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CONCLUSIONES DEL CAPÍTULO II El Perú como sujeto histórico se apropia del pasado espacial y su temporalidad se vuelve hasta todos los tiempos pretéritos, lo que le crea un arco temporal que por su extensión debe ser periodizado, para lo cual se toman acontecimientos que marcan y definen las estructuras de poder. Por otro lado, el cambio político sustantivo que significó la ruptura y desprendimiento de la Monarquía católica, no sólo fue en esta índole de sujeción, sino coincidente con la nueva forma de gobernar su espacio, pasando de ser una unidad política patrimonial a una nacional y el traslado de la soberanía del rey hacia los nativos o nacionales, que a su vez, es sincrónica con el resto del mundo occidental en el Siglo XIX, genera la necesidad de una historia lineal y común, en que observamos dos intenciones, una: demostrar que el tiempo nuevo, léase republicano, es superior al tiempo inmediatamente anterior, léase virreinal para unos y monárquico para otros, y por lo tanto ese tiempo dejado ha sido inferior al que superó. En otras palabras, el Virreinato era la época mala que había desplazado a un tiempo anterior cuasi idílico, y que el nuevo tiempo hacía justicia al dejarlo atrás. En tal sentido, la historia resultaba una eficaz herramienta. Pero también la necesidad de tener una historia general única para la educación y difusión, como parte de la nueva comunidad nacional.
Es en este marco, que las tendencias historiográficas van apareciendo, bajo la estrella guiadora de la formación nacional, que desde los primeros esfuerzos posvirreinales, van en la dirección de construir y difundirla, para consolidarse como existencia de una historia lineal, sin que se discuta mucho su contenido. Y ahí podemos distinguir la presencia de las escuelas historiográficas y cómo van siendo asumidas, desde un historicismo más influido por la literatura, para ir paulatinamente en las tendencias siguientes asumiendo los criterios de la Escuela Científica, en la medida en que las fuentes toman preponderancia. Pero saliendo del centenario, la presencia del marxismo, el estructuralismo y la Escuela de los Annales, la historiografía se ve auxiliada en demasía por otras disciplinas sociales y humanas.
Finalmente, en cuanto a los conceptos virreinato y colonia, no cabe duda de que el segundo domina la escena historiográfica cuando se segmenta la historia general, dejando de manera discriminada solamente para los tiempos virreinales, el uso de una categoría sociológica como colonia, basada en las condiciones humanas, y no en la