El mundo de los espejos Ser escéptico en la vida no es cuestión de personalidad, mucho menos de carácter. Solo basta contemplar los amaneceres para sentir magia en la piel y sentirse vivos. Versa cierta historia, no muy lejana, de una chica que no creía en nada extranormal, hasta que cruzó la puerta hacia el desconocido mundo de los espejos. Linda era una chica muy apegada a la moda aesthetic, pero no al extremo. Le encantaba las cosas poco convencionales: música, libros, etc. Con su imponente metro setenta de estatura, su fuerza y su figura adornada con jeans ajustados, dejaba sin palabras al mundo entero. Linda no creía en supersticiones ni en brujerías, ni nada por el estilo. Sin embargo, había escuchado sobre el mito de los espejos rotos, el cual dice que nunca se debe pisar un espejo roto. Reacia a conocer sobre los otros mundos de la realidad, continuó con su vida cotidiana. De la casa a la universidad, de la universidad a la biblioteca y de nuevo a la casa. Uno de esos días normales se encontró con un libro de una cubierta extraña. Notó que sus manos comenzaron a temblar. En todo el libro solo estaba escrita la frase: “No pises un espejo roto en noche de luna llena. Sí caes, solo una ironía te salvará”. Un poco perturbada, y algo molesta, cerró de golpe el libro y salió de la biblioteca rumbo a casa. Linda no dejó de tener una sensación fea en su cuerpo y empezó a correr. Sin embargo, a punto de llegar a casa, vio un espejo roto en su camino, y en su reflejo, se distinguía en el cielo la luna llena. Intrigada, y para demostrarse a sí misma que no había nada que temer, pisó sobre un pedazo de espejo y todo se volvió oscuro de pronto. Recuperó la noción en una especie de infierno, no por demonios ni por trinches o fuego, sino por la oscuridad, ella tenía miedo desde niña. No muy lejos, Linda distinguió un pequeño resplandor. Se acercó a la fuente de luz y vio a un señor con aspecto de mago. 60