imbricado con el capital norteamericano y la propia oligarquía terrateniente. De acuerdo al economista Oscar Pino Santos: “Entre los diversos sectores mencionados de la burguesía no había una línea divisoria ni algo parecido; por ejemplo, la burguesía industrial azucarera lo era también agrícola [...] en ocasiones tenían intereses en empresas no azucareras, construían edificios de apartamentos, dominaban bancos, etc.; la burguesía comercial hacía inversiones en otros sectores; la financiera participaba en toda clase de negocios; la agrícola comenzaba a invertir últimamente en empresas industriales [...]; la misma burguesía industrial no azucarera, cuando se comenzó a llevar a cabo la reforma agraria en 1959, se descubrió que algunos de sus miembros más poderosos económicamente habían hecho considerables inversiones en la adquisición de tierras, es decir que eran latifundistas. Tampoco existía una línea divisora entre los intereses de distintos sectores de la burguesía cubana y los intereses de la burguesía monopolista del imperialismo yanqui ni siempre estos intereses eran absolutamente contradictorios.” 216 El parteaguas de la reforma agraria Sin duda la medida más trascendente de esos primeros meses de 1959 fue la reforma agraria, dictada el 17 de mayo, que beneficiaría a cientos de miles de familias campesinas y que fijó un máximo de treinta caballerías, o sea 402 hectáreas, en la posesión individual de la tierra; aunque este límite podía llegar hasta cien caballerías en los casos de áreas sembradas de caña y de arroz, cuyo rendimiento fuera un 50% superior a los promedios nacionales en ambos rubros, así como en ciertas zonas ganaderas bien atendidas y en otros cultivos productivos. La propia ley preveía la entrega de la tierra que trabajaban a los campesinos arrendatarios, subarrendatarios y precaristas.217 La ley de reforma agraria puesta en vigor, junto con planes para la educación ideológica del Ejército Rebelde, fue elaborada por una comisión secreta, que se reunía en la casa del Che en la playa de Tarará. en la que figuraban marxistas como el capitán Antonio Núñez Jiménez, Alfredo Guevara, Oscar Pino Santos y miembros de la más alta dirección del M-26-7. En esa misma residencia, así como en la que vivía Fidel Castro en las elevaciones de Cojímar, se efectuaron también los primeros encuentros discretos con dirigentes del PSP, entre ellos Blas Roca, Aníbal Escalante y Carlos Rafael Rodríguez
Oscar Pino Santos: Historia de Cuba. Aspectos fundamentales, La Habana, Editora del Consejo Nacional de Universidades, 1964, p. 276. 217 Carlos Rafael Rodríguez, op. cit., p 136. 216
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