CAPITULO–4
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Importancia y utilidad de las asociaciones
contraigan las asociaciones particulares, y por bien sistematizada que se halle su organización, tienen ellas por primero e indispensable requisito, no contradecir en lo menor, ni de ningún modo neutralizar el grande objeto de la sociedad civil, ni manifestar una tendencia, no digamos contraria, pero ni aún diferente de la que corresponde a aquélla, sino que para ser útiles y dignas de alabanza, deben promover y auxiliar los intereses generales, y considerarse como medios de llegar a un fin propuesto, y que en ellos está representado. Si en tales asociaciones llegase a dominar algún espíritu, que lejos de estar en armonía con el espíritu y tendencia de la sociedad, le hiciese guerra, y ellas mismas tuviesen la extraña y ridícula pretensión de ser tenidas por terrenos inmunes en el gran territorio de la Nación; se convertirían en asociaciones peligrosas; serían como ciudadelas ocupadas por enemigos, y pequeños estados dentro del Estado. Semejante condición las haría dignas de la animadversión de los gobiernos, para reprimir sus atentados en el caso de obrar; para desacreditar sus doctrinas en caso de propagarlas, para tomarles cuenta de sus programas, que datos inconclusos harían vehementemente sospechosos de propósitos antisociales, y tal vez inmorales. Después de recomendar Cicerón las grandes ventajas de las asociaciones, tenía cuidado de advertir, que la primera y más cara sociedad era la de la PATRIA. 9. La asociación y la reciprocidad de los buenos propósitos La asociación supone comunidad de intereses y mutuos oficios. El que se basta o cree bastarse a sí mismo, es incapaz de asociación, y valiéndonos de una palabra de Aristóteles "queda fuera de la ciudad, para numerarse entre los dioses o entre las fieras" -multa pars civitatis est: ilaque au'fera aut Deus est. Si esto sucede respecto de aquellos que no tienen ni quieren tener asociación, o reciprocidad de oficios con los demás, el inconveniente adquiere más cuerpo, cuando al participar de los oficios de otros, y de las ventajas de la asociación, se rehusa tomar parte en los gravámenes: semejante pretensión sería intolerable.
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10. Mucho hay que esperar de las asociaciones Pero dejemos en las tinieblas estas reuniones. Nosotros hablamos de asociaciones benéficas bajo 84
CARETAS 2002
de cualquier aspecto, y en todos sentidos de asociaciones de que ni remotamente pueda recelarse mal ninguno, sino servicios mutuos, cuyo buen resultado experimente la Nación: de asociaciones en fin, que no sólo tengan por objeto el interés recíproco de los individuos que las componen, sino que sobreabunden en buena voluntad y beneficencia, y se hagan trascendentales. Estamos íntimamente convencidos de que estas asociaciones han de transformar el mundo, y mejorarlo, auxiliando a la autoridad cuando ella camine en buen sentido; supliendo sus faltas, cuando esté parada; y corrigiendo sus errores, cuando se extravíe o delinca. 11. No ha de aguardarse todo de los gobiernos Es una desgracia de las sociedades, que todo tengan que hacerlo los gobiernos, y todo se espere y tema de ellos. En las sociedades nacientes, la acción del Gobierno reconoce un campo vasto donde versarse; pero ha de considerarse, que ésta es propiamente una necesidad, que hemos calificado de desgracia; y no debe hacerse empeño de conservar y perpetuarla; oficio propio de los gobiernos absolutos. En los demás, nos parece que los gobiernos racionales y representativos debían reducir ellos mismos el campo de su acción inmediata, y no procurar que aun asuntos municipales o de interés local, y a veces de poca consideración, dependan de ellos, como si quisieran tener en sus manos todos los hilos, por insignificantes que fueran, o en otros términos las riendas de los pueblos. Rogamos a nuestros lectores, que lleven en paciencia la vergüenza de la comparación, porque ella nos parece muy expresiva de nuestro pensamiento, o de que tal oficio sería propio y digno de gobiernos absolutos: porque como decía el Rey D. Alfonso el Sabio "Vedaron siempre en sus tierras los tiranos cofradías e ayuntamientos de los hombres". 12. Es absurdo que un gobierno republicano mire mal a las asociaciones No es extraño que gobiernos de esta clase, necesariamente suspicaces, y que miran como acto de insubordinación toda empresa benéfica que no parta originalmente de su soberana munificencia, miren mal las asociaciones. Lo extraño es, que gobiernos de otro nombre se espanten de ellas, en vez de dejarlas en libertad, cuando no incurrieran en delitos vedados por las leyes, y que serían vituperables,