Hojas sin tinta El mundo de hoy le teme a las hojas en blanco, le tema a la tinta, le tema a las letras. Cada día hay más distancia con la escritura, quizás algunos están más cerca de ella, pero prefieren dejar hojas vacías, quizás a otros les aterra exponer sus escritos al mundo y se lo reservan. Hay muchos escritos que se quedan en el borde de un abismo, que nunca caen, que se quedan en un baúl empolvados. Hay diferentes razones por las que la escritura el día de hoy, no tenga tanta fuerza como hace mucho tiempo, pero también hay motivos lo suficientemente fuertes para que esta prevalezca. Escribimos para liberarnos, escribimos para explorarnos, escribimos en soledad, escribimos en silencio, escribimos para que alguien más nos lea y nos descubra, pero ¿Qué pasa con los que no escriben? Una cárcel de letra y de palabras debe habitar en su alma y en su mente. La escritura en el mundo de hoy, es igual de importante que hace unos años, la escritura es lo único que podría llegar a vivir hasta el final de los tiempos. Quien no escribe vive lleno de condenas, de ataduras, de nudos que son difíciles de desatar. En el texto de Fabián Guerrero, “Como la vida” un Haikú que dice “Solo nos acercamos, llegamos hasta el borde, y damos marchas atrás” (p.116) Es lo que pasa con algunos amantes a la escritura que dejan hojas vacías, se quedan mirando el vacío mientras pasan todas las estaciones del año y nunca escriben nada, se quedan allí. Justo en el borde, justo en la orilla, mientras la tinta se reseca y las hojas se desgatan. Escribir salva, salva a quienes leen, salva almas que creían estar perdidas, salva vidas. La escritura debería de ser la principal receta para 96