Los chopcca de Huancavelica
a la influencia occidental.4 Los resultados de esta actividad también se proyectaron en una normativa acerca del destino de este universo cultural. Esta voluntad no era casual: en esos momentos una parte importante de la población altoandina iniciaba un notable proceso de transformación, dejando su entorno rural original y redefiniendo el panorama urbano, accediendo masivamente a la educación y a los medios de comunicación, valiéndose de diversas estrategias para fortalecer su propia organización local y formando nuevas asociaciones tanto en el campo como en la ciudad; aunque operaba parcialmente a través de los canales dispuestos por la sociedad hegemónica y adoptaba a su manera los modelos y estereotipos que esta mantenía. El desarrollo y diversificación de la enseñanza e investigación académicas, la nueva realidad planteada por los procesos de capitalización, migración y urbanización, las necesidades planteadas desde los programas de desarrollo implementados por el Estado –justamente llamados “Programas de Integración [o de Desarrollo] de la Población Aborigen”–, y las nuevas corrientes teóricas provenientes del funcionalismo norteamericano y posteriormente del marxismo rompieron progresivamente con la antropología cultural difundida en las cátedras de etnología, con su búsqueda de modelos culturales y de pueblos “tradicionales”, insuficientes para el reconocimiento de una nueva realidad que ya era patente a mediados de la década de 1950. A la sombra del desarrollismo de posguerra, promovido por el patrón de estado de bienestar que se extendió a partir del modelo norteamericano, se impartieron nuevos esquemas teóricos que ponían énfasis en la transformación de las sociedades del ahora llamado Tercer Mundo, en las que serían rápidamente abandonados los sistemas sociales de casta y servidumbre, y los individuos se integrarían por vía de la migración y la urbanización a un sistema nación moderno, conformado por sectores sociales establecidos sobre criterios económicos. Cobró importancia, entonces, entender las transformaciones por las que pasaba la sociedad rural, trascendiendo las estructuras sociales y culturales inmutables conocidas y percibidas por el Indigenismo. Adams (1953) sobre la comunidad de 4
Como muestra de esta búsqueda de unidades socioculturales en la ciencia social peruana, reconocemos la expedición presidida por Oscar Núñez del Prado en 1955, con alumnos de la Universidad Nacional San Antonio de Abad del Cusco, al distrito de Q´ero, Paucartambo,Cusco. Esta expedición tuvo el valor de un verdadero descubrimiento, iniciado con El hombre y la familia: su matrimonio y organización político social en Q’ero, por Núñez del Prado (1957), y ha seguido funcionando como paradigma en un estudio que de algún modo significa la culminación de esta tendencia, con el significativo título Q’ero, el último ayllu inka, de Jorge Flores Ochoa, Juan Núñez del Prado Béjar y Manuel Castillo Farfán (2005).
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