Bajo mi puerta 01 de febrero: Hoy comienza febrero, el peor mes del año. Las deudas de diciembre me persiguen hasta ahora y a mediados, toda la ciudad se llenará de corazones y peluches cursis. La gente no sabe lo que es el verdadero amor. A propósito de eso, muy temprano en la mañana encontré una carta debajo de mi puerta. No tiene remitente y está escrita a mano ¿Qué desocupado escribe cartas a mano hoy en día? Y menos a una anciana como yo, sin hijos, ni esposo, ni familia. Si no tuviera mi nombre escrito en el sobre, la hubiera botado inmediatamente. ¡Qué gracioso! Esta persona cita autores, ha mencionado a Antonio Brack, dice que me ama como las plantas al sol. A lo mejor se confundió de dirección y la dueña de estas palabras de amor es la vecina Irma. Debo dejar de usar mi primer nombre, siempre me confunden con ella. Además, debí sospecharlo, nada más peligroso que mi puerta principal este en una esquina. Algún día venderé esta casa y me mudaré a algún departamento, en un décimo piso creo que estaría bien, lejos del ruido y de la gente. 07 de febrero: Todos los días, el espacio debajo de mi puerta ha servido de buzón. Una tras otra han ido llegando más cartas. Tengo miedo, pues esta persona parece que me conoce más que mis propios padres, que en paz descansen. Y ahora estoy segura de que no las escriben para la vecina. Si no me hiciera los chequeos médicos mensuales creería que estoy loca. Además, se las hice leer a una vecinita y no son palabras que confunden mis ojos cansados. Las seis últimas cartas han estado llenas de poemas, en algunas reconoce al autor, pero en otras no dice quién la escribió. Me quiere hacer creer que son de su autoría, pero llevo 60 años leyendo li76