Rafael Guillén Hernández
El Taquito, testigo de la vida de México por más de 100 años Norma Inés Rivera
R
afael Guillén Hernández uno de Los
últimos años como la mayoría de los estableci-
herederos de la dinastía Guillén funda-
mientos formales de la zona, por el ambulantaje
dora del restaurante El Taquito y autor
que se ha apoderado de las calles y aceras.
del libro que documenta la historia del lugar
La descontrolada actividad de los vendedo-
que ha cumplido ya sus primeros 100 años de
res informales asfixia el perímetro de las calles
vida, está de acuerdo en el popular dicho
de El Carmen, en la capital del país e impiden
que reza que los tres actos fundamentales
que El Taquito funcione a plenitud. Pero a pesar
del hombre son tener un hijo, sembrar un
de esas vicisitudes, el restaurante sigue siendo
árbol y escribir un libro. Pero acota con
una especie de santuario de la buena cocina
ironía que “lo difícil siempre ha sido criar
mexicana.
ese hijo, preservar el árbol, y hacer que la gente lea el libro”.
que “cuando lo abro y observo las fotografías
Y en esa tarea autoimpuesta, luego
de toda esa gente que por más de 100 años ha
de varios años de trabajo, El Taquito una
estado entre nosotros –artistas, toreros, pintores,
historia que contar —prologada por Jaco-
deportistas, empresarios, políticos, periodistas,
bo Zabludovsky—, reseña la historia del
religiosos e intelectuales nacionales y extran-
lugar y da cuenta de las personalidades
jeros—, no dejo de asombrarme, porque eso
que lo frecuentaron, entre ellos toreros,
habla del cariño y de la devoción que ellos le
artistas, pintores, empresarios, deportistas
han tenido a nuestro restaurante. Y por supues-
y dignatarios. Empero, reconoce que el restau-
to, también dice mucho de la buena comida y
rante —referencia obligada entre los amantes
atención que se les brinda.
de la buena cocina—, se ha visto afectado en los
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Al referirse al libro, Rafael Guillén asegura
Me gusta ver la expresión de los rostros