Placeres de la ficción El agua, como el tiempo, huye de la muerte. La vida impide percibir esta persecución. Todos viven anhelando un mañana, sin saber si la muerte alcanzará al tiempo sin haber llegado al mañana. Los anhelos que se escriben sobre cualquier superficie son una ficción que le pertenece a los lectores y que forman el origen de una utopía social. Si los escritores no reflejaran en sus obras lo que realmente desean del mundo, en unas cuantas ficciones, en novelas o en cuentos, el mundo ideal sería tan disímil entre cada persona o impensable para una sociedad. Ney Yépez (2010), en su novela Crónicas Intraterrestres en La Cueva de los Tayos, relata, a través de la ficción, lo que anhela de una sociedad contemporánea. El mundo que imagina no se rige en un sistema consumista y de competencia entre sus miembros, como el nuestro. Se trata de un mundo ideal, de la ramificación de una visión anárquica, donde nada se gobierna y nadie hiere para obtener algo a cambio. Agartha es solo un reflejo de los anhelos que tiene Yépez por ver sus círculos sociales de una manera distinta a cómo las ve actualmente. Los intraterrestres son seres idealizados, no lo son porque jamás cometan un error. Su capacidad resiliente de tomar las situaciones de la vida a su favor, incluso si estas son la causa de daños aparentemente irreversibles. Yépez afirmó su deseo entre las líneas de personajes como Lenossi, cuando replica al incrédulo profesor Torres, con su forma evolucionada de humanismo. La frase de Torres “Pensé que no dejaban nada al azar”, se respondió así: “Únicamente evaluamos todas las posibilidades y optamos por la mejor… No tememos equivocarnos porque estamos dispuestos a asumir el precio por los errores y también su enseñanza”. (Yépez, 2010. p. 144) Jorge Eduardo Eielson no hizo ficción, de hecho, fue poeta, seguidor del simbolismo y surrealismo de Rilke y Rimbaud, y además fue un artista plástico que reflejó el arte del Perú. Y es que los escritores no son 99