Memoria de Arena

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En Cuchilleros late el corazón del toreo

Con un entreverado de dimes y diretes que surgió de la polémica entre Luis Gandica y el doctor Juan Vicente Seijas, abrió las puertas el año de 1975. “El Negro” Seijas reclamaba, para el Concejo de Valencia, institución propietaria de la plaza Monumental, la organización de las corridas de la Prensa y de la Municipalidad. Mientras exponía argumentos, apoyado por los concejales, Luis Gandica insistía en ser él único organizador y empresario respaldado por la legalidad que otorgan los documentos y por tanto la única persona autorizada para contratar para los festejos que hubieren de realizarse en las arenas de la plaza de El Palotal. Luis hacía énfasis con reiterada impertinencia que había sido él, y sólo él, el único que se había comido las verdes cuando los grandes cacaos de las empresas habían huido de los compromisos contractuales, habían tirado la toalla en medio del fragor de la batalla; y ahora, por favor, quería le dejaran chuparse las maduras. Lógica aspiración del joven oficial de la Fuerza Aérea. Lo cierto del penoso asunto, que se ventiló como culebrón en la prensa nacional, es que Valencia volvía a ser la apetitosa fruta, deseada por los grandes empresarios, luego del éxito taquillero de Ponzo y de Correa, quienes llegaron convertidos en toreros de interés para las masas, luego de sus triunfos en Maracaibo. Se convertía Valencia en manzana de la 319


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