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Destaca una visión integral y lineal de la historia peruana, bajo un Perú conceptual y como sujeto histórico y enlaza el Incario con los nuevos tiempos a costa del Virreinato. Así el inca continúa diciendo: “pero en el campo de mis hijos (escenario final de la batalla de Ayacucho) resuena sonora la voz, de viva la patria, viva la tierra de los Yncas, Viva el Perú, Viva Colombia, vivan nuestros Generales, quienes nos han dado Patria y Libertad”. Y finalmente el Ynca se despide diciendo: “procurad cuidar esta Patria libre, con honor, y observad las santas leyes con temor”322.
Sahuaraura es una manifiesta expresión de estos tiempos posvirreinales, su vida en medio del torbellino de aceleración histórica de las primeras décadas del siglo XIX, que pasa por varios trances políticos y militares, que desembocan en un inmaduro nacionalismo, y marca la necesidad de una historia integral, lineal y común, pero que confronta con el pasado inmediato, esto es entre la República y el Virreinato entre lo nuevo y lo superado, pero también entre el superado con su propio pasado inmediato, es decir, entre el Virreinato y el Incario, generando unos tiempos superlativos entre los dos extremos: Incario y República, hundiendo el intermedio Virreinato, que posmortem pasa a ser el tiempo malvado de la historia del Perú.
BARTOLOMÉ HERRERA (1808-1864) No todas las voces fueron desde el campo militar o político, ni desde la misma perspectiva de la tempranísima República. Hubo otras visiones del pasado inmediato, que luego de casi 300 años de Virreinato y de influencia hispánica y principalmente religiosa, expresan la impronta que dejaba. Como referente de lo dicho nos encontramos con Bartolomé Herrera Vélez, polifacético en su vida, clérigo, hombre de leyes, filósofo, político, docente universitario, diplomático, considerado ultramontano
“por su amor al
catolicismo y su aferramiento al dogma”323, de cuya biografía no nos vamos a ocupar, ni
322 323
Ibíd. Asis, Agustín de, Bartolomé Herrera, pensador político, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1954, 9.