La corrida de don Manuel de Haro
Juan Vicente Seijas, Presidente del Concejo Municipal de Valencia, llamó a Cabildo a Manolo Chopera y a Sebastián González. Pretendía animar la absurda mole y desperezar la plaza de toros que moría por abandono de la gente. “El Negro” Seijas se negó a ponerle un candado a la puerta grande de la colosal estructura. El gigantismo desproporcionado, exceso de mezcla, corredores inútiles, baños desaseados y espacios en penumbra que nadie sabe para qué fueron construidos convirtieron al coloso de El Palotal en el más impersonal escenario para los toros y en antipático, nada amigable, conglomerado de concreto. Nadie imaginó que, con el paso del tiempo, Francisco Cabrera de los Santos, como Alcalde, transformaría el inmenso embudo para hacer de aquel adefesio la más cómoda y hermosa plaza de toros de América. Paco Cabrera, que predicó con el ejemplo de los sueños y de las promesas hechas realidad, demostró con este botón de muestra que la posibilidad para rescatar y mejorar al país es posible después de este huracán de sin razón que ha destruido almas y corazones en los venezolanos. No era el problema de la plaza de Valencia su inmenso aforo, como pregonaban algunos, el problema estaba en que en su construcción se 281