En perspectiva Jorge F. Ontiveros Cuadras
Llegar temprano al aeropuerto ¡Qué deprimente! Si la agencia me hubiera preguntado, habría escogido el vuelo nocturno que es mucho más barato. Pasé por migración con la idea de comprar algunos recuerditos para los niños, pero a excepción de una librería, las tiendas seguían cerradas. Al mirar alrededor alcancé a contar a seis o siete personas dispersas por la sala. Como viajo en primera clase, me fui directo al salón Premium a esperar a que asignaran la puerta de abordaje. Una chica muy joven con delantal se acercó sonriente a ofrecerme café. Lo tomé y ya en con anza pedí algo más fuerte para tragar un par de analgésicos. ¡Por Dios! Dormir mientras cruzo el Atlántico es todo lo que pido.
Dossier| Las Voces del Puerto IV
Se aborda por la puerta 37B, dijo la otra mesera más alta y morena, con ese acento madrileño que nunca pude tolerar. Según el itinerario que recibí, si no hay retrasos, estaré con mi familia en dieciocho horas. Mientras la azafata revisaba mi tarjeta de embarque, pensé en el tiempo que llevo comisionada fuera de México; casi tres años. Nunca tuve el interés, estoy segura, de regresar a casa. Ni siquiera cuando se graduó Manuel o durante la breve agonía de su padre. Tampoco mi familia me visitó. En perspectiva, podría decirse que voy demasiado retrasada.
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