Opinión
Por Juan Carlos Muñoz del Olmo
Fotografía: Alex Basha
Secretario y Hermano Honorífico de la I.V. H. La Negación de San Pedro Hace unos tres meses, concretamente el 11 de diciembre del pasado año, presenciamos un acto cargado de generosidad: la inauguración de la “Sala de los Iconos” en la Santa Iglesia Catedral Basílica, un bello espacio caracterizado por su techo de bóveda de cañón. Digo GENEROSIDAD con mayúsculas, porque esa nueva sala de exposición permanente ha sido posible gracias a la donación de casi doscientas piezas de obras de arte por parte del sacerdote, iconógrafo y gran experto en arte ortodoxo D. Anastasio Martínez Sáez. Al día siguiente fue noticia, donde se ponía de manifiesto que se trataba, sin duda alguna, de una de las colecciones de arte ortodoxo que hay en España más completas y de mayor valor, tanto por la cantidad de las obras como por su variedad. Los que conocemos a Anastasio coincidimos: es un sacerdote singular. De larga trayectoria eclesiástica desde que fuera ordenado en el año 1958 en la Catedral de Cuenca. Conocido como “el cura de los iconos” o “el párroco de la Sierra”, por sus tareas pastorales en Zarzuela, Portilla o Las Majadas, contagiando con su bondad a los parroquianos. También es el Consiliario de la Ilustre y Venerable Hermandad de La Negación de San Pedro desde su fundación. No vamos a hablar de su biografía ni de sus inicios en este arte, ni de sus interesantísimas publicaciones sobre investigaciones llevadas a cabo en el arte iconográfico y más concretamente sobre el díptico bizantino de los Déspotas de Epiro. Tampoco vamos a hablar de sus numerosísimos viajes por Tierra Santa, por el mundo ortodoxo y rincones de la geografía internacional. De todo ello hay una extensa bibliografía y hemeroteca completísima. Vamos a hablar del Consiliario de una de las Hermandades de la Semana Santa de Cuenca. De un hombre bueno, generoso, de un hombre de Fe. D. Anastasio dice: “Fue el año 1992. un día que no recuerdo ni el día ni el mes, al final de la Misa Capitular, se presentó en la Catedral un grupo reducido de personas, a los que no conocía, peguntaron por mí porque era el Presidente de la Comisión Diocesana de Arte y me expusieron el motivo de su visita: querían refundar una antigua Cofradía que había existido y procesionado hasta la contienda del 36: La Negación de Pedro”.
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