Descendientes Somos hijos de antepasados que, con su sangre, nos heredaron la resistencia. Somos vestigios marcados de nubes grises en un horizonte añorado. Somos hijos de desterrados que, cansados de clamar justicia, un día se revelaron. Somos rebrote de los cuerpos mutilados por imperialistas desenfrenados. Somos el espectro de la sangre seca e iracunda en los látigos de verdugos que llegaron de otros mundos. Somos hijos de los gritos desesperados de padres, de amigos y hermanos ultrajados. Somos aire, tierra, fuego y agua. Somos el resultado de su mezcla. Somos las huellas de pies resecos que atestiguaron el exterminio de corazones relegados. Somos descendientes del llanto, del dolor, del frío, de los golpes, de las noches sin dormir, de los días sin comer. Somos retoños del sol y de la luna, testigos de un mundo despiadado. Y por eso, ahora nos cubren con sus recuerdos, con su luz y oscuridad, para jamás dejarnos olvidar el origen de la sangre que corre por nuestras venas y nos forja una realidad. Jacqueline Nogales
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