner atención de las materias en clases, para obtener notas su cientes para no repetir curso alguno.

Con esa María Eugenia, que Floreal le restringía al máximo el horario para asistir a los “malones” (aquellas estas juveniles de antaño), aunque ella tenía un aliado: el Guatón Mandaleris, quien siempre abogaba porque el permiso no fuera tan limitado y lograba exibilizar un poco las exigencias de su hermano. Obviamente Floreal la sometía a un previo y exhaustivo interrogatorio: ¿Dón de es el malón? ¿Quiénes son los dueños de casa? ¿Los conozco? ¿Quiénes irán?, etc. Nunca el permiso superaba las doce de la noche y tanto el ir a dejarla y buscarla en su coupé verde, era algo que no se discutía. María Eugenia gustaba del cine y Floreal no le ponía ninguna di cul tad, siempre que fuera al Rex. El problema consistía en que en dicho cine, la programación estaba orientada a un público mayor y por ende no concitaba el gusto de la juventud de la época. Ante esta situación, María Eu genia se las ingenió para burlar la imposición. Estableció un trato con el boletero del cine Rex para que le diera permiso sólo para simular que entraba a la sala de pro yección y cuando veía que Floreal se había ido, ella salía y se iba al cine Imperio a juntarse con el pololo de turno que la esperaba allá. Sin embargo, este ardid duró solo un tiempo, ya que Floreal descubrió el engaño y hacía proyectar en la pantalla del Imperio un aviso que decía “Se necesita urgente a la señorita María Eugenia Recabarren en la entrada”. Todo el público, mayoritariamen te compuesto de juventud, gritaba y coreaba el nombre

reconoce que en su juventud fue bien polola. Este asunto a Floreal lo sacaba de las casillas y no trepidaba de recriminarla frente a su madre con cuestionamientos tales como “Mamá, no puede ser que María Eugenia tenga dos pololos”. Heredó similar capacidad verbal que tiene su herma no, pero su actitud es distinta, mientras Floreal evita la polémica, ella nunca le sacó el bulto a algo que le pareciera mal. Una temprana situación re eja esta característica de muchacha pará en la hilacha. Ocurrió cuando cursaba el sexto de humanidades, con una profesora de Castella no, quien antes de comenzar su clase, sacaba de su bolso una estatuilla de la virgen y la colocaba sobre su mesa, como una deidad guardiana. Ella se cansó de este rito y enfrentó a la maestra argumentando que estaban en un colegio público laico, donde debían respetarse todas las creencias. A partir de este evento la profesora, al entrar a la sala, con irónico liberalismo, preguntaba “Recabarren, voy a sacar la virgen ¿te quedas o te vas?” María Eugenia con esa que prácticamente no asistió más a esa clase y preparó el examen gracias a la materia que consiguió con una Sumandocompañera.yrestando, María Eugenia acepta que la ac titud de protección que Floreal ejerció sobre ella, aunque en ciertas circunstancias le resultaron molestas y hasta injustas, en el fondo fueron bien intencionadas, orientadas a que dirigiera sus pasos por el camino correcto. Reconoce a Floreal como su guía y mentor, al extremo de confesar hoy que “si no hubiera sido por él, quizás qué

151 de María Eugenia, mientras esta salía avergonzada de la sala a enfrentar la reprimenda del hermano mayor y su regreso a Maríacasa.Eugenia

Al regresar a Antofagasta conoce a Luis Humberto Cortés Marín con quien contrae matrimonio el año 1963. Luis Humberto tuvo una infancia y juventud bastante azarosa, ya que, a la temprana edad de tres años, quedó sin padres ni hermano. Luis creció bajo la protec ción de una abuela. Comenzó muy joven a trabajar en las salitreras en el área administrativa, experiencia que luego le sirvió para ingresar al Banco de Crédito e Inversiones y luego al Banco Central, donde desarrolló una dilatada y e ciente carrera que duró alrededor de 25 años.

En el año 1978 el matrimonio se traslada a Santiago, donde María Eugenia comienza a participar en política bajo el alero demócrata cristiano.

Sin duda que Floreal, tal vez sin una clara intención, con sus esfuerzos y preocupación, fue sembrando en la juvenil alma de su hermana, semillas valóricas, éticas, hu manistas y políticas que forjaron en María Eugenia un espíritu libertario, consecuente y solidario. Tal in uencia, en el tiempo, se tradujo en un profundo cariño, respeto y admiración por su hermano, al extremo que, al terminar las humanidades y obtener un buen puntaje en el bachillerato decidió seguir el mismo camino de él. Estudió en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, obte niendo el título de Profesora de Historia y Geografía con especialización en Historia.

habría152 sido de mí; siento una enorme deuda y gratitud por mi hermano”.

El espíritu festivo que ha caracterizado a Floreal lo acompaña hasta estos días y una de las bromas que le hacía a María Eugenia también. Como ella nació en el Hospital de Chillán Viejo, él la molesta diciéndole que ella es Monumento Nacional.

153

Al cuarto año de casados, luego de un viaje a las Ter mas de Mamiña, Magaly descubrió que había quedado

Regresan a Antofagasta en el año 1992 luego de un periplo por Santiago, Talca y Arica. Tanto en Talca como en Arica fue dirigenta del colegio de profesores. En Antofagasta ingresó a trabajar en la UCN bajo la rectoría de Alberto Alarcón Johnson (el primer rector designado por el gobierno militar). Luego, al regreso de la democracia, bajo el gobierno de Patricio Aylwin, ocupó el cargo de Directora Regional de la Fundación para la Promoción y Desarrollo de la Mujer, PRODEMU.

Reconoce que algunas veces en diferentes postulaciones a trabajos, el llevar el apellido Recabarren la perseguía, porque, siendo nortina, de inmediato la vinculaban con el histórico líder Luis Emilio Recabarren, emblemática gura política de los partidos comunista y socialista, de las primeras décadas del siglo XX. Su familia, compuesta por su marido y sus tres hijos, José Luis, abogado, Rodrigo, constructor civil y Marcelo, sonidista, y 8 nietos, ha sido un ejemplo de unión, afecto y compañerismo.Aldarvuelta esta página podemos decir que la intrahistoria familiar de Floreal se forjó en la diaria circuns tancia de una vida que aún da para pensar. Lo que aquí se ha insinuado es el pórtico para que se pueda hablar de su más preciado tesoro: “La familia Recabarren Raby”. Al Matrimonio no les fue fácil tener descendencia. Magaly adolecía de un problema que le impedía embarazarse y qué, a pesar de haber iniciado un peregrinaje, consultando especialistas en Antofagasta, Santiago y Valparaíso, los médicos no lograban descubrir la causa de su imposibilidad de procrear.

embarazada.154

Floreal rememora el feliz instante, como el momento más hermoso y emotivo de su vida. El saber que había un ser nuevo creado por el amor que ambos sentían y que cada día se apuraba por nacer los entusiasmaba enormemente. Según Floreal, Magaly engordaba y engordaba. Cuando llegó el momento de las contracciones, Floreal se preguntó ¿y qué hago ahora? Se sentía inútil e ignorante y solo atinó llamar a la matrona, quien le aconsejó que debía llevar a su esposa de inmediato a la maternidad del hospital. Todo lo posterior resultó sin problemas y el 22 de octubre de 1965 nació María Claudia. En el momento que Floreal conoce a su hija, Magaly, con la ternura que la caracterizaba, le dice “mira Papá —era su trato habitual— lo linda que es nuestra hija”, a lo que él contestó, como padre primerizo que probablemente nunca había visto a un recién nacido: “si, es hermosa”, aunque por dentro no estaba conven cido. Claudia, como así la llamaron siempre, comenzó a crecer saludablemente, para la alegría y felicidad de sus padres.Aproximadamente un año después nació Cecilia Alejandra, el 15 de diciembre de 1966. Sin ninguna dicultad y con un Floreal con más experiencia y menos temores. Finalmente, el 6 de marzo de 1968, llega Gon zalo Floreal, el único varón, quien desde su nacimiento se convierte en el regalón de Magaly. Los tres hijos del matrimonio nacieron de parto normal en la maternidad Ismael Larraín Mancheño, del Hospital de Antofagasta. A medida que su familia iba creciendo fue Magaly, la que en muchos aspectos cumplió el doble rol de madre-padre, llegando incluso, en algunos periodos, a trans formarse en la principal proveedora del hogar.

155 Floreal con esa que debido a su trabajo en los colegios en los que impartía clases y a sus distintas responsabilida des comunitarias y políticas que fue asumiendo mientras sus hijos crecían, fue un padre ausente. Lo anterior le impidió tener mayor cercanía con ellos y haber participado más en su desarrollo integral. Es categórico y honesto al destacar que, sin Magaly a su lado, jamás habría podido dedicarle el tiempo y energía a las distintas actividades extra laborales, que en el transcurso de su vida, fue asu miendo.Esta situación, más de un comentario crítico, le valió de parte de sus hijas. Sin embargo, la realidad la compen só con la certeza que le cabe a Floreal, de haber tenido a su lado a una mujer ejemplar, Magaly, que entendiendo a cabalidad la disposición de servicio que anidaba en él desde muy joven, supo asumir, en diversas etapas de la vida conyugal, el papel de quien debía rebuscárselas para parar la olla, educar a sus hijos y mantener siempre una cohesión familiar admirable. En todo caso sus hijas, en la medida que crecieron, también lograron entender la íntima vocación pública con la cual vibraba su padre y comprendieron que el tiempo que no les dedicó a ellas no fue malgastado en trivialidades, sino orientado a trabajar por el bien social que lo inspiraba: lo mejor para su ciu dad y sus habitantes.

“Yo fui muy querendón con las niñas, más expresivo diría yo. Las niñas son mis ojos. Con Cecilia nos entendíamos mejor, debe haber sido porque ella es más pare cida a su madre. Con Claudia a pesar de llevarnos muy bien, discutimos más, esto yo lo atribuyo a que siempre hemos estado más cerca, mientras que con Cecilia nos vemos solo de vez en cuando. Es algo natural que las

hijas156 sean más regalonas con el padre que con la madre, es como de química diría yo, mientras que Gonzalo fue el preferido de la madre. Con mi hijo, tuvimos una relación un poco más distante, pero igual lo quería mucho”.

Floreal acota que las dos niñas nunca dieron problema con sus estudios, a los que le dedicaban el tiempo su ciente como para, normalmente, sacarse buenas notas.

Las hermanas peleaban tupido y parejo, como cual quier par de niñas con poca diferencia de dad. En una oportunidad su pelea se tradujo en que sacaron la ventana de su dormitorio del segundo piso y se les fue abajo, por poco no cayó sobre el parabrisas del auto familiar que estaba estacionado allí.

Claudia era la intelectual de las dos, mientras Cecilia la deportista, practicaba muy bien el volleyball. Gonzalo, el menor y el regalón de su madre y sus hermanas, fue excelente deportista, sobre todo en el rugby (que más de una lesión le produjo), buen amigo, bueno para la talla, con él era imposible aburrirse. Floreal le alaba la capacidad de argumentación que poseía ya que cuando tenía una prueba y le preguntaba ¿Cómo te fue? El simplemente respondía “no sé, tengo que hablar con el profesor”. Los profesores siempre lo escuchaban y como él era simpático y agradable, lo más probable es que estos aceptaran sus argumentos y al nal lograra subir alguna nota. Floreal especula, que su hijo, por la forma empática de relacio narse, habría tenido una buena carrera en el área de la diplomacia.Durante el año 1981, entre Magaly y sus hijas, surgió la idea de poder acceder a un intercambio estudiantil en el extranjero. Postularon y quedaron seleccionadas. Ale mania fue el país elegido. El viaje se inició a comienzos

157 del año 1982. Claudia tuvo como destino el pueblo de Nortorf, al norte de Hamburgo y Cecilia la localidad de Köngsbach-Stein, cerca de la frontera con Francia. Alnalizar el año de intercambio, en 1983, regresan a Antofagasta a terminar la enseñanza media.

Claudia, que primeramente se matriculó en Sicología en Santiago, en la Universidad Diego Portales, lamenta blemente se confundió con la carrera, se estresó, y decidió abandonarla.

Florealpastelero”.destacaque tanto Claudia como Cecilia lograron obtener otro título cada una de ellas. En efecto, Clau dia retomó su inicial vocación por la Sicología, carrera de la cual se tituló en la Universidad del Norte, lo que le permitió asumir la jefatura de un área encargada de coordinar la capacitación a docentes de dicha Universidad. En la actualidad trabaja en la Universidad de Antofagasta. Se casó con Raúl Pastén, ingeniero mecánico, quien se ha desempeñado en diversas empresas mineras locales y ha hecho clases en la UA y la UCN. Es un buen hombre,

A su regreso a Antofagasta, estudió Edu cadora de Párvulos, en la Universidad de Antofagasta y luego ingresó a trabajar a la Universidad del Norte. Por su parte Cecilia, cuenta Floreal, “cuando terminó el cuarto medio no quería seguir estudiando y aspiraba, tal vez in uenciada por lo que había visto en su madre, que le instaláramos un puesto para fabricar tortas, ante lo cual Magaly, echando mano a su sicología, no se espantó con la propuesta de su hija y le dijo “no tengo ningún problema en ponerte el puesto que tú quieres, pero con una condición, primero tráeme un título y ahí conversa mos”. Llegaron a un acuerdo y Cecilia se fue a Santiago a estudiar secretariado trilingüe en Manpower, olvidando su sueño

Cecilia,virtualmente.quienhizo

una muy buena carrera como se cretaria trilingüe en Santiago, después de tener su fami-

El matrimonio tiene cuatro hijos: Manuel, egresado de Ingeniería Comercial de la Universidad Adolfo Ibáñez, Sebastián que cursa Leyes en la Universidad de Chile, Joaquín estudia Pedagogía en Matemáticas y Física en la Uni versidad de Chile y Tomás que está en enseñanza media.

Floreal alcanzó a saberse bisabuelo, ya que su nieto Manuel con su esposa Daniela Poblete Pavez, ingeniera comercial y estudiante de sicología, le dieron esa gran ale gría con el nacimiento de Facundo Maximiliano, a quien conoció

El matrimonio tiene tres hijos: Camilo, Licenciado y Profesor de Filosofía de la Universidad de Chile, Nicolás que estudia Licenciatura y Composición en Música también en la Universidad de Chile y Fernanda que actualmente estudia Sicología en la Universidad Padre Hurtado. Cecilia, en Santiago conoció, pololeó y se casó con Manuel Inostroza, mientras éste estudiaba medicina en la Universidad de Chile. Él fue dirigente estudiantil, llegando a ocupar la presidencia de la FECH en el período 1990-1991. Cecilia por un buen tiempo fue la proveedora del matrimonio, puesto que Manuel aún no terminaba sus estudios cuando se casaron. Éste, desde joven mostró interés por la política, adhiriendo a los postulados demócrata cristianos, se especializó en salud pública y llegó a ocupar los cargos de superintendente de Isapre (2003-04) y de Salud (2005-10), en los gobiernos de Ricardo Lagos y de Michelle Bachelet.

esposo158 y padre. Sus motivaciones son el emprender, escenario en el que hasta ahora ha tenido éxitos y fracasos, pero no desiste en sus propósitos.

“Siempre fui muy bromista con Magaly. Ella se levantaba entre 8 y 9 de la mañana, yo siempre más temprano y en algunas oportunidades se me perdían los calcetines y comenzaba a hablar solo ¿dónde estarán los calcetines?

159 lia consolidada, dio la PSU e ingresó a estudiar Leyes en la Universidad de Chile, carrera que sacó en cinco años. Hoy tiene una o cina particular en su especialidad, que es el Derecho Laboral. Gonzalo por su parte, también se fue a Santiago a estudiar Diseño Grá co. Laboralmente se desempeñó en el área de la minería. De su hijo dice Floreal: “Es orde nado, trabajador, buen gallo, bueno para el chiste, cocinero y deportista. Muy buen padre y buen marido”. Se casó con María Carolina Velastín Torres, Sicopedagoga, con quien tiene tres hijos, Antonia Paz, egresada de Nutrición de la Universidad del Desarrollo, Sofía Paz, que cursa Ingeniería Civil en Minas en la Universidad Adolfo Ibáñez y Domingo, estudiante de enseñanza media. Ac tualmente el matrimonio, residente en Iquique, tiene un colegio para niños con problemas especiales que marcha muyDebien.sus tres hijos Floreal, exhibe un gran orgullo de padre, reconociéndoles, como una de sus características más notables, el hecho de persistir hasta la porfía, por encontrar el camino vocacional que cada uno anhelaba. Es ta característica, según Floreal, fue heredada de Magaly, que poseía un tesón sin límites y un punch admirable, rasgos que a oraron con nitidez en momentos familiares álgidos. A su vez, Floreal reconoce que, aparte de no haber sido la gura más in uyente en su hogar, tampoco fue el más inteligente, cetro que no tiene ningún complejo en asignárselo a su esposa.

¡Magaly,160 se me perdieron los calcetines! Magaly dormía ¡Pucha no encuentro los calcetines!... Magaly no daba se ñales de vida... Luego Floreal, tomaba su celular y marcaba el número telefónico de la casa y como el aparato estaba en el velador del lado de Magaly, ésta, con el ring del llamado, despertaba de un salto y yo ¡aló Magalita! ¿dónde estarán mis calcetines...? ¡Plop! Cualquier persona se habría encabritado, pero ella, ya despierta, no hacía otra cosa que reírse de la broma mía”

Otra situación que se repitió en muchas ocasiones fue con la chequera del banco. Esta la manejaba exclusivamente Magaly y cuando Floreal tenía o quería hacerle un regalo, cuyo costo era mayor de lo que él mantenía en efectivo, tenía que ingeniárselas para “robarle” un cheque para la compra. Luego Magaly exclamaba inocente “¡que raro! ¿quién me sacaría un cheque?”. Según la versión de Floreal estas bromas eran frecuentes. Sin embargo, lo más probable es que Magaly, con lo ordenada y cuidadosa que era, ya se había percatado de la “broma” de su marido y ngía incredulidad para no echarle a perder la sorpresa que había “Llevábamosplaneado.una relación liviana, distendida, pero a su vez comprometida, éramos muy compinches. Nunca establecimos un vínculo demasiado serio, siempre aleja dos de peleas y de discusiones sin sentido. Aun cuando nos queríamos mucho, nos sentimos impulsados a culti var una especie de complicidad, la que nunca nos cansó, ni nosDespuésaburrió”.del fallecimiento de Magaly Floreal vivió cerca de cuatro años solo acompañado con una nana, la señora Gloria, quien estuvo treinta años a cargo de la casa. Luego Claudia con su familia se fueron a vivir con él y a la

161 señora Gloria la remplazó una hermana, Dominga, quien aún los acompaña a cargo de todos los servicios caseros. Hay páginas donde lo relatado parece una invitación para mucho más. La tentación es natural, pero, después de lo sugerido en párrafos precedentes, la amistad y los años nos dicen que de familia y familiares, lo expuesto es su ciente. E. Pequeñas verdades de nuestro personaje. Hay momentos determinantes en la existencia individual y colectiva. Floreal vivió algunos de éstos en el transcurso de la tercera década de su existencia. En el Norte de Chi le, allá por 1958 y en años sucesivos, entre muchas ideas que re ejaban anhelos de cambios sociales, fue común la del combate a la politiquería, sólo comparable a la pasión que despertaban los siempre esquivos artículos de primera necesidad. Para templar el espíritu, por costumbre, se hablaba de la lucha contra la in ación para concluir en la necesidad de reajustes de remuneraciones y en un su puesto salario mínimo campesino. La disminución de la expansión del gasto público era tema de unos pocos, no así el de la erradicación de las poblaciones callampa. El desiderátum en términos ideológicos lo constituía la llamada reforma agraria de macetero... Tal fue la cantidad de ideas nacionales y foráneas que hasta se di cultaba la prescindencia de ellas. Chile, hecho para grandes reali zaciones, por esos días vivía, otra vez, la enésima y más bella de las ilusiones: “y tu campo de ores bordado / es la copia feliz del Edén.” Verdades siempre han existido para todo y para todos.

162

Como se ha visto, Floreal no supo de holgura durante su niñez y adolescencia. Normales fueron en él algunos períodos económicamente complicados y, a menudo, decitarios. Esta dura realidad lo acompañó hasta su primer año en el Pedagógico, en Santiago, ya que, a partir del segundo año, en forma paralela a estos estudios, comenzó a dar sus primeros pasos en el campo laboral.

Floreal vuelve a ser elegido regidor, pero no logra continuar en el cargo de alcalde, dado que la DC, no dispuso de la mayoría de los ediles que

Toda esta etapa, de un Floreal soltero y sin mayores compromisos, transcurrió carente de problemas econó micos. Sin embargo, como una golondrina no hace verano, a los pocos años, Floreal al formar una familia, tuvo que afrontar, al menos tres situaciones imprevistas que afectaron fuertemente los ingresos económicos con los cuales se mantenía.

La primera de ellas aconteció al tener que asumir funciones de alcalde, al reemplazar a Santiago Gajardo cuando éste renunció para postularse a diputado. Al sustituirlo, Floreal no quiso ser menos que su camarada de partido y siguió sus pasos, dedicándose en forma ex clusiva al rol de primera autoridad municipal en el año 1964, renunciando a sus clases, cuyos ingresos le permi tían gozar de una vida familiar sin tropiezos económicos. En todo caso, esta resolución no fue asumida en forma intempestiva ni personal, ya que fue consensuada con Magaly, quien lo apoyó y se comprometió a contraer la responsabilidad de ser ella, la que generara algunos re cursos económicos para parar la olla ¿y cómo lo haría? simplemente comenzando a producir y vender tortas y prepararDurantecocteles.1967-1971

163 le hubiesen permitido reelegirlo como primera autoridad municipal. Esta situación le otorga nuevamente tiempo su ciente para volver al ejercicio de su profesión, ingresando de nuevo como profesor de Historia al Liceo de Hombres.En1969 renuncia al cargo de regidor para postularse como diputado por la Segunda Agrupación Departa mental (Tocopilla, El Loa, Antofagasta y Taltal), saliendo elegido con una contundente votación. Gracias a la dieta parlamentaria, durante su gestión como diputado, entre 1969 y 1973, la familia, disfrutó otra vez de seguridad económica con ingresos estables.

Antes de dejar el cargo, tomó conocimiento que en su calidad de exparlamentario, podría aspirar a una jubilación, siempre y cuando cumpliera con el requisito de tener 15 años de imposiciones. Floreal se dio cuenta que entre su paso por la empresa expendedora de bencina y por los distintos establecimientos en que hizo clases en Santiago y Antofagasta sumaba de más el mínimo que exigía la ley. Esa fue entonces su prioridad. Debía preocuparse del escenario económico que enfrentaría, a partir de marzo de 1973. En consecuencia, inició un recorrido por todos los establecimientos en que había hecho clases,

La segunda ocasión de apremios económicos se produce cuando Floreal cesa en el cargo de diputado, por haber perdido la reelección para el período 1973-1977.

De la noche a la mañana se enfrenta a una inminente cesantía, viviendo en una ciudad casi desconocida y sin haberse integrado a las redes políticas capitalinas, que podrían haberle tendido una mano. Y para peor, la familia se había acostumbrado al vivir santiaguino, por lo que quedarse en la capital, era una opción válida.

Esta situación de inestabilidad no duró mucho, ya que las nuevas autoridades de la Universidad del Norte (hoy Universidad Católica del Norte, UCN), designadas por el régimen militar, hacia nes del año 1973, iniciaron una razia de personal de tendencias de izquierda y desafectaron a una buena cantidad de funcionarios en los distintos estamentos. Dicha medida provocó una serie de

Juan Cvitanic era el director de la radio de la época, la que, dentro de su personal, como en todas las instituciones, organizaciones y empresas, existía una gama vario pinta de simpatizantes de las distintas tendencias políticas que imperaban en el país.

En forma simultánea a su permanencia en la radio, creó una especie de sociedad con Luis Varas, con quien había entablado una buena amistad mientras se vinculó con la municipalidad. Consiguieron desempeñarse como comisionistas de una fábrica de conservas. La gestión consistía en colocar mercaderías en el comercio y empresas locales. Además, también se arriesgaron a comprar algunos camiones completos con frutas del sur, que luego revendían en negocios de la ciudad.

dejando,164 literalmente, “los pies en la calle”, para conseguir todos los certi cados que requería, en que constaba su desempeño y las imposiciones correspondientes.

Para complementar la jubilación, que no era su ciente para satisfacer las necesidades familiares, realizó otras actividades, como por ejemplo, al retornar a Antofagasta, por unos meses se convirtió en una especie de gerente de Radio Cooperativa Vitalicia, sin sueldo y solo aceptando canjes de pasajes los cuales utilizó para ir a la capital, a ha cer algunos trámites y a retomar contactos políticos con camaradas de su partido.

La tercera oportunidad en que la incerteza económi ca afectó a Floreal fue luego de haber sido despedido de la Universidad de Antofagasta, UA, en el año 1982. No existe duda alguna que la exoneración fue motivada por su pública denuncia que el Plebiscito de 1980, era ilegal por no contar con padrón electoral y que se prestaba para fraude, comprobando él mismo que se podía votar más de una vez. Se debe considerar que, a la fecha del señalado plebiscito, Floreal ejercía su cargo docente en la Sede Antofagasta de la Universidad de Chile, cuyo vice rector era Ru bén Bustos Lynch, quien por sus antecedentes, lo había contratado. Independiente del conocimiento y cercanía que Floreal tenía con Bustos, él sabía que había asumido un riesgo cierto de enfrentar más de algún problema, con su denuncia de fraude.

165 vacantes de diversas especialidades, entre ellas las de profesor de Historia, a la cual postuló Floreal y fue contrata do a jornada completa. Nunca, ni remotamente, pasó por la cabeza de Floreal, que esa oportunidad de trabajo iba a encender en él, su inquietud por la investigación de la historia local.

A partir de marzo de 1981, el gobierno militar creó, las universidades regionales, originando algunos plante les en ciudades donde no existían y, en la mayoría de los casos, fusionando sedes de universidades tradiciona les. Así nació la Universidad de Antofagasta, UA, con la fusión de las sedes de la Universidad de Chile y de la Universidad Técnica del Estado. Siendo su primer rector el comandante de la FACH, Tulio Vidal, quien llevó a cabo una amplia purga de los opositores del régimen militar en todas las estructuras del plantel, tanto a nivel

académico,166 funcionarios administrativos, como también entre los propios estudiantes. Además, la universidad su frió profundos recortes presupuestarios, reduciendo su tamaño.Floreal comprendió que sus días en dicha casa de es tudios superiores estaban contados. Tenía conciencia plena que más temprano que tarde, le pasarían la cuenta.

Ante este ineludible futuro, no se quedó de brazos cruzados esperando su defenestración, sino todo lo contrario e inició una campaña de contactar a amistades y conocidos, que podrían recomendarlo para algún cargo adecuado a su per l profesional.

En efecto, entre noviembre de 1980 y marzo de 1981, ya había tenido diversos contactos con personeros polí ticos y profesionales dentro de los que destacan Patricio Aylwin Azócar, Gabriel Valdés Subercaseaux, Sergio Villalobos Rivera y Sergio Prenafeta, explicándoles que preveía su pronto despido de la universidad y les solicitaba su apoyo para conseguir trabajo en instituciones o proyectos en que ellos tenían in uencia. No le fue bien con estos pedidos, aunque tuvo respuestas conceptuo sas. También postuló como docente al Grange School y como ejecutivo comercial de dos Administradoras de Fondos de Pensiones. Tampoco tuvo éxito. Floreal sabía que, cual espada de Damocles, pendía sobre su cabeza el fantasma más duro de la cesantía: la carencia de ingresos para sostener a su familia, que en cualquier momento la sentiríaDentrocaer.de todo el negro panorama que comenzó a saborear y prever desde el 11 de septiembre de 1980, hubo de pasar más de un año y medio de una nerviosa tranquilidad hasta que, en el segundo semestre de 1982, recibió

El dicho “A nadie le falta Dios”, se hizo carne en Floreal, ya que no salió de la Universidad con una mano

Por mi parte, aun cuando sabía que la puerta de la incertidumbre nuevamente se abría ante mí de par en par, en ningún momento sentí arrepentimiento por la forma que había procedido, más bien sentía un privilegio ser sancio nado por un gobierno al que consideraba inconstitucional y fraudulento”.Apesarde estar sicológicamente preparado para el desempleo que llegaría, el golpe de quedarse de la noche a la mañana sin trabajo, lo afectó anímicamente. Por fortu na él tenía a su lado a una compañera que no se echaba a morir y poseía gran capacidad para adaptarse a distintos escenarios y, con su actitud, arrastrar a su marido a mirar de frente, con fe y optimismo.

167 un llamado de Tulio Vidal para sostener una reunión con él. Floreal se atiene a sus recuerdos: “el rector me citó a su o cina y comenzó una perorata en la cual me tiró ores, respecto a lo buen profesor que era y que en ese plano solo tenía buenas referencias mías, pero que debía enten der que dado el momento político que vivía el país, mi actuación, acusando de fraude al gobierno en el pasado plebiscito, era inaceptable y no le quedaba otra opción que despedirme. Yo lo tomé con mucha más serenidad que el rector, pues sabía de antemano a lo que me había expuesto. Contrariamente, él en todo momento se mostró bastante incómodo y tenso con la situación, llegando incluso a con denciarme, al término de la reunión, que creía que yo lo podría agredir al anunciarme el despido. Yo le manifesté que la violencia no estaba en mis genes y que era profundamente pací co. Me imagino que el rector quedó tranquilo con la orden que tuvo que cumplir.

168 por delante y la otra por detrás, pues ésta “me pagó una indemnización nada de despreciable que no me espera ba y que nos permitió disponer de la cantidad de US$ 1.000 para cada una de nuestra hijas, para solventar el año que pasarían en el intercambio en Alemania y el saldo colocarlo en Fondos Mutuos, como una forma de asegurar una rentabilidad futura”. Este último escenario no llegó a producirse dado que en la época se vivió la debacle bancaria más profunda de la que se tenga

mundial, que afectó al país durante 1982-83, derivó en un salvataje del gobierno a la banca y nancieras, mediante el sistema del Capitalismo Popular. Fondos Mutuos y depósitos en instituciones nancieras fueron congelados. Floreal acota que él, luego de un tiempo, recibió acciones de empresas no muy rentables, con cargo a los Fondos Mutuos que poseía.

Lamemoria.crisiseconómica

A veces sucede que las nubes que ocultan el sol son tan espesas y extensas, que nadie apostaría por un even tual despeje que dejen ver el astro rey. Sin embargo, circunstancias imprevistas cambian la situación y la clari dad nuevamente alumbra el camino y lo hace más visible y transitable. “Magaly una tarde en la casa me dijo ¿sabes? me encontré con Rebeca, la esposa de Fuad Tala y me contó que su marido anda buscando una persona, que sea capaz de administrarle un negocio de venta de juguetes, que está importando para la próxima Navidad. Yo le hablé de ti y lo encontró estupendo. Hablará con Fuad y probablemente él te llamará para conversar del trabajo”.Sinhaber cultivado una gran amistad con el empre sario, éste lo llamó y con mucha cordialidad, le entregó

169 todo tipo de detalles del negocio que estaba proyectando y le preguntó ¿te interesa y te sientes capaz de asumir el cargo? Obviamente la respuesta de Floreal fue positiva y a las semanas se hizo cargo del local que Tala había arrendado especialmente como bodega y punto de ven ta, ubicado en la esquina sur oeste de la intersección de Prat con Washington. Su nula experiencia comercial, no fue óbice para que Floreal hiciera una muy buena gestión en la labor encomendada, en la cual integró tam bién a su hijo Gonzalo y cuyo resultado le reportó recursos su cientes para pasar ese n de año, sin sobresaltos económicos.Elaño1983 se inició con mejores perspectivas para Floreal, ya que en marzo fue contratado por el Colegio San Luis con cuatro horas a la semana, para impartir su especialidad. A los meses esta situación sufre un cambio radical, puesto que el profesor titular de Historia, un sa cerdote de apellido Errázuriz fallece y a él le ofrecen la cátedra a jornada completa. A partir de esa fecha, nue vamente los Recabarren Raby, comienzan a disfrutar de tranquilidad económica, la que se veía reforzada por los esfuerzos comerciales que desarrollaba Magaly.

Las vueltas de la vida, cualquiera sea su naturaleza, siempre algo van dejando en la conciencia de los seres.

En la diaria contingencia, Floreal testimonia lo que la vida con sus avatares le había aportado como valores y directrices conductuales. Sus actuaciones en el plano profesional y político han dado pábulo a variados comen tarios en los que resaltan determinados aspectos: unos, suelen tender a la equidad en sus valoraciones y otros, quizás motivados por disposiciones ideológicas, le han si do acentuadamente negativos. No siempre los juicios que

“De ella nació un rosal blanco; del nació un espino albar; crece el uno, crece el otro, los dos se van a juntar; las ramitas que se alcanzan fuertes abrazos se dan y las que no se alcanzaban no dejan de suspirar.”

trascienden170

Al paso de los tiempos la vida es tal y logra su plenitud, si hay motivos su cientes para idealizarla. Ese es el momento de las grandes verdades. Floreal sabe de estas cosas y, como gusta de la poesía, alguna vez leyó el romance anónimo español titulado “Amor más poderoso que la muerte”. A él lo mueve y lo conmueve el amor. El amor por Magaly. Por la mente pasan los personajes del romance, “Conde Olinos y Albaniña”, y dado que ambos ya supieron que las cosas mundanas tienen un nal, perduran en las conciencias superando el tiempo en estos sencillos versos:

para quienes se desempeñan en la cosa pública, son expresados con prescindencia de bajas pasiones. Bien sabía de estas maquinaciones el orentino Nicolás Maquiavelo al escribir en 1513 su tratado “El Príncipe”. Las verdades concernientes a “la cosa pública”, o sea, a “la res pública”, valen para la memoria del hombre como el agua uyente: siempre una y nunca la misma, porque ¿alguien pondría en duda que de algo, siempre algo ha de quedar? F. Magaly.

femenina moldeó varias facetas de un personaje que estaba llamado a representar a parte im portante de la sociedad regional. Los detalles que lo caracterizaban, por tacto y desenvoltura frente a sus conciudadanos, de algún modo fueron perfeccionados por las oportunas observaciones de quien siempre estuvo a su lado.Cada día trae su afán, dicen las Escrituras, y en esa complementación, él asumía desafíos y participaba de diversas iniciativas, en tanto que ella, por femenil y superior designio procuraba no sólo el apoyo a su esposo, sino que también aportaba la cohesión familiar. Hablar de grandes mujeres y de grandes hombres dio para refranes: “Detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer” Es cierto. Pero, Floreal no la vio nunca detrás, porque siempre tuvo a Magaly a su lado. Dado que el matrimonio es cosa de dos, Magaly dispuso de su ciente voluntad para que el suyo se mostrara en todo su esplendor.Magaly...

171 La vida de Floreal estuvo iluminada por la gura de su esposa. Ella, joven con un dejo de timidez y silenciosamente acogedora; él, en plena madurez, para que al paso de los años y, por muy categórica que parezca la a rma ción, la enalteciera como “la gura más relevante de su existencia”.Esapresencia

motivos hubo para empezar hablando de Albaniña y, más aún, Francisco Rojas Zorrilla, le asignó al amor un mérito superlativo, “Porque es mi amor tan grande, que a tu nombre, como a cosa divina construyera

172 aras donde adorarte; y no te asombre, porque si el ser de Dios no conociera, dejará de adorarte como hombre y por Dios te adorara y te tuviera.” Magaly inició sus estudios en su pueblo natal. Los secundarios fueron, en calidad de interna, en el Instituto Santa María de Antofagasta. Magaly, niña, se situaba en un mundo de rasgos cambiantes que caracterizaron la se gunda mitad del siglo pasado. Sus aspiraciones sólo eran comparables a su profundo sentido de familia. Ya joven universitaria de 18 años, encaminaba sus pasos hacia un futuro promisorio. Pero de improviso, la enfermedad de su madre puso a prueba su temple. Retornó a Taltal. Fue, a la par, dueña de casa, enfermera e hija diligente preocupada de cada una de las circunstancias que aquejaban a su Enmadre.carta a Floreal (febrero de 1961) le detalla que: “a mis hermanos, pobrecitos, los tengo también con reme dios para los nervios, porque pasan llorando y se desesperan los chiquititos. Yo me voy a quedar en Taltal a cuidar a mi “mamy”, quizás pierda este año, Dios quiera que no, pero estaré con ella todo el tiempo. No sé qué va a ser de mí, estoy con una confusión tan grande que no logro ordenar mis ideas. La gente piensa que estoy ausente, quizás sea verdad, pero en esa ausencia pienso y pienso y llego a la conclusión de que todo está en manos de Dios.”

La fe de Magaly por “el Patrón”, era evidente. Con a ba en Él encomendándose en cada situación difícil del diario vivir. El fallecimiento de doña Dominanda cierra un ciclo de vida para quienes fueron su prójimo. Las relaciones

173 familiares siempre van al compás de las circunstancias. Los lazos fraternos de Magaly se refuerzan e incluso la ancianidad de su padre la compromete. En ese hogar, varios necesitaban del apoyo de esa joven que, con gentileza y criterio, se sabía no sólo hermana mayor, sino también madre y hasta consuelo para los días nales de su progenitor. Para Floreal, aquellos acontecimientos lo llevaron a entender que el amor se acrecienta cuando la proximidad y la comprensión de la persona amada es la única opor tunidad de darle el temple que corresponde al verdadero amor.La vida continuó. Los primeros años del matrimo nio estuvieron solventados por el sueldo de un profesor de Estado, cuyo idealismo de servicio público lo llevó a tomar una decisión insólita, como renunciar a sus clases y por consiguiente a sus ingresos para aceptar el cargo de alcalde y ejercerlo a tiempo completo.

Magaly, puso en primer plano ese espíritu emprendedor que siempre la caracterizó. Había que superar ese momento. La cocina fue el medio. Ella poseía habilidades para la repostería y quiso sacarles provecho para contribuir económicamente, a la que preveía como una difícil situación presupuestaria hogareña. La elaboración de una torta o un kuchen para una festividad fa miliar estaba lejos de una actividad comercial y connes de lucro. Se necesitaba experiencia y conocimientos, pero ella no se desmotivó. Su reacción fue interiorizarse en cada una de las exigencias de una gestión comercial e ciente. Como primera y voluntariosa experiencia, todo fue exitoso e íntimamente ella obtuvo esa con anza que la capacitaba frente a otros desafíos que, de modo circunstancial, le habría de presentar el diario vivir.

Formar una familia en esos días, fue la secreta alegría del día a día de Magaly que siempre esperaba concluir su jornada de buena manera con cada uno de sus hijos, aun cuando, previamente, hubieran tenido alguna discusión o desacuerdo.

174

Todo aprendizaje es una actualización de cara al futuro, por eso Floreal en más de una ocasión declaró “Yo creo que Magaly tuvo un sistema de enseñanza que mezclaba lo tradicional con lo moderno. En el cuidado de sus hermanos, por ejemplo, exigía responsabilidad, revisaba cuadernos y tareas. Fue una madre que imponía disciplina y respeto en una época en que la educación tenía ca racterísticas peculiares. La juventud de esos días iniciaba una búsqueda con verdaderas constelaciones de quimeras. La educación, el arte, la música, las más novedosas expresiones cientí cas, incluso la política, estaban sujetas a revolucionarios cambios. Las mentalidades diversi caban sus centros de interés y la idea del desarrollo en pugna con el subdesarrollo de los pueblos obligaba a reparar en las problemáticas sexuales que los medios de comunicación difundían ampliamente, con la sana aspiración de una era en que ningún tabú limitante se dejara sentir.

Las tortas y dulces los hizo ella y aunque no se habló de días de vino y de rosas, sí fueron días que entre torta y torta que era vendida, prepararon los ánimos para días mejores. Magaly demostró su capacidad. 1964 y 1967 fue ese período alcaldicio. Floreal fue conocido como el al calde del centenario de Antofagasta y hasta es posible que en su fuero íntimo entendiera que, como dijo el poeta, si estar enamorado “Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas”, también “Es empezar a decir “siempre”, y en adelante no volver a decir “nunca”.

Las aspiraciones de servicio público de Floreal seguían adelante y es elegido diputado, en 1969. Para ejercer con mejor disponibilidad de tiempo su cargo parlamentario, Floreal tenía claro que trasladándose a Santiago su labor sería más fructífera. Conversado el tema con Magaly, ésta se mostró absolutamente de acuerdo, pero con la condición de que toda la familia se radicara en la capital, de tal modo de mantenerse unidos y aprovechar de tener al patriarca, con absoluta seguridad los nes de semana, rea lizar una convivencia familiar normal y poder desarrollar actividades en conjunto. La vida tiene sus altibajos, Floreal cesa como dipu tado en 1973 al perder la reelección. Intentó sin éxito trabajar en Santiago, ante lo cual regresa con su familia a Antofagasta, donde la Universidad del Norte lo acoge como docente. En medio de esas vicisitudes, Floreal, con los años, reitera su profundo reconocimiento a la fortaleza de su esposa, a quien siempre vio como la gran artí ce de la formación de sus hijos. Esta buena disposición, se gún Floreal, no era exclusiva hacia su familia, “también respetaba mucho a la única pariente que me quedaba, la tía Ester, hermana de mi madre.” Esos viejos recuerdos lo emocionan: “Magaly fue tremendamente solidaria con mi tía que tenía un genio, a menudo explosivo, pero supo ganársela, llegando a sentir un real aprecio por ella. Por hábito y responsabilidad, siempre me interrogaba: ¿Fuiste a ver a tu tía?

175

En 1982 Floreal fue despedido de la Universidad de Antofagasta y coincidió con el viaje de intercambio de estudios de sus dos hijas, Claudia y Cecilia. La beca ya aceptada les signi caba un año de estudios en Alemania. Ante la imprevista cesantía que comenzaba a vivir, la in-

Porrepostería.supersonalidad cálida y discreta Magaly siempre fue bien acogida en los círculos que frecuentaba. Dama de especial prestancia, disponía de un singular buen gusto y como algo natural, se sentía bien luciendo impecable. Su capacidad organizativa se notaba en detalles. En cada iniciativa desplegaba disciplina y prolijidad. Sus álbumes fotográ cos de viajes son un buen ejemplo. En ellos, aparte de indicar fecha, destino y acompañantes, incluía un mapa señalando la ruta en países y ciudades recorridas

certidumbre176 se apoderó de su mente y se atrevió a plantearle a Magaly ¿y si suspendemos el viaje de las niñas?, la respuesta inmediata y categórica de ésta, no se hizo esperar ¡ni se te ocurra! Al escuchar a su esposa; Floreal entendió que cualquier argumento que esgrimiera, no cam biaría su decisión. A mediados de ese año ambas estaban en Europa y aquí, dejando de lado viejas aprensiones y supuestas di cultades, Floreal se congratulaba de tener a su lado una mujer cuyas iniciativas, silenciosamente faci litaban el futuro de sus hijos. Si a Floreal le preocupaba el año de ausencia de las hijas, Magaly sabía que ellas, por edad y formación debían asomarse al mundo y Ale mania podía contribuir con su cultura y desarrollo. La madurez de sus hijas era garantía su ciente y todo fue una interesante aventura cultural. Pero, también había una diferencia: Floreal con su “Dios provee”, era padre de gran espiritualidad, pero por muchos indicios bíbli cos que allí se insinuaran, lo cierto es que a Magaly esa bienaventurada frase le sacaba los choros del canasto. Su esposa, según las necesidades familiares de ese momento, amplió la cocina de su casa y con sus tortas ganó fama en la

177 y, según el caso, al pie de las fotos colocaba comentarios adecuados a la escena captada.

Contactos esporádicos había tenido con Floreal a través de Corporación Pro Antofagasta, PROA, por lo tanto, al designársele como alcalde, al retorno de la demo cracia, no podía considerarme su amigo y, a Magaly, aún no la conocía. A mediados de la década de los 90, coin cidimos con el matrimonio Recabarren Raby y los Mella Guiroux en clases de tango del Club Alfredo D´Angelis.

A partir de ese momento a anzamos una amistad que con mi esposa valoramos hasta hoy. La postura, giros y ritmo rioplatense del 2 X 4 motivan a muchos, pero las habilidades corporales no siempre favorecen, por mucho entusiasmo que se ponga al salir a la pista. Magaly, con facilidad asimiló desplazamientos y pasos imprimiéndoles una elegancia muy suya que la destacaban en el grupo de alumnos bailarines. Floreal, en cambio, “auto convencido”, sólo bailó su propio tango y hasta el día de hoy es feliz ya que “se graduó” en su primer nivel de bailarín. Algunos —y es necesario admitirlo—, seguimos convencidos que lo hizo por secretaría y quizás como un íntimo reconocimiento para su esposa a quien este curso le satis zo plenamente. Lo que pocos saben es que Floreal, no obstante los años, a la luz mortecina de cualquier farol, aún siente arrabaleros impulsos. Envuelto en la silenciosa y romántica penumbra se detiene y, en el fondo de su corazón, hasta cree escuchar eso de Gardel y Le“ElPera:farolito de la calle en que nací fue el centinela de mis promesas de amor bajo su quieta lucecita yo la vi

178 a mi pebeta luminosa como el sol. Hoy que la suerte quiere que te vuelva a ver ciudad porteña de mi único querer y oigo la queja de un

Magaly disfrutaba con la buena lectura. Como una curiosidad, por la imposibilidad de cuanti carla, la me moria de Floreal registra este caso: “ella me decía, Papá lee este libro y después lo comentamos. Por ser buena lectora y, además, seguidora de temas que le interesaban, ya había acumulado su cientes argumentos para que yo no pudiera rebatir sus posiciones. Distinto era el caso si el tema analizado era producto de una novela histórica donde mis puntos de vista se imponían”.

Magaly, por años, se dedicó a manualidades como cerámica y el bordado de tapices que le enseñó su hija Cecilia. Esta técnica la dominó y llegó a decorar algunos muros del hogar. Sin embargo, según se ha dicho, su gran pasión fue la cocina que la llevó a escribir “Las cosas que a la familia le gustan”, bello libro de recetas con platos cocinados en casa y que se transformaron en los favoritos de su familia. Sergio, su hermano, diseñó el recetario con dibujos alusivos a la cocina. La edición fue sólo de tres ejemplares: uno para cada hijo.

Floreal ha escrito páginas memorables y gran parte de ellas se deben a la insistencia de su esposa. “Ella era mi instigadora, siempre lo fue. A diario, alrededor de las 15.00 horas, me decía: ¡Ya papá, a trabajar...! Se sentaba al frente de la máquina de escribir para que le dictara mis ideas. Años después, ante el computador le exponía los

dentrobandoneóndelpechopide rienda el corazón.”

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De igual modo actuó ella cuando yo debía tomar una decisión concerniente a una participación política. Al respecto, nunca me comprometí políticamente, sin ha ber tenido su anuencia y cuando ella se mostró dubitativa, tuve los argumentos necesarios para convencerla honestamente”.Ainiciosde

1990, la Compañía Cervecerías Unidas tenía di cultades con el casino del personal. Magaly y dos nutricionistas amigas decidieron ofrecer sus servicios profesionales para administrarlo y solucionar los problemas de su funcionamiento. La reunión con la gerencia empresarial fue muy auspiciosa. El gerente, ante la claridad de sus planteamientos y luego de escucharlas atentamente, las sorprendió con una muy seria y especí ca respuesta: “Es cierto, estamos complicados con el casino y requeri mos un nuevo concesionario... Acepto vuestra oferta de servicios y, concluyó con un ¿cuándo comienzan?” Sin salir de la grata sorpresa y carentes de una respuesta para tan apremiante y especí ca petición, un silencio total se apoderó de la o cina.

Con voz bien timbrada, con serenidad, admite que “fuimos una pareja muy unida por el amor. Compar tíamos los mismos objetivos como familia y nos apoyábamos mutuamente. Cuando decidió emprender algo, jamás tuve una actitud de intromisión; por el contrario, siempre existió en mí, la mejor disposición hacia ella.

temas que estaba trabajando. Me colaboraba en todo ya fuera una columna periodística, un texto de investigación histórica o las páginas para una exposición”.

Una de las tres amigas se sobrepuso y con timidez respondió: “hoy no disponemos de capital para adquirir cuanto requerimos para un correcto funcionamiento”.

Finalmente,180 en tono dubitativo, preguntó: ¿Usted podría otorgarnos un adelanto? La respuesta, para el total asom bro de las socias, fue un espontáneo ¿Cuánto necesitan? ¡Tres millones! Respondieron a coro. Floreal recuerda que acompañó a Magaly a Santiago, a comprar todos los elementos que requerían para habilitar el casino de acuerdo con la propuesta que le habían hecho al gerente. De esta manera se inició Magaly en una actividad comercial de envergadura. Floreal re exiona un momento para especi car que: “Era un trabajo bastante exigente que otorgaba compensaciones. Gracias a él, Magaly obtuvo valiosas experiencias y una merecida utilidad con la que un día me sorprendió al decirme ¡Papá, nos vamos a Europa!”Porvarios años la concesión del casino de la CCU fue un excelente negocio. Luego, circunstancias económicas le restaron atractivos y las socias decidieron no continuar con el contrato y pusieron término a la sociedad. Un sueño de Magaly fue la “Cafetería Viena”. Recién iniciada la década del 90 pudo inaugurarla en la galería comercial Plaza Prat. Su ubicación en un segundo piso fue un impedimento para atraer a los degustadores del café. Mantenerla operativa no fue fácil y esto obligó a su cierre antes del tiempo esperado. Años después fue la ocasión de insistir con un “Salón de té”. Su nombre “Viena”, llamaba la atención en la esquina de Baquedano con Latorre, pero tampoco prosperó y cerró sus puertas anticipadamente. En una oportunidad le ofrecieron a su yerno Raúl que instalara un café en la Casa de la Cultura. Magaly, esta vez previsora y por experiencia, opinó que ese café no era conveniente por el escaso número de per sonas que visitaban el recinto.

La oportunidad de comprobar la seriedad de Magaly cuando asumía compromisos se me presentó a nes de 2008 al organizar una comida para Floreal. La idea era ofrecerle un reconocimiento ciudadano a su labor y trayectoria en favor de la comunidad. Al proponerle la idea, de inmediato la aprobó convirtiéndose en una socia-cómplice de la iniciativa. La velada fue un absoluto secreto para Floreal hasta que se realizó. Entre los concurrentes se hablaba de la “Cena de la Amistad” y logró reunir un numeroso y variado grupo de personas vinculadas a la extensa participación en actividades ciudadanas de Floreal. Emocionadas palabras en esa ocasión resaltaron los valores y principios del homenajeado, así como la contribución que de él habían recibido o sus múltiples apor tes comunitarios. El éxito del evento, en gran medida se debió al comprometido esfuerzo desplegado por Magaly, sin cuya participación habría sido imposible el resultado obtenido.Enel año 2003, su yerno Raúl supo que el local don de funcionaba un pequeño café en calle Prat a la entrada del Pasaje López, se arrendaba. Su idea fue instalar allí no cualquier café, sino uno que se distinguiera en la ciudad. Le participó de su idea a Magaly que se entusiasmó de inmediato. El local se arrendó formándose una empresa entre Magaly y su hija Claudia, quienes fueron propietarias del “Café del Centro”. Raúl a su vez fue el artí ce del ambiente que caracterizaría al local. Él había trabajado en la pampa y quiso rescatar el pasado salitrero aportan do para la decoración del local una serie de elementos de época como relojes, libros viejos, balanzas y otros artefactos que había coleccionado. También aprovechó de invitar a dos artesanos locales para que colaboraran en la

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decoración182 con su arte: al maestro forjador Juan Bravo y al artesano del cobre Julio Morales. A su vez, le enco mendó al joven pintor, Luis Núñez unos cuadros que realzaron la decoración del local. Desde su inauguración e inicialmente bajo la administración de Magaly, el Café del Centro, se constituyó en el mejor de su tipo en la ciudad, congregando de lunes a sábado, a una atractiva clientela, entre la que se destacaban políticos, autoridades, empresarios, ejecutivos, intelectuales, etc. El café gozó de prestigio y el sueño de Magaly se coronó con éxito personal y comercial. A nes del año 2017, el Café del Centro, cerró sus puertas. Magaly fue una persona que, en general, gozó de buena salud. Una vez al año acostumbraba a hacerse los tí picos chequeos femeninos. En una ocasión le detectaron unos nódulos en un pecho. Tras los exámenes y análisis, vino una operación para extirparlos y luego varias sesio nes de quimioterapia con consecuencias que rápidamente se notaron. Según Floreal, esta situación ella la percibió como un panorama oscuro y difícil. No más de un año después de su operación, entre otras di cultades, le co menzaron a aparecer moretones en su piel.

Con esperanza e ilusiones, organizó un viaje familiar a La Serena. El deseo era que, como en otros años, la familia Recabarren Raby se reuniera en su totalidad. Magaly se mostraba entusiasmada al verse, ella y Floreal, rodeados de sus hijos y nietos. Arrendó una amplia casa que acogió cómodamente a toda la familia.

La estadía en La Serena no fue la esperada. La primera noche fue estupenda, en un ambienta cálido, compartiendo estrechamente con toda su familia, tal como ella lo había imaginado. Días después comenzó a sentir-

183 se mal. Su yerno, Manuel, se preocupó, al extremo de decidir trasladarla de urgencia a la clínica INDISA en Santiago. El primer pronóstico no fue tan negativo, pero al someterla a exámenes especí cos se le diagnosticó trombosis cerebral. La opción era operarla, pero con altas probabilidades de quedar con secuelas y una mala calidad de vida. La perspectiva de una Magaly desmejorada o con sus facultades limitadas, gatillaron en Floreal su indiscutible don de la fe y decidió dejarla en las manos de Dios.Días antes del adiós, cuando ella aún estaba consciente, Floreal quiso darle un beso. Magaly, con la sabiduría de la mujer que lo amó toda su vida, no se lo aceptó diciéndole: “Papá lo siento, tengo la boca muy amarga para besarte”. Siempre es posible vivir de recuerdos. Floreal se quedó con el sabor de ese beso ausente. A partir de ese día, Magaly cayó en coma, estado del cual no se recuperó, falleciendo el 27 de febrero de 2009.

La muerte de Magaly ha sido el golpe más fuerte reci bido por Floreal en su vida y aun cuando lo enfrentó con buena disposición y positivismo, quienes logran establecer un contacto estrecho con él, perciben la nostalgia, la indeleble huella de su amada ausente y la profundidad de un amor inagotable.

Para Floreal la decisión de realizar ese viaje a La Se rena obedeció a una premonición de Magaly. Pudo haber intuido que esa sería la última reunión familiar en la cual participaría. Se podría especular que su fuerza interna, a anzada por su sentido de la realidad y su fe religiosa la podrían haber empujado a “preparar” una despedida que veía venir inminente.

Floreal, al borde de los sesenta años, jamás se había planteado la opción de convertirse en empresario. No estaba en su ADN hacerlo, ni se sentía preparado para ello. Sin embargo, como en todo orden de cosas, hubo un argumento que lo hizo re exionar sobre el tema.

184 Aparte de la inmensidad del amor de Floreal por Magaly, éste no deja de reconocer el respeto que siem pre sintió por ella, destacando el liderazgo que ejerció al interior de su familia, el apoyo incondicional que le brindó en su dedicación a la política y el realismo, en trega y perseverancia con que asumió diversas crisis económicas familiares. En síntesis, Floreal honestamente con esa que jamás pudo haber tenido otra mujer como esposa que Magaly. A modo de despedida y en los pri meros momentos de su partida, Floreal echó mano a un acróstico: M e gritaste en el silencio de la nada A marré mi mundo en tu recuerdo Gusté de un beso que no fue A ligeré mis penas en tu rostro inocente L loré en tus hombros inertes Yo y tú. Tú y yo... para siempre. Floreal ha declarado que quisiera que en su tumba se grabara el siguiente epita o: “Magaly y yo unidos en la eternidad”. G. Centro de Estudios Académicos, C.E.A.

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Floreal pensó que esta medida, requeriría de especialistas que prepararan a los alumnos cuya aspiración fuera una buena cali cación en su postulación universitaria y se preguntó ¿y por qué yo no puedo participar en esta oportunidad?Élseconsideraba un buen profesor. Con el tiempo y múltiples experiencias, había adquirido una sólida reputación docente; ahí radicaba su fortaleza. Pero, también tenía claro, que sólo con esta capacidad, no bastaba para involucrarse en la creación de un establecimiento que debía manejarse con criterio empresarial. Éstas eran palabras mayores. No obstante, el entusiasmo por emprender, que por primera vez se había apoderado de él, no fue or de un día y, aunque carente de conocimientos técnicos para evaluar, desde cero, el proyecto que le estaba quitando el sueño, puso manos a la obra, sin tener claridad ni orientación de la forma en que operaban dichasLoinstituciones.primeroque se le ocurrió, fue tomar contacto con algunos de sus conocidos. Necesitaba antecedentes de la operación de estos planteles. Así llegó a un “preuniversi tario” ubicado en calle Uribe, entre Ossa y 14 de febrero, frente al antiguo terminal de buses de la empresa Trama ca. Allí prestaban servicios Carlos Espinosa y Tomislav Ostoic, destacados profesionales antofagastinos, quienes aportaron la información que requería.

Los tiempos eran difíciles y el punto débil de éstos estaba en su administración académica y el nivel de sus profesores. Estas circunstancias se traducían en una muy

A inicios de la década de los 80, el gobierno militar consideró necesario incorporar determinados conoci mientos de Historia en la Prueba de Aptitud Académica.

El próximo paso fue tomar contacto con la conocida pro fesora de castellano, Patricia Bennett, a quien le planteó el proyecto. En ese momento ella no estaba en condiciones de embarcarse en una empresa propia, pero le recomendó que conversara el tema con su colega, María Orieta Véliz Castillo.Floreal algo conocía de esta profesional: responsable, de trato serio y exigente, con su ciente experiencia en la dirección de equipos docentes universitarios en la carrera de Castellano y con una buena imagen entre sus colegas. En una llamada telefónica le expuso su idea, ante lo cual ella pidió un tiempo para evaluar su proposición, pero él insistió en hacer una reunión previa. Ella aceptó asistir con la clara decisión de rechazar su propuesta. Iniciada la sesión, Floreal amplió la idea que tenía del proyecto. Acto seguido, repartió tareas y, sin permitir un respiro, rápidamente se retiró. Así, Orieta no tuvo la oportunidad de plantear su rechazo y se vio obligada a cumplir con lo asignado y así, probarse en ese campo.Sinduda que esa súbita y casi improvisada propuesta, no estaba exenta de riesgos. Ninguno de los dos había estado involucrado antes en una actividad empresarial con características pedagógicas. Si bien Floreal con aba, y con razón, en sus aptitudes y trayectoria como docente, carecía de las herramientas y experiencia de administra-

Este inicial traspié no debilitó la idea del emprendi miento que ya se había instalado en la cabeza de Floreal.

baja186 matrícula. Floreal, con ado en la potencialidad de su proyecto, aventuró un interrogante: ¿ambos estarían dis puestos a participar en la creación de un nuevo instituto?

La propuesta no tuvo un eco positivo.

187 ción básicas para dirigir una institución educacional. Sopesando las variables a favor y en contra, tanto él como ella, coincidieron en que valía la pena arriesgarse y llegaron a un acuerdo para hacerse cargo del preuniversitario donde se desempeñaban Espinosa y Ostoic, cambiándo le el nombre por el de Centro de Estudios Académicos, C.E.A. Inicialmente los socios fueron Floreal, Orieta y Douglas Fuenteseca, profesor de matemáticas, que sólo estuvo ligado al Centro un par de años.

El C.E.A. abrió sus puertas en marzo de 1984, en calle Uribe 975, tercer piso. En esta ubicación se mantuvo hasta marzo del año 1991, fecha en la cual se trasladó a calle Copiapó N° 1184. Floreal rememora las circunstancias y argumentos del cambio de domicilio. “El Cen tro, desde sus inicios, dio muestras de ser una institución prometedora. Estaba bien administrado. Había logrado consolidar un excelente cuerpo docente. Sus alumnos ob tenían buenos puntajes en la Prueba de Aptitud. Recibía más solicitudes de matrículas de las que podía atender y contaba con una adecuada validación comunitaria”. En ese momento Orieta le propuso la adquisición de una propiedad para ampliarse y, además, no pagar arriendo capitalizando el pago de dividendos. Floreal entre dubitativo, inexperto y temeroso, le dijo “¿y de dónde sacare mos la plata?”, a lo que Orieta lo tranquilizó, limitándose a contestarle “ese problema déjamelo a mí”. Ella disponía de una reserva que aportó como ahorro previo, y el saldo necesario, lo obtuvieron mediante un préstamo banca rio. De esa forma, el C.E.A. se puso pantalones largos, comenzando a operar en una espléndida casona, que les permitió ampliar la cobertura de asignaturas a impar tir y aumentar, considerablemente, la matrícula. Así, el

Centro188 que, en sus inicios, tímidamente atendió una treintena de alumnos, en su punto más alto llegó a contar con más de 200.

Según Floreal, todas las aquezas que él tenía las suplió con creces Orieta. “No podía haber tenido una socia mejor, asegura. Ella, para gran sorpresa y fortuna mía, poseía una capacidad extraordinaria para organizar y admi nistrar, aspectos en los cuales yo, francamente no pateaba. Hicieron una muy buena pareja: Floreal por su experien cia y prestigio era la cara externa del instituto, aspecto que concitó una excelente atracción de estudiantes hacia el establecimiento. Con seguridad muchos de los alum nos que se matricularon, lo hicieron por una decisión de sus padres que valoraban la trayectoria de Floreal. Parte de la comunidad llegó a conocer al Centro de Estudios Académicos, como “El Pre del Reca”. Floreal es enfático en sus recuerdos: “Orieta, aparte de hacer clases, llevaba las cuentas y me informaba, en detalle, de todo el movimiento del instituto. Yo no heredé las cualidades de mi padre, quien se desempeñó e cientemente en tareas administrativas y contables, por consi guiente, jamás me involucré en estas materias. Ella repartía los bene cios y yo recibía y ni revisaba los resultados, con aba plenamente en su capacidad e idoneidad. Nunca tuvimos un problema por dineros, cuando hay con anza ¿por qué debía haberlos? Pagamos el préstamo al banco y no teníamos deudas. Nos ampliamos creando nuevas y mejores salas de clases y o cinas administrativas. Orie ta hizo maravillas, ocupándose de todo. Le imprimió un sello de excelencia a la dirección del C.E.A., con una preocupación constante en la actualización de los conteni dos y metodologías de las asignaturas que impartíamos,

Los primeros docentes (1984) fueron:

La combinación Floreal-Orieta fue, desde un comienzo, exitosa. La más optimista de las proyecciones que habían hecho, fue cumplida; más aún, en algunos casos, la sobrepasaron. Las matrículas del primer año en que comenzaron a operar fueron rápidamente copadas y esa fue la tónica en los años siguientes.

En acotación de Orieta: “La preparación de los profesores, su responsabilidad, metodología, entrega y compromiso, en cada una de las asignaturas, permitió sig ni cativos logros en el acceso de alumnos a las carreras y universidades de su preferencia e incluso, al término exitoso de su formación profesional. También in uyó en los resultados el alto nivel de exigencia a los alumnos y la atención preferente de aquellos aspectos de citarios advertidos al ingresar al C.E.A.” Ella también ha señalado que “le satisfaría mucho agradecer profundamente a cada uno de los profesores y personal administrativo por toda su entrega y compromiso con la institución, ya que el éxito podría haber sido esquivo si no se hubiese contado con su profesionalismo y excelencia. Todos ellos fueron el alma de esta empresa.”

Durante el funcionamiento del C.E.A. pasaron por sus salas más de 50 profesores que impartieron las asignaturas de Historia y Geografía, Ciencias Sociales, Ma temáticas, Lenguaje y Comunicación, Biología, Física y Química. Además, contaban con áreas de Orientación, Psicopedagogía y Psicología, como apoyo personalizado a los estudiantes matriculados.

189 incorporando cursos de reforzamiento, para atender las reales necesidades de cada alumno”.

Por un buen tiempo, el Centro no tuvo una gran competencia en Antofagasta. Esta circunstancia fue determinante para que, en absoluta reserva de sus socios, se abriera un registro de alumnos becados, cuya única exi gencia para serlo, fue la dedicación y el logro de resultados que los favorecieran en sus aspiraciones.

Floreal Recabarren Rojas (socio). Ciencias sociales (Especí ca).

Floreal Recabarren Rojas. Matemáticas (Aptitud). Douglas Fuenteseca Sierra (socio durante el año 1984). Matemáticas (Especí ca). Aníbal Gálvez Zuleta. Lenguaje y comunicación. María Orieta Véliz Castillo (socia). Biología. Marcos Cikutovic Salas.

190 Historia y geografía de Chile.

El C.E.A. fue una institución educacional concebida para apoyar a todo estudiante que aspiraba a obtener un puntaje adecuado en conformidad con las exigencias del sistema de ingreso a las universidades chilenas, especialmente a aquellos que rendían la prueba por segunda vez. Esta iniciativa pedagógica regional tiene, en el tiempo, características especí cas. Satis zo una evidente ne cesidad educacional de la Región. En la aplicación de sus cánones formativos, un e ciente profesorado adecuó sus metodologías a los reales niveles de conocimiento de cada alumno para integrarlos a todos en una dinámica donde las necesidades, junto con ser captadas, eran su ciente mente recti cadas, permitiendo a los alumnos no sólo la

191 integración de nuevos conocimientos, sino también una enriquecedora contextualización. La pedagogía de “en señar a aprender”, a la par que agiliza los aprendizajes, concede a los educandos la seguridad de manejar conocimientos que, re exivamente, le abren universos de inte rrelaciones y juicios personales.

Mónica Gámez Díaz, ingeniera geomensora de la Universidad de Antofagasta, opina que “mi preparación en el C.E.A fue una oportunidad que me permitió com plementar y reforzar mi conocimiento para superar el gran desafío de la PSU. En el instituto me relacioné con un grupo de grandes profesores que se caracterizaban por su real vocación de enseñar. En todos ellos pude apreciar un auténtico interés por resolver cualquier duda surgida en cada una de las actividades programadas. Lo justo es decir que valía la pena escuchar y aprender de cada uno de estos de tres décadas, hoy se habla mucho de realidades “inclusivas”, el C.E.A. pudo compensar gran parte de las anomalías que estaban debilitando un sistema educacional ya en esos días en severa crisis. En la conciencia de quienes hicieron el Centro, una idea estaba muy de nida. El mundo había cambiado. Sin embargo, por un imperativo de la razón, los cambios se perciben en un entorno donde la novedad de éstos se realza por la indispensable presencia de ese acervo cultural cuya permanencia garantiza y le da el ser a la tradición. Siempre será bienvenido lo nuevo, porque una vez inserto en la temporalidad, surcará las mismas aguas que, en su oportunidad, ya fueron hendidas por lo que, en derecho, ha sancionado la tradición. Tempranamente el C.E.A. forjó una tradición de calidad. Lo bueno de antaño y algo

Conprofesores”.ideasdemás

de192 lo nuevo de ahora —esto es lo normal—, son indispensables al momento de percibir el progreso, porque el auténtico cambio no es una anulación de lo existente.

Quizás al reproducir esos pensamientos, alguien suponga que nada nuevo se ha dicho hasta el momento. Si así fuera, aprovechemos la ocasión para jar la atención en esta página de “La Prensa” de Tocopilla que el 22 de octubre de 1929, decía que: “En el país se está operando un gran movimiento de la educación pública, sobre la base de investigaciones cientí camente encauzadas (...) Durante años estuvimos lamentando la ine cacia de la escuela especialmente en la pampa salitrera, donde se creía cumplido el deber para con los niños dándoles los rudimentos de la enseñanza primaria sin hacer nada para formar su espíritu, para habilitarlos como obreros de la colmena humana.” Desde lejos viene el clamor. Algo había que hacer para dar paso a los cambios. El C.E.A. hizo lo que hizo, en conformidad con este tipo de ideas. Según opina Orieta, en esa amplia perspectiva de conocimientos pedagógicos especializados, el C.E.A. siempre fue un todo armónico y dinámico, gracias a sus profesores, docentes de lujo, cuya responsabilidad y compromiso fue un sólido respaldo para el funcionamiento y prestigio del Instituto. Entre tanto, los tiempos habían cambiado. Se vivía el tercer milenio. Otro orden de cosas se dejaba sentir. Tan to Floreal como Orieta, estimaron que el futuro les depararía una dura competencia. Nuevos criterios de gestión se imponían y, al considerar aventurado continuar, decidieron retirarse de la actividad. De nitivamente “El Pre del Reca” cerró sus puertas el año 2004, contando con una matrícula que rondaba los 100 alumnos. La contri-

Posteriormente los socios vendieron la casona, en el año 2007. El íntimo convencimiento de haber cumpli do una tarea pedagógica y social, más el reconocimiento de quienes fueron sus alumnos, no obstante, el tiempo transcurrido, es aún motivo de satisfacción para quienes se responsabilizaron de su dirección y para todos los que, con su participación, le dieron un per l y una notoria e ciencia.

193 bución socioeducativa del C.E.A. para la región, se había cumplido. Los alumnos bene ciados con su formación, aún en estos días reiteran un agradecimiento que, en sus emocionadas palabras, testimonia el inmenso valor que le asignan a esa etapa formativa en sus aulas.

CAPÍTULO V PENSAMIENTO, TRAYECTORIA POLÍTICA Y ALGO MÁS

197

Todoimportante.loanterior contribuye a la formación de prin cipios y valores, elementos que, en de nitiva, pesan para la concepción del pensamiento político que se reconoce como propio. Éste, por lo general, comienza a cimentarse en la juventud, época en que el joven muestra disposición a escuchar, conocer, re exionar y vincularse con una u otra ideología, siempre y cuando, se estimara necesario asumir una posición al respecto.

A. Consideraciones para entender su pensamiento político. El intento de referirse a las razones de una persona, para asumir determinada posición política en su vida, no es tema trivial. Las decisiones primordiales, obligan a analizar, compatibilizar y contextualizar las in uencias de los entornos en que se ha desarrollado el individuo: familia, amistades, profesores, compañeros de estudio, vivencias, situación nacional, etc., que para el caso, tienen una gravitación

Aun cuando la trayectoria política de Floreal, que lo llevó hasta el Congreso Nacional, es su cientemente co nocida, sus orígenes y vaivenes iniciales no lo son para una considerable mayoría. Un ejemplo es que a la edad de 14 o 15 años, inicios de la segunda guerra mundial, lo entusiasmó el discurso nacionalsocialista. En su juvenil

conciencia,198 los ideales nacionalistas le permitieron soñar con un mundo mejor y entrever en esa corriente sociopo lítica, movido por la propaganda, un modelo distinto, que bien podía satisfacer sus aspiraciones, ya que, para su peculiar apreciación, aquella doctrina propendía a la creación de un país libre de arbitrariedades laborales que abundaban en todas partes y que él repudiaba, dado su conocimiento de la realidad socioeconómica y cultural vivida en las o cinas salitreras.

Su tenue pensamiento se impresionó con las noticias del cambio social e industrial de Alemania después de la Gran Guerra. Esta, a pesar de las restricciones leoni nas que le había impuesto el Tratado de Versalles, bajo el liderazgo de Hitler, era mostrada como una potencia que resurgía con un fuerte énfasis nacionalista, anticomunista y anticapitalista. Sin profundizar demasiado en la concepción ideológica del régimen nazi, aunque había leído “Mi lucha”, le producía un ruido atractivo. Aprobó medidas como la fabricación del auto y la radio del pueblo, Volkswagen y Volksempfänger, y que éstos estuvieran al alcance de todos. Para él y algunos más, en esa época, Alemania representaba un paradigma de nación esforzada y libre, moderna y justa. Pocos, entonces, repararon en el lastre populista de las medidas ofrecidas por la propaganda, de un régimen totalitario para fortalecer el espíritu germánico.

Por esas rústicas re exiones, en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, se mantuvo cercano a la causa alemana. En muchos aspectos del con icto bélico, se mostraba más interiorizado en su desarrollo que los propios profesores, al extremo que sus compañeros le consultaban sobre las últimas maniobras de tropas y

muchos, estaba convencido que lo negativo que se divulgaba de los alemanes, era sólo el habi tual resultado de la propaganda yanqui. La simpatía por el nazismo le duró hasta que comenzaron a conocerse, en las postrimerías de la guerra, las condiciones inhumanas y exterminio de los judíos en los campos de concentración y no podía haber sido de otra manera, para quien ya estaba construyendo, internamente, un pensamiento humanista cristiano y solidario. El joven Floreal, más de algo supo del Partido Obrero Alemán. Se informó de la existencia de Anton Drexler, Gottfried Feder y Dietrich Eckart y también supo del pa pel de Hitler para crear el National Sozialistiche Deustsche

Una de sus fuentes de información —según recuer da—, era la radio, especí camente el programa “La voz de Alemania”, que escuchaba cada noche. A su vez era asiduo lector del periódico “La Semana Internacional”, editado en Valparaíso por el exiliado intelectual catalán Juan Bardina, quién a pesar de sus raíces, era un furi bundo germanó lo. El epígrafe de este periódico era un pensamiento de H.G. Wells que decía “Quien ama la democracia, luchará por extirparle los vicios con que la han esterilizado los demócratas”. Esa re exión, intentaba reproducir lo sucedido a otros países en el mundo con sis temas de gobierno, donde la corrupción campeaba hasta desprestigiarlos.Floreal,como

199 acontecimientos en los campos de batalla. Tenía mapas para explicar las posiciones y avances estratégicos, comen taba acerca de enfrentamientos navales, etc., todo ello en el bien entendido que sus palabras eran ni más ni menos que un tenue re ejo de lo ofrecido en los medios de comu nicación de un pequeño país situado en el n del mundo.

Arbeiter200

¿Imaginaría Floreal, en esos lejanos días que alguna vez llegaría a Alemania (1966 y 1990)? ¿Qué pensaría Floreal, siendo todavía Alcalde de Antofagasta (1964-1967), cuando falleció el norteamericano George Lincoln Rockwell? En 1957 Rockwell fundó en Arlington, Virginia, el Partido Nazista Norteamericano. Respecto de la socie dad, Rockwell sostuvo: “Nosotros creemos que lo que se ve ahora es una predominancia no natural de los judíos que verdaderamente son “untermenschen”, la escoria de la tierra. Creemos que Hitler fue el hombre más grande que haya vivido en aproximadamente dos mil años. Él es nuestro guía espiritual. Nosotros creemos que la historia del hombre blanco demuestra su clara superioridad sobre otras razas”. Rockwell fue asesinado en agosto de 1967 por un ex miembro del partido que, en su momento, fue “el cuarto en la línea de sucesión”. El hombre aún, en cuanto a ideologías, deja entrever tanto como un libro con las páginas en blanco. El tiempo y las costumbres anquean al hombre para que cambie. Luego de ese despertar y dentro de sus am bigüedades (¿en la juventud quién no las tiene?), hubo un lapso en que también se sintió motivado por el comunis mo. Tal como lo había hecho ante la situación de Alemania, el progreso que experimentaba Rusia lo conmovió tanto, como la proclama respecto de su lucha contra las inequidades que sufrían los trabajadores. Por esos días,

Partei —el N.S.D.A.P.— abreviado “Nazi”, el tristemente famoso Partido Nacional Socialista Alemán de Trabajadores. Lo demás quedó en la Historia para tranquilizar las conciencias. ¿Mucho se habrá aprendido de las atrocidades de esos años? Los tiempos cambian. Las mentalidades, dicen, que al paso de los años, también.

201

el ruso Alexandr Solzhenitsin de unos treinta años y que llegaría a ser gran escritor, ni siquiera soñaba con “Un día en la vida de Iván Denisovich” (1962) o “Archipiélago de Gulag” (1973), libros que pudieron haber orientado las ideas de Floreal. Sin embargo, esta inclinación tuvo una fugaz permanencia en su mente, ya que el ateísmo propalado por la ideología de la hoz y el martillo, con su consigna que la religión era “el opio de los pueblos”, se contraponía radicalmente a su convencida religiosidad de baseAclaradas,cristiana. de algún modo, sus dudas, inquietudes y opciones, se convenció que la corriente social cristiana, era el pensamiento político que más elmente lo interpretaba. Reconoce que, a esta certeza llegó por su pro pia iniciativa. Más allá de la convivencia social y la del ámbito educacional, no hubo guía, in uencia ni intermediación de persona alguna. Sólo se debió a su temprana inquietud por contribuir, de alguna forma, en la sociedad a la que aspiraba. Incluso sus progenitores no moldearon su pensamiento. Su padre votaba por los radicales, aunque no era del partido y su madre se mostraba en total neutralidad, porque según Floreal, “no entendía de política”. Con esa que el pensamiento humanista cristiano del lósofo francés Jacques Maritain, quien sostenía que la persona estaba por sobre el mercado y que el Estado debía asegurar la justicia y el bien común, fue uno de los soportes que abonaron su decisión de interesarse tempranamente en la política. Dentro de su interés social y su orientación cristiana, hubo un tiempo en que cuestionaba la postura adoptada por la Iglesia. Aclaró esta discrepancia gracias a su estudio de la historia del siglo XIX, cuando conoció la encíclica

La citada encíclica se acepta como pieza clave e ins piradora, sobre la cual se funda la Falange Nacional, entonces un grupo de estudiantes de la Universidad Ca tólica, adscritos al Partido Conservador, entre los que se contaban Alejandro Silva Bascuñán, Bernardo Leighton, Ignacio Palma, Manuel Garretón, Ricardo Boizard, Ra domiro Tomic y Eduardo Frei Montalva. Éstos comienzan a manifestar su preocupación e insatisfacción ante la pobreza que afectaba a la mayoría de los trabajadores del país. Con el ímpetu propio de la juventud y evidentes sesgos de rebeldía, procuran que el partido acoja sus pun tos de vista y oriente su accionar hacia políticas con más sentido social. Sin embargo, el Partido Conservador de la época, no estuvo dispuesto a realizar un cambio tan radical. Finalmente, el grupo se escinde del conservadurismo y funda la Falange Nacional, en el año 1938, la antítesis de la Falange Española, de orientación fascista y que luchaba por establecer un Estado totalitario. Esos jóvenes chilenos, al formar la Falange, tuvieron como referente español al partido Acción Popular, liderado por José Ma ría Gil Robles, que sostenía la doctrina social de la iglesia y propugnaba una organización corporativa. El movimiento chileno, que se inicia tenuemente, al poco tiempo conseguiría cierta adhesión en los jóvenes de la época con una clara conciencia social, una sólida orientación democrática y arraigados valores cristianos,

Novarum del Papa León XIII, de 1891, donde se analizaban las relaciones entre el gobierno, empresas, tra bajadores e iglesia, llegando a proponer una organización socioeconómica que, con el tiempo, se reconocería como “corporativismo”. Por primera vez un Papa, entraba de lleno a postular los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

Rerum202

Los postulados del naciente partido calan hondo en el joven espíritu de Floreal e ingresa a la Falange Nacional en 1944, a la edad de 17 años. Para la época, debe haber sido muy extraño que un estudiante de tercero de humanidades militara en un partido político. Recuerda que algunos compañeros de curso, bastante alejados del acontecer nacional, le consultaban sobre la coyuntura política del país, ante lo cual él intentaba aclararles desde su perspectiva y los antecedentes que obtenía de sus lecturas. Los jóvenes de la época, aprovechando que cada partido contaba con papeletas informales con los nom bres de sus candidatos, jugaban a las elecciones, votando

Es preciso acotar que, en sus inicios, la Falange chilena no fue aceptada por cierta jerarquía eclesiástica. Fue cali cada de seudo marxista, incluso se amenazó —dicen por ahí— a sus seguidores, con la excomunión. No se llegó a tal extremo, puesto que la corriente concitó el apoyo de muchos representantes del clero.

La juventud de esos días estuvo llamada a asumir lo que su conciencia le imponía con absoluta claridad.

A la memoria asoma, a modo de ejemplo, el joven Eduardo Frei Montalva que, por esos días y tras ser director del diario “El Tarapacá” de Iquique, alguna vez escribió “...porque conozco el Norte y en algo he vivido la experiencia del salitre y he visto en Tarapacá más de 60 o ci nas paralizadas como resultado de la gran crisis del año 1931. Éstas para mí no sólo son cifras sino imágenes de hechos vivos, de ciudades muertas, de zonas enteras sumidas en el silencio y en el desamparo y de la gran la de los desamparados, con su cortejo de miseria y sufrimiento”.

203 reconocen en el nuevo partido, una doctrina adecuada y realista para abordar los problemas que aquejaban al país.

por204 los candidatos que les tincaban, sin importarles mucho a qué partidos pertenecían.

A su ingreso al Instituto Pedagógico, ese centro universitario vivía una gran efervescencia política, en la cual coexistían, entre otras, dos corrientes cristianas en per manente antagonismo: una juventud conservadora, la Unión Católica del Pedagógico, liderada por el sacerdote Óscar Larson, muy inteligente y tradicionalista y la otra, de pensamiento católico más de avanzada, respaldada por el Padre Hurtado, con la cual Floreal se identi caba y concordaba plenamente. Si bien él no participó directamente de la obra del Santo, asistió a varias reuniones don de predicaba su apostolado.

Floreal, estudiante provinciano, un pajarito nuevo en la capital y sin contactos políticos previos, en su primer año, se limitó a asistir a reuniones para escuchar a políticos de la talla de Frei Montalva, Leighton, Tomic, Castillo y, especialmente, a Carmona que era antofagastino comoEnél.1948, habiendo logrado ya cierta guración en tre el estudiantado falangista, se decide a participar en las elecciones de dirigentes estudiantiles. El Centro de Alumnos del Pedagógico, estaba compuesto por varios subcentros de las distintas carreras que allí se impartían (Historia, Biología, Filosofía, Matemáticas, etc.), logran do ser elegido presidente del Sub Centro de Historia.

Aunque en el Pedagógico se respiraba un ambiente de confrontación ideológica, el paraje en el cual estaban ubicadas las diferentes escuelas invitaba a la re exión y al intercambio de ideas y opiniones, algunas de ellas defen didas con la pasión propia de una juventud que aspiraba a provocar cambios en la conducción del país.

205

A comienzo de los años cincuenta, Floreal asumió el cargo de vicepresidente del Centro de Alumnos del Peda gógico. Desde este nuevo sitial sostuvo fuertes controversias con los representantes comunistas, que constituían una signi cativa fuerza estudiantil. Cabe recordar que el 3 de septiembre de 1948, Gabriel González Videla dictó la Ley Maldita, que proscribió la participación política del Partido Comunista. Floreal participó también en una dura disputa con el decano Juan Gómez Millas, por agregarle al título de Profesor de Historia y Geografía, el de Educación Cívica y Economía Política. Contienda que nalizó exitosamen te para los estudiantes.

Gabriel González Videla, presidente de la época, quiso facultades extraordinarias para manejar esta situación. Uno de los que votaron en contra fue Eduardo Frei. Fundamentó su posición, diciendo: “El alza de veinte centavos es sólo la gota que desbordó el vaso. En todos los hogares de Chile hemos visto cómo sucesivamente se alza el precio de la le che, del gas, de la luz, del agua, de la carne. La angustia va estrechando el cuello de todos los que viven de un salario. Si vemos que los presupuestos de los miles de hogares son cada vez más escasos, entonces, señor presidente, ¿cómo se puede ahogar la protesta que nace en el corazón del pobre?”.

En agosto del año 1949, Floreal recuerda que los estudiantes secundarios y universitarios fueron los primeros en salir a la calle, a protestar por el centro de Santiago en contra del alza de la movilización colectiva. El valor del pasaje subió de un peso cuarenta a un peso sesenta, o sea, veinte centavos o una “chaucha” en su equivalencia. Al movimiento, la comunidad y la prensa le llamó “la huelga o la revolución de la chaucha”.

En aquel contexto de cooperación, el gobierno nortea mericano ponía a disposición de los países latinoamericanos, programas de asistencia en diversas áreas. En el caso de Chile, uno de los aportes estaba especí camente orientado a la educación, el que era rechazado a ultranza por los comunistas. En este tema, dado su representación del Centro de Alumnos del Pedagógico, Floreal tuvo mucho contacto con “El hermano” Bernardo Leighton, cuando éste ejercía el de Ministro de Educación en el gobierno de Carlos Ibáñez.

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Floreal también recuerda, con lucidez, su participación en los consejos de la Falange, como representante de la juventud de ésta. Especial atención le otorgaba a Eduardo Frei Montalva, quien, mientras otros dirigentes tomaban la palabra y declamaban ante la asamblea, él con los ojos cerrados, parecía dormir. Pero, no lo estaba en absoluto. De repente, abría los ojos. Tomaba la palabra y ponti caba, con argumentos y posturas tan sólidas y contundentes, que eran imposibles rebatir. Parecían cla ses magistrales de análisis de la coyuntura política y de la ideología social cristiana. “En esos consejos aprendí mu chas cosas que fueron un gran puntal en mi formación política. En ellos logré apreciar las diferencias entre el comunismo, el capitalismo y el comunitarismo, que era la corriente por la que abogaba la Falange chilena”.

En ese tiempo, a comienzos de la guerra fría, estaba vigente el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca o Tratado de Río, (TIAR), de 1947, pacto que planteaba la defensa mutua interamericana el cual, para los comunistas, se trataba de un acuerdo político-militar encubierto, destinado a garantizar la ascendencia de Estados Unidos en el hemisferio, en momentos en que se estaba en pugna con la Unión Soviética, por la hegemonía mundial.

Floreal regresa a Antofagasta el año 1954 y, paralelamente a su desempeño como profesor en el Liceo de Hombres, se integra al trabajo partidista, hasta darse a conocer co mo un militante disciplinado, consecuente y laborioso. La fecha se presta para un comentario. En el Liceo, su rector, recién nombrado y con veinte años de experiencia profesional, era Mario Bahamonde Silva. La ciudad aún comentaba sus declaraciones a la prensa del domingo 21 de febrero: “Tengo veinte años en el Liceo de Hombres de esta ciudad y pienso que la educación implica un prin cipio de respeto mutuo. Este respeto debe ser la pauta para convertir al niño en hombre paulatinamente y para ir descubriendo en él sus propios valores, sus gustos, sus intereses, sus vocaciones y a través de ello, orientarlo en la

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La democracia exige aprendizajes e impone proporcionalidad en derechos y deberes. Pero, una vez situados en el contexto de la historia —hecho que motivó notables páginas de Frei Montalva—, con aportes en pro de la democracia, también conlleva riesgos y, según sus palabras de 1952, “En el fondo, el riesgo de la democracia está en un mundo en el que todo acicatea al pueblo hacia nuevas peticiones: la radio, la prensa y la televisión —especi có entonces— muestran al hombre de hoy las perspectivas de una vida mejor, mientras la velocidad de la economía no es su ciente para satisfacerlo integralmente. Reducirlo a la razón y mantener su derecho a exigir, es caminar por el lo de un abismo. Ese es el riesgo.” y al paso del tiempo, parece que se ha acentuado. B. Allá en el Norte Grande...

A más de seis décadas de estas palabras, ¿cómo es posible que recién se hable de la necesidad de una pedago gía integral? Este tercer milenio pedagógicamente, si algo necesita, son ideas propias.

vida.”208

A mediados de 1957, los falangistas nacionales se unen con el Partido Conservador Social Cristiano y otros grupos de tendencia Ibañista, militantes del Partido Agrario Laborista y, siguiendo el ejemplo de muchos países europeos de la época, fundan la Democracia Cristiana, a la cual se adscribe Floreal. Políticamente hablando, fue un adelantado a sus tiempos y, muy probablemente, uno de los simpatizantes más antiguos de la Falange primero y militante de la Democracia Cristiana, después.

Esta primera experiencia de contacto y trato directo con los pobladores, así como el escuchar de primera fuente los problemas que los aquejaban, quedó grabada a fuego en Floreal, y le fue extremadamente útil en los distintos cargos políticos desempeñados durante su vida. Envalen tonado por la opinión de ese camarada y los conocimientos recogidos en sus andanzas por los barrios periféricos de Antofagasta, Floreal acepta postularse al cargo de regidor el año 1957 y no sale elegido. De esa elección cuenta una anécdota. Su madre que, por su o cio de practicante, atendía a muchas personas, se convirtió en una gran pro-

El regidor Adolfo Bultó Pi, camarada suyo, que era un pequeño comerciante que padecía de una muy persistente tartamudez, le dispensó su amistad y se transformó en una especie de padrino político, sentenciándole: “Tie nes que ser regidor cabro”. Lo invitó a acompañarlo en sus salidas a terreno, particularmente a la Población El Ancla, surgida de una toma, donde Bultó tenía una secretaría. Allí le presentó a sus electores y amigos.

En cualquier otra situación el candidato con mayoría de votos habría estado exultante y lleno de entusiasmo.

“Quería que me vieran llorar, no me avergonzaba, porque mi llanto era la expresión de una serie de emociones, entre

209 motora de la carrera política de su hijo. A cada paciente atendido, le solicitaba que votara por “Pochito”. Luego de la elección, una amiga le contó que había tenido un problema al votar, porque en la papeleta no aparecía Pochito: ¡VotoCuatroperdido!años después, en 1960, insiste en su postulación y resulta electo regidor de Antofagasta por el período 1960-1963. En esta oportunidad obtuvo la más alta votación dentro de su partido, que a su vez, había logrado la mayor cantidad de votos, por lo que teóricamente su colectividad tenía una gran oportunidad de elegir al alcalde y Floreal estaba, desde el punto de vista de las pre ferencias de los electores, a la vanguardia.

Sin embargo, en el caso de Floreal, este ánimo era muy diferente dado que, el procedimiento para elegir al jefe comunal, consistía en la elección por mayoría de los regidores electos. Ante este hecho legal insoslayable, junto con tener clara conciencia de que una buena parte de los regidores comunistas y radicales, con quienes no mante nía una relación complaciente jamás lo apoyarían, optó por ser el primero en tomar la palabra en la reunión en la cual se elegiría al alcalde y plantear su apoyo a su camara da Santiago Gajardo Peillard, quien había competido por primera vez y mantenía buenas relaciones transversales, para que éste asumiera el cargo (1960-1963). La inesperada proposición, tuvo la aceptación de la mayoría de los regidores. Floreal con dencia que, nalizada la ceremonia, se aproximó a un pilar del salón y explotó en llanto.

El hecho de no haber accedido al sillón municipal, en tanto experiencia y lo aquí detallado, fue un revés para Floreal y tampoco sería el único en su carrera política. En todo caso, estaba seguro de que, esa administración, encabezada por su camarada, realizaría una gran obra pa ra la comunidad. También, dentro de la satisfacción que sentía por la elección de Gajardo como alcalde, estaba el hecho, no menor, de haber sido él quien lo había llevado al partido.Gajardo era soltero, simpático, desenvuelto, con bue na estampa y na caballerosidad. Al asumir como alcalde, el cargo gozaba de una exigua renta, la que no alcanzaba a nanciar los gastos domésticos de la primera autoridad comunal, lo que obligaba a quienes eran elegidos, a conti nuar con sus trabajos habituales y participar en la gestión municipal según su disponibilidad de tiempo. La función era más bien honorí ca, dejando muchas tareas en manos del Secretario Municipal. Gajardo, por provenir de una familia acomodada pudo dedicarse 100% al trabajo alcal dicio, siendo el iniciador de esta modalidad.

ellas210 de alegría y satisfacción porque había in uido en conseguir el cargo para un DC, aun cuando el partido no contaba con la mayoría de los regidores para ello. Tam-

Había recibido la Municipalidad de manos de Osval do Mendoza Contreras, en condiciones nancieras complicadas, aun cuando los recursos que generaba la Ley del Cobre comenzaban a llegar en cantidades importantes, los cuales no se podían utilizar en asuntos operacionales.

bién quería expresar mi gratitud a mi colectividad por haberme postulado y, por último, así dejaba una enseñanza a mis camaradas en el sentido que, por sobre los intereses personales, estaban los del partido y los del país”.

Las cuentas corrientes municipales yacían embargadas por diversos juicios, entre ellos, con la empresa eléctrica local por el no pago de la electricidad que iluminaba la ciudad, que estuvo a punto de quedar en la oscuridad si no hubiese sido por la rápida y diligente acción de Gajar do, quien logró un buen acuerdo con la empresa acreedora para el pago de la deuda, a un plazo adecuado.

Según Floreal, “Gajardo corría contra el tiempo. Era una máquina con el acelerador a fondo”. Invirtió un alto porcentaje de recursos, vía proyectos de inversión provenientes del cobre, en mejorar la calidad de vida que llevaban los sectores más modestos: sin luz, sin agua, sin vías para llegar a sus hogares.

Cuenta Floreal la estrategia utilizada en este tipo de iniciativas: “Con Santiago íbamos a hablar con las juntas de vecinos para explicarles que debíamos unirnos para mejorarles sus condiciones de vida y les decía: Tenemos que estirar los dineros. Si ustedes hacen los hoyos, yo levanto los postes y si cavan las zanjas yo extiendo las cañerías. Así ahorraremos y muchos más tendrán luz y agua. De esta forma logramos entusiasmarlos para que aportaran, vía trabajos voluntarios, ciertas labores que facilitaban la concreción de la instalación de servicios e incluso generamos áreas verdes a través de nuevas plazas. Asociado con el pueblo fue derrotando la marginalidad. Gajardo debe haber sido uno de los alcaldes iniciadores de un trabajo comunitario compartido”.

211

Este modelo —toda una novedad para la época—, a pesar de que produjo un buen efecto en la comunidad, pues los pobladores que colaboraban apreciaban mucho más su aporte y se sentían absolutamente involucrados en obras que los favorecerían directamente, no tuvo la misma

En todo puerto, siempre se ha hablado de “o palos porque bogas, o palos porque no bogas”.

Curiosamente, Floreal logró establecer una muy buena relación con su colega del PC Jacinto Vega, con quien salió muchas veces a terreno. Este tipo de acciones contribuyó para que se conectara con diversos grupos de pobla dores y tomara conocimiento de los problemas urbanos de Antofagasta.Desdequeasumió la alcaldía Gajardo, puso especial interés en construir vías estructurantes para solucionar la conexión vial norte sur. El sector sur de la costa, com prendido entre los baños municipales y el puerto, estaba abandonado. Una vieja línea ferroviaria, oxidada y destruida, que en su tiempo sirvió para transportar rocas para el puerto, hacía más lóbrego el paisaje. Guarida de ebrios y ladronzuelos. Tras muchas di cultades se abrió la Costanera, sueño muy deseado por la comunidad. Hacia el norte era casi imposible movilizarse, por lo que Santiago acometió el desafío de construir la Avenida Pedro Aguirre Cerda y la ex Avenida Cautín (hoy Avenida Rendic), que a la fecha era sólo un intento. Aplaudido por unos e incomprendido por otros. “Lo hace — dijo un regidor — para que el pueblo pierda su dinero en las patas de los caballos”, porque al nal de esa avenida se encontraba el Hipódromo. No obstante, la ex Avenida Cautín fue una Gajardorealidad.estuvo en todo y con todos. Con él, la Municipalidad se abrió a la comunidad y ésta ingresó plan teando problemas y exigiendo soluciones. El incansable

valoración212 entre gente del Partido Comunista, que, alzando la voz, acusaron al municipio de restarle oportunida des laborales y salariales a trabajadores de la construcción.

Floreal destaca que “Gajardo o Chaguito —como lo apodaban afectuosamente— dirigió un gran cuerpo de regidores. Lucy Casali que alborotó la cultura. Otras dos damas, Bernardina Barrios y Ester Núñez. Dos opositores constructivos, Víctor Herrera y Ricardo Mora. Dos populares, Jacinto Vega de tierno corazón rojo y su compañero Ramón Muñoz. Y el mismo, su amigo y camarada. Él se atreve a cali car como una gestión municipal revolucionaria, que se convirtió en la esperanza de los más abandonados. Un aire fresco entró al municipio”. Es pertinente recordar que, en la década del cuarenta en el ambiente ciudadano nortino, venía incubándose una sensación de insatisfacción y de postergación de parte de las autoridades centrales por solucionar los problemas y carencias más urgentes de la zona. Carestía y desabas tecimiento de productos de primera necesidad, falta de inversión pública, escasez de agua potable y un servicio de electricidad que dejaba mucho que desear, eran algunos de los problemas que aquejaban a las provincias nortinas. En ese Antofagasta surge el Centro para el Progreso, la organización comunitaria transversal más importante que ha tenido la zona y que bajo el liderazgo de José Papic Radnic, logró mover las voluntades políticas centrales y obtener la promulgación de dos leyes : la Ley N° 10.255, de 1951, llamada también Ley del Cobre, que en el artículo 7° reservaba un 15% de las utilidades de las exportaciones, para invertirlas en las provincias mineras y, pos teriormente, en el año 1958, la Ley N° 12.858, llamada

213 alcalde arreglaba lo que podía y si no, el peticionario se llevaba un atinado consejo. La pequeña sala de espera de la vieja Casa Consistorial era un enjambre de ciudadanos.

Su lema era: “si yo no puedo, tal vez otro sí”.

de214 Frontera Libre Alimenticia, ley que también favoreció a otras provincias mineras. Dos disposiciones legales que habrían de transformarse en potentes herramientas, en el desarrollo y calidad de vida de los habitantes de las provinciasJoséfavorecidas.Papic,hijo de una acomodada familia de origen yugoslavo, que le había permitido estudiar y perfeccio narse en Europa, a su retorno a Antofagasta se hace cargo del negocio familiar, una pani cadora, y comienza a tomar conocimiento y a llamar la atención del ejecutivo respecto del abandono que se apreciaba en la zona norte. Su voz se escuchaba, no tan solo en la ciudad, sino que además, en Santiago adonde viajaba con frecuencia para anexar adeptos a su causa regionalista. Logró sumar al discurso y acciones entre otros, al senador Radomiro Tomic y al diputado Juan de Dios Carmona, quienes se transformaron en verdaderos paladines de la situación an tofagastina en el Parlamento. Su motivación, absolutamente alejada de intereses personales, fue representar ante las más altas autoridades políticas del momento, las di cultades y aspiraciones de la zona. Adquirió tal preeminencia local por su pertinaz posición regionalista que, por un lado, le valió la consideración de varias tiendas políticas para que postulara al parlamento mientras que, por otro, tuvo diversos problemas con los gobernantes de turno. Comenta Floreal una anécdota poco conocida de José Papic: “él se había transformado en una molestia para el gobierno, dada su permanente actitud de denuncia y el presidente Ibáñez, mal aconsejado por un asesor, pretendió expulsarlo del país creyendo que era extranjero, siendo que había nacido en esta tierra”.

Aunque Floreal, sólo tuvo una marginal participación al nal de la existencia de este referente ciudadano, de todos modos, es interesante poder contextualizar las causas, las iniciativas y los protagonistas de una época de Antofagasta, en la cual toda una comunidad alzó su voz y ésta se escuchó, como nunca se ha repetido con atención, en los más altos niveles políticos centrales.

No obstante, la exitosa gestión del Centro para el Pro greso, éste comenzó a debilitar su peso ciudadano y no logró permanecer en el tiempo. Ya conseguidas las leyes antes señaladas, éste se habría quedado sin las banderas de lucha que, en las décadas pasadas, se habían transformado en su leit motiv.

Según Floreal, el punto de in exión entre el auge y el ocaso del Centro para el Progreso, habría ocurrido duran te el período alcaldicio de Santiago Gajardo, quien con su e ciente gestión, sustituyó a Papic en el liderazgo local.

En resumen, el primer período de Floreal como re gidor fue de una rica experiencia, ya que al trabajar con

Para la historia quedó ese 14 de febrero de 1958, cuando Enrique Agullo Bastías escribió estas palabras: “Papic, a la cabeza del Comando Pro Frontera Libre Alimenticia y Presidente del Centro para el Progreso, con la unidad del pueblo antofagastino logró el más brillante triunfo que re cuerda la historia económica del norte: se entregó de lleno a una lucha sin cuartel, sin importarle los perjuicios sociales, políticos y económicos que le acarrearía y puso, como sabemos, su decidida voluntad en orden de levantar al norte contra la incomprensión de los hombres del sur. Después de este triunfo, sabemos a ciencia cierta, hasta dónde el norte puede llegar en defensa de los intereses que le corresponden como parte integrante de una gran nación democrática.”

215

En el período 1963-1967, Floreal es nuevamente ele gido Regidor con una buena votación. Por su parte a Santiago Gajardo, los electores lo premiaron con una altísima adhesión, la que contribuyó —por el sistema de la cifra repartidora—, a “arrastrar” a dos candidatos DC más como regidores. Gajardo continúa en la Alcaldía hasta 1964, año en que renuncia para postularse como diputado en las elecciones parlamentarias de 1965. Ante esta vacancia municipal, la mayoría de los regidores opta por Floreal para que asuma el cargo, ya que se le reconoce la labor en terreno que venía cumpliendo, aspecto que incrementa en su cargo de alcalde y como se verá más adelante, le sirve para preparar su posterior llegada al Congreso. C. Fútbol profesional para multitudes.

Uno de los desafíos iniciales que tuvo que enfrentar Flo real, en el cargo de alcalde, fue la aspiración que tenía Antofagasta, tal como otras ciudades, de contar con un equipo de fútbol, que la representara en la competencia profesional. En la década del sesenta había gran eferves cencia por el fútbol en el país, derivada de la buena actuación que había tenido la selección nacional en el mundial de 1962. Floreal recuerda un lejano intento para que el club Green Cross se trasladara a la ciudad, iniciativa que

su216 amigo alcalde “codo a codo” pudo conocer el trabajo municipal por dentro y simultáneamente, acompañarlo en forma permanente en los análisis y soluciones de los problemas que presentaba la ciudad. Fue tal su grado de a nidad con Gajardo, que incluso llegó a colaborarle con ideas para los discursos requeridos en su mandato.

217 no prosperó y, en de nitiva, dicha institución se radicó en el sur del país, dando origen al Green Cross Temuco.

Entre los años 1965 y 1966, casi en forma paralela, los dos clubes más populares de la ciudad y tradicionales adversarios deportivos en la Asociación de Fútbol Ama teur, AFA, el Unión Bellavista y el Portuario Atacama, habían postulado, ante la Asociación Central de Fútbol, ACF, su incorporación a la segunda división, aspiraciones que por diversas disposiciones estatutarias, les fueron denegadas.Noobstante, el Club Portuario Atacama persistió en su postulación con una interesante oferta, nacida de la iniciativa de Gustavo Chellew, recién llegado a la ciudad como administrador de la Empresa Portuaria de Chile, Emporchi, que era imposible de rechazar para un club de fútbol profesional: contratar con cargo a la empresa a 15 jugadores del plantel y, además, acondicionar una sede social para el club. Este ofrecimiento creó un ambiente de optimismo generalizado en la comunidad. Se daba por hecho que Antofagasta, con la disponibilidad de un moderno y amplio recinto deportivo y la garantía de poder contar con una planilla de jugadores prácticamente nanciada, tendría la aprobación del ente rector del fútbol profesional.Sindudaque esta nueva postulación fue bien recibida por la ACF, organismo que sólo puso una condición: los dos clubes que habían postulado debían fusionarse bajo un mismo nombre. Aquí se inició un tira y a oja en el que ninguno de los dos quería desprenderse de su nombre. El Unión Bellavista esgrimía tener más mérito por ser uno de los clubes más antiguos de Chile y haber sido la primera institución en postular ante la ACF. Por su lado

el218Portuario

Ante esta situación, de intereses contrapuestos, los clubes en disputa recurrieron a Floreal, para que, en su investidura de alcalde de la ciudad, fuera el mediador del con icto, quien asumió el desafío, porque, aun cuando el fútbol para él no representaba un tema vital, era evidente que una gran mayoría ciudadana clamaba por tener la posibilidad de apreciar a un equipo de la ciudad en la liga profesional. Reconociendo su ignorancia en el deporte del balompié, buscó apoyo en dos directivos de cada club.

Atacama destacaba poseer una mayor cantidad de socios y, además, gozar de solvencia económica, aspecto nada de despreciable en el ambiente futbolero.

Estos dirigentes fueron los que más cerca estuvieron y quienes lo orientaron e introdujeron en el especial mundo del fútbol profesional: de la forma cómo se manejaban los contratos de jugadores, de los criterios de reparto de recaudaciones, de los estatutos, del tipo de campeonato, etc. Floreal reconoce que gran parte del éxito nal, se lo debe a los acertados consejos y valiosa información que recibió de ambos personeros.

Con el propósito de tomar conocimiento de cómo se administraban, tanto la AFA como la ACF y lograr claridad respecto de la postulación antofagastina, asistió a varias reuniones en Santiago. Curiosamente se le llegó a acusar de abandono de sus labores municipales. La causa: los viajes que realizó a la capital, intentando allanar el camino, para que Antofagasta pudiera participar en el fútbol rentado. Obviamente que dicha acusación

Juan López y Jorge Lara en representación del Portuario Atacama y Eugenio Veloso y Luis Lira, por Unión Bella vista. Luis Lira era pro DC y ex jugador de la Universidad Católica, mientras que Eugenio Veloso era abogado.

219 no prosperó. Una gran mayoría ciudadana, apreciaba en Floreal a un alcalde jugado por una causa del todo popular.Apesar

de sus esfuerzos, Floreal no logró el anhelado acercamiento de las posiciones entre los dos clubes en disputa y el plazo que había dado la ACF, se agotaba. Ante esta coyuntura, tomó el toro por las astas y golpeando la mesa les planteó a los presidentes de ambas instituciones lo siguiente: que tenían plazo hasta las 8:00 hrs., del siguiente día, para comunicarle la determinación, ya que él viajaría a Santiago a informar la decisión nal de Antofagasta y, que de no llegar al acuerdo de una postulación unitaria, informaría que la ciudad renunciaba a su postulación y que él hacía lo mismo con su intervención.Estapresión dio resultado. Los dirigentes locales le comunicaron que habían llegado al acuerdo de postular, bajo en nombre de Club de Deportes Antofagasta Portuario, actual Club de Deportes Antofagasta, siendo Flo real su primer presidente. Por una de esas ironías de la vida, Floreal a quien poco le llamaba la atención el fútbol, la única vez que lo practicó en un partido de baby, entre apoderados y profesores, convirtió el único gol de su vida, aunque éste fue de chiripa, porque en un entrevero en el área rival, la pelota rebotó en una de sus piernas y se alojó... en el desprotegido arco rival. Para el anecdotario: de esa gestión y ese golpe en la mesa de Floreal, nació el primer club de fútbol profesional de la región. El balonpié mueve tantas multitudes como recuerdos y, con ese carácter existe un episodio poco conocido. Hasta la alcaldía de Floreal se presentaban variadas iniciativas sociales. Una de ellas totalmente inesperada,

relacionada220 con una Junta de Vecinos del sector norte, aledaños al Cerro La Cruz, pretendía la creación de una cancha de fútbol.

Las di cultades económicas se dejaban sentir. El movimiento de tierra tenía un alto costo. Para el caso, Floreal conversó con un contratista de apellido Terrazas, gran emprendedor que, con su habitual generosidad, ofreció todas las maquinarias para que la iniciativa se realizara adecuadamente. De este trabajo colectivo, destaca un hecho: los pobladores y deportistas elevaron una propuesta para que la cancha a inaugurar llevara el nombre del alcalde. Floreal se esforzó por consensuar una solu ción diferente pero no tuvo eco en los pobladores. En esa época su esposa esperaba a su primer hijo, y si ésta era niña le pondrían María Claudia y como Floreal no logró que los pobladores desistieran de bautizar la cancha con su nombre, les propuso que ésta se llamara como su hija. Aún dicho recinto deportivo es conocido con el nombre de María Claudia, aunque el apellido se perdió en el tiempo. D. Política de puertas abiertas para la ciudadanía. En su etapa de alcalde, Floreal nunca dejó de realizar visitas a terreno (estilo que lo caracterizó en todos sus roles de representación popular). Su deseo era tener una visión real y directa de los problemas que presentaban distintas zonas de la ciudad y de este modo facilitar y priorizar toda posible solución requerida. También sostuvo una política de puertas abiertas a todos los sectores de la co munidad. Al respecto cuenta una situación que se suscitó

221 en la ciudad con los burdeles que en ella funcionaban. En esos años los prostíbulos se concentraban en el sector norte, cerca de la población Bellavista. Acaeció que, en una oportunidad, a un mayor de Carabineros de apellido Giles, se le ocurrió hacer una redada nocturna con un gran contingente policial. Sacó a todas las internas con camas y petacas de los locales, además de los parroquia nos que se encontraban con ellas. Sus argumentos fueron: los reclamos por peleas, ruidos molestos y los consiguien tes disturbios que afectaban al vecindario.

Al otro día, el o cial se paseaba ufano por el centro de la ciudad, como un general victorioso después de una batalla, sacando pecho por la purga moral emprendida. Mientras tanto, los dueños de los burdeles y sus residentes no sabían a qué atenerse. El o cial le fue a informar a Floreal sobre la medida que había tomado y éste sólo se limitó a escucharlo, sin aplaudirlo ni criticarlo, porque él veía venir más de algún problema. Los hechos se sucedieron rápidamente y las y los perjudicados, comenzaron a movilizarse para llegar hasta la autoridad alcaldicia con el planteamiento de sus problemas. Pero no faltó un diputa do, Hugo Robles, que se adelantó y tomó la bandera de la defensa del sector perjudicado ante el mayor de carabineros, argumentando que las asiladas eran buenas madres, mujeres que ayudaban en sus casas, que estaban educando a sus hijos, que, si se clausuraban sus recintos de tra bajo, quedarían cesantes, etc. El o cial, al escuchar tal defensa, exclamó exaltado: “Señor diputado esas mujeres no son señoritas, ¡son putas!”. Hasta ese momento Floreal no había intervenido en el problema, aun cuando las dueñas de los prostíbulos le habían solicitado audiencia y él las había postergado. Pero llegó el momento en que ya

no222 pudo escabullir más el bulto y no le quedó otra que recibirlas en su despacho. Se le atiborró la o cina con las propietarias de las casas de remolienda. Quien lideraba la delegación era, ¡por supuesto!, “La Tía” Adriana Morales, la cual arrastraba el mito de ser prima del expresidente Juan Antonio Ríos Morales. Ésta, “respetable” dama de lenocinio, no tenía pelos en la lengua. Llevaba la voz can tante del grupo y expuso con vehemencia y argumentos, los problemas que su rubro laboral enfrentaría: la cesantía de músicos, de campanilleros, de cocineros, de mozos, de lavanderas, de taxistas, etc. “Entienda, señor alcalde, que se trata de buenas mujeres trabajadoras. Son excelentes y van a quedar en una situación de mucha indefensión... Y, ¿quiere que le diga algo más íntimo?...... y acercándose al oído del señor alcalde, con femenina discreción, le dijo: “además, son todas democratacristianas.” ¡Plop! Obviamente esta última acotación de doña Adriana Morales era una presión indebida y calculada que, en Floreal, no causó ninguna in uencia respecto del tema en cuestión. De lo que sí estaba convencido, era de la existencia del problema. Él tenía interés en intervenir para buscar una solución racional, tanto para el rubro en cuestión, como para los residentes de los barrios donde operaban estos locales.Hay que acotar que, en esa época, “las niñas del salón”, eran controladas sanitariamente y debían exhibir un carnet vigente para ofrecer sus servicios. El documento lo entregaba el Servicio de Salud y en él constaba que la que ejercía tal o cio, carecía de infección alguna. Floreal propuso crear un barrio rojo, al estilo de otras ciudades del mundo, pero como no logró que la idea prosperara a nivel de regidores, nalmente la idea no pasó más allá.

Mientras tanto, los más viejos de la ciudad, recor daban nostálgicos que, en 1939, por ejemplo, el Cabaret Broadway, de Adamson 80, se consideraba “El mejor del Norte de Chile, con la mejor sala de baile, con regia iluminación y orquesta de ocho profesores, dirigida por el aplaudido violinista Artemio Hidalgo.” La distinguida concurrencia era atendida “De 10 P.M. a 5 A.M.”, según su propietaria, doña Julia Flores.

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De todas formas, algo se hizo para compatibilizar la convivencia de los prostíbulos con los sectores residenciales. Floreal comentó que aconsejó a Adriana Morales que el gremio debía ubicar sus locales en otros lugares de la ciudad, donde ojalá no existieran tantas casas vecinas. Una ubicación lo más aislada posible y que, además, intentaran controlar que no se produjera tanto bullicio y escán dalos en la vía pública. La sugerencia de Floreal no cayó en saco roto. La ubi cación tradicional de los burdeles fue dejada de lado y éstos se instalaron, en distintas zonas de la ciudad, aislados unos de otros, lo que amainó considerablemente el bulli cio, los escándalos y la aglomeración que suele producirse cuando están concentrados en un solo lugar. Una zona que debió acoger a varios de estos locales era conocida como “el barrio de los chanchos”. A pesar del nuevo emplazamiento de las casas de tolerancia, igual hubo vecinos que reclamaban por su presencia en sus barrios.

La vida nocturna y la bohemia antofagastina, siempre han dado que hablar. En una oportunidad a Floreal no le quedó más que recibir a una junta de vecinos, de la población Punta Brava, que le plantearon los problemas derivados de la existencia de uno de los locales en su ba rrio, poniendo énfasis en los malos ejemplos dados a sus

hijas224 por la presencia de prostitutas en sus calles: “Señor alcalde, usted debe clausurar dicho local”, sentenciaron con energía. Floreal, con su tranquilidad habitual, respondió que iba a analizar el caso. Buscaría una solución que comunicaría oportunamente ¿Qué hizo? Tomó con tacto con quien administraba el local denunciado. Le explicó que debía encontrar una alternativa para continuar trabajando en el lugar y, de ser posible, una solución que garantizara la tranquilidad del barrio y dejara satisfechos a los vecinos. En caso contrario, se vería en la obligación de clausurarlo. Quien manejaba el lenocinio, fue enfático al decir: “gracias, señor alcalde; déjelo en mis manos. Le prometo que voy a encontrar una solución que deje contento a todo el mundo”. Al tiempo, la junta de vecinos antes mencionada consiguió una entrevista con Floreal y éste supuso que iba a recibir de parte de ellos, una queja mucho más dura que la formulada en la primera entrevista. Además, el individuo que le prometiera solucionar el problema, no se había apa recido por la Municipalidad y él, honestamente, se olvidó del tema. Pero ya no tenía escapatoria. Imposibilitado de posponer la reunión, se dispuso a recibir las críticas, que, por lo demás, consideraba muy justi cadas. La sorpresa fue mayúscula. Los vecinos, con una actitud muy distinta a la del anterior encuentro, le expresaron agradecimientos por haber intervenido en el problema, al tiempo que le especi caban que, en su barrio, a pesar del señalado prostíbulo, reinaba una convivencia extraordinaria. Nada de escándalos, bullicios, ni ebrios en la calle. Nada de demostraciones en la vía pública que pudieran cali carse de malos ejemplos para sus hijos. ¿Qué había sucedido? Simplemente que el administrador que manejaba la casa

En mi período de alcalde nunca rechacé las buenas ideas

Floreal, luego de escuchar a los vecinos y quedar solo en su o cina, concluyó en que, si bien había conocido a un tipo sin mucha educación ni cultura, había estado frente a un individuo con una empatía extraordinaria, con una tremenda capacidad de relacionarse y sobre todo, con un manejo sicológico a la altura de una persona superior. En Floreal, hombre sumamente espiritual —¡Ojalá!, dicen los árabes—, esta experiencia de buen vivir debió quedarle grabada a fuego.

Algunas obras emblemáticas de su período alcaldicio fueron: propiciar la construcción de la Avenida Miramar y de la Circunvalación. También ejecutó el recorrido de bajada de La Portada e inició la construcción del Teatro Municipal, cuya propuesta fue adjudicada a un empresa rio de apellido Nicoletti, quien había calculado mal los costos y en de nitiva dejó botado el edi cio en obra grue sa, el cual se retomó para su terminación a inicio de la década del Además,ochenta.señala

225 de remolienda, según los vecinos, se había convertido en un verdadero “padrino” del sector. Ahora lo habitual era que cuando alguien estaba enfermo, le compraba los remedios o bien, si se presentaba una emergencia por ir al hospital, simplemente lo enviaba en un taxi. Colaboraba con las festividades del 18 y las de Navidad que programaban los vecinos y, para satisfacción espiritual, cuando fallecía alguien del barrio, la primera corona con las más delicadas palabras de condolencias que llegaba, eran en nombre de las asiladas...

Floreal: “Respecto de las áreas verdes, ejecuté la plazoleta que está a la entrada del puerto, una en la Población Oriente y otras que ya no recuerdo.

“Otraplantadas”.delasgestiones que llevé adelante como alcalde en el año 1966, fue conmemorar el centenario del poblamiento de Antofagasta o sea la llegada del Chango López, a pesar de que la fundación de la ciudad, o cialmente le correspondió a Bolivia en 1868”. Esta iniciativa no estuvo exenta de polémica, ya que su camarada Juan de Dios Car mona, diputado a la fecha, opinaba que Antofagasta debía celebrar los cien años en 1979 cuando las tropas chilenas desembarcaron en sus costas. Floreal salió con la suya y realizó un festejo a nes de año. Carros alegóricos, concursos de cuentos y fotografías, grabación de un disco con el himno de Antofagasta y una serie de otras actividades de entretención para la comunidad vieron la luz gracias a su porfía. También le correspondió inaugurar el Hospital Regional Leonardo Guzmán.

En el ejercicio del cargo viajó una vez al exterior, invitado a Alemania a una capacitación sobre administración municipal.En1967 es nuevamente elegido regidor con la más alta votación, pero no logra alcanzar la Alcaldía, ya que ésta la obtiene el militante comunista, Germán Miric Vega,

que226 me proponían los regidores. Un buen ejemplo fue la idea que se le ocurrió al regidor Horacio Marul Perreta, a propósito del evidente dé cit de árboles que exhibía Antofagasta. El propuso y lideró la agrupación Amigos del árbol y yo lo apoyé de inmediato. Desde la municipali dad debimos adquirir camionadas de árboles desde Arica y Copiapó para materializar la campaña. Esta iniciativa absolutamente novedosa y que hasta hoy no ha sido imitada, arborizó diversos sectores de la ciudad, donde aún se puede disfrutar de la sombra protectora que generan las especies

227 debido a que la Democracia Cristiana no logró la mayoría de regidores electos (sólo obtuvo 4 de 9). Floreal recuerda que Miric fue un honesto y correcto alcalde, que hizo una buena gestión comunal. No naliza su período de regidor, ya que en 1969 re nuncia y se postula como Diputado por la Segunda Agrupación Departamental (Tocopilla, El Loa, Antofagasta y Taltal), por el período 1969-1973, saliendo electo junto a Pedro Araya y Juan Bautista Argandoña, en representa ción de la DC.

Es necesario contextualizar, que previo a 1970 y con ma yor fuerza durante el gobierno de la Unidad Popular, UP, el país vivió una de las polarizaciones sociopolíticas más profundas que haya conocido el Chile republicano. Este fenómeno llegó al seno de las familias, donde incluso se

Así es como los Recabarren Raby recalan en Santiago a comienzos del año 1970 y se instalan en una casa ubica da en calle Celerino Pereira de la comuna de Ñuñoa. En las cercanías se ubicaba la plaza actualmente llamada Fa nor Blanco y el colegio Santa Marta donde matricularon a sus tres hijos. En el barrio también se hallaba la Parroquia Santa Marta, en la cual se hacían misas a la chilena, dirigidas por Vicente Bianchi y a la que asistían todos los domingos. A la misma casa se fueron a vivir los herma nos de Magaly, Santiago, que estudiaba arquitectura en la Universidad de Chile, y Sergio, que ingresó a terminar su educación secundaria al Liceo Hispanoamericano y después a estudiar ingeniería en la Universidad de Chile. E. De la política y los pretextos políticos.

una especie de disenso ideológico sin cuartel, lo cual no se atenía ni admitía ninguna convención destinada a man tener una discusión respetuosa, moderada y de provecho social. Prevalecía en parte de los bandos en disputa, el turbio propósito de imponer posiciones a toda costa, sin importar el posible perjuicio que se podría causar al ad versario. En ese sui géneris campo de batalla, tanto a nivel nacional como local, existían paladines de uno y otro frente, que se daban con todo.

Su investidura parlamentaria y el haberse radicado en Santiago, nunca lo aislaron de la zona a la cual pertene cía. Por el contrario, luego de su trabajo en la Cámara, que nalizaba los miércoles, normalmente se trasladaba a Antofagasta de jueves a sábado a reunirse con su coman do y realizar visitas recorriendo su circunscripción, con el propósito de escuchar a la gente y empaparse en terreno, de los distintos temas que se le planteaban, para luego analizarlos buscando y promoviendo soluciones factibles de implementar.“Enlahora de incidentes, los parlamentarios podíamos abordar cualquier tema. En este aspecto el PDC, ba jo el liderazgo del “Hermano” Bernardo Leighton, quien imponía respeto y disciplina (cosa que se echa de menos en estos tiempos), obligaba a toda la bancada a asistir cuando un parlamentario de sus las iba a hacer uso de la palabra”.Como la mayoría de los parlamentarios demócrata cristianos, Floreal fue un tenaz opositor del gobierno de Allende, in uenciado particularmente, por su rechazo al

daban228 casos de una incomunicación entre padres, hijos y hermanos.Éstos, identi cados en trincheras opuestas, sostenían

Floreal, fustigaba permanentemente, con la ironía que lo caracteriza, señalando como “hombre nuevo” (cali cativo que la UP utilizó para catalogar a los chilenos que im pondrían el socialismo en Chile), a cualquier funcionario

229 totalitarismo que exhibían los países donde la ideología marxista gobernaba; orientación que se oponía radical mente a sus principios democráticos, libertarios y cristianos. De hecho, cuando se anunció la visita de Fidel Castro a la zona, fue uno de los más críticos a la llegada del dictador cubano, puesto que éste había ofendido al pueblo de Chile con sus ataques al presidente Frei y a las Fuerzas Armadas chilenas, al acusarlas, sin el debido discernimiento, de estar sometidas a las disposiciones del Pentágono y al imperialismo norteamericano.

A nivel regional, Floreal se llevó las palmas en representación de su partido y de la oposición, convirtiéndose en un detractor pertinaz y valiente de irregularidades y atropellos que, los funcionarios del gobierno de la época cometían a discreción, sin tener un contrapeso que defendiera el Estado de Derecho, que aún, a duras penas, imperaba en el país.

Fue un asiduo visitante de la Contraloría, presentando denuncias en todos aquellos casos que correspondían, a su juicio, a arbitrariedades y situaciones anómalas que, de una u otra forma, transgredieran la legislación vigente y se perjudicara a la comunidad o se discriminara a los trabajadores y, que merecían ser investigados.

También los diarios antofagastinos lo tuvieron con frecuencia en sus o cinas, con críticas que sacaban ronchas y pisaban callos. Se transformó en una verdadera piedra en el zapato, para muchos representantes políticos del gobierno de la Unidad Popular en su circunscripción.

“Él, férreo adherente al gobierno de la UP, mantenía una dirección programática arti ciosa, cargada al pro selitismo político y a emitir informaciones denigrantes de la oposición y cuando se enteraba que yo visitaría el campamento, azuzaba a la población, atribuyéndome una serie de actuaciones anti populares y proclamando que

Los viajes los hacía en auto y en el trayecto, sintoni zaba la única radio que se escuchaba en la zona, Radio Coya, donde Patricio Manns, el cantautor del neofolclor, prácticamente la dirigía, aun cuando había sido contratado como encargado de una variada gama de actividades culturales y artísticas, como libretista radial y otras fun ciones que no consideraban una actuación importante en la línea editorial de la emisora.

que230 abusaba o se excedía en el desempeño de su cargo. En su condición de Diputado, asumió un rol contestatario, sin sacar el cuerpo a la controversia. Preocupado de las cuestiones locales, reconoce siempre haberlo hecho frente a sus adversarios políticos, pero jamás promoviendo la violencia. No hacía caso de rumores y siempre acudía a la fuente misma de la noticia.

Fue un opositor leal y tal como era apasionado en defender lo que estimaba que se hacía mal, también reco nocía una buena labor, como en el caso del subsecretario de Transportes de la época, a quien públicamente elogió por el hecho de haber cumplido el compromiso de incre mentar la ota de buses en Antofagasta.

Un round áspero fue el que tuvo con quienes dirigían la Radio Coya de María Elena. “Dentro de mis visitas parlamentarias a la región, normalmente me daba tiempo para visitar María Elena, donde sostenía contactos con diversos grupos opuestos a la UP”.

Su solicitud fue denegada con la excusa que no la tenían y que él debería grabarla al momento de escucharla y que, por lo demás, de todas maneras, aunque contaran con lo grabado, no se la entregarían a él, pues el único que podía exigirla, era la persona aludida en la información.

La negativa recibida no logró acallar a Floreal, quien difundió el hecho a través de los medios informativos antofagastinos. La situación afectaba al expresidente y ade más, Radio Coya había impuesto una verdadera dictadura comunicacional con recursos públicos, ya que la estación radial tenía nanciamiento de Soquimich, una empresa es tatal. Y aún más, aparte de informar al expresidente Frei,

“Que hablaran mal de mí, no era problema. En la política, muchas veces prevalece un juego sucio. Casi vale como una regla, sin embargo, en una ocasión mi paciencia se colmó, al escuchar atónito que se propalaba una infor mación de falsedad absoluta, que me dejó prácticamente con la boca abierta: decía que el expresidente Eduardo Frei Montalva, viajaría periódicamente a Antofagasta a reunirse con personeros vinculados a la extrema derecha y extranjeros, con el propósito de complotar contra el gobierno”.Anteesta tendenciosa y calumniosa información, Floreal solicitó a Manns la entrega de la grabación de lo informado, con el propósito de hacerla llegar al expresidente Frei, para que éste adoptara las medidas legales que estimara conveniente para defender su honra y dignidad.

231 el “momio Recabarren” los visitaría, con la intención de promover entre los trabajadores alguna acción de repudio a mi presencia. En todo caso, siempre en mi recorrido por las faenas, fui acompañado por una pareja de carabineros y jamás tuve ningún contratiempo”.

Junto al Senador Juan de Dios Carmona, reiteró la denuncia ante la Asociación de Radiodifusores de Chi le, ARCHI. Además, aprovechó de acusar, por el ejercicio ilegal de la profesión, a un comentarista de la radio, ante el Colegio de Periodistas. Finalmente, ninguna de las acciones señaladas arrojó un resultado positivo para lo que perseguía Floreal. El país vivía una situación de mucha gravedad como para preocuparse de comentarios, aunque reconocidamente difamatorios, de una minúscula radioe misora de un pequeño pueblo perdido en el desierto.

telegrafío232 al presidente Allende, a los ministros del Interior y de Minería y a los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, poniéndolos al corriente de la situación.

Floreal supuso que con esta medida y desafío presidencial la empresa regional que había sido un pilar fundamental en la economía nacional podría volver a convertirse, con una buena administración, en una unidad produc tiva e ciente. Se equivocó rotundamente. De partida el millón de toneladas prometidas no se alcanzó, la deuda de la empresa se incrementó y lo peor, es que la dotación de personal se aumentó en más de 700 trabajadores sin ninguna otra justi cación, más que pagar favores políticos a los partidos gobernantes. Estas denuncias le costaron a Floreal más de algún reproche de partidarios de la UP, en especial de la diputada socialista Carmen Lazo.

“Tuve la oportunidad de intervenir en el hemiciclo, en junio de 1971 y mayo de 1972, para referirme a la situación de Soquimich, SQM. Inicialmente aplaudí la medida del presidente Allende de nacionalizar íntegramente la empre sa, a la vez que planteó la meta de producir un millón de toneladas con la misma dotación de personal que tenía y bajar la deuda que alcanzaba unos 9 millones de dólares”.

Con SQM no hubo tregua y mantuvo situaciones con ictivas, prolongadas y variadas. Interpuso una que ja ante el Ministerio de Economía denunciando que la empresa mantenía una deuda millonaria ante el Servicio de Seguro Social, por el no pago de imposiciones de los trabajadores de varias de sus faenas, mientras que, por otro lado, se contrataban con altos sueldos a ejecutivos vinculados con los partidos socialista y comunista, para Santiago y las o cinas salitreras, en funciones que no se justi caban. También censuró los excesivos gastos de funcionamiento de la Casa de Huéspedes, en la que se incluía todo lo relacionado con la visita de Fidel Castro a las instalaciones de la empresa. Además, jó su preocupación en un plan de racio namiento que se puso en práctica en las faenas, donde se entregaba una tarjeta que les permitía retirar cuotas de productos de primera necesidad a los trabajadores, mien tras que los ejecutivos tenían las puertas abiertas de las pulperías para abastecerse de todo tipo de mercadería.

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Otro de los con ictos fue la denuncia hecha por ejercicio ilegal de la profesión de una médica cubana que ejercía en la O cina Pedro de Valdivia, quien había operado a una paciente y ésta había fallecido, lo que hizo dudar de la idoneidad de la profesional. Floreal solicitó, al Colegio Médico de Antofagasta, que revisara el expediente de la citada especialista. Este capítulo gremial informó que conocía el caso, especi cando que le habían dado plazo para revalidar su título, cosa que la involu crada no hizo, ante lo cual el colegio la denunció a las autoridades sectoriales respectivas. Esta acción, además, provocó que otros cinco médicos cubanos, renunciaran a sus puestos en las salitreras. Aparentemente, tampoco

tenían234 sus títulos profesionales en regla. En ese mismo tiempo, se descubrió que un ex estudiante de medicina de nacionalidad uruguaya, sin siquiera contar con el título en su país, ejercía como profesional en el Hospital de Pedro de Valdivia. Esta polémica dio la razón a Floreal, por la anarquía y desorden existente en el sector salud en las o cinas salitreras dependientes de SQM. En noviembre de 1966 el presidente Eduardo Frei Montalva había inaugurado en la Población Lautaro de Antofagasta, un supermercado perteneciente a la Cooperativa Regional de Consumo del Norte Grande, Coopenor. Esta cooperativa, que a la fecha contaba con más de 7.000 socios, había nacido el año 1962 con la intención de aprovechar los bene cios de la ley de Frontera Libre Alimenticia, cuyo objetivo era convertirse en un ente distribuidor, comercializador y regulador de precios de una serie de productos de consumo habitual. En el año 1972, con más de 13.000 asociados, la organización se enfrentaba a una profunda crisis. Luego de la ocupación ilegal de los locales de la cooperativa y aun siendo ésta una entidad privada, el gobierno optó por traspasarla al Área Social y puso a un interventor a cargo. Este funcionario, demostró nula capacidad de administración, provocando, al corto tiempo, problemas nancieros inmanejables, como una liquidez igual a cero, que cerró la posibilidad de crédito de los proveedores, lo que obviamente redundó en un desabastecimiento brutal y en un atraso importante en el pago de las imposiciones del personal. En suma, un ver dadero caos en una cooperativa, que antes del gobierno de la UP, cumplía a cabalidad el bene cio para el cual había sido creada. La voz de Floreal no se hizo esperar y denunció en la Cámara la ineptitud del interventor. En

de la permanente disposición de Floreal, en su rol parlamentario, de involucrarse y denunciar situaciones arbitrarias que afectaran a ciudadanos, se presenta en la siguiente anécdota: Es sabido que, en la segunda mitad del siglo pasado, el secuestro o toma de aviones era una situación recurrente, normalmente efectuada por terroristas que buscaban, con este sistema, desviar una nave hacia un país donde se sintieran protegidos; presionar por la liberación de rehenes adictos a sus ideologías, creencias o simplemente pretendiendo un rescate en dinero. En nuestro país, a nes de los sesenta se produjo el primer secuestro de un avión comercial, LAN Chile, que hacía la ruta Puerto Montt-Santiago, a cargo de un par de jóvenes armados que, cali cados por la prensa como los primeros piratas aéreos en la historia de Chile, exigían a la tripulación que se desviaran a Cuba. En de nitiva, los raptores fueron reducidos por la tripulación y la aeronave no alcanzó a salir del espacio aéreo nacional. ¿A qué viene esta referencia? Simplemente a que nuestro buen amigo, a nes de junio de 1972, se vio enfrentado a una situación en la cual tuvo que liderar la toma de un avión Caravelle de LAN Chile, que había despegado desde Santiago con destino a Antofagasta. La situación comenzó con el aviso de la empresa aérea, comunicando que el vuelo programado para las 08:00 hrs. se postergaba para las 20:00 hrs. La gran mayoría de los pasajeros no alcanzó a ser alertado de este re traso y, además, fue informada que la aerolínea no les iba

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la prensa local, fue mucho más duro, reclamando y a rmando que el Interventor había “saqueado” los bienes de la comunidad y pasado por encima de los derechos de los asociados.Unademostración

a236otorgar compensación alguna por el retraso. A la hora reprogramada la nave despegó, pero no pudo aterrizar en Antofagasta por problemas climáticos y tuvo que dirigirse a la ciudad de Arica, donde, de acuerdo con lo anunciado por la aerolínea debían alojarse por su cuenta, para retor nar al día siguiente a Santiago. Ante esta información, Floreal exigió hablar con el encargado de la empresa, pa ra manifestarle el desacuerdo y molestia general ante el abuso que estaban sufriendo los pasajeros. No consiguió modi car la postura de la empresa con su reclamo. Una vez de regreso a la capital, al día siguiente les avisaron que los embarcarían con destino a Antofagasta en sus vuelos regulares en la medida que en estos tuvieran cabida. Este aviso colmó la paciencia de Floreal. Explotó y le anunció a la línea aérea que encabezaba personalmente la toma de la aeronave, dada la indolencia, irresponsabilidad y falta de respeto de la empresa para con sus usuarios, quienes llevaban más de 24 horas sin dormir, sin ingerir alimentos, soportando eternas esperas en salas de embarque y varias horas a bordo del avión, habiendo realizado un par de vuelos estériles y sin recibir una información seria respecto de una solución adecuada y de nitiva. Además, que no se había observado ninguna acción deferente de parte de la empresa en consideración a que el vuelo transportaba mujeres, niños, ancianos y enfermos que lo único que aspiraban era retornar a sus hogares a descansar.

Solo entonces cuando el avión estaba en poder de los pasajeros, se apersonó un alto ejecutivo de LAN quien se comprometió en embarcar a todos los maltratados usuarios juntos en una nueva nave, un Boeing 727. Un diario de la época tituló la aventura como: “LAN está como la

Otro episodio en que Floreal tuvo una destacada par ticipación se relaciona con una situación acaecida en la Radio Minería. Es sabido que todos los gobiernos han utilizado una red nacional de emisoras cuando el presidente de turno o un ministro, tienen algo relevante que dar a conocer al país, pero durante el gobierno de la UP, se había transformado en una costumbre demasiado habitual. El 27 de octubre del 1972, a las 13:22 horas, esta radioemisora, unilateralmente, se descolgó de una cadena nacional dispuesta por la O cina de Información y Ra diodifusión de la República, OIR, y comenzó a emitir el programa “Transmisión libre y democrática”. Al cabo de un rato, llegó a la radio el abogado de la Intendencia Norman Garín, acompañado del Delegado de Servicios Eléctricos y de un contingente de carabineros y le entregó a Manuel Miranda, gerente de Radio Minería, un o cio del Intendente Fernando Gómez, en el que se le comuni caba que debido a la infracción en la que había incurrido la radioemisora, al interrumpir la red nacional obligatoria, se suspendían sus transmisiones por 144 horas. En los diarios de la época, se aprecia a Floreal, acompañado de otros parlamentarios locales, de dirigentes gre miales y de numeroso público a la entrada de la radio, enfrentando a la comitiva que iba a clausurarla. Ante la exhibición del o cio de la primera autoridad regional por parte del abogado Garín, Floreal declaró “La rma en este papel, tiene la misma validez que la del presidente del club del “Guatón Loyola”. Previamente Floreal se había

237 mona: Reca se tomó el avión para viajar”. Esta anécdota solo gra ca la disposición que a oraba en Floreal cuando estaba frente a una situación abusiva e irresponsable que afectaba a sus coterráneos.

Finalmente,silencio.cerca

Con el Intendente, como era lógico de prever cuan do dos posiciones se contraponen políticamente, además, con responsabilidades distintas, uno a la cabeza de todo el aparataje administrativo del gobierno y el otro ejerciendo una labor eminentemente scalizadora, era dable esperar una relación tensa, difícil e ingrata. Floreal, como se ha visto, era “el vocero” de la oposición en la Provincia y quien más se jugó el pellejo al transformarse en el inspec tor-censurador de las autoridades gubernamentales.

Ante esta fallida acción de la autoridad política, la comitiva se retiró sin haber hecho efectivo el corte de transmisiones. Sin embargo, a las 15:13 horas una mano negra, le cortó el suministro eléctrico a la radioemisora y ésta quedó en de la medianoche, el gerente de la radio recibió una nota del intendente, que decía “que por orden del presidente de la República y por instrucciones de la OIR, se autorizaba a todas las emisoras del país para suspender la cadena y se deja sin efecto todas las clausuras y suspensiones aplicadas en todo el territorio de la Repúbli ca”. Ciertamente éste fue un con icto corto, no obstante, permitió apreciar la postura que Floreal, normalmente asu mía ante las autoridades, cuando éstas tomaban medidas reñidas con las libertades que consagraba la Constitución.

informado,238 con los abogados Carlos Marín y José Luis Gómez, que el único estamento con autoridad para clau surar una radio era la OIR, en consecuencia, la medida era ilegal. El mismo Floreal, declaraba: “El país ha vivido bajo la voz del amo por más de 12 días”, aludiendo el pe ríodo en que el gobierno había hecho uso de la red nacional de emisoras y, “ésta es una cadena, contra la libertad y la libre expresión”.

A él le llegaba información de cada manejo abusivo, irregular y/o ine ciente, que se producía a nivel de fun cionarios públicos provinciales y, luego de veri car las denuncias, hacía las veces de caja de resonancia, a través de los medios de comunicación locales. Una de las situa ciones que desaprobó, fue la intención de establecer organismos comunitarios paralelos a los centros de madres y juntas de vecinos o ciales existentes.

También reprobaba la administración de parte del Partido Comunista, de las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios, JAP, dependientes de la Dirección de Industria y Comercio, DIRINCO, por distribuir pollos, preferentemente, entre miembros de con anza política, discriminando a gran parte de la población.

Otra de las instituciones a la que prestó atención por situaciones anómalas, fue la Empresa de Comercio Agrícola, ECA, debido a la de citaria gestión de distribución de alimentos que presentaba, la cual agravaba la escasez de productos de primera necesidad para la población. Flo real contaba con antecedentes indesmentibles, que avalaban sus denuncias. Pruebas al canto: en sus bodegas de La Chimba y en el puerto, tenía miles de sacos de arroz que presentaban un franco deterioro producto del gorgojo; la quema de 30 toneladas de carne en mal estado en la quebrada El Way y además, otra cantidad de carne descompuesta en los frigorí cos de Tocopilla. También hizo ver su crítica por la entrega de vales que esta repartición pública hacía, discrecionalmente en la comunidad, para el retiro de ciertos alimentos.

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Para entender la posición de Floreal, se hace necesario analizar el contexto en que se hallaba el país, bajo el régi men de la UP, desde el punto de vista del aprovisionamiento

Todo este despliegue mediático, derivó en una querella del Intendente en contra del Diputado Recabarren, por el delito de injurias graves proferidas por escrito y con publicidad. La reacción de Floreal no se hizo esperar y con traatacó. “Estoy estudiando presentar una querella contra el Intendente por las expresiones vertidas en contra mía en radio y televisión” y “No me acallarán, aunque me encarcelen”. Por supuesto que esta polémica sacó ronchas en todas las tiendas políticas adeptas al régimen y los comunistas, foco de sus denuncias, fueron los que más recogieron el guante y lo atacaron por todos los ancos. Él descartaba las acusaciones de éstos, reprochándoles “falta de solvencia moral” (por el indulto de Allende a 43 mi ristas). Además, justi caba su actuar en que la libertad de expresión había sido una de las garantías constitucionales que exigió la DC a Allende para apoyarlo en el Congreso Pleno de 1970, para que asumiera como presidente de la República. En de nitiva, la Corte de Apelaciones no dio lugar al desafuero de Recabarren.

“Con el hambre del pueblo no se juega, señor Intendente” y “El intendente es un encubridor”, fueron algunas de las acusaciones expresadas por Floreal hacia la prime ra autoridad regional, aparte de cali carlo de “afuerino”.

de240 comestibles y artículos de primera necesidad en general. Las colas eran parte del paisaje citadino nacional, llegando al extremo que, si alguien se encontraba con una, enseguida se ubicaba en ella y después preguntaba ¿qué están vendiendo? Las causas, luego se sabrían, no eran achacables exclusivamente a una mala distribución de los organismos correspondientes, sino que, además por acaparamiento masivo, el mercado negro y el aprovechamiento de comerciantes inescrupulosos.

Esta disputa fue, tal vez, la más prolongada, dura y difundida por la prensa local de todas las que protagonizó y la que más tarde le provocaría un gran agobio.

Sin duda, al analizar el rol ejercido por Floreal, nos damos cuenta de que él se transformó en un verdadero contrapeso de las arbitrariedades, cometidas por funcio narios del gobierno. Este papel no fue gratuito, lo catapultó a un sitial de persona non grata, en distintos ámbitos locales. No fueron pocas las ocasiones en que sintió temor a una agresión física, dado lo ácido de sus reproches; por fortuna, nunca se llegó a la violencia.

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Una polémica áspera y prolongada sostuvo con Mario Silva, abogado socialista de 38 años, Gerente de la Corporación de Fomento de la Producción, CORFO Norte. Básicamente Floreal denunciaba que en dicha entidad pública existía una desmesurada burocratización, soplonaje y que se perseguía y exoneraba a trabajadores de pensamiento distinto al de la UP, sin ninguna razón ob jetiva, para contratar en su lugar a personas obsecuentes al gobierno. Esta acusación fue respondida por el geren te, básicamente divulgando un detallado resumen de las actividades y acción de la entidad pública, asunto que no dejó conforme a Floreal, que arremetió dando a conocer una serie de antecedentes anómalos como la adquisición de una vivienda para el gerente, contratación de personal injusti cado, mal uso de camioneta scal, etc.

En 1973 correspondía renovar la Cámara de Diputados y Floreal decide repostularse al cargo. En esa época se elegían 7 diputados en toda la Región y el Partido Demócrata Cristiano local, muy in uenciado por la opinión de Juan de Dios Carmona, se la jugó por retener los tres cupos que tenía con Argandoña, quien en esa oportunidad no se repostularía.

En un viaje de campaña en que visitó Taltal, en compañía de Magaly, una de sus hijas y Tomislav Ostoic, tanto la camioneta que los trasladaba de regreso a Antofagasta, como una micro con jóvenes de la DC asistentes a la manifestación, fueron víctimas de un incidente que pudo tener trágicas consecuencias: soportaron un ataque a balazos por miembros del partido comunista. La balacera impactó en diversas zonas de la carrocería de ambos vehículos y rompió el parabrisas de la camioneta en que viajaba Floreal. Luego de la denuncia ante Carabineros, éstos lograron ubi car a uno de los culpables y dejarlo detenido. Tiempo después Floreal recibió una petición del Obispo de Antofagas ta, Carlos Oviedo Cavada, que se había caracterizado por su misión humanitaria entre quienes estaban privados de libertad, para que desistiera de interponer una demanda en contra del agresor. Floreal accedió a la solicitud del prelado.

Rememora Floreal que, en el a che propagandístico de la campaña, aparecía con su hijo en su regazo con el

Incluso, no visitó Calama, que era reducto de Castillo, ya que vivía y cimentaba ahí su postulación. Estaba con ado en que él contaba con votos su cientes para ser reelecto, ya que en el acto eleccionario anterior había sido el candi dato DC más votado, superando a Pedro Araya por más de 2.000 sufragios. Era tal la seguridad de contar con los votos su cientes —ingenuidad casi de principiante—, que envió una carta al electorado calameño, solicitándole que no votaran por él, sino que lo hicieran por Castillo, mientras él centraba su campaña exclusivamente en Antofagasta, Taltal y algo en Mejillones.

242 Para enfrentar la elección con tres candidatos, el PDC eligió a Cesáreo Castillo. Aceptando la estrategia de nida por el partido, Floreal no hizo una campaña adecuada.

243 mensaje “Lo quiere tanto como a su pueblo”. Corolario, la DC eligió sólo dos diputados: Castillo, quien recibió la mayor votación de su colectividad y Pedro Araya, perdiéndose Recabarren, aun cuando sus votos crecieron en un 41 %. Magaly, se enteró primero que él del resultado, pero no se lo informó hasta el día siguiente. Esta situación, con la visión del tiempo pasado y en base al comportamiento del político tradicional, da pie a algunas re exiones. Una de ellas es que Floreal nunca ha sido un verdadero político de sangre, de aquellos capaces de cualquier cosa por destacarse, de esos especímenes macucos, buenos para cambullonear con tal de sacar pro vecho de toda circunstancia. Tampoco poseía vocación de poder. Él era diferente. No buscaba el discurso fácil ni la entrevista grandilocuente y tampoco se atribuía éxitos ajenos. Era un hacedor de cosas, un cosista (como suele decirse actualmente), acostumbrado a buscar soluciones a problemas tangibles de los pobladores y cuando ocupó titulares periodísticos, fue como denunciante de con ic tos que perjudicaban a la comunidad. Aparte de esta característica, Floreal aceptó lo que el partido le propuso; echando mano a un optimismo rayano en la candidez, actuó con una generosidad desconocida en las contiendas políticas. Sólo un dato para terminar este punto. Pedro Araya que fue reelegido diputado el año 1973, obtuvo algo más de 900 votos respecto de Floreal, cantidad absolu tamente abordable por éste, si tan solo hubiera realizado una mínima campaña en Calama o incluso si no hubiera enviado la carta señalada precedentemente.

Al parecer, mientras Floreal fue diputado, no alcanzó a aquilatar que la mayoría de sus colegas manejaban muy bien los códigos y cánones por los cuales se rige la activi-

dad244 política hasta nuestros días, donde cada parlamentario, en su escala de prioridades, está primero, segundo y tercero. Con esa que la Cámara le pareció una cofradía donde reinaba la sensación de un complot permanente o bien, una especie de baile de disfraces donde las caretas cambiaban según los intereses personales en juego. No se sintió cómodo. Tal vez le faltó tiempo para compenetrar se más con el trabajo legislativo. En este sentido fue un parlamentario atípico, una especie de alcalde disfrazado de Diputado. Sin embargo, le interesó el trabajo de las comisiones, integrándose con mucho interés a las de Educación y de Minería. En esta última se trató un con icto que había a lo largo del río Salado, al interior de Chañaral. El cauce de este río era utilizado por la División Salvador de Codelco, como desaguadero de los relaves del proceso de concentración de cobre. En su recorrido hasta el mar, se habían instalado numerosas plantas artesanales para recuperar parte del metal rojo que contenían los relaves. El negocio a ese nivel era bastante rentable lo que estaba generando problemas y mucha anarquía entre los planteros. La comisión estableció un reglamento que logró normalizar las señaladas instalaciones y sus operaciones. Mientras ejerció el cargo de parlamentario, tuvo una altísima asistencia a las sesiones de la Cámara y no viajó al exterior en ninguna ocasión. Sin duda que eran otros tiempos. En la diaria jornada en la Cámara logró estable cer un estrecho contacto político con Arturo Frei Bolívar y Alberto Zaldívar Larraín. El golpe militar lo sorprendió en cama. Convalecía de un accidente insólito: una caída de un segundo piso. Su error fue el intento de acceder a su casa, dado que se le habían quedado las llaves adentro. Según sus recuerdos,

Con el advenimiento del golpe militar, mediante “bandos” llamaban a diversos personeros políticos, dirigentes sindicales y empleados públicos del derrocado gobierno, a presentarse ante las autoridades de facto. Muchos de ellos que nada temían, pues nunca habían desarrollado o estado vinculados a actividades delictivas o terroristas, se presentaron con ados de que, una vez comprobadas sus identidades y actuaciones, serían dejados en libertad. Mario Silva, ex Gerente de CORFO, con quien Floreal había protagonizado fuertes controversias, según lo señalado anteriormente, fue uno de los tantos que concurrieron en forma voluntaria el 12 de septiembre de 1973 ante las autoridades militares, que lo dejaron detenido. El 19 de octubre de 1973, fue ejecutado, junto a un grupo

245 llegó a tener una leve pérdida de memoria, por un golpe en la cabeza. En ese estado de reposo, desvinculado de leer diarios o escuchar la radio, no se enteró de inmediato, de la asonada militar que se producía en el país. Tuvo que llegar Magaly y, sin ocultar cierta complacencia por la situación, le dijo: “¿Papá escuchaste la noticia? ¡¡Los militares están tomando el poder, se va Allende!! La visión de su esposa, sin duda correspondía a la de muchas mujeres prácticas, que sufrían, entre otras situaciones complica das, las penurias provocadas por un desorden económico, en el que cada día se transformaba en una verdadera osadía preparar la comida para su familia. Floreal por su parte, mucho más informado de estas maniobras de las fuerzas armadas, no tuvo una reacción de festejo al recibir la noticia. Al contrario, él habría esperado otra salida para el momento que vivía el país y se limitó a decir: “Mamita, no hay que ser muy optimista, mira que uno sabe cuándo los militares llegan, pero nunca cuando se van”

de246 otros detenidos políticos por orden de Sergio Arellano Stark, en su paso por Antofagasta, a cargo de la siniestra Caravana de la Muerte.

Floreal con esa que este infausto hecho, le provocó, por años, una grave carga moral y emocional. De alguna forma, íntimamente sentía algo de responsabilidad respecto del destino nal del señalado personero y aunque de su parte, jamás hubo ni el más mínimo intento de denunciar a exfuncionarios de la UP ante las autoridades militares, igual albergó cierto sentimiento de culpabilidad. Con el transcurrir del tiempo y el conocimiento de la monstruosa, ilegal e indiscriminada persecución que el Estado, du rante la dictadura de Pinochet, ejerció en contra de los adherentes del gobierno de la UP, recién logró desprenderse de este peso. Floreal lamenta profundamente lo acaecido con Mario Silva y con todos quienes fueron víctimas de la dictadura. No podría ser de otra forma en quien sigue profesando una consecuente postura democrática y un alto sentido cristiano. Él, desde un comienzo, adhirió a la facción demócrata cristiana que se pronunció en contra del golpe militar y que, además, dentro de su léxico polí tico, nunca consideró a un adversario como un enemigo. Hoy muy distante del ambiente de turbulencia política que envolvía y dividía a toda la sociedad chilena y, ade más, con la sabiduría y serenidad otorgada por los años, Floreal reconoce que en algunos casos pudo ser bastante duro, irónico y hasta insolente con sus críticas y juicios para determinados funcionarios públicos. Lo anterior lo personaliza en el caso del Intendente Fernando Gómez, militante comunista, en quien vio a un hombre serio, honesto y responsable, al que nunca descali có en su con dición de persona, sólo tuvo reparos a su actuar como

247 representante de un gobierno que, desde su perspectiva política, estaba haciendo mal las cosas. Dado que Floreal habla de su pasado para proyectarlo, sin que pierda su vínculo con la realidad nacional que lo posibilitó, no aventuremos juicios unilaterales. Todo merece una serena y respetuosa re exión. Por ejemplo, en plena dictadura militar, Eduardo Frei Montalva escribió “El chileno pregunta”. Las ideas de esos pocos párrafos siguen vigentes. Fue importante, históricamente, decir: “El chileno, más que mirar hacia el pasado, se pregunta si podrá el país recuperar un nivel de desarrollo económico que permita realmente dar trabajo y mejores niveles de vida a los campesinos, a los obreros, a la deprimida clase media, a los profesionales y estimular de nuevo a los empresarios que ven sus actividades paralizadas y descapitalizadas”. Frente al avance del tiempo, aún estas ideas permiten a rmar que “Así el pueblo se debate entre la inquietud de los que ven crecer el resentimiento y la venganza y el temor de los que guardan silencio por el riesgo que corren si expresan sus opiniones”. O tempora! O mores!, exclamó Cicerón. La condición de hombre público de nuestro amigo determina que muchos episodios de su vida ocupen un lugar que crea una cierta distancia con las preocupaciones habituales del hombre común. A Floreal, como individuo, al simple vecino de su barrio, también le correspon den las minucias del diario vivir. Era necesario continuar dando la cara a las inevitables adversidades, como en la canción, él debió hacerlo “a su manera”.

Floreal en cada lugar donde trabajó, tuvo buenas relaciones con sus compañeros, ganándose las simpatías de ellos. Recuerda que, a los días de haberse producido el

golpe248 militar, se encontró en la calle con un joven radio controlador de apellido Bravo, que era simpatizante de la UP, quien le solicitó un consejo sobre qué hacer y Floreal sólo le dijo ¡¡Ándate!!, previendo que la represión recién comenzaba y nadie estaba en condiciones de predecir cuánto duraría, ni cómo ni a quienes afectaría.

Muchos años después, un hombre ya mayor se le acer có en el centro de Antofagasta y con respeto le preguntó “perdón, ¿usted es don Floreal Recabarren? ¡Si! asintió y el extraño le dijo “usted no se debe acordar de mí, yo trabajaba en Radio Cooperativa cuando ocurrió el golpe, y me recomendó que me fuera de Antofagasta” ¡Ah sí me acuerdo! respondió éste. “En de nitiva le hice caso y me fui a Rancagua donde tenía unos familiares y allí rehíce mi vida, formé una familia, me ha ido bien, y ahora después de tantos años he vuelto de turista a Antofagasta. No sabe cuánto le he agradecido su consejo, por lo que pasó después en el país, es muy probable que, si me hubiera quedado, habría enfrentado serios problemas”. El joven, en la época del golpe, era cercano al MIR, pero de los tantos adherentes románticos e incrédulos, que sentían cierta admiración e idealismo con el discurso del movimiento de extrema izquierda, pero sin participar activamente en las acciones violentistas que propugnaba. Hay que recordar que, en esos aciagos días, el régimen de facto, no discriminaba a la hora de detener a todos quienes olieran a izquierdistas. Para los militares, militantes o simples simpatizantes de partidos políticos que no fueran de derecha, eran sinónimo de terroristas o estaban en contra del gobierno y más valía que estuvieran encarcelados, sometidos a distintos tipos de apremios ilegítimos y no circulando libremente por las calles. Sim-

249 plemente el atropello a los derechos humanos era la tónica diaria y Durantepermanente.laépoca en que la actividad partidista estaba restringida en el país, Floreal continuó manteniendo contacto con sus camaradas de partido, participando en reuniones clandestinas en distintas casas de Antofagasta, para analizar la marcha del país, compartir noticias de los dirigentes nacionales, intentar ayudar a correligionarios, etc. A dichos encuentros, recuerda que asistían Pedro Ara ya y los exregidores Hernán Diaz y Gastón Araya. Pedro Araya, era el representante del grupo que viajaba a Santiago y se reunía con las autoridades nacionales de la DC en la clandestinidad, siendo el mensajero de las novedades, análisis y estrategia que la plana mayor de la Democracia Cristiana hacía respecto de la situación del país. Floreal, también mantuvo una permanente correspondencia con los máximos dirigentes de su partido, en especial con el expresidente Eduardo Frei Montalva.

En esos años, la dictadura, como una forma de excluir a los partidos políticos de la vida ciudadana, comenzó a con scar todos los bienes que estos poseían. Los partidos, de acuerdo con las posibilidades que le permitía el marco legal vigente, comenzaron a implementar las medidas factibles para proteger al menos las sedes. En Antofagasta, la DC era propietaria de una amplia casona ubicada en calle Maipú entre Matta y 14 de febrero. Los dirigentes acor daron traspasar la propiedad a un antiguo camarada, con el compromiso de retrotraer la situación y devolverla al partido, una vez que en el país volviera a establecerse una institucionalidad democrática plena. Al tiempo de la transacción, Floreal descubrió que el militante había transferi do los derechos del 50 % de la propiedad a un tercero y lo

encaró,250 pero no obtuvo una respuesta satisfactoria de éste, por lo que hizo la denuncia a los dirigentes de Santiago. La situación, aunque éticamente cuestionable, legalmente era complicada, sobre todo, dado el ambiente antipolítico que el gobierno militar, majaderamente, transmitía. Ante este enrarecido ambiente, los dirigentes estimaron que se debería llegar a un acuerdo en que el 50% que faltaba por transferir de la propiedad, fuera para el partido. Cosa que tampoco ocurrió.

A todo esto, Floreal, como miles de ciudadanos disidentes del gobierno militar, aparte de participar subrepticiamente en reuniones con camaradas de su tienda po lítica, no tenía mucho más espacio donde manifestar su descontento. Pero, aun así las cosas, existían ciertos ritos en los cuales algunos demostraban su oposición al régimen instalado, como no participar del canto del himno nacional e izamiento de la bandera los lunes en la UCN o no des lar cada vez que Pinochet visitaba la ciudad. Magaly al saber de las andanzas y riesgos que tomaba su marido le decía “te van a pillar”, pero él no desistió en su afán de, al menos, mantener viva la utopía de la vuelta a la democracia.El11/9/80

el Gobierno Militar llamó a plebiscito para pronunciarse por una nueva constitución que regiría en el país, cuyo propósito era asegurar a las Fuerzas Armadas un papel tutelar sobre la política nacional, legitimar el nuevo orden económico, por sobre el social y no dejar espacios abiertos a la oposición. En la redacción del texto habían participado varios juristas vinculados a sectores identicados con la derecha política y económica, como Jaime Guzmán, Sergio Díez, Alejandro Silva Bascuñán, además del expresidente Jorge Alessandri Rodríguez. Desde un

El día 11 de septiembre antes de mediodía, acudió a la Universidad del Norte, que era uno de los recintos de votación, hizo la la correspondiente, se presentó ante los encargados de la mesa, se identi có con su carnet de iden tidad al que le pegaron una estampilla, rmó un libro, votó No y al entregar el voto y retirar la colilla de éste, le hicieron entintar su pulgar con una tinta que se suponía indeleble. De vuelta en su casa, desprendió la estampilla de la cédula con agua y luego logró eliminar, con suma facilidad, todo rastro de la tinta de su dedo. Con esta acción demostraba la ine cacia de los elementos utilizados para evitar una doble votación. Luego de unas horas se presentó en el mismo recinto, en otra sala de votación, contigua a la que ya había sufragado y procedió con la misma rutina ya realizada. Cuando estuvo frente a los encargados de supervisar los sufragios, estos lo instaron a votar y él les dijo “no señores yo ya voté y mi presencia aquí es para testi car que la forma en que se está llevando a cabo esta votación, permite cometer fraude, porque yo despegué la estampilla de mi carnet y me lavé la tinta del dedo y de este modo muchas personas pueden votar una y otra vez, sin que haya nada que los pueda detectar, esta

251 comienzo, Floreal se manifestó disidente al orden político que proponía la nueva carta fundamental y abiertamente se pronunciaba a votar por el No, en el plebiscito llamado a rati carla. Consecuente con lo anterior, el 9 de septiembre del indicado año, hizo pública una declaración de seis puntos donde argumentaba su posición, nalizando: “Sin miedo a las represalias que se puedan tomar contra mi persona, mi esposa y mis hijos, votaré No, porque como advierte Quijote a Sancho: “por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida.”

votación252 está viciada”. Floreal era uno de los miles de ciudadanos que le restaban legitimidad al acto eleccionario, al no existir padrones electorales, pero el único en el país que se arriesgó a denunciarlo públicamente con una acción incuestionable y temeraria.

Obviamente los responsables de la mesa le dijeron que debía presentar su reclamo al jefe del local, el mayor Juan Bellinger. Éste, al escuchar el planteamiento de Floreal, le dijo que tenía que hacer la denuncia en el juzgado de turno, lugar al que se dirigió. El juez del Primer Juzgado, Hugo Andrés Bustos, quien aparentemente, venía despertando de una siesta interrumpida, acusó a Floreal de “intento de fraude electoral, en grado de tentativo” y dictaminó su encarcelamiento en la cárcel pública. Se lo llevaron esposado. En la cárcel convivió un par de días con reos encausados por múltiples delitos quienes lo trataron muy bien. Recuperó su libertad y en la certeza de que suya era la razón, agradeció a los buenos y oportunos o cios del abogado José Luis Gómez. Hay fotos de la época, donde Floreal baja de un furgón de Carabineros con rumbo a la cárcel y también cuando recupera la libertad estrechando a su esposa Magaly y a su hija Cecilia. El acontecimiento, por lo insólito —“pueblo chico in erno grande”, dice el refrán—, dio mucho que hablar localmente. El Mercurio del día 12 de septiembre tituló el suceso como “Broma de inocentes: Denunció fraude, el Juez lo acusó a él”. Andrés Sabella, en su columna del 13 de septiembre del mismo diario señaló “Caer a la cárcel por pretender pureza ciudadana ¿no es cosa de Ionesco?” A su vez, no fueron pocos los dirigentes nacionales de la DC que le hicieron llegar a Floreal su solidaridad por lo acontecido.

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El jueves 11 de septiembre, cerca de las 14 horas lle gamos a la Cárcel Pública de Antofagasta. Por ser consecuentes con una línea de limpieza cívica y moral, quisimos mostrar las irregularidades que se podían cometer con el procedimiento que se usó para el plebiscito nacional. Sostuvimos con mucha anterioridad que sin Registros Elec torales, el acto no estaría revestido de la seriedad que se merecía. Se nos contestó-recuerden que fueron palabras del propio exsenador don Juan de Dios Carmona en el Aula Magna de la U. del Norte- que la tinta que se utili zaría para tomar las huellas digitales no se borraba antes de 24 horas (aseveración producto, sin duda, de ignorancia en la ciencia química). Todos tuvimos la oportunidad de comprobar que el testimonio era “ or de un minuto”.

“Permanentemente la vida nos depara sorpresas. Al gunas agradables, otras agobiadoras. Por lo mismo tiene plena validez la idea de que la existencia es una caja de Pandora. Y algo peor: Nos estamos acostumbrando a vivir en un mundo donde la irracionalidad y lo ilógico han sentado sus reales. La verdad la cubren de falsedad y a estas la adornan con prendas de certeza.

El resto ya todos lo conocen. De acusador se nos transformó en acusado y sentado en mi celda N° 24 de la Cárcel Pública, dejo correr mis sentimientos y mi pluma. Soy uno de los tantos reos en proceso por un presunto delito contra la sociedad. Mi celda la comparto con don Lucho que está espiritualmente aniquilado: “Solo por res peto a Dios no me quito la vida”, nos con dencia.

El 14 de septiembre de 1980, el diario El Mercurio de Antofagasta en su columna Tribuna regional, publicó la carta enviada por Floreal, bajo el título “Desde la celda N° 24”, que a continuación se reproduce:

254 Esa es la tónica que anima a mis compañeros de presidio. Dios está en la cárcel. En cada corazón, en cada esperanza. Dios no es una ilusión, sino una dimensión real. Entonces podemos comprender vivencialmente de que Dios “está más cerca de los pobres y de los que sufren”. No tenemos quejas. Los gendarmes, aun aquellos con apariencia dura, son seres humanos y comprensibles. No nos duelen las cadenas que se enroscan en nuestras manos. ¿No son las cadenas que hurtan la libertad las que pretendemos destruir? Es como para agradecer a Dios la oportunidad que nos ha dado. Mas aún: cientos de manos aprietan la mía. Brazos de hombres humildes y de otros que en un tiempo fueron personajes —para nosotros siguen siendo— nos entregan un abrazo con frater nal cariño, ¿tomó tecito, don Reca?.. “Floro, en la tarde comes con nosotros”. ¿Por qué Dios me ha premiado de esta Amanera?lascinco de la tarde nos han encerrado en nuestra celda N° 24 tras una puerta de erro y de doble pestillo. Tenemos un tarro para nuestras necesidades biológicas, cualesquiera que sean. Se duerme a sobresaltos, una pro cesión de pensamientos, lógicos e irracionales, des lan frente a nuestro insomnio. Una campanada despierta el primer intento de dormir. Son las 7:30 de la mañana. Es la advertencia que tenemos que levantarnos. A las 8:15 horas se abren las celdas y nos colocamos en la puerta para que nos cuenten. De allí, arrastrando nuestro tarrito con estiércol nos encaminamos al baño (¿baño?). Formamos las para recibir el pan y el té. No me cabe duda alguna: el pan de la cárcel es el mejor del mundo. Luego al patio para sentir los minutos que forma la ho ra. A las 11:00 un pitazo ordena formación: uno…dos…

Con este arrojado testimonio ciudadano, Floreal pudo haberse erigido como el gran paladín local, de la disidencia no violenta a la dictadura imperante y haber, de algún modo, sacado provecho político a su denuncia, sin embargo, nunca tuvo en su mente ni en su actuar dicho propósito.Lamentablemente, y se debe decir, tampoco su par tido, salvo honrosas excepciones personales, le hizo el reconocimiento que por méritos le correspondía. Mientras que muchos de sus camaradas se camu aron, callaron e incluso no fueron pocos los que se cobijaron bajo el alero

255 tres y los números se cuelgan en mis oídos. La orden fue numerarse.Dueleperder la libertad. Duele ser reo. Duele estar sometido. Pero nada nos quita la autoridad moral de nuestra acción. Aquí todo lo esperamos de Dios y del juez. Ahora también comprendemos la tremenda responsabilidad de los que administran justicia”.

Indudablemente fue temeraria su actuación, en mo mentos en que en el país no imperaba el Estado de Derecho y que la represión, a cargo de los organismos de seguridad del Estado era una amenaza permanente. El enfoque y placidez que nos otorga el paso del tiempo, nos permite cali car el actuar de Floreal, simplemente como heroico, al desa ar a un régimen que, por mucho menos, había demostrado una ereza brutal e inhumana contra sus opositores y que el poder judicial amparaba su impu nidad. Floreal nunca había demostrado una actitud gregaria y, en este caso no necesitaba estímulos externos ni escuchar una voz de mando para actuar en consecuencia y en forma absolutamente personal.

En los años post plebiscito del 80 continuó muy liga do a la DC, participando en diversas instancias y reuniones, hasta llegar a asumir la dirección del Comando del NO en Antofagasta, para el plebiscito de 1988. “Recuerdo que teníamos que organizar un mitin para reforzar el lla mado a no aprobar el referéndum y los del comando, inocentemente, de nimos que el mejor lugar era la céntrica esquina de Prat con Matta. Fui a solicitar el permiso al Gobernador, que en ese tiempo era Jorge Mozó, quien me respondió que era imposible ocupar el sector que le pedía mos, pero que nos ofrecía que hiciéramos la manifestación en la calle Aníbal Pinto. Esta medida la entendimos como una orden del gobierno, de no facilitar los mejores luga res para que la oposición se manifestara. No culpamos al gobernador, quien debía cumplir con las instrucciones que le llegaban desde el Ministerio del Interior. En todo caso, a pesar de que con Jorge Mozó estábamos en las an típodas políticas, con el tiempo logramos establecer una buena relación basada en el mutuo respeto. Por supuesto que, aun cuando no considerábamos el lugar como el más adecuado, no nos quedó otra alternativa que aceptar de inmediato su propuesta, sin dejar de sentir una gran du da, respecto de la convocatoria que podríamos lograr, ya que carecíamos de recursos su cientes para sostener una campaña publicitaria efectiva en los medios, tendiente a invitar a la ciudadanía a dejar de lado sus temores y asistir al evento. De Santiago vino Patricio Aylwin y creo que Ricardo Lagos también. El acto fue todo un éxito. Nos

militar,256 él nunca renunció a su ideario y coherencia política ni a su apego a la democracia. No salió indemne del evento, ya que, por su actuación, al poco tiempo fue despedido de la Universidad de Antofagasta.

dimos cuenta de que la gente ya no sentía miedo de expresar libremente su rechazo al régimen militar y manifestar con fuerza y a cara descubierta su negativa a la posibilidad de extender su mandato”.

En de nitiva el ganar la opción del NO en el ple biscito, signi có que en 1989 debían efectuarse elecciones presidenciales y parlamentarias. En ellas Floreal fue precandidato a senador por la Democracia Cristiana. Contaba con un gran respaldo local, sin embargo, desde Santiago surgieron otros dos candidatos (Sergio Wilson y Carmen Frei), ante esta situación Floreal exhibió, una vez más, un espíritu atípico en un político, una disposición a actuar mirando el interés partidario por sobre el personal, renunciando a su precandidatura, argumentando que él no quería perjudicar al partido con su postulación. Sin duda alguna que su deserción contribuyó a que Carmen Frei obtuviera la primera mayoría y fuese electa senadora por la ConRegión.lavuelta a la democracia, bajo la presidencia de Patricio Aylwin, en 1990, Floreal fue designado alcalde de Antofagasta, cargo que ejerció hasta nes del año 1992. Fueron dos años productivos, pero a su vez turbulentos. En la madrugada del 18 de junio de 1991 Antofagasta sufrió uno de los desastres naturales más grandes de su historia. Producto de una lluvia intensa de solo un par de horas, el agua que se acumuló en el desierto, buscó su avance gravitacional a través de distintas quebradas que cruzaban la ciudad, provocando aluviones que fueron arrasando con todo a su paso. El resultado: sobre un centenar de muertos y más de una docena de desaparecidos. La ciudad quedó devastada, llena de barro e intransita ble. Recuerdo que en esa época Proa aún era una utópica

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idea258 de un puñado de amigos y se nos ocurrió colaborar en algo, ante el desastre comunitario. En la Avenida An drés Sabella, desarrollamos una campaña que llamamos “Limpiemos con alegría la ciudad”. Esta contempló operativos de retiro de escombros y barro con maquinaria de movimiento de tierra, pinturas de fachadas, incorporación de árboles, etc. Todo lo anterior fue acompañado de la música de una tuna universitaria. Destaco este evento porque Floreal, como alcalde, se hizo presente y colabo ró con entusiasmo en las actividades que se desplegaron, aparte del liderazgo y coordinación que ejerció en terreno en todas las acciones que la Municipalidad debió desarro llar, con el propósito de normalizar la ciudad. En octubre de 1992 se realizó la primera elección mu nicipal de vuelta a la democracia, a la cual Floreal postuló. El sistema utilizado consistió en la elección de un Concejo Municipal donde la primera mayoría asumiría como alcalde y los demás candidatos serían concejales. Triunfó Pedro Araya, quien lideró la municipalidad hasta julio del 2003, fecha en que falleció.

En el cargo de concejal, 1992-1996, Floreal, no se sintió cómodo, ya que las funciones de éstos eran eminentemente scalizadoras de la gestión del alcalde, sin la dinámica propia de enfrentar problemas comunitarios y resolverlos, alejada del trabajo en terreno que era la función que más lo entusiasmaba. En todo caso cumplió su rol, aportando desde su perspectiva y experiencia en lo que pudo para que la gestión alcaldicia fuera positiva para la comuna.Alrespecto, cabe señalar que, a pesar de ser camaradas de partido con Pedro Araya, de haber compartido el Parlamento y de ambos haberse arriesgado durante la dic-

Valoraba el trabajo de Viveros, quien a su juicio no ha sido superado en su labor de proyectar la Región, como un importante corredor para la salida de los productos del noroeste sudamericano hacia el Asia. Incluso en su mandato se logró desarrollar una reunión multinacional en Antofagasta, con la presencia de la República China.

En el segundo gobierno de la Concertación, bajo la presidencia de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Floreal es elegido Consejero Regional, CORE, para el período 19972001. En dicho Consejo participaron guras nacionales y locales como Juan Luis Maurás, Sergio de los Ríos y Luis Pacasse entre otros. Quedó muy satisfecho del accio nar del Consejo, donde pudo apreciar seriedad y un muy claro sentido regionalista. En su calidad de consejero le correspondió mantener un estrecho contacto con Gastón Viveros, quien estaba a cargo del programa Zicosur, que se orientaba a promover la integración de Antofagasta con las provincias argentinas de Salta y Jujuy principalmente.

259 tadura de Pinochet, no lograron establecer una relación estrecha ni amistosa entre ellos. Sin embargo, lo anterior no ha sido obstáculo para que Floreal, cuando se trata de mencionar ejemplos de buenas administraciones municipales, siempre ha destacado la gestión de Pedro Araya. Nobleza obliga.

Sabido es que Floreal no ha sido un militante que concite una irrestricta adhesión a sus posturas dentro de su partido, ya que éstas, siempre se han ajustado a principios, valores y consecuencia mientras que, en la activi dad política, estos preceptos cada vez más vienen siendo considerados anticuados y transitorios, y lo que prevalece es el pragmatismo, la inconsecuencia y el doble están dar. En esta faceta, ha tenido desavenencias con distintas

directivas260 locales e incluso, ha llegado a discrepar de las posturas de algunos presidentes nacionales de la DC. En una ocasión Floreal asumió la presidencia provincial del partido. Reconoce que en este cargo tuvo más problemas que satisfacciones, dado que “fui muy jodido en cuanto a exigir a los camaradas, una labor prolija y e ciente, pero me encontré con posturas indolentes, lentas y priorizan do intereses personales”. En otras ocasiones se contactó con jóvenes militantes, con el propósito de guiarlos en el campo político, a través de transmitirles la historia, principios, valores y obra de los próceres de la DC, pero que no encontró eco en su intención. Estima que hace, por lo menos, más de una década que no participa del quehacer de estas páginas, dejan claro, cual ha sido, políticamente hablando, la posición de Floreal. Así como en la época de la UP, combatió con todo a los comunistas, ante la posibilidad que se instaurara en Chile un régimen adicto a dicha ideología, donde la libertad, democracia y el respeto a los derechos humanos, eran solo palabras huecas y sin valor. Más de cuarenta años después, apoyó a la Nueva Mayoría, donde participaban los comunistas, dado que también tiene claro que la derecha siempre ha estado al lado de quienes de enden sus intereses econó micos, sin hacerle asco a ningún método para garantizar y proteger sus privilegios. Su postura actual refuerza la consecuencia con la que ha actuado en su vida. Al respecto, en el gobierno anterior fue uno de los más leales demócrata cristianos a la presidenta Bachelet, incluso más que muchos militantes del propio partido de la mandataria, a la que ha defendido con fuerza y con vicción a través de sus opiniones y columnas del diario

partidario.Lalectura

En el año 2002 el rector de la época, Jaime Godoy, postuló a la reelección, pero fue superado por el ingeniero Pedro Córdova. Lamentablemente la gestión de éste generó una de las mayores crisis nancieras que ha debido afrontar la universidad, debido en gran parte, a contrataciones descontroladas e innecesarias, que provocaron un importante dé cit presupuestario. Esta situación derivó en una toma estudiantil que solicitaba la renuncia del rector. Floreal, un consecuente defensor de la institucionalidad rechazó públicamente la petición estudiantil, argumentando que el rector había sido democráticamente elegido y debía terminar su administración. En una ocasión en plena toma de la Universidad, un grupo de estudiantes lo increpó por su postura y le arrojó vino tinto que manchó la impecable indumentaria que acostumbraba lucir.

A partir de 1990 Floreal fue designado miembro de la Junta Directiva de la Universidad de Antofagasta, en representación de distintos presidentes de la República, cargo que se prolongó hasta el año 2004, donde llegó a presidir dicha junta en varios períodos. En ese desempe ño, pudo imbuirse y participar en los distintos quehaceres universitarios. Constató el buen nivel de análisis que imperaba al interior de la universidad, donde la prioridad era hacer una gestión e caz y e ciente. Su satisfacción más grande es haber participado en el estudio, evaluación y creación de las carreras de derecho, medicina y odontología, todas estas, muy necesarias para formar profesionales en la zona norte del país.

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El Mercurio de Antofagasta. Sin embargo, su lealtad no ha llegado a la obsecuencia. Un ejemplo fue su posición respecto de la nueva constitución promovida por la presidenta, a la cual Floreal se opuso en forma decidida.

262

Desde abril de 2002, hasta nes de 2003, Floreal ocupó un cargo en el Directorio de la Empresa de Servicios Sanitarios de Antofagasta, ESSAN, en representación del Estado, fundamentalmente debido al conocimiento de la realidad regional y la relevancia que tenían sus opiniones en la comunidad.

Floreal nunca había tenido la oportunidad de participar en un directorio de una empresa pú blica, ni menos en una sociedad anónima y a pesar de su inexperiencia, con esa que se sintió muy cómodo en el cargo, fundamentalmente, porque el grupo de directores y, en especial, los ejecutivos, Renato Agurto, Aurora Williams y Calixto Díaz entre otros, contribuían generando un ambiente de profesionalismo, seriedad y transparencia en la gestión de la empresa.

Se debe destacar que tanto Floreal como los demás integrantes del Directorio de ESSAN eran contrarios a su privatización, sin embargo, la decisión gubernamental inevitablemente condujo al traspaso de la empresa al sector privado a nes del año 2003, en este caso al Grupo Luksic. Ante esta realidad Floreal mostró una permanente preocupación por la capacitación y desarrollo del personal, con la mirada puesta en preparar a los trabajadores para los desafíos que impondría la gestión privada, es-

Recuerda que en ese período se aprobaron varios proyectos interesantes, entre ellos destaca: la puesta en funcionamiento de la planta desaladora de agua de mar de Antofagasta, siendo en su época, la más grande de América Latina construida para consumo humano; el inicio de operación de la estación depuradora de aguas servidas de Calama, la disposición nal del 100% de las aguas servidas en la región de Antofagasta y el proceso de facturación in situ.

La última actuación política de Floreal, aconteció a mediados de la primera década de este siglo, durante el segundo ciclo alcaldicio de Daniel Adaro, quien había asumido como alcalde en remplazo del fallecido titular Pedro Araya, por el tiempo que le restaba en el cargo, dado que había sido el segundo candidato más votado en las elecciones de concejales. Ante la elección del año 2004 esperaba que la DC lo rati cara como su abanderado a la reelección, sin embargo, el partido apoyó a Jaime Araya, hijo de Pedro. El alcalde en ejercicio, consciente del apoyo ciudadano que tenía, no aceptó esta decisión y renunció al partido, presentándose en calidad de independiente. No se equivocó, ganó la elección con cerca de un 60%, la más alta votación nacional, en el año 2004. No obstante, la renuncia a la DC manifestada por Adaro, la que había obedecido a una decisión estrictamente instrumental y no a un rechazo a la ideología de ésta, dicho partido continuó teniendo una gran ascendencia en su actuar, asesorándolo en diversas materias y otorgándole ciertas orientaciones tendientes a desarrollar una buena gestión municipal. Floreal señala que recibió un llamado desde el partido para que trabajara en la municipalidad, contribuyendo con su experiencia. A regañadientes y con Magaly no muy convencida que se involucrara nuevamente en política, aceptó el cargo de Administrador Municipal. Explica que a pesar del poco tiempo que estuvo en dicha función, se sintió muy cómodo y aportó en varias situaciones a solucionar problemas internos. Lamentablemente Adaro veía fantasmas y ene migos en todas partes y despidió a muchos trabajadores

263 fuerzo que se vio compensado con la continuidad que tuvo gran parte de la dotación en la nueva administración.

identi264 cados con el exalcalde Pedro Araya, a pesar de los consejos que le daba Floreal de entusiasmar a la gente y trabajar en equipo. Él por su parte, mantenía buenas relaciones con el personal municipal y, además, en sus apariciones en representación del alcalde, normalmente salía muy bien parado. Esta guración no le habría gustado al edil mayor, quien intentó sacarlo de la vitrina munici pal, ofreciéndole que asumiera como coordinador entre el municipio y el CORE. La respuesta de Floreal no se hizo esperar, se fue a su o cina y redactó de inmediato su renuncia, argumentando que él no era un asesor y se la entregó personalmente en presencia de toda su plana directiva.Siempre ha sido conveniente una mirada evaluativa hacia el pretérito. Floreal, día a día, se ha mostrado dispuesto a hablar de su pasado. Lo hace con la convicción de que sus actos de servidor público, por lo general, o no lograron satisfacer a la mayoría, o sólo fueron justipreciados por unos pocos. Mientras tanto, la vida debe conti nuar y esto es lo único que interesa. En el gran escenario del mundo, uno de los papeles más difíciles es el del polí tico. Él necesita del hombre común y éste, al momento de juzgarlo, sólo lo hará por sus obras y por su consecuencia entre sus palabras y sus actuaciones. Tantísimas son las circunstancias de las labores políticas que, sin querer olvidamos que ese afanoso laborar es la esencia de lo que antiguamente se consideraba “el servicio público”, donde germina la política como verdadero amor a la polis y donde el civismo supera al individualismo haciendo de cada ciudadano un prójimo, al que sólo algunos están llamados a servirlo sin mezquinos intereses. Floreal, un ser vidor público, sabía de estas cosas y cuando encontraba

265 espíritus a nes, siempre se dio un tiempo para referirse, no a lo super uo de la política, sino a su quintaesencia, a su n último que ennoblece al paso de los años y que, en nuestro amigo, arraigó a temprana edad.

CAPÍTULO VI LA VIDA CONTINÚA

A. La impronta de un historiador. A mediados del año 1973, Floreal vuelve a Antofagasta con toda su familia. No llega precedido de optimismo ni mucho menos. Fresca está en su memoria su fracasada reelección como diputado y, también, sus vanos intentos por establecerse en la Capital, postulando a trabajos que no prosperaron. Sin embargo, su ciudad lo acoge con los brazos abiertos.

Recabarren conocía al jefe del Registro de Identidad local y supo que, en ese servicio público, siguiendo una política a nivel nacional, luego de cierto tiempo procedían a deshacerse de las chas que habían servido para confeccionar las cédulas de identidad. En ese momento esta ban quemando las chas de ciudadanos de comienzo del

A meses de su regreso, la Universidad del Norte, le ofrece un cargo de profesor de Historia de jornada completa para impartir clases a las carreras que tienen esta asignatura obligatoria en su malla curricular y, además, a otras que la consideraban electiva. Reconoce que en este trabajo despertó su interés por la investigación. Según sus recuerdos: “Trabajé con mi compadre Adolfo Contador que dominaba la Historia nacional y con José María Ca sassas. Ambos fueron muy generosos conmigo y de ellos aprendí los primeros pasos de una investigación”.

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Con las chas se pudo establecer el origen, proceden cia y quiénes eran los progenitores y la línea de parentescos de muchos connotados personajes que se a ncaron en Antofagasta y aportaron a su desarrollo en diversas áreas.

Entre los variados trabajos que Floreal desarrolló en la universidad le correspondió colaborar con uno de los más importantes historiadores del Norte Grande, Óscar Bermúdez Miral. Según cuenta, éste era reconocido como un personaje hosco y de pocas relaciones. Sin embargo, con

siglo270 pasado. Esta situación despertó en Floreal la idea de preservar dicha documentación, por si en el futuro, algún trabajo investigativo pudiera necesitarlo. Conversó con el funcionario jefe, le planteó su inquietud y logró que las citadas chas fueran donadas a la Universidad y localiza das en la biblioteca de la casa de estudios superiores. En un proceso de ordenamiento de ellas, se formó un equipo de investigación compuesto por Floreal, algunos jóvenes investigadores y Drahomira Srytrova (Dacha), Directora de la Biblioteca. Una anécdota que recuerda de ese trabajo acaeció cuando alguien preguntó por el signi cado de la expresión “labores del sexo”. Un joven integrante del grupo contestó con mucha soltura, “lo que pasa es que, en esa época, en las salitreras trabajaban muchos obreros sol teros que satisfacían sus necesidades íntimas con prostitutas que visitaban regularmente las o cinas. A estas meretrices se les reconocía con ese apelativo”. Este comentario machista e injusto, le puso la piel de gallina a Floreal. Después a solas con el colega, le aclaró su equivocación. En esos tiempos, toda mujer que no trabajaba fuera de su hogar o sea a la que sólo se desempeñaba en las labores de dueña de casa, en su respectivo carnet de identidad, aparecía cali cada como ejecutando “labores del sexo”.

Floreal acota que en más de una ocasión tuvo que defender el plazo que se estaba tomando Bermúdez en terminar la saga del libro, explicando que, a su autor, a medida que avanzaba en el texto se le iban abriendo otras aristas que investigar y eso tomaba tiempo, sobre todo si la pretensión era entregar a la comunidad una investigación profesional, documentada y útil. Mantuvo una relación muy cordial hasta que a Bermúdez lo despidieron de la Universidad, por razones políticas.

Respecto del Tomo II de la “Historia de Salitre”, que cubrió el período entre el con icto bélico del Pací co y la Revolución de 1891, éste recién se logró editar un año después de fallecer su autor, en noviembre del año 1983. Sin duda que el contacto que tuvo Floreal con Bermúdez, le hizo conocer de cerca el trabajo de un investigador, en el cual la rigurosidad, disciplina, formalidad y pasión son requisitos ineludibles de sortear, si se quiere hacer un buenAtrabajo.partirde esta experiencia, se con rma su interés en la investigación histórica, como una materia a desarrollar en forma paralela a la docencia. La gran oportunidad de emprender de nitivamente este camino se produce cuando Rubén Bustos, rector de la sede Antofagasta de

271 él fue particularmente sociable y simpático y no les costó establecer una buena conexión. Floreal contribuyó con mu chos antecedentes que había logrado conseguir cuando hizo su memoria de título. Bermúdez había escrito en 1963, el libro “Historia del Salitre”, que abarcaba desde los orígenes de la explotación del fertilizante hasta la Guerra del Pacíco. Los interesados en el tema, pasados ya más de 10 años de la aparición del texto, esperaban con ansias el segundo tomo y no se explicaban la tardanza de la publicación.

Su labor la inicia siendo joven con su memoria de título “La historia del proletariado en las provincias de Tarapacá y Antofagasta 1884-1913”, del año 1954, con la cual demuestra, de modo categórico, su sensibilidad

la272Universidad de Chile, lo invita a mediados de la década del 70, a integrarse a un cuerpo docente que, a su vez, sería la base del área investigativa histórico-cultural que se pretendía formar en la sede.

Es en esta sede de la Universidad de Chile, luego Uni versidad de Antofagasta, al unirse con la también sede de la Universidad Técnica del Estado, donde de nitivamen te consagra sus intereses historiográ cos. Además, tuvo la fortuna de formar equipo con tres excelentes profesio nales, también vinculados a la historia local como lo fueron Juan Panadés, Antonio “Tonko” Obilinovic y María TeresaFloreal,Ahumada.apesar de ser considerado uno de los historiadores más destacados de Antofagasta y uno de los defen sores más documentados del patrimonio cultural local, no fue muy prolí co en publicaciones. No hay aquí carencia de ideas o proyectos, sino algo de la habitual di cultad económica que enfrentan quienes pretenden editar determinados trabajos con temáticas regionales. Un número signi cativo de obras impresas, hecho considerado como el secreto anhelo de muchos intelectuales, es ardua tarea. La mentalidad provinciana suele desentenderse de estos proyectos culturales. El no haber tenido “un paraguas institucional” en su época de mayor inquietud investigadora que le haya brindado facilidades, es un capítulo conocido y re exionado por Floreal. A pesar de esos obstáculos, no se ha quedado de brazos cruzados y ha luchado, con pasión, por esas oportunidades para editar algunos de sus trabajos.

• “100 Años: Club de la Unión, Antofagasta 19062006”, con María Teresa Ahumada y Héctor Ardiles. Antofagasta, 2006.

• “Historia del agua, en el desierto más árido del mundo”, con Valeria Maino, Matte Editores. Antofagasta, 2011.

273 social. Entre sus escritos destacan los siguientes títulos: “Antofagasta: una historia en Imágenes”, con Juan Panadés, Antonio Obilinovic y Alfonso Calderón, Universidad de Chile, Sede Antofagasta, 1979. “Taltal: Una historia... una esperanza”, junto a Juan Panadés y Antonio Obilinovic. Universidad de Chile, Departamento de Ciencias Sociales. Antofagasta 1979 “Coloso, una aventura histórica”, con Juan Panadés y Antonio Obilinovic, Imprenta Atelier. Antofagasta, 1983. “Episodios de la vida regional”, Edición PROA Universidad Católica del Norte. Antofagasta, 2002. “El Auto Club en la historia de Antofagasta 1919 -2002”. Impreso en SERGRAF Ltda. Antofagasta, 2002. “1921: Crisis y tragedia”. Imprenta Erika. Antofagasta, 1984. En Segunda Edición este volumen pasó a ser: “La matanza de San Gregorio 1921: Crisis y tra gedia.” Editorial LOM. Santiago, 2003.

• “Coloso ayer y hoy”, con Pamela Ramírez, Edición PROA, Antofagasta, 2017. A las obras señaladas, hay que agregar una en la que Floreal se sintió especialmente motivado y tuvo un des-

• “Historia de Antofagasta en fascículos”, con Héctor Ar diles, publicados en El Mercurio de Antofagasta, 2003. “Antofagasta Ciudad con Historia”, con María Teresa Ahumada y Héctor Ardiles. Antofagasta, 2003.

También ha tenido una participación relevante, en publicaciones desarrolladas por equipos multidisciplina rios de investigadores y profesionales como: “Imágenes y personajes de Antofagasta”. Edición PROA. Antofagasta, 1995.

• “Forjadores de Antofagasta”. Edición PROA. Antofagasta, Además2014.delas obras anteriores, es necesario destacar que Floreal impulsó investigaciones históricas y patrimo niales de las más variadas temáticas, las cuales no lograron materializarse debido a la carencia de nanciamiento. Entre los trabajos que no vieron la luz, se pueden señalar: “Historia de los ferrocarriles de Antofagasta”, (Signi cado económico y social 1866-1950) con Sonia Pinto y Rolando Mellafe, 1981. “Investigación sobre Luis Emilio Recabarren”, 1981. “Historia de la Municipalidad de Antofagasta”, en conjunto con Laura Vendrell, 1982. “El Mercurio a través de El Mercurio”, 1982. “Monografía histórica del mineral de Chuquicama ta”, en conjunto con Juan Panadés y Antonio Obilinovic, 1982. “Salitre, una historia de hombres”, trabajo del cual sólo se realizó exposición fotográ ca en la Municipalidad.

rol. Se trata de la iniciativa municipal, en 1996, de la segunda edición de las “Narraciones Históricas de Antofagasta” de Isaac Arce Ramírez.

tacado274

Adicionalmente, a mediados de la década de 1970, impulsó la instalación de un letrero explicativo con datos históricos relativos al Puerto Coloso.

275

• Instalación de un letrero explicativo junto a los vesti gios de Pampa Unión.

En la década del setenta, en las ciudades de Copia pó y Vallenar, en compañía del poeta Andrés Sabella, dictó las conferencias “Contrapunto entre un profesor y un poeta”, en las cuales trataban, desde sus particulares ópticas, diversos tópicos y problemas de interés nortino.Una destacada participación le cupo en la película “Antofagasta, el Hollywood de Sudamérica”, de Adriana Zuanic, 2002, a través de documentadas intervenciones históricas, contextualizando la época en la que se desarro lla el rodaje y la situación de Antofagasta. Asimismo, tuvo una importante participación historiográ ca en la obra teatral “Xi Wang, la otra patria”, de Alejandra Rojas, 2008. Además, su saber lo ha divulgado generosa y amplia mente en columnas de diversos medios escritos. Una de ellas, publicada por varias décadas en “El Mercurio de Antofagasta”, donde vierte todo tipo de opiniones y comentarios documentados, potentes y sin caretas, de una variada temática, que cubre desde aspectos históricos, políticos, económicos hasta coyunturales. Es una lectura

Otras iniciativas patrimoniales que lideró y no prosperaron fueron:

• Erigir un busto en homenaje a Mario Bahamonde Silva, 1980.

Enpluma.elplano de la difusión, son valiosas las intervenciones que Floreal ha tenido como panelista en TV y ra dio, además de su participación en charlas, entrevistas, foros, conversatorios, etc., en los cuales siempre ha logrado concitar el interés del público en general, por la amenidad que caracterizan sus exposiciones.

Como este a aire comprometía a dos caballeros, no hu bo problema alguno y Floreal retomó su colaboración con el diario, la que se ha mantenido inalterable hasta nuestro

Indudablemente Floreal debe ser el columnista más longevo, leído y respetado del diario. Sin embargo, esta participación ha tenido sus contrapuntos. Uno de ellos aconteció en la década del ochenta con Dario Canut de Bon, cuando, era director del diario. A este no le gustó parte de una columna en la cual Floreal defendía su posición política, contraria al régimen militar, y, sim plemente, cercenó su escrito, cosa que molestó a Floreal y se lo hizo ver a través de una carta, reclamándole que había “tijereteado su opinión y por esta razón dejaba de colaborar en el periódico”. Después de un par de semanas, Canut de Bon, le envió una conceptuosa carta, dándole explicaciones y disculpándose de su proceder.

obligada276 del ciudadano común que educa, entretiene y orienta. La aguda y oportuna ironía que utiliza en ellas, demuestran su erudición y conocimiento. Algunas han sido verdaderas clases magistrales. Sus versadas posiciones re ejan una lucidez intelectual admirable.

Tambiéntiempo.larevista “Tell”, desde sus inicios y por alrededor de seis años, lo tuvo como columnista principal, divulgando interesantes contribuciones de su documentada

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En el año 1989 nació en Antofagasta el Instituto Profesional José Santos Ossa, que luego en 1994 se trans formó en universidad del mismo nombre. La destacada profesora y académica, formada en la Universidad Católica del Norte, Patricia Bennett Ramírez, quien asu mió como Vicerrectora Académica de la nueva casa de estudios superiores, evoca con un indisimulado orgullo y calidez el ambiente y personajes con los que tuvo que interactuar mientras desempeñó dicho cargo. Acota que: “Por su cercanía a las humanidades y a la investigación en el área, Floreal se incorporó al Programa de Identidad y Patrimonio, PIP; de la Universidad. Estas eran unidades académicas cuyo objetivo era el estudio e investigación de materias prioritarias en el ámbito de las Humanidades: Programa de Género, Identidad y Patrimonio, Literatura, Cine y Audiovisual. Cuando en 2002 la Universidad decide abrir las Carreras de Pedagogía en Lengua Caste llana y Comunicación y Pedagogía en Historia y Geografía, Floreal Recabarren fue uno de los notables profesores elegidos para formar parte del equipo docente y dictar las asignaturas que componían la secuencia de Historia de Chile I, II, III, IV y luego Historia Regional. La excelencia de su estilo de enseñar era conocida desde los inicios del Pedagógico de la Universidad del Norte cuan do, siendo alcalde de la ciudad, no se restaba a dar clases a los cursos de Historia del Primer Año Común de las Pedagogías”.JuntoaMaría

Teresa Ahumada, jefa de carrera, y el equipo gestor, tuvieron la responsabilidad de impulsar la Escuela de Educación que ya contaba con Educación Parvularia y Psicopedagogía. “Habíamos transitado jun tos por muchos años y su estatura de maestro crecía. Yo

Floreal, en los inicios de la Universidad del Mar, a la que llamaba la “Universidad del Mal”, continuó impartiendo clases, pero no duró mucho. Nunca se sintió mo tivado y, además, consideró que había un desequilibrio

había278 impartido clases a las Carreras de Diseño Gráco, Educación Parvularia, Periodismo y Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación, lo que me había permitido, junto al resto del plantel, insu ar el espíritu humanista a nuestros alumnos. Personajes como Floreal y la mayoría de sus colegas de la Universidad José Santos Ossa, UJSO, (Jaime Valenzuela, Adriana Zuanic, Branko Marinov, Lucy Casali, Luis Toledo, Henrikus Reijmakers, Roberto de Groote, Ricardo Pérez, Sonia Buljan, Patricio Jara y tantos otros), crearon un microclima intelectual que se expandió a los alumnos y a la ciudad entera. A su vez, el equipo del PIP a cargo de María Teresa Ahumada trabajó arduamente en la preparación de fascículos sobre la Historia Regional. Floreal fue un entusiasta miembro que supo inyectar su habitual dinamismo al espíritu que los movía. Su vocación y calidad de profesor era ampliamente conocida en la ciudad. También sus dotes de investigador de la Historia Regional. Los años oscuros marcaron el nal de la UJSO que continuó como Universidad del Mar. Dejamos de compartir ese espacio, pero seguimos unidos por intereses culturales comunes. Floreal siguió dictando clases a sus alumnos hasta el año 2007, aunque ya esos años están poco claros en mis recuerdos. Lo importante es trenzar la vida, ser parte de la hermosa posibilidad de vivir los sueños en la compañía de quienes saben cómo darle los tonos que se requieren para mantener la frente limpia”, naliza acotando Patricia Bennett.

279 injusto con las remuneraciones entre los profesionales que laboraban en ella.

Un antecedente no menor y habitualmente mencionado, es que en cada alumno que ha tenido en su vasta trayectoria docente, ha dejado una impronta que todos recuerdan y que a muchos ha marcado a fuego. Ellos destacan a sus clases como las más entretenidas a las que han asistido.Desde el año 2014, junto al profesor e historiador Héctor Ardiles Vega y un variado equipo de profesionales locales, compuesto por Isabel Correa Jeraldo, Jorge Olmos Ramírez, José M. Aguirre Giménez, Angélica Araya Arriagada y Pauline Contreras Parra, trabaja en el Proyecto “Puesta en valor del Archivo de Actas Muni cipales de la Comuna de Antofagasta”, cuyo objetivo es salvaguardar, conservar y divulgar el patrimonio material público y la memoria histórica que contienen dichas actas.El proyecto ha contado con nanciamiento del 2% de la Cultura del FNDR (Fases I y II) y de la Municipalidad de Antofagasta (Fase III). Actualmente se está presentando a fondos concursables la Fase IV y última. El proceso de habilitación y preservación de las actas municipales ha comprendido los años, entre 1874 a 1920 y ha considerado los procesos de catalogación, digitalización, restauración, embalaje y difusión del contenido a la co munidad escolar. Sin duda que este trabajo, se constituirá en un pilar fundamental para todos aquellos que deseen conocer e investigar las distintas circunstancias y el desarrollo por el cual ha atravesado nuestra ciudad durante el lapso resguardado. Esta iniciativa ha contado con el patrocinio de la Corporación Cultural de Antofagasta

y280el Centro Investigación Histórico Cultural Isaac Arce Ramírez, CIIAR. En 2016, el CIIAR y la Biblioteca Regional de Antofagasta, BRA, concursaron al nanciamiento del 2% del FNDR para la Cultura, el proyecto: “Digitalización de los periódicos del siglo XIX, El comercio, El pueblo y El Industrial”. Floreal y Héctor Ardiles estuvieron a cargo de concretar el proyecto. Actualmente los ejemplares digitalizados se pueden consultar en la Sala de la Memoria de la BRA, en la siguiente página web: http://www.archivohistoricoantofagasta.clElprecedentehistorial, no hace más que poner en relieve y comprobar que Floreal es uno de los más destacados historiadores de Antofagasta. Además, es justo reconocer que en nuestra comunidad no existe personaje más dispuesto a colaborar. Todo tipo de instituciones, agrupaciones o personas que han requerido de su expe riencia y conocimientos, en proyectos relacionados con nuestro patrimonio e historia siempre han encontrado en él, una contribución certera y desinteresada. Floreal, por su dilatada, interesante y documentada labor ha ameritado reconocimientos de las más variadas organizaciones e instituciones locales. Desde sencillos homenajes de agradecidos vecinos hasta los máximos hono res que entrega la ciudad, como El Ancla de Oro. Hoy trabaja en un libro sobre los pueblos fantasmas de la Región (Cobija, Gatico, Caracoles, Punta de Rieles, Yungay y otros) y una idea gruesa de la vida del general Pedro Vignola Cortés.

También estuvo a cargo del ciclo de charlas, abiertas a la comunidad, dictadas en el segundo semestre del año 2015, en las dependencias del FCAB, bajo el título de

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“Conversando la Historia de Antofagasta”, en las cuales ilustró a una interesada audiencia sobre el tema, con sus conocimientos y amenidad de costumbre. Osvaldo Maya, colega y escritor ha contribuido con dos o tres textos para Floreal. En “Juan Floreal Recabarren Rojas: Histo riador del Norte Grande” (2002) introduce a los lectores de “Episodios de la Vida Regional” en “el sentido de la Historia nortina” cultivada por nuestro amigo. Motivados por esas ideas, recurrimos a otras de sus páginas y nos detuvimos en estos párrafos: “La recepción y en ocasiones la comprensión de algunas ideas formuladas al estilo de este historiador regional, han creado reacciones impensadas. Vistos sus textos historiográ cos, a la memoria asoma un pasaje de Lord Byron en su obra “Don Juan (1819—1824)” donde se plantea lo siguiente: “... mi musa no se ocupa de cciones en manera alguna, sino que presenta una colección de hechos, por supuesto con ciertas reservas y ciertas prudentes restricciones; pero, sea como quiera; canta realidades, y ésta es la causa de que le salgan tantos contradictores; la verdad desnuda no gusta en el primer momento. Si mi único objeto fuera eso que se llama gloria, ya relataría mi musa con menos trabajo otra historia diferente.” La colección de hechos expuestos en su realidad y como simples verdades, en principio no agrada y hasta puede favorecer a eventuales contradictores. Es lo que normalmente sucede. Hacer eso que otros no pueden, vale tanto como facilitar o exponerse a ciertas críticas. Pero, en todo lo que se ofrece al prójimo, siempre hay algo que trasciende y en eso siempre se ha apoyado el diario quehacer de Floreal.”

282 B. Viajes para recordar. A Floreal, siempre le llamó la atención viajar. Dicho así, esto da para más de un comentario al aportar un antecedente explicativo a su condición de historiador. La rela ción “viajar—historiador” siempre se ha representado en Heródoto y “Los Nueve Libros de la Historia”. Es posible que Floreal, por modestia, haya intentado soslayar este detalle, pero la existencia tiene tantos vericuetos que se necesita de una vida para recién encontrarle el recto sentido a determinadas ideas. De hecho, desde niño tuvo mucho ajetreo al respecto. Experiencia inicial fue para él su viaje con su madre a establecerse en Chillán y luego, desde ahí, debió acompañar a su padre en sus múltiples y pintorescos viajes de trabajo por la zona. Su primer viaje, ya adulto, al exterior, lo hizo en tren a mediados de los cincuenta, a cargo de la gira de estudio de un curso del Liceo de Hombres, a La Paz, Bolivia. Desde dicha ciudad se trasladaron en un camión a Copa cabana, pequeña localidad ribereña del lago Titicaca. Allí hicieron una travesía en las tradicionales barcas de totora. En esa gira de estudios, un alumno se sintió mal y Floreal consiguió que acudiera un médico a examinarlo. Cuando el facultativo atendió al alumno y éste le dio a conocer los síntomas, sacó de su maletín un manual y sentenció “sufre mal de altura”. A Floreal el hecho que el médico haya tenido que consultar un libro para diagnosticar algo tan natural y reiterado en los turistas que visitan el país altiplánico, lo hizo dudar de la calidad del profesional que había conseguido. En todo caso con una simple píldora, el estudiante se repuso rápidamente. No hubo otro contratiempo en la gira. Lo que sí llamó la atención de

283 la comitiva, fue que prácticamente todos los días había marchas por las calles céntricas de la capital boliviana. Es pertinente señalar que en la época, gobernaba el país Víctor Paz Estensoro, fundador del Movimiento Nacionalista Revolucionario, MNR, quien mantuvo buenas relaciones con el presidente de Chile de entonces, el General Carlos Ibáñez del Campo. Al respecto Flo real recuerda una anécdota: en 1955, Paz Estensoro visitó nuestro país e Ibáñez retribuyó la visita. Cuando éste presenciaba un des le en su homenaje en La Paz, parte de la muchedumbre empezó a entonar un cántico que el presidente chileno no lograba entender y le preguntó a su colega boliviano qué decía en su canto la multitud. Este le dijo, gritan “queremos puerto” a lo que Ibáñez le contestó ¿y para qué quieren puerto si no tienen mar? La espontánea respuesta gra ca con delidad lo ladino que era Carlos Ibáñez.

Al año siguiente Floreal realizó otro viaje a Bolivia. Ahora en una delegación mixta, compuesta por un curso de niñas de la Escuela Técnica y otro de alumnos del Liceo. En este viaje Floreal fue objeto de una de las bromas más pesadas que le hayan hecho en su vida: un grupo de alumnos lo sorprendió saliendo de la ducha y uno de ellos, un novel paparazzi, le sacó una foto, que luego, pu blicaron en un diario del alumnado liceano.

Estando ya casado con Magaly, disfrutaba viajar con ella esmerándose siempre en hacer del viaje una experiencia agradable. Su propósito era divertir y entretener a su esposa, para ello recitaba poesías y hacía payasadas que siempre terminaban con ellos riendo. Estos viajes se iniciaron el año 1962, cuando fueron de luna de miel a Ari ca y aprovecharon de conocer Tacna.

El programa consideró un recorrido por una serie de pequeños pueblos a orillas del Rhin, donde sus respectivos alcaldes les transmitían las variadas experiencias colaborativas, tales como compartir instalaciones, bodegas, frigorí cos, etc. También tuvieron la oportunidad de visitar Munich, conocer algo de Los Alpes y asistir a una típica esta alemana de la cerveza. En esa época, plena Guerra Fría, la ciudad de Berlín se encontraba dividida, aunque sin el muro. Muy temprano en las mañanas, eran despertados por el estruendo provocado por aviones rusos que pasaban por sobre el hotel, rompiendo la velocidad del sonido. La delegación pudo visitar Berlín Oriental

En el año 1964, al asumir la Alcaldía de Antofagasta, en reemplazo de Santiago Gajardo, Floreal recibió una invitación-beca de parte de la Fundación Conrad Adenauer, para asistir a un seminario de capacitación sobre descentralización territorial y administrativa, a realizarse en Berlín, capital de la República Federal Alemana, RFA, nación que era líder mundial en la materia. La invitación fue extensiva a un grupo de 20 a 25 alcaldes chilenos de distintas tendencias políticas, entre los cuales iba el alcal de de Calama, el médico Osvaldo Olguín que hizo de jefe de la delegación y con quien tuvo mucha cercanía, dado que también era militante DC.

Según Floreal, el curso fue de un elevado nivel; tuvo notables expositores, con traducción simultánea y duró alrededor de 20 días. Las clases se realizaban en la mañana y la tarde, en el mismo hotel donde alojaban, cumpliendo todos los horarios con germánica disciplina. La beca incluía pasajes aéreos, hospedajes, alimentación y un viático de 30 marcos diarios, que alcanzaban sobrada mente para cubrir gastos menores.

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A mediados de los setenta Floreal y Magaly fueron de vacaciones a Argentina, Uruguay y Paraguay. Desde Santiago hicieron el viaje por tierra, en un vehículo de la antigua empresa CATA hasta Mendoza y de ahí, en tren, hasta Buenos Aires. De esta ciudad a Floreal lo deslumbró su arquitectura y sus atestadas y atractivas librerías.

Visitaron la tumba de Evita en el cementerio de La Recoleta y disfrutaron de un espectáculo de tango. Desde el puerto de Buenos Aires atravesaron el Río de la Plata en un aliscafo hasta Montevideo, que los recibió con mucha lluvia, a pesar de que era verano. A Floreal la ciudad le pareció chata y apagada. No podía ser de otra manera después de haber conocido la capital argentina, la ciudad más europea y cosmopolita de América. También tuvieron la oportunidad de viajar a Punta del Este, balneario que, como a muchos, les pareció demasiado exclusivo. Terminaron su periplo en Asunción, ciudad que no les impresionó.Unodelos viajes familiares que más recuerda Floreal, es el que hicieron a Chiloé. Éste se gestó ante una re exión de Magaly, quien le planteó que debían hacer un viaje todos, ya que si Claudia y Cecilia, habían nalizado su enseñanza media, con seguridad continuarían sus estudios superiores sin tener claro dónde y posiblemente el verano siguiente no estuvieran todos juntos nuevamente para viajar en familia.

285 en un bus con un recorrido preestablecido, donde no se podían bajar y sólo se les permitía hacerlo para sacarse fotos delante de una estatua de Lenin. Una ocasión muy especial de dicha estadía, fue cuando la delegación tuvo una cena con Willy Brandt, el alcalde de Berlín, quien posteriormente sería un gran canciller de la RFA.

El largo recorrido lo hicieron en auto desde Antofagasta hasta Puerto Montt, con una breve estadía en Con cepción. Viajaban en carpa, una experiencia nueva para ellos y como buenos nortinos, no iban muy bien preparados para afrontar el clima del sur. El frío y las lluvias le dieron la bienvenida y ellos no la agradecieron. Como no contaban con duchas a la mano, optaron por visitar algunas de las termas que existen en la zona sur para poder gozar de un baño caliente. La carpa se les pasó con las lluvias en varias oportunidades y para aminorar las di cultades, a veces recurrieron a hospedarse en hoteles que el gremio de profesores poseía. Entre las anécdotas que Floreal recuerda de este viaje, está una que sucedió al comprar una botella de licor de oro en un almacén del camino. En esa ocasión, la dependiente que los atendió, una típica campesina, a toda vista sufría de hiperpilosidad y exhibía unos bigotes extremadamente espesos. Esta insólita situación, provocó en las niñas un ataque de risas, que tuvo que ser contenido apresuradamente por Magaly, para que la mujer que los atendía no se sintiera ofendida.

Floreal reconoce hidalgamente que, hasta él, sintió deseos de demostrar hilaridad, pero afortunadamente pudo contenerse. Otra situación jocosa la provocó Gonzalo, quien, al estar en la orilla del Bío Bío, quiso demostrar que era capaz de bañarse en sus aguas y, prestamente, se lanzó a ellas para salir entumecido, tan rápido como entró.

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En Chiloé visitaron las más importantes ciudades y pueblos, tales como Castro, Ancud y Quellón. Según Floreal: “Fuimos parando en muchos pueblos que cruzábamos, admirando los pala tos y los caminos típicos chilotes con exuberante naturaleza, llenamos nuestra mirada de verde, visitamos muchas de las iglesias de madera que

Viajaron desde Santiago con destino a Frankfurt. Mientras Floreal se trasladó a Berlín a integrarse al evento de capacitación, Magaly se embarcó en un tour que la llevaría a conocer varias ciudades de Bélgica y Francia. Luego del seminario se juntaron y recorrieron Barcelo na, Roma, Florencia y Venecia. Al nalizar este periplo regresan a Frankfurt y se hospedan en casa de un ami go chileno, quien, además, los carretea, por los lugares más interesantes de la ciudad. Cuando llegó el día que debían regresar a Chile, se dieron cuenta que no tenían pasajes en el mismo vuelo. Intentaron solucionar el problema en la o cina de la línea aérea en Frankfurt, pero fue inútil y solo les recomendaron que la única posibilidad era que se presentaran en el counter de Lufthansa, por si ahí les pudieran dar una solución a su problema. Es necesario aclarar que en la o cina de la aerolínea, les hablaron siempre en inglés y Floreal creía que había entendido todas las instrucciones, pero la realidad era otra. Al arribar al aeropuerto, Floreal le recordó a Magaly que debían contactar a “Mr. Hall”, a lo que ésta le corrigió

En esa oportunidad viajó con Magaly, pero sabiendo que, prácticamente, mientras estuviera asistiendo al seminario no iba a poder estar junto a su esposa.

En su periodo de alcalde designado, en 1990, nuevamente recibe una invitación desde Alemania para parti cipar en un seminario sobre administración municipal.

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son patrimonio de la humanidad, comimos platos típicos, en Quellón, obviamente, compramos gorros de lana, etc. Fue el viaje familiar más lejos y largo que realizamos”.

El manejo de la basura, la locomoción colectiva, el agua potable, las áreas verdes eran algunos de los temas que consultaba tratar el evento, que duraría un par de se manas.

“no288 Papá, debemos ir al “hall” y allí ubicar el mesón de Lufthansa”.Mientras se desplazaban por las instalaciones, Floreal escuchó “¡Reca!, ¡Reca!” y, de inmediato le dijo a Magaly, ¿escuchaste?... Su respuesta fue: “estás loco, quién va a estar gritando tu nombre aquí”. Dilucidaron el dilema cuando un joven se les acercó y saludó con afecto a Flo real. Era un exalumno que estaba estudiando en Alemania. Este ejemplo muestra que la huella pedagógica de Floreal trasciende las Afortunadamentefronteras.lagestión de cambio de pasajes les resultó y Magaly intentó comunicarse con el amigo que los había atendido en su casa para informarle, pero no obtuvo respuesta. Luego, con la tranquilidad de haberse sacado el problema de encima, se relajaron con unas exquisitas onces alemanas.

A nes del 1993, iniciaron un largo viaje a México, que contempló visitar su Capital Federal, Guadalajara,

Al terminar éstas, decidieron reintentar la comuni cación con el amigo antes mencionado, para avisarle que habían solucionado el problema y que viajaban juntos. Nuevamente y ya transcurrida más de una hora, se dirigieron al sector de las casetas telefónicas, que no eran me nos de veinte y Magaly, de casualidad, entró a la misma donde había intentado hablar antes y ¡Oh sorpresa! en ella encontró su pequeño bolso con todos los documentos del viaje y parte de la plata que les había sobrado. Sin duda alguna, una situación irrepetible y una muy feliz coinci dencia. O, tal vez, sólo una situación normal, que re eja la honesta conducta de un pueblo como el alemán, que al ver pertenencias ajenas pre ere dejarlas en el mismo lugar por si su propietario regresa a buscarlas.

En el año 1996, Floreal y Magaly, en compañía de su hermanos Arbia y Santiago y sus respectivos conyugues, José Luis Gómez y Magalí Amadori, hicieron un viaje de un par de semanas a Estados Unidos, el cual cruzaron de costa a costa. Entre otras ciudades, visitaron San Francisco con su puente Golden Gate y sus carros eléctricos que recorren empinadas avenidas; Dallas donde estuvieron reunidos con Horacio Marul (un ex regidor de Antofagasta), Washington, donde pudieron apreciar la Casa Blanca y visitar algunos de sus famosos museos y monumentos;

En este recorrido visitaron entre otros lugares de interés la Basílica de la Virgen de Guadalupe, el complejo arqueológico de Teotihuacán, las ruinas de Chichén It zá, el museo Antropológico y el Zócalo con su catedral y el palacio de gobierno y sus murales. En su estadía en Ciudad de México Magaly aprovechó de contactar a una amiga que había conocido en Bélgica, quien los atendió y sirvió de guía en su recorrido turístico.

289 Mérida, Guanajuato, Acapulco, Cancún y Taxco. En Cancún tomaron un tour náutico, donde con un simple kit de buceo era factible sumergirse y extasiarse con el maravilloso espectáculo submarino, que se suele apreciar en los arrecifes de los mares caribeños. Magaly tuvo la experiencia de apreciar la enorme cantidad de peces de distintas variedades, de diversas formas y de atractivos y brillantes colores, que habitan esas cálidas aguas. A Floreal, quien se había sometido poco tiempo atrás a una operación al corazón, no le fue recomendada tal travesía, por lo que tuvo que conformarse con admirar las contorsiones de su sirena al verla sumergirse reiteradamente, para gozar del multicolor panorama submarino que presentaba el sector donde se habían detenido.

y290Nueva York, en la cual visitaron las Torres Gemelas, recorrieron el Central Park y asistieron en Broadway a una función del musical “Los miserables”. También fueron a una función en el Bronx y asistieron a una iglesia del sector, donde presenciaron una misa al ritmo góspel. Una anécdota que re eja el espíritu festivo y bromista de Floreal acaeció en un pasillo de una estación del Metro de Nueva York. El grupo iba saliendo y se encontró con un violinista japonés que interpretaba un tango, del que Flo real conocía su letra. Este ni corto ni perezoso, se acercó al violinista y comenzó a entonar el tema cual interprete rioplatense. Todo un espectáculo.

En el año 2002 Floreal y Magaly viajaron a Buenos Aires, acompañados de su hija Claudia, su yerno Raúl y sus hijos. En dicho viaje, aparte, de aprovechar algunas de las innumerables atracciones que ofrece la capital argentina, tuvieron la oportunidad de presenciar una esta crio lla, con bailes folclóricos, el tradicional asado y gauchos demostrando su habilidad sobre los caballos.

El periplo se inició en Zurich, para luego viajar a París donde disfrutaron unos días paseando por el Sena, visitando museos y otros hitos turísticos como la Torre Ei el y el Arco de Triunfo.

En octubre de 2005, se canonizaría en el Vaticano al Padre Hurtado y dado que Floreal lo había conocido mien tras estudiaba en el Pedagógico y era afín a su consecuencia cristiana y a su obra social, sintió un deber presenciar la ceremonia. Facilitó la decisión el hecho que un grupo de feligreses de la Iglesia Madre de Dios, de Antofagasta, liderados por el sacerdote Sergio Neira, se hubieran orga nizado para realizar el viaje. Floreal y Magaly fueron de la partida, también su cuñado Santiago y su esposa Magalí.

291 De la capital francesa viajaron en tren cama a Venecia, donde se obnubilaron con la Plaza San Marcos, su maravillosa arquitectura, sus canales, puentes, góndolas y máscaras. Desde esta ciudad, en un auto arrendado, se dirigieron a Roma atravesando una importante cantidad de pequeños, típicos y atractivos pueblos. Ya en la capital asistieron a la canonización del segundo santo chileno. La ocasión la rememora Floreal, como una experiencia espiritual especialmente íntima, cercana, ya que no es fre cuente la canonización de un compatriota, ni menos uno conocido y admirado por su obra. La ceremonia fue presidida por el Papa Benedicto XVI, en la Plaza San Pedro del Vaticano. Floreal recuerda que llegaron tarde a la ceremonia y no pudieron ingresar a una sala donde el Papa recibiría, en forma especial, a un grupo de feligreses dentro de los cuales ellos estaban considerados. El largo viaje estaba tomando un cariz de decepción. Tuvieron que conformarse con esperar afuera, donde una muchedumbre, debidamente acordonada, se esperanzaba con ver al pontí ce. Tuvieron suerte. Benedicto XVI, no tan solo apareció, sino que, además, tuvo la gentileza de avanzar hacia ellos y estrechar las manos de algunos, entre los cuales se encontraba Floreal. Un gran premio para un gran cristiano. Luego de la estadía europea, el grupo que integraba Floreal se separó de la delegación antofagastina y se tras ladó a Israel, donde tenían programado visitar muchos lugares sagrados. En la Ciudad Vieja de Jerusalén, obvia mente visitaron los sitios imperdibles como el Santo Sepulcro, la Vía Dolorosa, los distintos barrios, las atractivas tiendas de souvenirs, etc. En el Muro de los Lamentos, Floreal dice haber seguido la costumbre judía de escribir

un292 deseo en un papel e introducirlo en un intersticio de las rocas milenarias que constituyen el antiguo murallón, aun cuando no recuerda qué estampó en él.

También se dieron el tiempo de visitar el Museo del Holocausto. Aun cuando, Floreal y sus acompañantes ha bían visto películas, reportajes televisivos y/o leído sobre el magnicidio nazi de los judíos, el presenciar en vivo y en directo fotografías originales, antecedentes y diversos elementos que pertenecieron a prisioneros, de los distintos campos de concentración que levantó a lo largo y ancho de Europa, la Alemania de Hitler, el impacto emocional

Otra buena anécdota protagonizada por Floreal acaeció antes de ingresar a la Cúpula de la Roca o Domo de la Roca, el monumento islámico más antiguo que se conserva, con su impresionante cubierta dorada que la distingue de lejos. Había que hacer una la, que hacía presagiar una larga espera. Floreal fue presa del cansancio, que le había legado una típica jornada de caminata turística y no se le ocurrió nada mejor que tomar un descanso, sentándose en el suelo antes de la entrada del recinto. Mientas estaba en esta posición, cual mendigo tirado en el piso empedrado a la espera de una dádiva, ésta llegó de manos de un sacerdote quien depositó en sus manos una biblia. Floreal nunca supo si el clérigo era católico o judío, sólo logró admirar el hermoso texto en hebreo, en una impresión de lujo que atesoró como un grandioso regalo. Poco le duró esta satisfacción, pues al rato, cuando pretendió ingresar a la cúpula, los guardias del recinto le quitaron la biblia por razones obvias: habría sido un sacrilegio permitir que alguien ingresara con un texto totalmente antagónico a la fe que representaba el templo. Lo peor es que a la salida no le devolvieron el preciado regalo.

293 y espiritual que recibieron cada uno de ellos fue anonadante, macizo y duro. A Floreal, particularmente, le con mocionó una gran habitación repleta de zapatos usados de todo tipo, de niños, mujeres y hombres. Le dedicó un largo momento de re exión al observarlos, estremecido al pensar que cada uno de ellos, en algún momento, sirvió a un ser humano en su tránsito esperanzado por la vida, sin pensar ni remotamente cuál sería su destino nal.

Uno de los viajes que Floreal evoca con especial senti miento, por su profundo sentido místico, acaeció al poco tiempo del viaje al Vaticano. Este se realizó, en el mes de julio del año 2006 con motivo de celebrar el cumpleaños de Magaly, a la ciudad de Aparecida del Norte, en el estado de Sao Paulo, Brasil. En aquella ocasión integraron otra vez un grupo de eles de la Iglesia Madre de Dios, que era encabezado por el padre Sergio Neira. Su interés era visitar la Basílica de Nuestra Señora Aparecida, patrona de Brasil, en el Estado de Sao Paulo, la que es considerada la segunda basílica más grande del mundo, después de la Basílica de San Pedro, del Vaticano. Durante el año son millones los peregrinos que la visitan, en especial el 12 de octubre, día conmemorativo de dicha divinidad protectora, ocasión en la cual se desarrolla un amplio programa de actividades religiosas y culturales que, al buen estilo

Luego de Jerusalén, emprendieron viaje al Mar Muer to, donde tuvieron la oportunidad de tomar un baño en sus tibias, viscosas y densas aguas. Pero sin duda alguna que el hecho más relevante y de mayor espiritualidad para el matrimonio Recabarren Raby, aconteció en la localidad de Caná o Canaán, lugar donde procedieron, en un sim bólico acto de amor, a renovar sus votos matrimoniales, cumpliendo, además, el rito de ser bautizados nuevamente.

brasileño,294

Estábamos convencidos que lo pasaríamos muy bien, sólo faltaba de nir la fecha, la cual estimábamos hacianes de marzo venidero. En el verano del 2009, Magaly cayó de improviso enferma de gravedad y fue internada en la Clínica Indisa de Santiago. Con Erika, no conocíamos su diagnóstico, pero teníamos la esperanza que fuera algo pasajero. A los días, por un viaje de trabajo a la capital, en febrero, fui a visitarla a la clínica y logré intercambiar un par de palabras con ella. La aprecié entera, sobre todo al escuchar lamentarse que, por ella, nuestro proyectado viaje a Buenos Aires estaba abortando. Mi respuesta no se hizo es perar, manifestándole que no sería así, ya que se repondría y luego estaríamos en condiciones de retomar el programa.

llenan de color, alegría y movimiento las calles de la pequeña localidad. El templo es de una gran belleza y su característica más notable es que es redondo y en el medio se desarrolla la misa, que es factible presenciar desde cualquier ubicación. Un viaje plani cado y que lamentablemente abortó fue uno que habíamos programado hacia mediados de 2008, con Floreal y Magaly, más el matrimonio Visedo Soriano, a la capital del tango. Iríamos un n de sema na a gozar de los atractivos de Buenos Aires, sacándole provecho a sus espectáculos, sus librerías, sus cafés, sus tanguerías, sus barrios y a todo lo anexo que pudiéramos aprovechar en ese corto periplo.

En esos días, con Erika, iniciamos un viaje de vacaciones por una semana, que teníamos programado a Floria nópolis, Brasil. Mientras estábamos fuera sostuvimos contactos permanentes con Floreal para conocer la evolución de Magaly. Lamentablemente con el pasar de los días, las noticias que fuimos recibiendo, cada vez fueron más des-

295 alentadoras, hasta que Floreal nos comunicó, con inmensa pesadumbre, que ya no había esperanza alguna, sólo espe rar un desenlace fatal. Con fortuna nosotros alcanzamos a regresar a Antofagasta a tiempo para despedir a nuestra querida amiga y acompañar a Floreal en el terrible trance por el cual comenzaba a transitar. Así, el viaje que estábamos programando realizar, se vio trágicamente cancelado. Hay ocasiones en que la vida nos depara momentos que han de permanecer indelebles en nuestra memoria. Son situaciones especiales, que se presentan muy de vez en cuando, en forma inesperada y sin ninguna señal previa. En el primer semestre del año 2016, viví una de estas experiencias, en un viaje en camioneta, que hice en compañía de Floreal y Rafael Mella a Pisagua. Nos motivaba un interés histórico y turístico. Nos alojamos en un hostal de una conocedora de la historia local, quien nos orientó sobre los lugares interesantes a visitar, aparte de adquirirle unos libros patrimoniales. Más allá de lo que vimos y descubrimos en el viaje, estos párrafos no tienen el propósito de re ejar la visión con que cada uno de nosotros quedó de lo visto, sino de la experiencia lograda luego de las horas compartidas. Nunca habíamos tenido la oportunidad de viajar los tres juntos y, obviamente, siempre se anidan ciertas dudas previas y, además, preceden aprensiones respecto de la relación y el ambiente que pueda crearse. Sin embargo, al corto andar, intuimos que íbamos por un buen camino y que el viaje nos sería interesante y placentero.

Pasamos dentro de la camioneta, no menos de unas 16 horas y compartimos otras tantas caminando, conociendo y acompañándonos en diversas mesas y espacios en los cuales hablamos de todo, sin tabúes ni restricción

Con relación al viaje a la capital argentina no realiza do, en más de una ocasión le planteé a Floreal si se atrevía a retomar esa idea, pero la asociación que hacía con Magaly, le imponía una negativa que yo respetaba. Hasta que, a mediados del año 2016, volví a la carga y aprecié una disposición nueva en él, ya no rechazaba a la primera la posibilidad de viajar. En de nitiva, logré entusiasmarlo

de296 ningún tipo. Fueron conversaciones simples y directas, cuyos temas giraron desde las fórmulas para arreglar el país, pasando por historias de las canciones que escuchábamos, hasta teorías y comportamientos respecto del sexo. Proliferaron las bromas y tallas de doble sentido, que lograron establecer un ambiente distendido, de con anza y amistad, que en muchas ocasiones nos hizo caer, por qué no decirlo, en un lenguaje salpicado de coprolalia, propio de una reunión de hombres, pero en la mejor de las ondas, sin un mínimo tinte de ordinariez, sino tan solo aprovechando oportunismos lingüísticos, según el tema que tratábamos. En resumen, fue una jornada hi larante para atesorarla como un hito, en la cual nos sorprendió un Floreal desconocido, bromeando a la par con el Rafa y conmigo. Sin escabullir el bulto y en muchos casos dictando cátedra, como una clara demostración de su lúcida y espléndida vejentud. Nos deleitamos escuchando y tarareando a viva voz, música de nuestra época. Tangos, valses y boleros desa aron nuestra memoria y en variadas ocasiones Floreal se mostró más conocedor que nosotros de las letras de las canciones que se escuchaban. A propó sito de canciones, el tango preferido de Floreal es “Uno”, el vals “El clavel del aire” y el bolero “Sabor a mí”. Esos dos días, han sido de los más entretenidos, divertidos y cordiales que he pasado en mi vida.

297 y emprendimos el viaje. En esa ocasión viajamos Floreal, Angélica Araya (integrante del equipo de trabajo de di gitalización de las actas municipales), Rafael Mella y su esposa, Gladys Giroux, Erika y yo.

La capital argentina nos recibió como habitualmente recibe a sus visitantes de paso. Con su obelisco, cual faro guía de los transeúntes, con su calle Corrientes llena de vida nocturna, con las marquesinas incandescentes de sus múltiples salas de espectáculos, con sus restaurantes dis puestos a atender hasta altas horas de la noche, con sus atractivas y completas librerías, con sus cafés donde se respira buen gusto, etc. Ante este panorama, aprovecha mos cada hora de nuestra corta estadía.

Dentro de las actividades que realizamos, fue asis tir a una moderna y gran sala de espectáculo ubicada en Puerto Madero, en la cual se cenaba y presenciaba un show de tangos de primera calidad. Una anécdota que no puedo soslayar fue que, al salir de este establecimiento, nos dimos cuenta que Floreal, traía puesta en su pecho, la servilleta que había ocupado en la cena. Obviamente más de una broma surgió del grupo, imputándole la vergüenza que nos estaba haciendo pasar al robarse la servilleta. Él, con la bonhomía que lo caracterizaba, no tuvo empacho en posar sonriente para una fotografía y luego hacernos rmar a todos, el casual souvenir, inocentemente conseguido. También visitamos el Barrio de la Boca y elegimos un restaurant que tenía música en vivo para almorzar. Al ingresar al establecimiento, a los asistentes los recibía una joven ataviada de bailarina porteña y lo invitaba a sacarse una foto con ella. Ni Rafael ni yo, accedimos a la invitación, sin embargo, Floreal no se hizo de rogar y se dis puso a posar. Le pusieron un sombrero al más puro estilo

gardeliano298 y cuando simulaba una tomada tangómana a la bailarina, se dispuso a recibir el ash con esa mirada pícara que lo caracteriza. La foto adorna una mesa enana de su casa, con indisimulado orgullo de su propietario.

Él ha manifestado que, de sus viajes, el país que más admiró fue México, porque pudo conocer un pueblo na cionalista, en el buen sentido de la palabra, dedicado a preservar y transmitir su cultura y formando y educando a sus niños inculcándoles respeto por sus ancestros.

Otra noche asistimos a la tanguería La Cumparsita, un pequeño local ubicado en pleno barrio San Telmo, donde va rotando una importante variedad de conjuntos, cantantes y parejas de bailarines, que logran establecer el típico ambiente bonaerense que el turista busca. Normal mente, en estos locales en que el espectáculo se desarrolla muy cerca del público, suele ocurrir que los bailarines, invitan a la pista a los asistentes. Ni nuestras esposas, ni Ra fael ni yo aceptamos la invitación. Floreal y Angélica lo hicieron. Floreal exhibió sus dotes de bailarín de tango, a su manera por supuesto, sin ningún asomo de impudicia, más bien se le apreció absolutamente empoderado de su casual rol de compadrito porteño. Lo más destacable es que en su expedición, re ejaba en su mirada y expresión corporal, una alegría y satisfacción admirables. Fue una muestra de su personalidad y carácter. Una demostración de jovialidad y entusiasmo, que ni Rafael ni yo nos atre vimos a realizar.

También siente que no pudo viajar a algunos desti nos que le habría gustado conocer, como las ciudades de Praga, Viena y San Petersburgo, pero ¿qué importa ese detalle a un espíritu aventurero? La vida siempre impone su verdad: entre el viajar y el soñar, en cada uno de los

Por años en el Café del Centro, hasta su cierre a nes de 2017 y luego en un café ubicado al fondo del Pasaje López, vecino a la ex Notaria Brady, de lunes a sábado y de 11.00 a 13.00 horas, ha sido usual encontrar a Floreal como el eje articulador de una mesa, que congrega a parro quianos de las más diversas actividades, pero que tienen algo en común, ¡la edad!. Los septuagenarios forman mayoría. Otros, ya pasaron por esa categoría y a los menos, les queda poco por llegar. Ahí la norma ha sido compartir un cortado, un té o una limonada, con personajes habi tuales como abogados, clérigos, comerciantes, empleados, empresarios, exejecutivos, médicos, profesores, etc. Com ponen esta cofradía, además de Floreal, los sacerdotes Juan Gálvez, Juan Agustín Bravo y Benito Arredondo y los laicos Luigino Claps, Hiber Riquelme, Nicolás Áva los, Rafaél Mella, Rafaél Visedo, Carlos Gaytán, Ottorino

299 casos, lo único que interesa es haberlo hecho teniendo al lado a la mujer amada. C. La tertulia del café.

Hay ideas que, superando edades, han acompañado el pensamiento de Floreal. Una de éstas incide en lo esencial de este capítulo y dice que “En los tiempos que vivimos, no es una exageración a rmar que existe una gran masa social interesada o en nada o sólo en sus personales motivaciones. La tertulia permite intercambiar opiniones sobre los más variados temas, en un fraterno encuentro donde con uyen distintos pensamientos y puntos de vista, con un interés común: analizar diversos problemas locales y, eventualmente, esbozar una solución consensuada.”

logra de nir su propio per l, entre tanto el mundo y sus circunstancias provee y hasta parece condicionar el diálogo de ciertos individuos al paso de los años. En el caso de Floreal, esta constante asoma categórica cuando se re ere al tema de Educación y Sociedad en su dimensión ética. En ese plano sus ideas han logrado el peso especí co de re exiones depuradas por la experiencia y el paso de los años. Su formación profesional en la Universidad de Chile le dio los fundamentos del pensamiento de 1 Al momento de imprimir este libro habían fallecido Francisco Pescio, Luigino Claps, Floreal Recabarren y Juan Agustín Bravo.

Obviamente, es deber indicar que cuando no están presentes los buenos amigos pastores, el coloquio tiende a relajarse y discurre también hacia temas varoniles más mundanos.Todacolectividad

Ovalle,300 Manuel Castro, Luis Enrique Silva, Víctor Morales, Osvaldo Maya, Francisco Pescio, Jorge Molina, An tonio Cáceres, Carlos Espinosa, Aquiles Cerda, Claudio Arce, Domingo Claps, Claudio Briceño y el autor de este texto1. Algunos de ellos son de asistencia diaria, otros, con frecuencia intermedia y los menos, con presencia esporádica. Los religiosos con su “dominus vobiscum” y su sola presencia, imponen la nota de ponderación y sobriedad en las conversaciones, aunque ésta no llega a constituirse en una censura y, respetando sus investiduras, cada uno expone su punto de vista según su particular óptica, respecto de distintos asuntos que se comentan o analizan. En todo caso, es necesario destacar que Juan Agustín es un sacerdote altamente sintonizado con el tipo de conversación que se establece entre los contertulios y hasta, en oportunidades, sin ningún tapujo comparte el lenguaje, no exento de alguna irreverencia que se impone en la mesa.

301

Todos los que han sentido a Antofagasta como su querencia, le tributan una incondicional admiración. A

Temas habituales de conversación en la tertulia, son los típicos de todo grupo de personas informadas del acontecer local, nacional e internacional.

Es unánime, entre los contertulios, la opinión que nuestra ciudad ha perdido el honroso cali cativo de “La Perla del Norte”, que la identi có hasta los años 60, por su limpieza, orden y amabilidad de la población. Cada uno de los asistentes, en honor a la experiencia y las canas que peinan, anhelan una administración municipal, cu yos proyectos, obras e iniciativas, lleven a Antofagasta al sitial nacional que tuvo y que merece recobrar.

Dado que en Antofagasta se aprecian problemas, que persisten por décadas como la basura en las calles, los pe rros vagos, el comercio ambulante, los ruidos molestos en zonas residenciales, la anarquía en la zona céntrica, la despreocupación por áreas verdes, la carencia de esta cionamientos y el transporte público entre otros, algunos de los integrantes del grupo, que han conocido diferentes realidades, no trepidan en comparar esos escenarios con los nuestros, destacando las iniciativas vigentes en otras latitudes, para solucionar tales falencias.

Andrés Bello, a la par que, por espiritualidad y su temprana vinculación con algunos preceptos demócrata cristianos, potenciaron un rico ideario pedagógico que, muchos de sus discípulos reconocen aún como determinante en sus vidas.

Cada uno expresa su opinión o su “receta” para solucionar los problemas e inquietudes que se plantean. Estas van, desde las últimas noticias, proyectos y actuaciones de las autoridades locales, hasta los sucesos más relevantes que periódicamente afectan al país y al mundo.

302nes de diciembre de 1956, el copiapino-taltalino-antofagastino, Salvador Reyes recordando su infancia en la crónica “El niño y el mar”, escribió que “...los puertos con alma y con carácter como Antofagasta no pierden nunca sus elementos emotivos: los renuevan. Si para nosotros hubo la barra, la isla con su varadero de faluchos y su farito, frente al Hotel Maury (desaparecido también) y tantos otros rincones de poesía, para los niños de hoy existirá un mundo personal, en el que no necesitan guía. Y se me ocurre que el antiguo muelle de pasajeros, transformado ahora en caleta de pescadores, con sus redes, sus chalupas, sus enormes alcatraces, es uno de esos parajes mágicos en que otros niños —parecidos al que nosotros fuimos— seleccionan las imágenes que acondicionarán su destino.

Suele suceder que el diálogo de la tertulia adquiera la exquisitez y prolijidad de una verdadera crónica oral, en la cual se entremezclan, como un tejido armónico, perso -

Vivir una infancia marítima es un privilegio. Pero el generoso mar nos da más todavía: aunque los años pasen, siguen soplándonos su aliento de libertad y de eternidad; esa emoción, ese impulso de ir cada vez más lejos, de jugarse el destino, de arriesgar la última esperanza”.

Vueltos a las circunstancias antofagastinas, el traslado, renuncia o despido de alguna autoridad —ejecutivo privado o personero público—, que haya jugado un papel signi cativo en la comunidad, da pie como para lamentar o justi car la situación por la que atraviesa el personaje.

También el fallecimiento de algún destacado vecino no se deja pasar. El conocimiento que uno o más de los pre sentes tenía de él, de sus actividades, su familia, su aporte comunitario y en general, sus vivencias y trayectoria, son comentadas y reconocidas.

303 najes de las más variadas categorías, actividades, sucesos y paisajes urbanos de una vida citadina pretérita, que al gunos poco y nada conocieron, pero que igual se solazan al imaginar la atmósfera reinante en Antofagasta, cuando ésta era apenas una pequeña urbe provinciana.

De la memoria de los mayores y de los avecindados más antiguos, encabezados por Luigino, Floreal, Juan, Nicolás y Francisco van des lando, en este racconto, señeros apellidos ligados al sector empresarial en general, como Lucksic, Pérez Zujovic, Cellino, Coronata, Gómez Gallo, Rasmilic, Claps, Gordo, Santolaya, Anelli, Sánchez, Rivas, Carmona, Korlaet, Granic, Papic, Cicarelli, Rendic, Kutulas, Artal, Mayol y Abaroa entre otros.

Los recuerdos se remontan a momentos y circunstan cias culturales de 40, 50 o 60 años, ocasión propicia para cederle la palabra a Osvaldo Maya utilizando unas de sus páginas escritas que, seguramente ya olvidó. Los hitos que pone, como hombre de letras son, 1957 año en que muere Gabriela Mistral y también los años iniciales de la Universidad del Norte. Según sus palabras, entonces fue común entre los estudiantes de pedagogía en Castellano la preocupación por los escritores de renombre. Al respecto especi ca que “...las jóvenes mentalidades hispanoamericanas estaban entre sorprendidas y admiradas por la obra del mexicano Juan Rulfo. Su fama ya era total, sobrepasaba a muchos notables de las letras en español y se cimentaba en algunos cuentos publicados en revistas y dos textos: “El llano en llamas” (Cuentos, 1953) y la no vela “Pedro Páramo” (1955). Eso y más era una realidad cuando apenas estaba en la mitad de su vida”. La camaradería universitaria daba para todo y, en es te caso, “La admiración por Rulfo era, a la par, compleja

y304algo contradictoria. Esto último, porque entre sus lectores creaba la impresión del hombre común; algo así co mo un “Juan Pérez”, uno más de los tantos existentes (Su nombre real era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno)”.Enotra parte de estas páginas, nuestro amigo desliza la siguiente idea: “En la realidad del relato de Rulfo, la vida es tal porque allí está la muerte. El bien existe para que se note el mal. La fealdad vale mostrándose del brazo de la belleza. Comala, el mítico poblado que Rulfo creó para sus personajes, convalida la creencia en un Paraíso. Para que el hombre sea gregario, su tributo es la soledad, etc.” La condición gregaria, desde siempre, ha movido multitudes. Si algo se respira en la tertulia del Café, lo que resalta es, precisamente, esa condición.

Antofagasta, por años, testimonió preocupaciones culturales de variada naturaleza. Poseía poca población, muchos problemas y con escasos automóviles circulando, que estacionaban (¡sin problemas!) en calle Prat, y con una extensión poblacional que apenas sobrepasaba el balneario hacia el sur, donde el Autoclub era un aisla do oasis costero, teniendo como frontera norte la actual Vega, donde recién comenzaba a insinuarse la población Lautaro. Se rescata de esa época, entre otros y quizás sólo por parte de los más exigentes, el auténtico espíritu comunitario que se podía apreciar en servidores públicos, parlamentarios, empresarios, comerciantes y vecinos en general. ¡¡Qué tiempos aquellos!! En una reunión social, alguien me sindicó como integrante del Grupo Los Castores. Al inquirirle del porqué de dicho apelativo, no supo aclararme quien lo había ins tituido ni su origen. Al pesquisar, me informé que había

305 sido la ocurrencia de una joven dependiente del Café del Centro. Según su explicación, el grupo tendría cierta si militud con aquellos roedores semi acuáticos que abandonan su guarida cuando brilla el sol y asumen sus labores diarias, retornando a ella para aparearse (?). Al indagar en Wikipedia sobre estos animales, hasta pude re ejar cierto orgullo por ese cali cativo con el cual nos habían bautizado, ya que estos animales “son reconocidos por tener gran habilidad natural para construir diques en ríos y arroyos, y sus hogares, llamados castoreras, en los estanques que se crean a causa del bloqueo de las corrientes de agua y que, a pesar de la gran cantidad de árboles que talan, no suelen perjudicar el ecosistema en el que viven, por el contrario, lo mantienen saludable, pues sus diques proveen una gran cantidad de bene cios”. Asimilé esta característica con la actitud de los integrantes, quienes, en sus respectivas áreas de acción, cual más, cual menos, han transitado por la vida desarrollando un trabajo digno, dentro de sus reales capacidades humanas, técnicas o profesionales.Auncuando a la mayoría de quienes participamos de la tertulia en torno a Floreal, no nos une una amistad de años, salvo algunas excepciones, la rutina de compartir en el café a mediodía se ha transformado en parte de nuestro quehacer. De los dos o tres días a la semana en los cuales algunos nos dejamos caer por allí, tenemos la fortuna de compartir con agrado, respeto y cordialidad una simple conversación, con un grupo de amenas personas y mejo res seres humanos, liderados por la empatía y sociabilidad que otorga la gura de Floreal. No es excepcional que una dama o caballero, residente en la ciudad o que esté de paso por ella, ya sea conocida (o) de él o un exalumno, al

En las conversaciones son habituales los tópicos re lacionados con la salud, ya que, dado al tramo etario al que pertenecen los asistentes, nunca está de más pasar un dato que pueda interesar a algunos. Ya sea de un nuevo medicamento, de algún especialista o del último avance en el tratamiento de una dolencia o enfermedad. Y si de tomar una pastilla se trata, de inmediato interviene alguno de los presentes y, simulando inocencia, emite un balbuceante ¿es de color azul? (en alusión al Viagra). En algunos casos, estos temas se adornan con intervenciones chacoteras, sobre todo si —¡Dios tenga piedad de estos pecadores!— se trata de consultar a un urólogo.

Como en toda reunión de “machos”, tampoco esca pan los temas alusivos a la virilidad, esa capacidad, para algunos ya aletargada y para otros... en vías de. Así las cosas, en cada oportunidad en que la conversación o alguna intervención “deja en bandeja”, una réplica o aclara ción, da pie para que alguna observación en doble sentido surja de inmediato. Aunque muchos lo duden, dado el promedio de edad de esos participantes, las bromas y, en algunos casos cachiporreos, no se quedan atrás y las tallas brotan con espontaneidad.

ingresar306 al café, se dirija directamente a Floreal y lo salude muy cálida y respetuosamente, ya sea para preguntarle por su salud o para agradecerle sus clases y los valores que le entregó en ellas.

Floreal no le saca el cuerpo al tema y, me atrevo a opinar que, jamás lo he apreciado gozando y riendo más, mientras participa activamente de estas hilarantes chanzas. Si uno quisiera caracterizar este tipo de coloquios, tendría que recurrir al nombre del libro de Vicente Pérez Rosales: “Recuerdos del pasado”, a pesar de que algunos

Durante el segundo semestre del 2016, acaparó la atención del grupo, la elección presidencial en Estados Unidos. Para mentes provincianas, lo que llamó la atención fueron los medios propagandísticos utilizados y, en particular, el léxico del candidato plutócrata que, sin ningún ltro mental, se refería a realidades que, por urbanidad y sana convivencia, bien merecen planteamientos con al tura de miras. Todos compartían la simpatía por Hillary Clinton, aunque sin un gran convencimiento, mientras que nadie adhería a Donald Trump. Finalmente, todos nos También,equivocamos.laola incendiaria que afectó a vastas zonas del centro y sur del país, en el verano de 2017, fue comentario reiterativo, elucubrando sobre sus posibles causas o lamentando las pérdidas humanas; opinando sobre las operaciones desarrolladas para contenerlos; asombrándose de los aviones gigantes utilizados para combatir el fuego, etc.

307 de los presentes, estén convencidos que ese pretérito... aún no ha llegado. En los últimos tiempos su conversación, con algunos de nosotros, ha ido adoptando un dejo de malicia antes desconocida y, al respecto, es posible sostener que dicho cambio es atribuido a cierta in uencia de los integrantes más “jóvenes” del Café, como Hiber, los dos Rafael y yo, quienes con frecuencia salpicamos nues tras intervenciones y la de los demás, con aclaraciones, insinuaciones de doble sentido y todo tipo de expresiones que él ha ido incorporando a su léxico, sin reserva alguna. Me permito suponer que estos momentos de sana distensión e hilaridad, son para Floreal un verdadero remanso, en el que logra evadirse, por instantes, del drama de soledad, que lo acompaña desde la partida de su compañera.

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Si alguno de los tertulianos, requiere de un dato para solucionar algún problema, la respuesta “yo te puedo ayu dar”, no se hace esperar.

Lo misceláneo de la conversación diaria, no siempre se enriela hacia las últimas noticias y trivialidades. A me nudo surgen ideas de realizar determinadas actividades entre algunos de los participantes, como han sido, en años recientes, los viajes de quienes comparten la mesa del café o también la frecuente asistencia a eventos artísticos, culturales, patrimoniales, etc.

Obviamente, tampoco quedan fuera de estas conversaciones, ciertos temas en los cuales, cada uno de los chile nos se considera una voz autorizada —por no decir la más cali cada de todas— éstos son: la política, la economía y ¡por supuesto!, la selección de fútbol. En el primero de ellos, a pesar de que hay distintas posiciones que se mani estan abiertamente, jamás se ha llegado a un clima de confrontación, ya que, aunque han existido divergencias, éstas no consiguen enrarecer el ambiente de respeto y cor dialidad que existe. En el segundo tema, cada uno tiene “su fórmula” de cómo solucionar absolutamente todos los problemas del país, con posiciones que recorren, literalmente, el movimiento del péndulo, pero sin llegar a sus extremos. En el tercero, es sabido que cada chileno tiene a or de piel a su selección. Luego, imaginariamente ataviado con la vestimenta de un connotado entrenador, ponti ca con su opinión respecto de la selección ideal y del esquema de juego a emplear para que el país conquiste campeonatos mundiales. Respecto de este último tema, aun cuando se sabe que Floreal no es un entendido en el deporte de “la pelotita”, como suele él imitar a un relator deportivo, igual participa, al menos como un atento oyente.

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También hay gestos y manifestaciones de desinteresada amabilidad. Por ejemplo, el de Nicolás para con Lui gino, a quien, normalmente, acompaña de vuelta hasta su negocio, luego de haber compartido con él en el café. O como cuando uno de los concurrentes habituales se pierde unos días y alguno pregunta “y ¿qué es de...?” Quien sabe lo que sucede con el ausente, es el encargado de informar, ya sea que anda por la capital, fuera del país o ha estado enfermo (aspecto no infrecuente, entre los que compar ten la mesa). En esta última causal, a mediados del año 2016, se detectó la ausencia de Ernesto Araya, que era un asistente frecuente del café, a quien se le apreciaba débil y enfermo. Esta situación provocó la inquietud solidaria de Floreal e Hiber, quienes se consiguieron la dirección donde vivía y lo fueron a visitar.

Comprobaron que residía con una hermana mayor (de 80 y más respetables años), sin mucha movilidad y cierta incapacidad para ocuparse integralmente de él, pues se encontraba postrado, casi inapetente, estimándo se que, de continuar en tal situación, era dable prever un incierto futuro. Nuestros amigos se preocuparon de tras ladarlo al Hospital Regional, recinto en el cual lograron estabilizarlo. Indudablemente, una circunstancia como la descrita no es muy frecuente y sólo se produce cuando en el entorno de quien lo está pasando mal, existen personas en las cuales el sentido de fraternidad está muy enraizado en su espíritu y naturaleza. Muy pronto llegaron a Antofagasta los hijos de Ernesto, quienes se hicieron cargo de la situación. Lamentablemente su estado general de salud ya era irreversible y al poco tiempo, falleció. No menos destacable, es una iniciativa que han li derado Antonio e Hiber, quienes junto a un grupo de

Durante la trayectoria de la corporación, a través de cuotas sociales de sus integrantes y de una serie de actividades destinadas a recaudar recursos, ha contribuido con diversos trabajos y servicios destinados a mejorar las ins talaciones de pediatría del hospital, además de dotar de juguetes y elementos de entretención para las salas de tra tamiento de los niños internados. Dentro de los eventos desarrollados, destacan un par de conciertos de Roberto Bravo, quien apoyó entusiastamente la iniciativa.

vecinos310 de Antofagasta, sensibilizados por las carencias que presentaba la región para atender en urgencia y en el servicio de pediatría materno infantil formaron, a nes del año 1999, la Corporación de Amigos del Servicio de Pediatría del Hospital Regional, Amisep. Su preocupación era facilitar la atención médica pediátrica a niños con distintos padecimientos, puesto que a las familias que sufrían alguna enfermedad complicada de un hijo, no les quedaba más alternativa que llevarlo a Santiago, ya que localmente no había especialistas, con el enorme costo económico que esto implicaba. Además, se debe considerar que en esos años no existían los bene cios que otorga actualmente el Auge.

El desafío de Amisep, es contar en la ciudad con un recinto especialmente dedicado a la atención de recién nacidos y niños del norte grande y, en lo posible, que pudiera también entregar servicios a infantes de los países vecinos. Su empeño llegó a concitar el interés de las autoridades locales de hace unos años atrás, al punto que Serplac avanzó hasta el nivel de preinversión del proyecto. Incluso en esa época el ministro de salud de Ricardo Lagos, Pedro García, recibió a sus representantes y al conocer el proyecto les anticipó su apoyo a la iniciativa.

Ronald, heredó el o cio de joyero de su padre y de relo jero de un tío. O cios que requieren paciencia y prolijidad,

311 Incidentalmente en esa fecha, se comienza a posicionar en la agenda local la construcción de un nuevo hospital regional y el sueño de Amisep queda desplazado. Actualmente, aún con el nuevo recinto hospitalario en operación, se aprecia un dé cit de infraestructura pediátrica, debido fundamentalmente al crecimiento poblacional explosivo que ha experimentado la ciudad. Esta situación ha derivado en que algunos de sus integrantes estén proponiendo destinar parte de las instalaciones del antiguo edi cio para generar una unidad pediátrica complementaria a la que existe en el Hospital Regional. Indudablemente los desvelos, desafíos y perseverancia de los miem bros de esta iniciativa merecen un amplio reconocimiento ciudadano.Otrocaso no menos admirable es el que han protagonizado Rafael Mella y Carlos Gaytán, con Ronald Cámara Rojo. Este personaje, de 85 años, es conocido como “El Mono Relojero”, por haber sido el reparador o cial de los relojes institucionales más importantes de la ciudad (Pla za Colón, Municipalidad, EPA, ex Correo, FCAB, Iglesia San Francisco, Reloj Marcador en el Estadio regional de Antofagasta y otros). Rafael lo conoció al ingresar, por un corto tiempo, a colaborar en la Municipalidad hace unos años atrás, cuando lo contactó para que reparara dos relo jes de la casa edilicia. Carlos Gaytán por su parte, antiguo trabajador en la Municipalidad, lo conocía por más de 50 años. Ambos sienten un especial afecto por Ronald, a quien, a pesar de juzgarlo un personaje de difícil trato, parco, hosco y huraño, lo consideran un anciano honesto, inteligente, creativo y generoso.

Algunos años atrás, Ronald, sufrió una descompensación violenta y fue trasladado al hospital regional, lugar donde permaneció por dos meses. En esas circunstancias Rafael y Carlos tomaron conocimiento de su estado y se acercaron a

Lamentablemente,él.

aplicadas en los diversos trabajos que en su larga vida ha ejercido y en su local comercial, la “Relojería Moderna” en calle Prat, al llegar a 14 de febrero. Nunca se casó y vivió siempre con su madre hasta que ésta falleció, hace unos 35 años.

Ronald sufre del mal de Diógenes, o sea, es un acumulador compulsivo. Mientras perma necía en el hospital, Rafael y Carlos, se dieron el trabajo de ordenar, limpiar y botar unas 15 camionadas con basura cachureos que mantenía en su vivienda. En su casa, ubicada en la Población Norte, Avenida Carlos Oviedo Cavada, no había un metro cuadrado disponi ble para sentarse. Estaba repleta de los más variados cachureos. Todos los recintos mostraban un estado deplo rable e insalubre. Aún Rafael y Carlos no se explican, cómo la casa de Ronald, que no tenía una super cie muy amplia, había podido albergar tanto. Eso sí y como un silencioso homenaje a su profesión, tenía unos 40 relojes de pared, la mayoría muy antiguos y casi todos funcionando.Luegode permanecer dos meses internado en el hos pital fue dado de alta, pero aún no estaba en condiciones de salud como para retomar su vida normal y, tampoco podía regresar a su casa porque ésta estaba en plena reparación. Para salvar la situación, lo trasladaron por cuenta del Servicio de Salud Antofagasta al hospital de Tocopilla donde estuvo un mes y medio internado y luego pudo

cualidades312

Floreal también ha conocido de la solidaridad que el mismo transmite. En ocasiones en que algún problema de salud le ha aquejado, las muestras de amistad y compañerismo se han hecho presente, fundamentalmen te acompañándolo o trasladándolo a diversos lugares. En estos apoyos ha contado con la especial disposición de Rafael Visedo, Hiber, Rafael Mella, Luis Enrique y mía.Uno de los tertulianos más inquietos del grupo es Luis Enrique, abogado santiaguino, ya retirado, que desempeñó

Hoy Ronald reside en dependencias dignas y ha retomado su o cio de relojero. Rafael y Carlos lo visitan y lo llaman por teléfono con frecuencia por si requiere alguna ayuda. Es así como Ronald, superando quizás el período más complicado de su vida, puede ahora pasar sus días con una mayor tranquilidad. Sin duda alguna que, aunque el exclusivo mérito de esta espectacular acción huma nitaria recae en Rafael y Carlos, de algún modo re eja el ambiente que se ha logrado establecer en torno a la mesa de la tertulia del café.

313 regresar a la ciudad y ocupar de nitivamente el pequeño departamento construido para él.

Los dos amigos, en suma, se metieron a fondo en la situación. Le administraron sus cuentas y pagos. Le construyeron un nuevo departamento interior que inclu ye un buen dormitorio, servicios y una sala donde pueda trabajar en su rubro. Le ordenaron y limpiaron toda la vivienda y la vendieron “con usufructo”, que le permite a Ronald vivir en ella hasta su muerte, sin pagar nada. Por esta operación recibió una cantidad su ciente para cancelar los arreglos de la casa y quedarse con una respetable suma en el bolsillo.

Un asistente habitual es Víctor Morales, quien, por su trayectoria laboral, posee un amplio conocimiento del desarrollo minero de la región. Es sabido que ubicarse en el desierto es una tarea complicada, en el caso de Víctor impresiona la capacidad de orientación que tiene. Conoce cada camino y huella, cada cerro y quebrada, cada pla nicie y vestigio de mina abandonada. Siempre tiene su voluntad dispuesta cuando se trata de visitar alguna zona que pueda interesar a algún integrante del grupo.

Otro partícipe de la mesa cafetera, que aparece de vez en cuando es Radomir (Rado) Petricio, hijo de croatas, extrovertido, simpático, un típico y exitoso empresario

por 38 años, en diversas instituciones de Talca. Avecindado en Antofagasta desde el 2010, a la que llegó con su esposa, María Angélica, siguiendo los pasos de su hija mayor, Macarena, también abogada. Él está normalmente actualizado en la lectura del momento y es quien recomienda películas y documentales con contenido y, especialmente, se muestra interesado de lo nuevo que se instala en la zona. De su inquietud surgió la posibilidad de visitar las instalaciones del Complejo Solar Ce rro Dominador, al que acudimos un grupo y tuvimos la oportunidad de interiorizarnos de la tecnología de punta en cuanto al aprovechamiento de la radiación solar, para generar energía eléctrica, a través de la tecnología fotovoltaica y termo solar. Luis Enrique se muestra muy intere sado en la política mundial, ámbito en el cual postula el reinicio de una nueva etapa de la Guerra Fría. A pesar del relativo poco tiempo que lleva en la zona, se ha interio rizado en diversos aspectos del historial local, llegando a contribuir con charlas de interés en el Centro de Investi gación Histórico Cultural “Isaac Arce Ramírez”, CIIAR.

su314profesión

Cada cierto tiempo, también a este círculo social arri ba algún coterráneo hoy residente en otras latitudes. Es lo sucedido en el verano del año 2018 cuando Raúl Muñoz Espinosa, hidrólogo antofagastino avecindado en Brasil por casi 40 años, se integró al grupo invitado por su ami go Nicolás. Este era conocido de todos los mayores de la tertulia. Por su sociabilidad, no tuvo problema en incorporarse en el coloquio como si fuera uno de sus más asi duos participantes. Como académico en la Universidad

315 self made. Aplaudido por unos y discutido por otros. Sus teorías, posiciones y propuestas las avala según su expe riencia, sus contactos, sus lecturas y sus constantes viajes al extranjero.Porunbuen

tiempo, durante las dos décadas na les del siglo XX, sobresalió como un valiente y pertinaz denunciante del centralismo brutal que agobiaba a la zo na. Él sostenía que la autoridad central, con su desinterés por la región, había impuesto el criterio que Antofagasta era un campamento. Intentó, infructuosamente, re otar el Centro para el Progreso, aglutinando a un puñado de personalidades en su entorno, entre los cuales se encon traba Floreal. En esa época dirigía El Mercurio local, el periodista Rodolfo Garcés, quien puso el diario a dispo sición del proyecto. Editoriales, columnas de opinión y entrevistas de algunos de los integrantes del grupo, no lograron seducir a una masa crítica importante como para materializar el desafío y éste murió antes de nacer. Llegó un momento en que Rado, se convenció que su voz era como una gota de agua en el desierto y que nada lograba con sus reiteraciones. Se aburrió, jó su residencia o cial en Santiago y vuelve de vez en cuando, como él dice, en “comisión de servicio” a Antofagasta.

del316 Norte publicó en la revista “Norte” allá por la década de 1960: “Captación de agua en la Provincia de Antofa gasta” y “Algunas características de las nieblas en Portezuelo, Antofagasta, Chile”, artículos que aún se recuerdan entre algunos de los universitarios de esos años. A todos los que no le conocíamos, nos impresionó por su seriedad, su mesura y su interés en diversos tópicos locales. En una cena de camaradería que compartimos, hizo uso de la palaba, agradeció la invitación, valoró la tertulia y efectuó un emocionado llamado a no despreocuparnos de ella, porque en su apreciación, el ambiente, el tipo de conversación, lo transversal de las opiniones y el respeto que se respira entre los contertulios, no es fácil de encontrar en otrosEngrupos.elverano del 2019, Antonio Cárdenas introdujo al círculo a su hermano mayor Spiro, quien andaba de paso por la ciudad. Este, puntarenense de nacimiento, había permanecido 47 años en Puerto Natales, desempeñándose en el Banco del Estado, en la Gobernación y como secretario de un senador por dos décadas. Además, ejerció el cargo de concejal de dicha austral comuna, en repre sentación del partido comunista, al que renunció, tras la caída del muro de Berlín. Spiro es un hombre sencillo, asertivo, amistoso, culto y dueño de una gran capacidad de adaptación social. Es un buen polemista político, de discusión serena y de un amplioDesdeléxico.suóptica socio económica, tiene la asombrosa particularidad de proferir durísimas críticas a Pinochet y su política neoliberal y una defensa acérrima a la expresidenta Bachelet, pero las expresa con una voz calmada, un tono no confrontacional y con un gesto gentil, cerrando

La Tertulia del Café es, por cierto, un círculo sui gé neris donde todo lo imaginable tiene su lugar. Vale como un acogedor escenario que cautiva con la diversidad de sus eventos. Pero, en el entorno antofagastino y su diario acontecer la tertulia o Grupo Castores, constituye un fra-

el estallido social que ha afectado al país a partir de mediados de octubre de 2019, ha sido un tema recurrente y de alta preocupación. Todos los cafete ros, en mayor o menor grado, comparten las demandas que la ciudadanía ha catapultado como una prioridad nacional, pero todos, sin excepción, categóricamente rechazan la violencia y el vandalismo que lamentablemente han distorsionado las originales marchas pací cas. En el último tiempo, lo que ha acaparado la inquietud de los tertulianos, obviamente ha sido la pandemia provocada por el coronavirus. Los habituales encuentros sociales diarios, han disminuido drásticamente y son pocos quie nes aún se aventuran a pasar por el café. La mayoría, dado el grupo etario al que pertenecemos, hemos aceptado disciplinadamente las instrucciones de guardar cuarentena en nuestros hogares. El celular ha sido el medio a través del cual nos enteramos de la situación de cada uno de los integrantes del grupo.

317 sus argumentaciones, con una corta pero contagiosa risilla, entre tímida y nerviosa, como buscando la aprobación o solicitando excusas por lo proferido, que no logra alterar a quienes di eren de él.

Este invitado, tuvo la virtud de impregnarle a la con versación, permanentes espacios de distención a través de oportunas intervenciones de no y original humor. Sin lugar a duda, su presencia, aunque fugaz, refrescó la amenidad del Indudablementegrupo.

ternal,318 transversal y entretenido punto de encuentro que posibilita compartir opiniones, inquietudes y re exiones de los más diversos tópicos, en una atmósfera de placentera camaradería y tolerancia. Sin ninguna duda que el cordial entorno característico de esta “convivencia cafete ra”, se debe al respeto que suscita la presencia de Floreal. D. Avatares del día a día.

Hace unos 15 años, recuerdo haber tenido una conversación con Erika, en la que nos preguntamos ¿qué sería de Floreal si no tuviera a Magaly a su lado? La inquietud se basaba en la dependencia apreciada de él en ella. Nos preocupaba, cómo la ausencia de Magaly podría mermar el entusiasmo y el placer de vivir que Floreal demostraba en su permanente Lamentablemente,actuar.no todo en la vida transcurre por un camino ajustado, a lo que nosotros los mortales, con sideramos “normal” y fue ella la que partió primero. Floreal quedó sumido en un estado de indefensión y apatía. Sólo él sabe a ciencia cierta cuán pesada fue la carga que se le vino encima y lo di cultoso de enfrentar el día a día, sin la presencia de la compañera de su vida. Quienes estábamos cerca suyo, fuimos testigo de la sensación de desafecto que transmitía. La situación no podía dejar de preocuparnos por su avanzada edad y daba pie a todo tipo de especulaciones. No obstante, para sorpresa nuestra, según iba pasando el tiempo fuimos apreciando en él, una notable facultad de potenciar emociones positivas, atenuando las nega tivas, o sea demostrando una extraordinaria capacidad de

En el momento en que hizo uso de la palabra en la iglesia, durante el responso de despedida de su cónyuge, confesó que tuvo un primer impulso de rebeldía, de revelarse ante la divinidad cristiana, pero luego (re exio nando con humildad y voz quebrada), dijo simplemente “¡¡Acepto Señor... Hágase tu voluntad!! ¡¡Consiento que te hayas llevado a Magaly y te pido que la acojas en su vida eterna, como una buena hija tuya!!”. Al respecto, no ha dejado de asistir a la misa de los sábados a las 20:00 horas, en la Iglesia Madre de Dios, tal como lo hacía con ella.

Con motivo de su deceso y la subsiguiente oscuridad y desamparo que nadie podía cambiar, tuvo innumerables momentos para los recuerdos y la amargura. Estas son pruebas de la entereza espiritual que ha tenido Flo real. De levantarse con la frente en alto, cada vez que las contingencias han golpeado su puerta. Algunos de noso tros, hemos apreciado, que su fe fue el soporte que lo sacó del pozo emocional en que se encontraba, y cómo, poco a poco, tornaba a ser el de antes, asumiendo sus circunstancias, reiniciando actividades que lo caracterizaban, pero sin olvidar, obviamente, a la mujer de su vida. Hoy, reli giosamente, la visita todos los domingos en el Cementerio

319 resiliencia. Tenía ya a su haber variadas muestras de esta característica. Al respecto señalamos el fracaso de su pri mer romance, que aspiraba a convertirlo en matrimonio y no prosperó. La pérdida de su cargo de diputado, por su excesiva con anza y sentido de compañerismo. La fallida postulación por un sillón senatorial por la región, dado que la directiva nacional de su partido, no lo blindó. Aho ra lo que enfrentaba era el caso más dramático de todos, el deceso de su amada esposa, sin duda alguna, el golpe más fuerte e imprevisto recibido en su vida.

Parque320 y Crematorio San Cristóbal, con un ramo de rosas rojas bajo el brazo, acompañado normalmente por su apreciado amigo Hiber.

Floreal, ha sido un ejemplo de vida disfrutada en plenitud. Siempre ha tenido una actitud positiva ante la vi da, enfrentándola con optimismo y serenidad a la par que ha sabido deleitarse con lo que ha estado a su alcance, sin ambiciones extremas, ni auto reprensiones estériles. En el otoño de su vida, Floreal ve pasar sus días con la tranquilidad y paz interior, propia de aquellos que han transitado por caminos rectos. Comparte, a diario, con placidez y optimismo con su familia y cercanos. Su mira da continúa serena y límpida, re ejando y manifestando gratitud por lo vivido, sin apreciarse en él, ni una sombra de frustración que llegue a opacar su bonhomía. Esta actitud de Floreal, retrae un pensamiento del lósofo y teólogo danés Kierkegaard, quien sostenía que “La vida debe ser comprendida hacia atrás, pero vivida hacia adelante”.

EPÍLOGO

Es pertinente señalar, respecto de variadas actuaciones de Floreal, que en ningún momento me sentí limita do a jar mis propias posiciones u opiniones con relación a ellas. Lo mismo aconteció con ciertas licencias imagina tivas a las que recurrí, para recrear ambientes y atmósferas adecuadas a la situación que se describía.

Si pudiera sintetizar en algunos conceptos, la impresión lograda luego del trabajo realizado, estos serían la hon radez, nitidez y generosidad de Floreal al transmitir sus vivencias. Recorrí con facilidad los capítulos de su vida sin restricción alguna, pudiendo detenerme en aquellos recodos, situaciones y episodios en los que estimé interesante profundizar y ser receptor de los episodios que matizaron su dilatada y fructífera existencia. Hubo momentos que, por el tiempo pasado, desa aron la memo ria de Floreal. Otros que cosecharon bromas y risas, y también aquellos íntimos, de profunda emotividad que lograron quebrarlo.

¿Qué se puede decir al terminar un proyecto tan importante como una biografía? Lo primero que viene a mi cabeza, es que no puedo ni podría manifestar que la tarea fue complicada, porque faltaría a la verdad, tal vez reconocer que fue desa ante, sería lo más acertado.

Tuvimos innumerables espacios de conversación, en los cuales me con denció diversos aspectos personales,

323

tales324 como: “Uno cree no tener defectos, pero los tiene”. Luego, con serenidad, precisó lo siguiente: “Yo tengo los dedos crespos para hacer cosas, carezco de toda habilidad manual. Me alegra el éxito, pero no busco el aplauso, me satisfago con hacer las cosas bien. No me gusta fracasar, por eso trato de combinar muchas cosas a la vez, por si alguna me falla. Sin embargo, soy muy dis perso, me envalentono con cosas que leo, pero luego me cuesta emprender y centrarme en el proyecto que me ha logrado entusiasmar, en ese sentido soy poco amojonador. Soy desordenado, característica que complotó con la posibilidad de haber hecho muchas más cosas. Soy to lerante en todo el sentido de la palabra, incluso, a veces, con mis enemigos. No soy capaz de guardar rencores, a veces tengo problemas con gente que me ha tratado mal, pero pasa el tiempo y me reconcilio y puedo llegar a tener una relación bastante racional con ellas”.

Quienes tuvieron la oportunidad de conocer a Floreal, lo reconocen como un ejemplo de vida disfrutada a concho. Aun en medio de situaciones y períodos complicados, siempre mantuvo una actitud positiva ante la vida, a la que enfrentó con optimismo y alegría, sabiendo deleitarse con lo que tuvo a su alcance, sin ambiciones extremas ni auto reconvenciones estériles.

En nuestra comunidad, hasta hace poco más de un año, no existió personaje más dispuesto a colaborar que Floreal. Todo tipo de instituciones, agrupaciones o personas que requirieron de sus conocimientos y experiencia, en proyectos relacionados con nuestro patrimonio e historia local siempre encontraron en él, una contribución certera, documentada y desinteresada. Su innegable apor te a nuestra historia ciudadana, se tradujo en una per-

“Nunca dejó de comer, a pesar de que hacía más de un año le habían diagnosticado un cán cer al estómago. El médico tratante que lo visitaba cada

bien, sin duda que, para un neó to como yo, que puso su mayor empeño en traspasar a un escrito una historia real en forma ágil, entretenida y seria, la mayor recompensa es haber logrado la aceptación y satisfacción del protagonista del texto. Este es un tema que lo conver samos con Osvaldo y convenimos que el trabajo se desarrolló con un Floreal presente, siempre atento y tomando conocimiento de la estructura, enfoques y redacción del libro, condición que nos dejó tranquilos.

Esta trayectoria, a mi entender, no fue reconocida adecuadamente, por ciertos sectores de la comunidad en los cuales Floreal contribuyó con su trabajo y conocimientos.Ahora

325 manente búsqueda de temas de investigación, edición de textos y columnas, que permitían aclarar, poner en valor o preservar nuestro acervo.

A esta altura del texto, no puedo dejar de mencionar lo que me transmitió Claudia, su hija mayor. “Durante la pandemia fue difícil su estadía en casa. Ir al café cada mañana le exigía despertar y arreglarse, encontrarse con gente que lo reconocía en la calle, reír con sus amigos, lo llenaba de energía. En su estadía en casa, Raúl subía en las tardes a comentarle sobre algún libro leído, compartían el interés por la historia y la losofía, mi padre le hacía pre guntas o le comentaba algunos episodios de esos que no están en los libros, esas conversaciones lo sacaban de la tristeza del encierro obligado. Él siempre estuvo atento a los requerimientos tanto de Floreal, a quien llamaba Tata, como de

ContinúaMagaly”.Claudia:

Floreal falleció a los 93 años, el día 16 de junio de 2020, aproximadamente a las 18:00 horas. Partió tranquilo y serenamente, como disfrutando el paso que estaba dando.Por último, a la luz del camino recorrido y de las incontables horas que compartí con Floreal, si alguien me forzara a describirlo en pocas palabras, me limitaría a decir que tuve la gran oportunidad de conocer íntimamente “a un viejo hecho de buena tela”.

La vida de muchos y la mesa del café nunca volverán a ser las mismas sin su presencia.

semana,326 se sentaba a su lado por mucho rato mientras mi padre le contaba anécdotas entretenidas de la historia. Al irse me decía ¿tendrá cáncer?, nunca había visto un paciente de esa edad sin síntomas. Por las tardes escuchaba junto a mí boleros antiguos, los tarareaba y cuando ya no tenía fuerza solo cerraba los ojos plácidamente disfrutando los recuerdos. El día de su deceso realicé el ritual de cada día: le di su once con torta de merengue (la había preparado para el día del padre equivocadamente una se mana antes) y siguiendo la rutina escuchamos boleros.

Al poco rato noté que su mirada se enfocaba en el fondo de la pieza, mientras me decía: ¡mira Guagüita!, ¡ahí está Magaly!.. a los segundos, se desplomó en mis brazos”.

Floreal, entrañable amigo, descansa junto a tu eterno amor, Magaly, en la paz que te ganaste en tu inolvidable y fructífero tránsito terrenal. Antofagasta, Octubre 2021

ANEXOS

TESTIMONIOS

330 Mi padre me enseñó a expresar la opinión. Entre muchas cosas que agradezco a mi padre, está el amor a la lectura. Recuerdo que desde niña nos leía cuentos en la noche. De las historias ya no me acuerdo. Sólo tengo la sensación de ese espacio juntos, cuando él era mi héroe y cada una de sus palabras, era la verdad absoluta, cuando inundaba todo con su sabiduría. Luego, cuando éramos más grandes, inventó un premio dominical. Tam poco recuerdo cuál era el premio. Eso no importaba. La idea era contar una noticia que hubiésemos leído durante la semana.Mentiría si digo que me preocupaba leer a diario para así tener una noticia que destacar. Prefería, un día antes, buscar rápidamente algo que pudiera constituirme en la estrella de la semana. Al momento de contar la “noticia destacada”, llegaban las preguntas y los comentarios sobre el tema elegido. Recuerdo las risas cuando mi hermano menor presentaba las noticias más truculentas y sangui narias. El tema no importaba, la idea central era acostumbrarnos a leer e instruirnos”.

Ahora entiendo que esos espacios desarrollaron en mí, la habilidad del lenguaje convincente. Conversar fue siempre un encuentro familiar, lúdico y afectuoso. Leer fue una oportunidad de descubrir mundos in nitos y

La pregunta era: ¿cómo habían podido costear todos los gastos que esto implicó? La respuesta llenó de lágrimas nuestros ojos... Mi padre había trabajado en una tienda vendiendo juguetes para poder obtener recursos. Esto lo re eja de cuerpo y alma. Un gran hombre, lo que no solo se demuestra por su excelencia profesio-

331 misteriosos. Agradezco enormemente y de corazón, esa diáfana lucidez de mi padre. Claudia Recabarren Raby. Sicóloga. Mi papá, un hombre de amor.

Mis padres no lo dudaron e hicieron todos los esfuerzos posibles para que viajáramos. Y nalmente lo hicimos...

Corría el año 1982 cuando se nos presentó la posibilidad de participar en un programa de intercambio en Alemania por un año. La idea era que dicho viaje lo hiciéramos en conjunto con mi hermana. Esta era una situación difícil no sólo por el tiempo en que estaríamos distanciados, sino por el costo que debía asumir la familia por esta aventura.

Estuvimos un año fuera. Cada una en un lugar distinto aprendiendo y viviendo una experiencia inolvidable. Al volver a Chile, sólo nos estaba esperando mi madre en Santiago. Papá se había quedado en Antofagasta.

Antes del viaje de retorno a nuestra casa, mi mamá se reunión con nosotras para contarnos qué había ocurrido mientras estudiábamos en Alemania. Papá había sido despedido de la Universidad, situación que mantuvieron en absoluta reserva durante el año que estuvimos fuera.

nal,332 sino por su sencillez, entrega a los que quiere y amor incondicional por su familia. Siempre ha actuado con la frente en alto, mirando a los ojos y desarrollando con orgullo todo lo que hace...¡¡ese es mi papá!! Cecilia Recabarren Raby. Abogada.

Cómo olvidar esas eternas clases de geografía durante cada kilómetro recorrido: “Valles transversales, cordillera, provincia, regiones, etc. No sólo tenía que escucharlo, sino que recordarlo, porque a la vuelta del viaje se venía la prueba oral. Por cada “no me acuerdo” venía un reto. La clase más especí ca fue la de su querido Chillán de sus

Un viaje inolvidable. Me pidieron que relatara una experiencia vivida con mi pa dre. Fue difícil escoger una sola. Cada día con él se vivían cosas diferentes, y a veces inigualables. Por ejemplo, siendo mi profesor, en sus clases, al estudiante más asertivo, le regalaba las llaves del auto y cuando nos íbamos, no recordaba dónde las había dejado, lo que nos hizo recibir más de un reto de parte de mi mamá, por llegar tarde al almuerzo. Una experiencia que atesoro es nuestro viaje especial a las Termas de Liquiñe, cercanas a Panguipulli. A ese viaje nunca estuve invitado. Fue programado para que lo realizaran mis padres. Pero, por motivos de salud de mi mamá, resultó que fui elegido acompañante. Toda una experiencia. El viaje estaba considerado hacerlo en auto desde Antofagasta, por lo que mi padre me pasaría a buscar a Santiago, ya que entonces estudiaba allí.

¡Ah...! La razón, respecto de la localización de la que había sido su casa en Chillán, ¡la tenía yo! Gonzalo Recabarren Raby. Diseñador grá co. MI querido hermano. Hasta el día de hoy me acompañan tus sabias palabras, tu rectitud, consecuencia y honestidad. Tu amor por la poesía que recitabas día a día mientras almorzábamos,

Luego seguimos camino al sur, ahora con clases de historia y de los asentamientos mapuches, etc. Así llega mos a las termas, nuestro destino nal. Tras unos días, ya de vuelta, volvemos a pasar por Chillán donde yo le comento: —“mira papá esa es la calle donde tú vivías”. Él haciendo valer lo por ado y “Jalisco”, que lo identi ca, su respuesta fue: —”No, ahí no es...”, negación que nos costó una buena discusión y quedamos sin almuerzo. Pese a haber parado en el mercado chillanejo, él, consumido por su enojo, “amurrado” decide no almorzar. Yo, con hambre, terminé comprando pan y tomates. Como era mi turno de chofer, conduje hasta la salida de Chillán. Una vez estacionado, al dar mi primer mordisco lo que escuché fue: —“Chatito, dame una mascadita”.

333 primeros años de vida, hasta que la dejó por el desastre del terremoto. Llegando a Chillán lo primero que hici mos fue visitar su antiguo barrio y la ubicación de su casa.

Ese viaje resultó inolvidable, la compañía de mi padre, su gran inteligencia y entusiasmo para contar cada historia, hizo de él un viaje imposible de olvidar.

Por último, cito tus palabras que te retratan como el gran hombre que eres: “La palabra amor es un vocablo vivo, corre, salta, brinca, juguetea, por los lugares más apartados del planeta, por tierras donde la abundancia se derrama y por otras donde la riqueza se vuelve esquiva.”

otorgándole334 a cada una de ellas la tonalidad exacta, la pasión o la ternura requerida para su declamación. De esos tiempos, ¿recuerdas estos versos?: “Mi patria es dulce por fuera pero amarga por dentro....” Puedo escribir los versos más tristes esta noche...” Pasan por mi mente la Mistral, Rubén Darío y algunos poetas caribeños. ¡Qué lindos recuerdos¡ Otras veces nos hacías sonreír, mientras cantabas algún bolero de Leo Marini o de Lucho Gatica.

María Eugenia Recabarren Rojas. Profesora de Historia, Geografía y Educación Cívica.

Re exiones sobre el rol de Floreal Recabarren en nuestras vidas. Si hubo una falencia en mi vida por la pérdida de nuestros padres a una edad muy temprana —mi madre mue re cuando yo tenía 10 años y mi padre cuando cumplí los

Recuerdo cuando viniste Antofagasta de vacaciones de verano con el grupo “Os palmeiras du Macul”. En esa ocasión entonaron una canción siguiendo el ritmo con golpes de palmas sobre la mesa del comedor, con tanto entusiasmo, que la destartalaron. ¡Era el único mueble bonito que teníamos en casa¡ Sin embargo nuestra amo rosa madre, lo dejó pasar.

335 14—, fue la de no tener referentes en quienes apoyarme, de personas mayores a la hora de tomar decisiones o de cómo enfrentar nuestras vidas. Allí, el rol de Floreal fue clave... Recuerdo una carta que él me envió mientras yo ya vivía en Santiago y estaba de lleno en la Universidad. Debo haber comentado con él cierto desajuste en mi vida en esos momentos. Después de hablarme de la vida y de sabios consejos, él termina así su mensaje: “Pienso que esta carta pudiera parecerte vanidosa, Dios quiera que no te entregue esa sensación, porque no es mi propósito; ¡¡¡qué vanidad!!!... la de las hormigas expuestas permanentemente a morir aplastadas. Yo pretendo otra cosa. En la misa se dice ¡¡¡arriba los corazones!!!!.... Dios nos quiere sonrientes, comprensivos y felices con lo que nos entrega, sea esto bueno o malo, este domingo pediré a Dios por ti”.

El remate de su carta re eja el espíritu y el alma de Floreal, bastó esa re exión para apropiarme de ella y ponerla en práctica en cada decisión y cada etapa de mi vida. Santiago Raby Pinto. Arquitecto. Un enorme corazón. Conocí a Floreal en Taltal cuando yo tenía 10 años (hace 56 años), ocasión no muy afortunada para él ya que ve nía llegando desde Antofagasta para visitar a su polola de entonces, mi hermana Magaly, y yo recién me había accidentado con una hélice confeccionada con lata de conserva que me había hecho una herida en uno de mis ojos. Las

indicaciones336 del boticario eran que debía viajar de urgencia a Antofagasta dada la gravedad de la lesión. Es así como lo conocí y como supe de su gran corazón ya que él decidió llevarme al hospital de Antofagasta al día siguiente, por consiguiente, de pololeo nada. Una vez llegados al hospital me dejó al cuidado de su tía Ester, que en esa época trabajaba como enfermera del hospital, para que pudieran operar me de urgencia. Gracias a esta noble acción de Floreal pude recobrar parte de la visión. En los días siguientes de la ope ración me acogió en su casa de calle Matta y junto con sus amigos que me visitaban regularmente (entre ellos el alegre Gordo Mandaleris), hicieron que me sintiera como en casa.

Luego en 1969 fue elegido diputado por la segunda región, partió a Santiago junto a Magaly y los 3 niños. Sin embargo, una vez más, me acogió en su casa y viví con ellos en 1971 cuando llegué a estudiar ingeniería en la Universidad de Chile. Vivíamos en la calle Celerino Pereira 1843, en un barrio tranquilo de la comuna de Ñuñoa. Fueron años convulsionados por la efervescencia política de la época y nuevamente su accionar me ayudó, esta vez sin proponérselo, era el año 1971 y junto a un grupo de parlamentarios mediaron para que pudiésemos

Dos años más tarde, para entonces ya casado con Magaly, y considerando que mis padres habían fallecido, me acogió nuevamente en su casa de calle Armando Carrera de la Gran Vía cuando llegué a estudiar al Liceo de Antofagasta. Compartimos por alrededor de 5 años, en algunas ocasiones me pasaban a buscar el viernes al Liceo y nos íbamos a su casa de Hornitos (un carro de ferroca rril acondicionado). Fueron días de pesca del sargo con su amigo Joaquín Vial y de sacar machas con la Magaly que recuerdo con mucho cariño.

337 salir de la toma de la escuela de ingeniería, después de constatar lesiones en una comisaría supo que yo estaba entre los

Despuésestudiantes.denohaber

sido reelegido como diputado en las elecciones parlamentarias de 1973, decidieron con Magaly volver a vivir a Antofagasta, donde tuvo que reinventarse como profesor de la Universidad y luego formar el Preuniversitario que mantuvieron por muchos años, nunca más volvimos a vivir juntos, pero hemos mantenido una fraternal relación a través del tiempo. Tiempo después de su partida de Santiago, con mi señora Carmen lo recibimos en muchas ocasiones en nuestro departamento cuando venía por razones de su trabajo o para investigar en la Biblioteca Nacional. Siempre fue muy grato recibirlo porque era un entusiasta de las cosas que realizaba, nos contaba de sus proyectos y siempre estaba atento a escuchar las opiniones de Carmen como educadora del Santiago College, o sólo para conversar cosas triviales como el costo de la luz en Santiago versus Antofagasta, siempre atento a descubrir injus ticias para denunciarlas a través de la prensa. Siempre ha sido un gran y entretenido conversador, sobre todo cuando habla sobre la época del auge del salitre en el norte de Chile. Cuando falleció Magaly, un 27 de febrero de 2009, en la misa que se hizo en la Parroquia Madre de Dios, que junto a ella habían ayudado a construir, Floreal le realizó una hermosa, valiente y emotiva declaración de amor al revelarse contra la voluntad de Dios por habérsela llevado de su lado que nos llegó profundamente a todos los acompañantes.Florealsiempre se ha caracterizado por ser una persona amable, simpática, de buen corazón. Atento a las ar bitrariedades contra los más desposeídos. Enemigo de las

Ella aceptó el sobrenombre con humor y muchas veces la llamábamos Sarita, pero solo nos aceptaba a nosotros

injusticias338 y valiente para denunciarlas. Él junto con mi hermana Magaly, estuvieron presentes en parte impor tante de mi vida. De él aprendí sobre nobleza, integridad, honradez, perseverancia y humildad, que me han ayudado en mi desarrollo como persona y como profesional.

Sergio Raby Pinto. Ingeniero civil. Recuerdos de mi hermano Floreal.

Floreal fue muy bromista, siempre estaba organizando bromas y siempre terminábamos riéndonos incluso la vic tima de la broma. Era gran amigo de mi hermano Gonzalo desde que estudiaban en el Liceo de Hombres de Antofagasta. Terminados los estudios secundarios, Floreal partió a Santiago a estudiar Historia en la Universidad de Chile, y así fue como llegó a nuestra casa. Desde el primer día, Pocho, como le llamábamos, fue un hermano más para nosotros. Con gran sentido del humor y una innegable simpatía conquistó a toda la familia, siempre haciendo bromas. Estas se sucedían casi a diario. Recuerdo algunas: Teníamos un amigo de apellido Pinto, que era muy tímido y corto de genio y que a veces se unía a nosotros para jugar canasta, juego al que era muy a cio nada mi madre. Pocho la había bautizado como Sarita, nombre de una actriz que siempre hacía el papel de ma dre en las películas (Sara García, actriz española que desarrolló una amplia carrera cinematográ ca en México).

339 que la llamáramos así. Un día nuestro amigo llegó a jugar canasta y Pocho le dijo a Pintito que llamara Sarita a mi madre pues le gustaba ese nombre. Este ni corto ni perezoso se re rió a mi madre diciéndole “Usted parte doña Sarita”. El pobre recibió una fuerte reprimenda de mi madre que no aceptaba que otra persona la llamara así. Pintito se sintió avergonzado, mientras nosotros es bozábamos una indisimulada sonrisa, pero pronto vino la explicación y todos reímos de buenas ganas.

Sergio Puebla Leeson. Arquitecto. El maestro que me condujo a la Historia.

Con los años las huellas del pasado se hacen difusas; sin embargo, recuerdo nítidamente mi paso por el Liceo de Hombres de Antofagasta. Tuve allí excelentes profesores, desde el primero al sexto humanidades. Era un Liceo excepcional, formador de varias generaciones que pasamos por sus aulas. Allí conocí a don Floreal Recabarren, el Maestro que me acercó a la Historia.

En otra oportunidad aparecieron ratones en la casa. Mi madre se consiguió prestado un gato con un vecino. En la misma época Pocho estaba dibujando unos mapas que le habían pedido en la facultad. Cuando los tuvo listos los dejó en el escritorio para llevarlos a su escuela. Esa misma noche, el gato se orinó en los planos. Pasado el mal momento organizó con nosotros un des le con pancartas desde el living hasta la cocina de la casa pidiendo la salida del gato... y no hubo más gato, en medio de risas, incluida las de mi madre.

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Sus clases eran iluminadoras, además de hacerlas con entusiasmo y con un sentido de la comunicación que nos divertía y las hacía tremendamente entretenidas. A esto habría que agregar que jamás faltaba a la verdad disponible en aquella época. Inspirado en su ejemplo, ya en cuarto humanidades me percaté que la Historia era la disciplina que quería estudiar. No fue sólo la calidad del profesor lo que me cautivó. Don Floreal tenía una opción política que nunca inter rió en sus clases. Era un hombre íntegro en el más pleno sentido de la palabra. La política también me interesaba; aunque desde una posición distinta a la suya. Con él aprendí uno de los principios básicos de la democracia: el respeto por quien piensa distinto y que nadie tiene dere cho a imponer sus formas de asumir la vida.

En estricto rigor, el ejemplo del Maestro no sólo me conectó con la Historia. Creo que paulatinamente me fue acercando a la docencia. Cuando terminé la Enseñanza Media tenía claro que quería ser profesor de Historia con el propósito de replicar el ejemplo del Maestro que enseñaba en el Liceo de Hombres de Antofagasta. Los años pasaron y dejé de verlo. Lo recordaba a la distancia desde el momento en que me trasladé a Valparaíso a estudiar Pedagogía en Historia en la Universidad de Chile. Esos recuerdos me acompañaron por cuanto lugar pasé más adelante. Ese joven que quería ser profesor, para repetir el ejemplo de don Floreal, se fue aproximando cada vez más a la Historia, postergando su primer anhelo. Mucho contribuyeron a esto otros dos grandes Maestros: Sergio Villalobos y Mario Góngora.

Cuando en 2012 obtuve el Premio Nacional de His toria traté de ubicarlo. Finalmente nos reunimos en la

Historia.Desdeentonces

341

“En este punto, hoy martes 16 de junio de 2020, a las 20.30 hrs, me avisan desde Antofagasta, la muerte de un paro cardiaco de mi profesor Floreal Recabarren, ocu-

Feria del Libro de la Estación Mapocho en un homenaje que la Universidad de la Frontera y la Universidad Acade mia de Humanismo Cristiano me rindieron a propósito de ese Premio. Lo reconocí de inmediato. Tuvimos una larga conversación durante la cual me re rió lo difícil que le resultó terminar sus estudios. La situación económica le impidió seguir regularmente los cinco años de estudio. Me relató, además, el drama del terremoto de Chillán de 1939, que vivió siendo un niño cuando su familia vivía en esa ciudad. Fue un reencuentro con el pasado. Allí, frente a mi tenía al profesor que me inculcó el cariño por la me volví a encontrar con él varias veces en Antofagasta. En esas ocasiones pude apreciar el respeto y cariño que la ciudad sentía por él. Don Floreal pasó el umbral del profesor, para convertirse en el Maestro de varias generaciones, entre las cuales me incluyo con mucho orgullo. Espero haberle transmitido el cariño y admiración que sentí por él. De su muerte me enteré casi de inmediato. Una mano amiga de mi lejano norte, tomó el teléfono y me llamó. Volví al pasado y lo recordé en las salas de clases de las calles 14 de febrero, Orella y Ossa. Los años desgastaron su cuerpo, pero no el recuerdo de sus alumnos. En ese momento me encontraba en mi refugio escribiendo un libro que espero se publique pronto. Me hubiese gustado hacérselo hecho llegar. No se pudo. Tuve que conformarme con estampar en la página que redactaba el texto que aparecerá en ese lugar:

hace una hora y media, el primer Maestro que me condujo a la Historia. En estas páginas lo he mencionado varias veces y lo seguiré haciendo. En homenaje a él hago un alto en mi escritura”.

Hasta siempre querido Maestro. Jorge Pinto Rodríguez Premio Nacional de Historia 2012, Universidad Católica de Temuco. Para Floreal, colega y amigo.

En 1984, año en que conocí a Floreal, vivía un momento muy especial en relación con mi desempeño profesional, puesto que había sido exonerada de la Universidad Católica del Norte. En circunstancias tan cruciales recibí una llamada telefónica que me sorprendió. El emisor se pre sentó como Floreal Recabarren, personaje que conocía por referencias, pero no personalmente. Él estaba organizando un grupo para preparar la PAA y se había comunicado con Patricia Bennett, quien rechazó su ofrecimiento, pero terminó recomendándome. Mi negativa a tan intempestiva proposición, fue categórica. Crear una institución que facilitara el paso de la Educación Media a las Universidades, era algo que ni siquiera había imaginado. Él insistió en un próximo encuentro para dialogar y conocernos. A esa reunión concurrieron dos profesionales más. Floreal fue puntual. Disponía de poco tiempo. Asignó tareas especí cas para la semana siguiente. Se despidió, sin darme la palabra para reiterarle mi inicial negativa.

rrida342

Sólo mi sentido de responsabilidad me indujo a regresar con “mi tarea realizada”. El carisma y el poder de persuasión de Floreal, fueron determinantes. Terminó convenciéndome para un trabajo, codo a codo, durante 20 años.Elantiguo C.E.A. (Centro de Estudios Académicos) o el Reca (así lo llamaron los alumnos), funcionó en una casona de calle Uribe. La O cina de la Dirección —el cali cativo suena algo pretencioso—, estaba entre dos sa las. Una, con vista a la calle, era utilizada para sus clases que siempre tuvieron una alumna más, yo, que desde mi escritorio, escuchaba todo y si la curiosidad me superaba, podía observar al profesor, y/o a los alumnos, por algún estropicio de una vieja puerta con vidrios empavonados de un muro medianero. Con la excepción de un par de casos, no he conocido a un profesor más ameno, motivador y respetado que Floreal. La pedagogía no tenía secretos para él. Iniciaba su clase y todos los alumnos, atentos y concentrados, es taban pendientes de sus palabras, de los mapas y de otros materiales, algunos rústicos, que complementaban sus exposiciones. Mientras hablaba, no volaba una mosca. Siempre supo en qué momento contar un chiste, o lanzar una talla, que relajaba. Los alumnos, reían a carcajadas. Él retomaba su clase, ahora en medio de un respetuoso silencio. De improviso, la amenizaba hablando otros idiomas —es lo que él pretendía—; se desplazaba entre los alumnos y, encaramado en mesas o sillas, esceni caba heroicas batallas o cantaba, apasionado, viejas y pegajosas canciones de alguna campaña política que eran coreadas, alegremente, por los alumnos. Luego, la clase proseguía. Creo que ha sido un profesor excepcional. Nunca escuché

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C.E.A., Floreal fue un e ciente director, probo, criterioso, con acendrados valores, gran sentido de responsabilidad, justicia y tolerancia, capaz de crear ambien tes gratos. Aportaba armonía y respeto por la diversidad. Su buen humor y facilidad para relacionarse con todos creaba cercanía y una uida comunicación. Los acadé micos y demás funcionarios trabajaban con gusto, identi cándose con la institución y daban lo mejor de sí para sacar adelante y de modo destacado, la misión de educar.

queja344 alguna. Sus alumnos llegaban felices y trataban de no perderGraciasclases.aeste notable maestro y gran motivador, sus alumnos aprendían a aprender y, sin notarlo, quedaban habilitados para cambios cualitativos y de real superación personal.Enel

Quiero señalar que me siento agradecida de conocer a Floreal y compartir, durante treinta y cinco años, tan tas enriquecedoras experiencias en el ámbito laboral. Es grande el agradecimiento de que la vida, o el destino, me haya permitido estar cerca de una persona tan íntegra, que ha destacado y aprobado con sobresaliente la totali dad de los compromisos asumidos: familiares, sociales, profesionales, políticos, religiosos, etc.

Y, para nalizar, quiero expresar, cordialmente, mi respeto, admiración y el inmenso cariño que siento por Floreal. Además, mi sentido deseo de que la vida le siga regalando salud, sabiduría y nuevas realizaciones.

Orieta Véliz Castillo, profesora de Castellano.

Floreal “hace” la ciudad.

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Floreal ha estado cerca de mi madre, Meche Chacc, y de mí, desde, al menos, mi adolescencia, porque él desde siempre ha amado el teatro y, como el mismo me cali ca con acierto, soy, como mi madre “teatrero”. Floreal es de ese mundo también y como todos nosotros con la pampa y el mar pegados a la piel. Es el hombre que enhebra las hilachas felices del pasado, sin tampoco olvidar los ratos, días y años tristes de la ciudad.

Eric Goles Chacc. Ingeniero matemático y Escritor. Premio Nacional de Ciencias Exactas 1993.

Floreal entonces “hace la ciudad, el Antofagasta que tanto, tanto quisiéramos ser”.

Al encuentro de Floreal Recabarren Rojas. Voy a tratar de “encontrar” a Floreal Recabarren Rojas, en lo que se re ere a mi condición de habitante de Antofagasta. No ha sido un vecino persistente en mi horizonte. Su gura envuelve relatos de otros y vivencias personales. En estas últimas nos apoyaremos. Un primer encuentro fue en la segunda mitad de la década de 1970 cuando se incorporó como profesor hora en la Escuela de Historia de la Universidad del Norte. Su apellido llamaba a con fusión con la gura de su hermana María Eugenia, am-

De esa vez, comienzo a per lar en Floreal un ademán cívico interesante en momentos difíciles. Una con sistencia de un hombre público en cuanto a sus valores. Recuerdo que con un amigo en común Eduardo Köning, profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica de la Universidad de Chile, incorporado a la Universidad del Norte, en la década de 1970, constituían dos referentes de la disidencia a la dictadura militar en el mundo académico, provenientes de la Democracia Cristiana. Ambos mostraron dignidad política, probidad intelectual, que

bos346 docentes de Historia. Se comentaba, principalmente por su amigo y correligionario Sergio Adolfo Contador V. académico en la Universidad del Norte, su memoria de prueba para optar al título de Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica de la Universidad de Chi le, sobre el movimiento del proletariado en Tarapacá y Antofagasta en el periodo salitrero, inédita, y que había sido dirigida por Hernán Ramírez Necochea, un referente en la historiografía marxista clásica. Esto despertaba curiosidad, toda vez que en la campaña política de marzo de 1973 habíase mostrado Floreal, como candidato a diputado, como un tenaz y rme opositor a la Unidad Popular. Y ¡había estudiado el movimiento obrero!, no se entendía, quizás, en aquellos tiempos “de trinchera po lítica”, que no guardaba conexión un objeto de estudio con las ideas contingentes. En esta misma impresión de imágenes, recuerdo el impacto mediático, posiblemente el más fuerte en el norte, cuando se veri có en la dictadura la denominada Consulta Nacional en 1980, y Floreal demostró, mediante limpiarse el entintado de su pulgar, que se podía votar varias veces y hacer fraude en el acto electoral sin garantía alguna.

347 eran valores apreciados en aquel entonces por la juventud. En 1978 organizamos con mi hermano Luis Gustavo en el Centro Español una serie de conferencias, donde por única vez Oscar Bermúdez Miral, el extraordinario historiador del salitre, dio una exposición sobre Juan López. Allí estuvo Floreal, junto a Mario Bahamonde, Andrés Sabella, etc. Fue un momento de pequeño faro en momentos que se vivía el “apagón cultural”, por la censura impuesta.Enloemotivo y más cercano en lo humano guardo varias experiencias. Una de ellas, fue cuando fuimos colegas en el Colegio San Luis en 1986 y ambos fuimos desvinculados por el P. Guillermo Marshall S.J., por negarnos a aceptar el ofrecimiento de jornadas completas. Floreal ya estaba asociado a Orieta Véliz Castillo con su Pre Universitario, en calle Uribe. Otro momento que conservo fue cuando retornó la democracia y nombrado alcalde de Antofagasta. Colaboré en cuanta actividad cultural que coordinaba Osvaldo Maya con Sergio Gaytán bajo los auspicios y/o patrocinio de la Municipalidad.

Siempre me ha parecido que Floreal constituye una bisagra del Antofagasta de antaño, pobre en recursos materiales, con una identidad de sus vecinos que promocionaba el ayuntamiento y una febril actividad cultural, y el Antofagasta de hogaño, sin cuidado de sí mismo, comenzando por sus habitantes e instituciones. Floreal hace resonar la vitalidad de un espíritu regional y local que se anidó en su juventud y que defendió en su labor pública.

Frente a lo efímero de las conductas cívicas contemporáneas, a mi entender, Floreal guarda —y promociona— celosamente el cuidado de lo común, que es la ciu dad, y la preservación de una identidad regional, que se

asoma348 en nuestras quebradas y en el extenso litoral que poseemos.

José Antonio González Pizarro. Doctor en Historia por la Universidad de Navarra. Profesor Titular de la Universidad Católica del Norte. Miembro de la Academia Chilena de la Historia-InstitutodeChile. Floreal, una amistad en torno a Clío.

Este comentario intenta contar ¿cómo y por qué llegué a conocer al colega y amigo Juan Floreal Recabaren Rojas? De partida, debo advertir que no tuve la suerte de tenerlo como profesor, tampoco como vecino de barrio, ni jamás fuimos presentados, formalmente por algún conocido y menos por algún correligionario partidario o parroquia no de Iglesia. Nuestra cercanía y punto de encuentro ha sido la Historia y en concreto, la disciplina histórica, la historiografía.Elprimer recuerdo que tengo de él, tiene que ver con un suceso noticioso que se convirtió en un hecho históri co nacional y, localmente constituye un hito político en los anales de Antofagasta. El acontecimiento en cuestión, corresponde al plebiscito de 1980, cuando el profesor Floreal Recabarren, militante de la Democracia Cristiana, demostró al país y al mundo que se podía votar en más de una oportunidad en los centros de votación del régimen. De manera natural y sencilla, él constató que el proce so electoral estaba viciado desde su origen. En mi hogar

Durante la transición a la Democracia me trasladé a la capital y allí consolidé enfoques y temas historiográ cos, inclinándome hacia la Historia Regional. En seminarios especializados y en la tesis de Licenciatura me avoqué a leer y analizar lo que más pude sobre historiografía antofagastina y, con sorpresa, volví a reconocer el nombre de Floreal Recabarren, quien aparecía, comúnmente men cionado en libros y comentarios de revistas especializadas. El verano de 1994, se me ocurrió pasar a visitar al pro fesor Recabarren. Para ello me dirigí a su reconocido Preuniversitario, apodado “El Reca”. Sin consulta previa, ni pro tocolo de antecedentes, me acerque al lugar. Tras un rato de espera, me atendió muy cordialmente y después de varias horas, de amena conversación, tuvo la con anza de compartir conmigo documentos inéditos, aquellos “tesoros o reliquias”

—predominantemente de izquierda— la noticia siempre fue recordada. Hoy al hacer memoria, creo que de allí surge la primera evocación a su persona. En esos días de adolescente —al interior de mi familia— yo reconocía la entereza moral de un “ex alcalde de Antofagasta”.

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Tras la crisis económica de 1982 comencé a experimentar los primeros esbozos de rebeldía y libertad en el Preuniversitario de la Universidad del Norte. Allí presencié las primeras manifestaciones de protesta popular, los apagones, los pan etos y los rayados en los muros contra el Dictador. En ese ambiente, me interesó la Historia, el tiempo pasado y, sobre todo, aprender y enseñar sobre el acontecer de la humanidad. Saber sobre Democracia y Socialismo, volcarme hacia la antigüedad clásica y la Eu ropa industrial y contemporánea. Lamentablemente, en la ciudad las Ciencias Sociales y las Humanidades habían sido clausuradas, por poco rentables y subversivas.

Así comenzó la cercanía con Floreal; quizás por las similitudes que compartimos; ambos somos antofagastinos; los dos, profesores de Historia con estudios en San tiago y regresamos a la ciudad para aportar, con nuestra formación, a la educación local. Igualmente, optamos por la investigación de nuestro terruño; aunque él, lo ha vivido en primer plano, como protagonista y autoridad de Antofagasta contemporánea y postmoderna.

que350 todo investigador —que se aprecie de tal— posee.

Con el nuevo milenio, retorne a Antofagasta, de ni tivamente. Recuerdo que él fue uno de los primeros que conoció mi decisión. En esos días me incorporé como docente en la Carrera de Turismo y Relaciones Públicas; allí impartía clase de Historia y Geografía de Chile y métodos y prácticas de las Ciencias Sociales. Simultáneamen te, me daba el tiempo para investigar en el Archivo y la Biblioteca Municipal.

En esta etapa, he compartido con él varios encuentros e iniciativas en torno a nuestra Historia y la educación de ella. En principio, a través de proyectos incipientes, como la Historia del Mineral de Caracoles en marzo de 2001, el cual no prosperó. A pesar de ello, las tertulias sobre Historia e historiografía continuaron, con mayor razón y sentido formal, cuando ambos participamos como acadé micos en la Universidad José Santos Ossa, en la Carrera de Historia y Geografía. Allí fue cuando me pidió que le digiera “Floreal”; de manera más informal, porque éramos colegas, compartíamos investigaciones y frecuentaba su hogar.Estasituación de horizontalidad, al principio me costó asumirla; pero en la cotidianeidad, se naturalizó nues tra relación de amistad y con dencia.

Fue todo eso, pero por sobre todo es un hombre que conocedor del pasado, vive en el presente y se proyecta al

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En la sociedad del “Me gusta”, las arrugas están demodé y la tercera edad aparece, cuando mucho, cargada de estereotipos y caricaturas de la que pocos de aquellos que habitan el ocaso de sus existencias logran escapar.

Tener una misión. Chile es un país que tiende a ver con pavor el paso de los años y con cierto desprecio a los viejos.

Pero la investidura del tiempo es un traje prodigioso si sabe ser llevado. Juan Floreal Recabarren Rojas, es un ejemplo. ¿Cuál podría ser la diferencia? ¿Qué hace tan distinto a un hombre que se acerca al centenario de vida?

Tiene una exitosa historia que lo avala desde lo público: Fue alcalde cuando ni siquiera se pagaba por ello, fue dipu tado, consejero regional, pudo ser senador; pero también fue propietario de un café, de un preuniversitario, vendedor, padre, esposo, buen hijo, un hombre alegre por decisión y amigo empedernido de la amistad y el Norte Grande.

De la cual me siento orgulloso y agradecido, porque me ha permitido contar con su con anza, consejos y retos que me han ayudado a crecer como persona. Héctor Ardiles Vega. Profesor de Historia y Geografía. Encargado del Área de Investigación Histórica y Biblioteca Patrimonial del Museo de Antofagasta. Presidente del Centro de Investigación Histórico Patrimonial Isaac Arce Ramírez (CIIAR).

“La vida no es la que vivimos, sino la que recordamos para contarla”. Gabriel García Márquez. En el Primer Año de mi ingreso a Pedagogía en Castella no de la Universidad del Norte cursamos un Primer Año

futuro:352

esa es la piedra angular... Soñar, tener una misión. Tal don, creo, tiene su origen en su vocación docente, porque hay que convenir que aquella es su identidad más potente; y aunque dejó las aulas, continúa enseñando, desde su tribuna de columnista, historiador o atendiendo a todo aquel que lo necesite, ya sea para documentarse de algún antecedente pretérito, o empaparse de su opinión siempre sabia de la contingencia. Don Floro es la memoria viva de Antofagasta y debe mos dar gracias por ello. Su generosidad, valentía y pasión son ejemplo de las mejores características de una generación de chilenos que forjó el país moderno, trabajando duro, apoyando la democracia, la libertad y creyendo en la dignidad de las personas. Nada es casual; ningún esfuerzo ha sido en vano. La vida de don Floreal es un ejemplo cabal de aquello. Víctor Toloza Jiménez. Periodista. Ex Director diario El Mercurio de Antofagasta. Director de Comunicaciones y AdmisiónCatólicaUniversidaddelNorte. Floreal.

La voz alcanzaba decibeles peligrosos y los cambios de tono contribuían al misterio de la historia. ¡Cómo no aprender, entonces! La plasticidad de su relato nos hacía ver barcos, trenes y aviones y escuchar los arrebatos de las guerras. De repente, giraba cual bailarín clásico y enfrentando a un alumno, planteaba una pregunta que nos hacía pensar.

Y entre la variada gama de profesores increíbles, apareció Floreal, joven profesor de Historia de sólo 38 años, recién asumido como alcalde de Antofagasta. Recuerdo su hiperactividad pedagógica que llenaba todos los espa cios y todas las mentes con una pasión contagiosa.

Los recursos tecnológicos de hoy no asomaban todavía sus narices, pero el divino entusiasmo hacía que quedá semos prendidos de las palabras y que entendiéramos que la Universidad era un privilegio. Todavía era el tiempo del asombro. Nacía el debate y la aparición de estructuras mentales que posibilitan la expansión del pensamiento.

En un momento lo veíamos avanzar en puntillas de pies relatando pasajes desconocidos de la historia universal del siglo XX para, repentinamente, dar un brinco sobre el escritorio y desde allí concluir la observación que intere saba.

Floreal nos acostumbró al goce de aprender, nos mos tró la palabra que convoca. Hoy lo leo y lo veo haciendo mil cosas, con la misma agilidad mental de ayer. Los años son un equipaje que impide los brincos físicos, pero nunca los intelectuales. Para mí, sigue siendo ese alcalde que corría entre la Mu

353 Común a todas las Pedagogías, especie de Propedéutico en que aparecieron los personajes más notables para una mechona conmocionada.

Recuerdo que fue un pilar fundamental el año 1966 en poner de acuerdo a los clubes Unión Bellavista y Portuario Atacama, que debían postular a Antofagasta con un nombre común si querían que la Asociación Central de Futbol, aceptara que un equipo representante de la ciu dad participara en la competencia profesional de segunda división. Gracias a su gestión, logra conseguir el consenso de los dirigentes en torno al nombre de Club de Depor tes Antofagasta Portuario. Esta actuación, fue uno de los

nicipalidad354 y la Norte, el que nos inculcó una pedagogía participativa y fascinante. Laureles para Floreal. Patricia Bennett Ramírez.

Profesora de Castellano. Docente de la Universidad de Antofagasta. Miembro del Consejo Regional de la Cultura las Artes y el Patrimonio. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua, correspondiente por Antofagasta. Un personaje entrañable. No es difícil referirse a Floreal Recabarren, ya que tengo el honor de conocerlo casi toda mi vida. Mis recuerdos vienen desde mi época de estudiante del gran Liceo de Hombres de Antofagasta. Aunque no tuve la fortuna de tenerlo como profesor, pude apreciar su siempre dispuesta amabilidad de relacionarse y conversar en los recreos, con cada alumno que se le acercara en las horas de recreo. Aparte de responder todo tipo de preguntas relacionadas con sus materias, contaba anécdotas personales súper entretenidas, que solo él sabía si eran verdaderas, pero que todos quienes las escuchábamos quedábamos literalmente boquiabiertos con sus magní cas historias.

Fue regidor, dos veces alcalde, diputado, concejal y consejero regional, representando a la Democracia Cris tiana. Destaco su orientación política, porque en una de mis campañas políticas, se me ocurrió solicitar a destaca das guras locales que grabaran unas palabras sobre mi persona y una de ellas fue don Floreal. Era un gran desafío, ya que él militaba en una tienda contraria a la mía, pero dije, nada se pierde con preguntarle y fui a su café en plena calle Prat donde se reunían los políticos de turno y saludaban a todos los parroquianos que circulaban a medio día por ahí. Ahí estaba don Floreal, como un gran conversador rodeado de varios amigos. “Me acerqué a él tiritando de pies a cabeza y le dije: ¿Don Floreal usted podría decir unas palabritas hacia mi persona y que lo pueda grabar? Su respuesta inmediata me dejo perplejo: ¡Pero claro pues muchacho, si te conozco de toda una vida y eres muy jugado por nuestra ciudad, con gusto echa a andar la grabadora no más!”. Comento esta anécdota, porque es difícil encontrarse con personas con tan inmensa calidad humana y tolerancia política. Recuerdo que el día 14 de febrero del año 2004, sien do concejal de la Ilustre Municipalidad de Antofagasta, me correspondió hacerle entrega de la máxima distinción que otorga la ciudad, el Ancla de Oro, al gran Floreal Recabarren Rojas. Para mí fue uno de los actos por los que siento más orgullo, en mi paso por el servicio público. Por el largo tiempo que conozco a Floreal Recaba-

355 motivos que lo llevaron a ser presidente del club, y por qué no decirlo, uno de sus fundadores. Con esto no qui siera excluir a nadie, pero la lista de presidentes y directores del club, en esos años fueron connotadas personas de nuestra ciudad.

rren,356

El profesor titular era nada menos que Mario Baha monde Silva, hombre austero, letrado, poeta y escritor de citas oportunas, con el dedo siempre indicando algo más allá de esta realidad. Pero, justo en ese año, debió asumir la rectoría de esta institución, reemplazando en el cargo a Santiago Seguel, teniendo que dejar los cursos que tenía y distribuirlos entre sus colegas de entonces.

Cuenta mi padre que Juan Floreal Recabarren fue nombrado profesor titular, en reemplazo de Bahamonde. Y su llegada al curso no estuvo exenta de grata sorpresa para los estudiantes: Recabarren se presentó al curso y declamó una extensa apología del valor de la enseñanza, la necesidad de entender la historia y el arte, haciendo

Constantino Za rópulos Bossy. Empresario. Ex Gobernador Provincial. Desde el puesto de vigía. Recogiendo las anécdotas que siempre nos cuenta mi padre, aparece una referida al profesor de historia, geografía y economía política, historiador y político, Juan Floreal Recabarren.Eranlos tiempos en que papá estudiaba y se preparaba para las pruebas de n de año en el mítico Liceo de Hombres de Antofagasta, la cuna de los más ilustres “Diablos Rojos” que engalanan la historia regional.

reconozco en él a un hombre bueno, honesto, sencillo, inteligente y con un tremendo cariño y amor por nuestra ciudad.

Pero eso no fue todo.

Asegura mi padre que se veía lejano, imponente y no daban ganas de sacar ni un miserable “torpedo”. Era un vigía seguro de su tarea, sabedor que todos los muchachos que miraban sorprendidos a su profesor, llegarían a ser grandes hombres para esta ciudad del ancla invertida que siempre tiene personas y anécdotas maravillosas.

357 especial hincapié en que cada uno debería convertirse en un amante de las letras y el patrimonio.

Llegado el tiempo de los exámenes, apareció Recabarren con su tenida impecable, pidió ayuda a algunos estudiantes para que pusieran una silla encima de la mesa del profesor y, ni corto ni perezoso, se encaramó cual mu chacho y se sentó a vigilar que nadie se tentara en mirar hacia el lado durante la toma de su prueba.

Hasta ahora —rememora mi padre— es una de las imágenes más impactantes e imperecederas que guarda de esos años lejanos: Recabarren, observando desde la altura, cual vigía atisba la presencia de costa desde la cofa de una carabela, constituye uno de sus recuerdos preferidos.

Doctor en Proyectos de Comunicación, mención Cine. Un personaje al trasluz. Nunca lo tuve como profesor. Si fuimos colegas en el colegio San Luis. Me correspondió llevarlo al colegio a impartir la cátedra de Historia de Chile en los cursos superiores.

Víctor Bórquez Núñez. Periodista, Escritor y Comentarista de cine.

Somos amigos de muchos años con el Pocho, como

El legado de Floreal es seguir regalándonos cordiali dad, afecto, alegría, una sana amistad y el carisma de haber sido siempre un amigo leal y consecuente con sus ideas. Presbítero Juan Gálvez Zuleta.

Alcalde de Antofagasta por dos periodos y diputado por uno. Siempre ha defendido al norte con fuerza y auto ridad. Un “Patricio” de la política. Un personaje que se ha jugado siempre por grandes tareas. Con un amor profun do por su familia, católico practicante y demócrata cristiano a carta cabal. Antofagasta le debe mucho a Floreal.

le358llamamos

familiarmente. Profesor brillante, un mejor maestro, compadre con mi hermano mayor Julio. Políti co, profesional, de vida sobria, sencilla y austera.

Educador ilustre. Por años fue rector del Liceo Nocturno de Antofagasta. Lo he conocido como un hombre muy atento y servicial, siempre disponible. Hoy es el úni co representante histórico de Antofagasta, legitimado por una vida prolí ca en afectos y sueños. Dueño de una gran calidadCristohumana.hasido siempre el centro de su vida. Ha puesto en el Señor toda su fe y con anza, aun en medio del do lor de haber visto partir a su querida esposa Magaly hace algunos años.

Dios lo llamó a una linda misión, la que ha sido su vocación de servicio a los demás.

A sus 93 “abriles” Floreal nos sigue dando cátedras de humanidad. Tenemos una deuda con él. Rendirle en vida un maravilloso homenaje que trasunte nuestro reconocimiento en su persona, expresarle la alegría de que Dios aun lo tiene entre nosotros y demostrarle la gratitud de un pueblo por su entrega a la ciudad y a la región.

En 1975 conocí a Floreal en la Sede Antofagasta de la Universidad de Chile, cuando ingresé como académico en el departamento de Ciencias Sociales en donde Floreal era profesor de la Cátedra de Historia.

En lo personal siempre sentí que su presencia dio

Floreal Recabaren, un referente de la historia del norte.

Como historiador quiso hacer historia, formando parte de los gobiernos comunales, como Regidor y Alcalde en dos períodos. Desde ahí colaboró como hombre demócrata y li bre pensador con proyectos socio educativo culturales que se desarrollaron en Antofagasta en la década del 90, en particu lar con un Programa de Identidad y Patrimonio Regional que montó la Universidad José Santos Ossa por esos años. Su impronta se tradujo en estudios e investigaciones que derivaron en la creación de la Carrera de Pedagogía en Enseñanza Media Mención Historia.

Largas charlas sobre la historia del norte, el patrimo nio mueble e inmueble y los modos de vida de las distintas comunidades de la macrozona norte, me permitieron conocer al académico, político y regionalista que entre gaba a través del quehacer académico, su contribución al acervo cultural de la región.

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El contacto con él me hizo ir conociendo la historia pasada y reciente de esta zona de la cual no sabía mucho y llegué a conocer mucho más, gracias a su guía y entusias mo natural que ha tenido siempre por enseñar.

Por aquella época no existían en las Municipalidades cargos de con anza del alcalde, pero a diferencia de otros alcaldes designados del país, don Floreal no contrató, en calidad de honorarios, a personas de su con anza para hacer la labor de los directores de las Direcciones Muni cipales, pasando por sobre los funcionarios a cargo. Por el contrario, él asumió que debía trabajar con los directores en ejercicio, en este caso un grupo de personas bastante heterogéneo en cuanto a profesión, edad y género, situación que naturalmente produce incertidumbre, nerviosis mo y tensión en ambas partes.

Jaime Valenzuela Acuña.

Conocí personalmente a don Floreal el año 1990 en dependencias de la Municipalidad de Antofagasta, cuando asumió como alcalde designado, en el inicio de la transi ción a la democracia, en donde yo desempeñaba el cargo de Directora de Control.

En la primera reunión que sostuvo con el cuerpo di rectivo de la Municipalidad, del cual, como indiqué, yo formaba parte —siendo la única mujer del grupo y la más joven—, quedó demostrada su calidad humana y capacidad de liderazgo, con rmando a todos en sus cargos, y con ó en que podíamos trabajar juntos por el bien de la comuna. Todos agradecimos esa con anza.

prestigio360 y solidez al proyecto, ya que elevaba la discusión académica en el seno de esta nobel institución.

Diseñador grá co. Ex Rector Universidad José Santos Ossa. Su paso por la Municipalidad de Antofagasta.

Durante su mandato, su capacidad de liderazgo fue puesta a prueba, por cuanto el aluvión que azotó la ciu dad el 18 de junio de 1991, descrito como el mayor desastre que ha sufrido Antofagasta, el que signi có la muerte de 91 personas, 17 desaparecidas, pérdidas materiales por aproximadamente US $71 millones y la destrucción de 493 casas, le signi có un enorme desafío no exento de críticas de todos los sectores, como él mismo ha señalado.

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Ningún alcalde está preparado para enfrentar una catástrofe de tal magnitud, no obstante la Municipalidad con don Floreal a la cabeza, y junto a todos los funcionarios municipales, hicimos nuestro máximo esfuerzo, trabajando intensamente durante ese período para que tanto las adquisiciones realizadas con fondos municipa les, como la recepción de la ayuda material que se recibió del Gobierno y de particulares, fuera distribuida y entregada de la forma más transparente y oportuna a los damniDurantecados.este proceso ciertamente tuvimos nuestras diferencias, ya que las normas de excepción que rigen en caso de catástrofe, fueron decretadas por el Gobierno por el plazo solo de una semana desde ocurrido el aluvión, de manera tal que posterior a ese período regía toda la normativa legal sobre adquisiciones y administración de recursos materiales y nancieros vigente en tiempos normales. Esta situación tensionaba las relaciones laborales por el deseo del alcalde Recabarren de dar rápidamente solución a las demandas por parte de la comunidad, y por mi parte, dada la función de la Dirección de Control de velar por el cumplimiento de la normativa. Sin embargo, a pesar de la presión y de la opinión de algunos “aseso res”, don Floreal, consciente de su deber de salvaguardar

Soy y seré siempre una agradecida de haber tenido el privilegio de trabajar con don Floreal Recabarren, con quien hasta el día de hoy nos une un gran respeto y ca riño, ya que entendió la función que desempeñaba esa jovencita de 33 años, que ostentaba el cargo de Directora de Control, y hasta en una ocasión me dijo “Ud. señora tiene más pantalones que algunos directores...”, a los cuales, por supuesto, no nombró.

Cecilia Aqueveque Sánchez. Ingeniera comercial. Directora de Control de la Municipalidad de Antofagasta.

Es así que, terminado su periodo como alcalde, la revisión de las rendiciones de cuenta por los fondos municipales, por los aportes nancieros del Gobierno y de privados, no tuvieron reparos por parte de Contraloría Regional Antofagasta.

los362 fondos públicos, acogió mis sugerencias respecto de los procedimientos para llevar un adecuado control de la entrega de los bienes materiales, y del procedimiento de adquisiciones en ese período de crisis.

El amor por la comuna, de la cual fue alcalde en dos oportunidades, se ha visto re ejado en cada una de las actividades que llevó y lleva a cabo hasta el día de hoy. Asimismo, tiene un gran cariño a la Municipalidad como ins titución, ya que regularmente concurre al Edi cio Consistorial para saludar a los antiguos funcionarios —entre los que me cuento—, siendo recibido con gran cariño, porque eso se merece nuestro ex jefe don Juan Floreal Recabarren Rojas, ex Alcalde de la comuna de Antofagasta.

todo, con el devenir de los años, unos preferimos a Carmen Frei y otros a Waldo Mora, por eso estamos como estamos, sin saber distinguir los re ejos de

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Un político diferente. El profe Floreal ha ido escribiendo parte de su vida en las salas de clases, en el parlamento, en la municipalidad, en las páginas y las calles de su querida ciudad y en el corazón de muchas personas. Como pocos, no paga con la misma moneda. En septiembre de 1970, correspondía efectuar elecciones presidenciales y parlamentarias en el país. A nivel local, la directiva nacional de la Democracia Cristiana se jugó la opción de elegir tres diputados e incluyó en la papeleta a Cesáreo Castillo M., mi padre, Floreal Recabarren R. y Pedro Araya O. Las encuestas indicaban que don Floreal se impondría por un amplio margen de prefe rencias, que don Pedro Araya sería elegido y que Cesáreo Castillo se perdía. Sin embargo, cálculos electorales indi caban que si se producía una buena distribución del caudal de votos que obtendría la DC, sus tres candidatos po drían ser elegidos. Esta alternativa requería que, entre los candidatos jos, hubiera un gesto de nobleza expresado en un llamado a parte de sus adherentes a votar por Cesá reo Castillo. Fue Floreal Recabarren quien públicamente llamó a seguidores a privilegiar a Castillo en la votación, sacri cando drástica y fatalmente su propia votación. En de nitiva, fueron elegidos Araya y Castillo, perdiéndose Recabarren.Esonofue

Me enterneció su historia y comencé a darme tiem po para compartir con él. El inclaudicable amor hacia su mujer, la rebelión ante su muerte, los cuestionamientos existenciales, el dolor latente y su capacidad de superar aquel desgarro para reinventarse por amor a la vida, al disfrute, al respiro. Esa tozudez para vencer la soledad e intentar ser feliz, me hicieron admirarlo. Así fue como nos hicimos amigos.

los364

“valores para siempre” que sostienen personas como Floreal. César Castillo Lilayú. Máster en Gerencia Pública. Ex Intendente Regional. Registros íntimos. Floreal llegó a mi vida despacito, fuimos vecinos por largo tiempo, nos saludábamos por la naturaleza propia de cada uno, él me sonreía y yo le devolvía la sonrisa por sencilla cortesía. Él era parte de la sonomía de mi barrio, un amable vecino.

Así pasó el tiempo, sin ahondar ninguno de los dos en la vida del otro. Hasta que leí una entrevista en donde exponía la dolorosa pérdida de Magaly, fue en ese instante en el que empecé a descubrir quién era él, cuando conocí su historia de amor y su abrupta viudez. Fue entonces, que comenzamos a conversar a momentos, en el cruce de una calle, en la la del supermercado, en esos breves espacios cotidianos en donde coincidíamos.

En el proceso en que comenzamos a cimentar nuestra amistad, me correspondió enfrentar mi propia viudez, fue entonces que una sencilla y humana acción, terminó de enraizar nuestros afectos. Era el primer día del padre para mis hijos, el mayor tenía catorce años y el menor nueve; Floreal me llamó y comenzó a hablarme de la legendaria torta que le había preparado su hija, una maravilla del recetario de Magaly, de ésas con las que sobrevivieron las penurias de los ochenta. Me dice “Pame, vengan con los niños a tomar once, está exquisita esta torta que me preparó Claudia para el día del padre, acompáñenme, los espero”.

365

En ese tiempo de incertidumbre, a pocos meses de la muerte de mi compañero por dos décadas, Floreal nos invitó a compartir con él la bendición de estar vivos, nos obsequió una certeza y compartimos muchos domingos con mis niños, los cuatro construyéndonos la alegría.

Sé que para muchos Floreal es un personaje, el exalcalde, el hombre de la política de antaño, el profesor, el historiador, el maestro. Para mí, es mucho más que todos esos roles que tan bien ha cumplido. Es un hombre en permanente evolución, constantemente trabajando para desarrollarse y adaptarse a los tiempos. Él es un hombre bueno, uno de esos maravillosos seres humanos en los que la bondad e inteligencia se conjugan, para expresarse en

He tenido la fortuna de conocerle en profundidad, de caminar junto a él en tiempos difíciles, de conversar desmenuzando incógnitas, de celebrar esfuerzos y alegrías, me ha compartido sus expertas radiografías de actualidad local e internacional, hemos leído poesía, me ha secado alguna lágrima y yo le he hecho reír.

amplia dimensión y con la férrea voluntad de contribuir a hacer del mundo un lugar mejor.

su366más

Periodista. Directora Ejecutiva de la Corporación Pro Antofagasta, Proa.

Pamela Ramírez Figueroa.

El Preuniversitario del Reca.

Era 1985 y la oferta académica era ín ma en comparación a la que existe hoy. Sólo disponíamos de tres universidades privadas, todas en Santiago y ellas aún no eran una opción para la gran mayoría de quienes egresaban de la edu caciónLosmedia.resultados de la Prueba de Aptitud Académica aún se publicaban en los diarios con los nombres de los estudiantes y ello, indudablemente, constituía una presión adicional para obtener buenos resultados. Eran los años en que se implantaba la prueba obligatoria de Historia y Geografía de Chile —distinta de la Prueba Especí ca de Ciencias Sociales—, aplicada por igual a los estudiantes y que era causa de preocupación para todos quienes no eran “humanistas”

En ese escenario nacían los primeros preuniversitarios. Todos pequeños, familiares y casi siempre guiados por educadores destacados; muy lejos de la industria que son Sinceramentehoy. no recuerdo si el preuniversitario tenía algún nombre. Si lo tenía, no era importante, solo era el preuniversitario del Reca, como cariñosamente lo llama ban los alumnos que tenían la suerte de conocerlo y reco-

nocerlo como destacado profesor y valiente líder político.

Sin desmerecer para nada sus clases de historia uni versal, es en sus clases de historia y geografía de Chile en las que, relacionando episodios y anécdotas de la historia con la compleja situación política de la época, podía apreciarse la estatura de Floreal Recabarren, tanto en su dimensión formadora como personal.

Pero existe otra faceta de Floreal Recabarren que es preciso destacar. El jamás ha dejado de ser profesor de quienes tuvimos la suerte de ser sus alumnos. Pasan los años y en cada encuentro, no sólo continúa interesándose en las vidas de todos quienes fueron sus alumnos, lo que en sí mismo es meritorio considerando que hemos sido muchos, sino que además continúa siendo en muchos sentidos nuestro profesor. Rodrigo Marín Eterovic. Abogado. Socio Parraguez y Marín Abogados. Ciudadano, líder, maestro, amigo.

Floreal germinó en el desierto al igual que su nombre y también lo ha hecho germinar de múltiples maneras. Co mo ciudadano ha estado identi cado con nuestra ciudad

El centro de toda la actividad del preuniversitario eran las clases del Reca. Era en ellas, en donde utilizando todo tipo de recursos, principalmente histriónicos para llamar la atención de sus alumnos y enfocarlos en aquello que quería transmitir. No era raro que se parara sobre una mesa, que gritara, cantara o que actuara como alguno de los personajes históricos a los que se refería en sus clases.

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desde368

muy joven y esa identidad la convirtió en permanente compromiso. Toda causa noble y justa de Antofa gasta, también ha sido suya, empezando con la educación y formación de niños y jóvenes, que ha sido el centro de su vida.Luchar por el progreso y bienestar de quienes nos arraigamos en este desierto desde el servicio público, fue la segunda senda donde canalizó su compromiso vital. Siempre con su sello educador, moderado, inspirado en el idealismo social cristiano sin ningún interés personal, que no fuera el bien común. Frutos y huellas imborrables han quedado impresos en obras de adelanto, libros y en especial en los corazones y mentes de quienes hemos tenido el gran honor de cono cerlo y compartir con él sus grandes ideales.

Iván Simunovic Petricio. Empresario. Una sucinta apreciación de un educador excepcional. La presente, sucinta y modesta evocación a la gura del maestro, será expuesta en tres partes. La primera corres ponderá a los años en que le conocí en calidad de estudiante de la Carrera de Pedagogía en Historia, Geografía y Educación Cívica, en la lamentablemente extinta, pero prestigiosa Universidad José Santos Ossa. En segundo lugar, expondré mi vinculación en calidad de profesional, y nalmente, haré referencia a la persona, aunque es muy difícil disociar esta consideración de las dos anteriores.

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Ya siendo profesional, (2016), me invitó en dos oportunidades a participar en el proyecto de puesta en valor y rescate del Archivo Histórico de Libros de Sesiones de la Ilustre Municipalidad de Antofagasta. Diariamente, me visitaba a mí y al segundo al mando, mi querido amigo por más de dos décadas, Jorge Abraham Olmos Ramírez, a las diez de la mañana en punto, para conversar, requerir algún dato y saber cómo estábamos. También he

Reza el proverbio que las apariencias engañan y sinceramente este es el caso, pues pronto don Floreal o “Reca”, tomaba asiento, cuestión que llevaría a la conclusión aventurada de que un caballero, ya con la testa poblada con la nieve del tiempo, podría no tener la energía de antaño..., nada más alejado de la realidad. Su vasto conocimiento de la Historia de Chile, ramo que me impartió, combinado con una agilidad mental digna del mayor encomio y su proverbial capacidad de encantar nos con pasajes o anecdotarios de nuestro pasado patrio, hacían de su cátedra un espacio para la conversación y la re exión.Elmomento de las disertaciones lo rememoro simpático, pues el maestro parecía dormir mientras se reali zaban las exposiciones, que en el momento de nalizar, demandaban de los estudiantes respuestas a las certeras preguntas, agudos comentarios o críticas siempre constructivas del que en ese momento estaba desempeñando el papel de evaluador.

En este breve retorno al año 2004, ejercicio que nos facilita la memoria, recuerdo estar en presencia de un hombre que se acercaba a sus 80 años de vida. Llegaba siempre muy temprano por la mañana, bien presentado y con una puntualidad que mis congéneres parecían des conocer.

Conocí a don Floreal Recabarren en los años 60, como profesor en el Liceo de Hombres de Antofagasta y como alcalde de la ciudad. Mucho tiempo después trabajé con él en la Empresa de Servicios Sanitarios de Antofagasta, ESSAN S. A., siendo yo Gerente General y él miembro del Directo-

por casi una década junto al maestro en el directorio del Centro de Investigación Histórico Cultural Isaac Arce Ramírez, (CIIAR), en donde hemos tenido la oportunidad de discutir temáticas relevantes vinculadas a las muchas actividades realizadas por nuestra agrupación, siempre en pos del rescate de la identidad, la memoria local y el educar a través de variadas instancias.

participado370

Finalmente, y por espacio de cerca de un decenio, he tenido el incomparable privilegio de conocer al ser humano detrás del gran formador, historiador, alcalde y diputado de la República. Por sobre todo, le caracteriza la modestia del hombre sabio que comparte su sapiencia, tiempo y grata conversación. En justicia, también destaca su caballerosidad, sentido práctico y espíritu conciliador.

Aprendí a conocer a un hombre amante de su familia y orgulloso de la misma, enamorado de la vida y muy determinado a la hora de defender sus principios, cuestión que le distingue y honra.

José Miguel Aguirre Giménez. Periodista y Profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Magíster en Ciencias Sociales Criterio y humanidad en una empresa estatal.

Por el conocimiento que tuve de él como profesor en el Liceo, como autoridad pública y como director en la empresa, debo destacar su conocimiento de la historia de Antofagasta y del país, su rmeza para defender la ciudad y la región, su claridad para entender la actividad social y su sensibilidad y empatía con las personas. Renato Agurto Vargas. Ingeniero civil. Ex Gerente General de ESSAN. Floreal Recabarren, mi profe (aunque nunca me hizo clases). Hacer una referencia a Floreal Recabarren se convierte en todo un desafío. Quizás ni siquiera lo sabe, pero durante todo mi ejercicio profesional, él ha estado presente. Nunca me hizo clases, pero siempre está ahí, cerca, como un referente de estilo, convicción y el valor de una buena conversación. Cada vez que lo necesito, él está. Disponible para un consejo de vida o un simple dato, riéndose de lo cotidiano y defendiendo las causas que considera justas, por convic ción y por conocimiento.

rio de dicha Empresa, durante los años 2002 y 2003. Trabajamos en la preparación de la Empresa para el traspaso de su concesión al sector privado, de acuerdo con una política decidida a nivel nacional por el Gobierno de Chile.Aunque nunca estuvo de acuerdo con la privatización de la Empresa, trabajó lealmente aportando todo su crite rio y conocimiento para que este traspaso se realizara de la mejor forma posible y que no afectara a los trabajadores.

371

Él es el mejor ejemplo de aquello: cada arista de su vida está relacionada con la entrega al prójimo mediante su continua labor que mezcla su alma docente y su vocación política y de historiador. Tiene absolutamente claro que la vida es cíclica y que si queremos mejorar nuestro futuro debemos entender a cabalidad cómo fue nuestro pasado y qué nos motiva en el presente.

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Siento que con el paso natural del tiempo, nuestro Floro fue relajándose y aprendiendo a soltar, a desapegarse.

Mi querido Floreal, mi profe, aunque nunca me hizo una clase de esas tradicionales pero que me entrega lec-

Es que no debe ser fácil mantener los bríos a pesar de los obstáculos que le va imponiendo el destino solo para atesti guar que uno a uno los va venciendo o al menos, va logrando evadirlos, inteligentemente, sin pausa, pero sin prisa.

Floreal es testigo y protagonista de nuestra historia pasada y presente. Cada etapa de su vida se vincula con nuestro bagaje como ciudad y él jamás ha quedado indiferente a eso. Sin dudarlo ha entregado su tiempo y esfuerzo en buscar mil maneras de mejorar nuestra calidad de vida como habitantes de un territorio común, que es donde a anzó sus raíces.

Una vez me dijo “la épica de vivir en el desierto no es una metáfora, es una realidad que aún seguimos de fendiendo”. Su re exión puso en mi mente imágenes de hombres y mujeres trabajando contra toda adversidad solo por cumplir sus sueños de alcanzar una mejor vida. Esa impronta de los primeros habitantes sigue en pie en la actualidad. Nuestra Antofagasta querida nos va enamoran do con sus atardeceres soñados y la playa como escenario de un coqueteo continuo entre oportunidades in nitas y trabajo incesante.

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ciones que ni siquiera se imagina. Que se ríe fuerte y se apasiona cuando de ende sus ideas. Que es capaz de de mostrar sus emociones sin vergüenza. Que es testigo y protagonista. Que casi sin saberlo, marcó la vida de muchos que hoy le agradecemos por ser como es, por brillar, por estar. Claudia Zazzali Contreras. Periodista. Jefa de Asuntos Externos, CompañíaLomasMineraBayas.

Cuando educar es lo importante. Remontémonos al año 1958, junto a mis compañeras estábamos en sexto humanidades (equivalente a cuarto medio) en el Instituto Santa María, congregación de monjas alemanas, muy cultas y sumamente estrictas que eran nuestras profesoras, con excepción de tres docentes lai cos, entre ellos Don Floreal Recabarren, a quien nosotras llamábamos cariñosamente Reca. Nuestra sala de clases quedaba en el segundo piso, tenía ventanas al pasillo, por donde caminaba una monja, para observar nuestro comportamiento y el del profesor. Sin ninguna duda Reca fue el mejor profesor que tuve, tanto en el colegio como en la Universidad. Poseía un talento extraordinario para trasmitir los conocimientos. Uno que recuerdo con especial cariño fue cuando nos tocó estudiar la Revolución Francesa y el papel que desempeñó en ella Napoleón Bonaparte, mientras nos pasaba la materia, simulaba ser este personaje, se paseaba por el pasillo de la sala con la ma no en la espalda, la dramatización era tan buena que nos

imaginábamos374

que Napoleón estaba en la sala. Cuando terminaba de exponer, hacía en la pizarra un cuadro si nóptico donde se destacaban las causas de la Revolución, sus consecuencias, etc. El resumen era tan didáctico que no necesitábamos estudiar.

Pero nuestro profesor no se contentaba con hacer clases entretenidas y teatralizadas, por supuesto que no, ya que su vocación era educar en el sentido profundo de la palabra. El pretendía formar personas con opinión y ar gumentos. Personas enteradas de la Historia, pero también de la coyuntura. Es así que dirigió una Academia, orientada a alumnas de los últimos años de humanidades, que funcionaba los días sábado por la tarde en la sala de profesores, donde se planteaban libremente distintos te mas del acontecer nacional y mundial. La asistencia era voluntaria, sin evaluación, los temas eran elegidos por las propias alumnas y desarrollados por ellas mismas, para luego pasar a una etapa de discusión y análisis. Lo destacable para la época, es que no era común contar con pro gramas extraprogramáticos, sobre todo donde el profesor no recibía ninguna remuneración y solo perseguía contri buir en la formación integral de sus alumnas. Pasaron los años y nos encontramos como compañeros de trabajo en la Universidad de Antofagasta, donde continué disfrutan do de sus conocimientos y sabiduría. Doris Martinic Galetovic. Asistente social. Ex docente Universidad de Antofagasta.

En mis tiempos de estudiante de humanidades por la década de los sesenta en el Liceo de Hombres, tuve uno de los grandes maestros de Historia. En los recreos de las 10:00horas lo llamábamos “El lechero”, ya que vigilaba la entrega de un vaso de leche a todos los estudiantes. Era muy pintoresco pues su vehículo era el mismo modelo de la Pata Daisy en las películas y las tiras cómicas. Siempre con su sonrisa a or de labios. Lo que hasta el día de hoy ha quedado en mi retina, es el recuerdo de como realizaba sus clases de Historia. Nos entregaba sus conocimientos como si hubiese sido partícipe de la historia de Roma, las Guerras Púnicas, etc. Su relato era tan asombroso que parecía que estuviéramos viendo una película de la época.

Un gran maestro.

Pero lo más impresionante era como el cuidaba sus propias pruebas o exámenes hasta el día de hoy se me vienen a la mente sus locuras, se paseaba por la sala de clase y de repente salía corriendo hacia el fondo y le decía a un compañero sentado al nal “estas copiando” y el alumno respondía sorprendido “no profe, no estoy copiando” y él le respondía sonriendo “era por si lo estabas haciendo”. Otras veces se subía arriba del banco y mirándonos a todos nombraba a un alumno y le decía “sin copiar, no lo intentes”. Luego exhibía su sonrisa socarrona haciéndonos ver que solo era una de sus bromas lo cual hacía más distendida la prueba. Luego cuando ingresé a la Sede Antofagasta de la Universidad de Chile, lo tuve nue vamente como profesor junto a otros grandes maestros como Juan Panadés, Antonio Obilinovoc, Miguel Bello y Mario Quiróz por nombrar algunos... luego de un par de años al recibir mi título de Profesor de Educación Ge-

375

Tuve la oportunidad de trabajar en el proyecto de puesta en valor de las actas municipales de Antofagasta, junto a Pauline Contreras, Jorge Olmos e Isabel Correa, Floreal, historiador y docente fue el aglutinador de este equipo de trabajo apoyándonos y brindándonos respaldo en la propuesta como en labores propias de cada miembro, ante los problemas intervino constantemente para encontrar soluciones efectivas. Mi labor fue la digitalización y respaldo de dichos documentos mediante una estación artesanal de fotografía. La plani cación consideraba extensión y difusión; del material obtenido y las actividades realizadas. Esto para el acceso libre a los documentos por parte investigadores, estudiantes y comunidad en general. Este desafío pudo ser posible durante cuatro etapas gracias al

Básica, mención Ciencias Sociales, fui uno más de sus colegas, trabajamos juntos en el Grupo de Historia de la Universidad de Antofagasta, por muchos años, se publicaron libros y se hicieron exposiciones fotográ cas de nuestra ciudad y región . Doy gracias a Dios por tenerlo aún como amigo. Gracias Don Floreal por enseñarme y formarme en mi vida profesional, admiraré siempre su humildad y especialmente la forma en que usted aún puede pararse ante un público y dar una charla de nuestra ciudad con sus respectivas fechas. Gracias Don Floreal Ottorino Ovalle Ortiz.

neral376

Profesor de Educación Básica Mención Ciencias Sociales. Administrador Educacional y Profesor de Fotografía. Don Floreal Recabarren Rojas/ Floro/ Pocho.

377 tesón y pasión de Floreal por el patrimonio local, gestionando el nanciamiento para dichas acciones.

Angélica Araya Arriagada. Fotógrafa y Licenciada en Artes. Un seductor. Convertir la historia, muchas veces áspera y tediosa, en un relato atractivo, con razonables cuotas de humor, es un mérito y un desafío. Floreal Recabarren llegó al IV

El Pocho me compartió sus recuerdos, afectos y proyecciones, despertó en mí, el interés por indagar y ateso rar el tiempo, el territorio, nuestras costumbres. Fuimos y seremos cómplices del tiempo, aquel contenido entre la historia y la imagen ja. Muchas gracias por tus enseñanzas amigo.

En estos años comenzamos a compartir nuestros ocios y actividades cotidianas, mi labor fotográ ca y su perspectiva histórica, nos permitió ampliar nuestros in tereses mutuos, coincidir en acciones, re exiones, pensamientos. Empezamos a compartir nuestra cartelera de eventos socioculturales; ciclos de cine, exposiciones, conversatorios, obras de teatro, conciertos, ponencias en tre otras. Así fuimos ampliando nuestras experiencias y paulatinamente mitigando ausencias. El Floro, cercano y empático con mi existencia me dio un espacio en su vida y en ella me mostró a un personaje diverso; atento, gracioso, amigable, elocuente, me brindo una generosa amistad con signi cativos momentos de profunda alegría y dedicación a momentos de desazón, admiración por los logros obtenidos y congoja por las menguas corpóreas.

Ex alumnos del IV Medio del Colegio San Luis, 1985

Medio378

C de la promoción 1985 del Colegio San Luis para modi car los hábitos de una asignatura lejana. Ahí está su grandeza: fue capaz de acercar a un grupo de jóvenes descon ados en observadores críticos de la realidad, transformando la lógica de la memoria y el compendio. Reca formó ciudadanos. En esos tiempos, no era poco.

FOTOGRAFÍAS

Padres de Floreal. Juan Bautista Recabaren Manosalva, padre de Floreal, con su hijo Mario. María Inés Rojas Callejas, madre Floreal.

FAMILIA

Curso del Liceo de Hombres de Antofagasta. Mario Bahamonde sentado al centro y Floreal arriba a su izquierda.

Orfa Dominanda Pinto Monardes, madre de Magaly.Heriberto Santiago Raby Alfaro, padre de Magaly. Hermanos menores de Magaly y una prima. De derecha a izquierda, sentados: Santiago y Sergio, de pie Edith, Arbia y Lila Pinto Floreal junto a su hermana María Eugenia.

Magaly Raby Pinto.Matrimonio de Magaly y Floreal. Una familia en crecimiento.

Una sonrisa familiar. Una pareja feliz. Familia Pastén Recabarren, de derecha a izquierda aparecen Raúl Pastén, María Claudia Recabarren, Camilo, Fernanda y Nicolás. Una familia mayoritariamente adolescente

Familia Recabarren Velastín. De derecha a izquierda: Domingo, Antonia, María Carolina Velastín, Gonzalo Recabarren y Sofía.

Familia Inostroza Recabarren. De derecha a izquierda: Lorena Bacigalupo, Joaquín, Manuel Inostroza, Cecilia Recabarren, Sebastián, Tomás, Daniela Poblete, Facundo (bisnieto de Floreal) y Manuel.

Algarabía familiar. Floreal rodeado del cariño lial. Un “Pachá” rodeado de sus súbditos.

Tres generaciones: Claudia Recabarren, Floreal y Fernanda Pastén.

Floreal junto a su hermana María Eugenia.

Familia Recabarren.CortésDe derecha a izquierda: José Luis, Marcelo, María Eugenia Recabarren, Luis Cortés y Rodrigo.

Hermanos Raby Pinto. De derecha a izquierda: Edith, Santiago, Arbia, Sergio y Magaly.

Ediles chilenos junto a Billy Brandt, alcalde de Berlín, quien llegó a ser Canciller de la RFA. Floreal, el segundo a la derecha de W. Brandt.AlcaldesaludandoRecabarrenavecinos.

POLÍTICA

Alcalde Recabarren junto al presidente Eduardo Frei Montalva colocando una primera piedra.

Floreal saludando al presidente Patricio Aylwin Azocar.

Floreal junto al presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

Floreal conversando con el presidente Eduardo Frei Montalva.

Floreal acompañado de Magaly y su hija Cecilia abandonando la Cárcel Pública.

Floreal departiendo con el presidente Ricardo Lagos Escobar.

Floreal de pie al centro, con traje claro Floreal bajando del furgón de carabineros en la Cárcel Pública.

Primera sede arrendada, del C.E.A. Segunda sede propia, del C.E.A. Orieta y Floreal en la entrada del CENTROC.E.A.DEACADÉMICOSESTUDIOS

Reunión de camaradería del C.E.A. Fiesta Navideña del C.E.A.

Floreal y Magaly en la zona austral. Magaly y Floreal volviendo a ser niños. Floreal entonando un tango en el Metro de Nueva York. VIAJES

Floreal, Magaly y Santiago Raby saludando al Papa Benedicto XVI en el Vaticano. Floreal y Magaly en la costa nortina.

Floreal ensayando una pose tanguera en BuenosFlorealAires.yRafael Mella en el Cementerio Británico de Tiliviche. Floreal a la salida de una cenaespectáculo en Puerto Madero, Buenos Aires, con la servilleta aún puesta.

Tertulianos en la Casa de la Cultura. Sentados de derecha a izquierda: Nicolás Avalos, Rafael Mella, Luigino Claps, Floreal, Manuel Castro y yo. De pie: Hiber Riquelme, Carlos Gaytán, Claudio Briceño, S.J. Juan Agustín Bravo, Jorge Molina, Víctor Morales, Rafael Visedo y Luis Enrique Silva. En el Café del Centro. De derecha a izquierda : Hiber Riquelme, Carlos Gaytán, Luis Enrique Silva, Floreal, Luigino Claps, Nicolás Avalos, Ernesto Araya, S.J. Juan Agustín Bravo, Rafael Mella y Antonio Cárdenas.

LA TERTULIA DEL CAFÉ

Entumidos pero sonrientes. Floreal y yo.

Compartiendo:

Charlando de Antofagasta, su historia y otras yerbas. De derecha a izquierda: Antonio (Tonko) Obilinovic, Osvaldo Maya, Héctor Ardiles, Otorino Ovalle y Floreal.

De derecha a izquierda: Floreal, Radomir Petricio, Hiber Riquelme, Rafael Mella, y Nicolás Avalos.

Sonrisas cafeteras. De derecha a izquierda: Carlos Flores, Antonio Cárdenas, Nicolás Avalos, Raúl Muñoz, Floreal, Manuel Castro, yo, Hiber Riquelme y Otorino Ovalle.

Un encuentro distendido. De derecha a izquierda: Floreal, Hiber Riquelme, Francisco Pescio y S.J. Juan Agustín Bravo.

Floreal, aconsejando a Nicolás. Floreal, yo y Rafael Mella. Floreal junto a Rafael Visedo.

VARIOS

Floreal interiorizándose de la digitalización de las Actas Municipales. Magaly con mi nieta Francisca Floreal junto a Jorge Olmos explicando a estudiantes el trabajo de las Actas Municipales.

Floreal, televisivaOlmosArayaAngélicayJorgeenentrevistarelativaalasActasMunicipales.

Floreal, parte del equipo de trabajo de las Actas Municipales, junto a personeros de la al mural de la excasa Gibbs.

Floreal posando al lado de la imagen de Isaac Arce en el mural de la excasa Gibbs.

ImagenMunicipalidad.deFlorealincorporada

Homenaje de El Mercurio de Antofagasta a Floreal. Ultima foto de Floreal junto su hija Claudia. Una lamentable noticia.

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Anexos: Testimonios

58min
pages 329-376

Epílogo

5min
pages 321-328

D. Avatares del día a día

3min
pages 318-320

C. La tertulia del café

26min
pages 299-317

B. Viajes para recordar

24min
pages 282-298

A. La impronta de un historiador

16min
pages 269-281

E. De la política y los pretextos políticos

54min
pages 227-266

D. Política de puertas abiertas para la ciudadanía

9min
pages 220-226

C. Fútbol profesional para multitudes

5min
pages 216-219

G. Centro de Estudios Académicos, C.E.A

12min
pages 184-194

B. Allá en el Norte Grande

12min
pages 207-215

pensamiento político

13min
pages 197-206

F. Magaly

19min
pages 170-183

C. El amor de nitivo

19min
pages 134-147

D. De la familia y los familiares

18min
pages 148-160

E. Pequeñas verdades de nuestro personaje

12min
pages 161-169

B. Regreso a casa

10min
pages 127-133

A. Estadía en Santiago

22min
pages 111-126

C. Complicado paso por Santiago

10min
pages 70-78

E. Un romance de otro tiempo

4min
pages 104-108

D. Quiebre familiar

2min
pages 102-103

A. Años de Liceo

22min
pages 81-96

C. Recurriendo a Demóstenes

4min
pages 99-101

B. Una decisión madura

2min
pages 97-98

B. Chillán, naturaleza y vida familiar

15min
pages 59-69

A. Los primeros años

11min
pages 51-58

Presentación

14min
pages 15-26

Prólogo

3min
pages 27-30

D. Un niño travieso

4min
pages 40-42

C. Sus orígenes

2min
pages 38-39

A. Verdades de un antofagastino

2min
pages 33-34

E. Lecciones del pasado familiar

7min
pages 43-48

B. Episodios del diario vivir

4min
pages 35-37
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