Revista Poetómanos| Año 2 no. 2

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El Umbral del Guardabosque Nino Gallegos

En el renovado otoño la hojarasca y la barbasca se han dispersado y acumulado livianas y húmedas por lo bajo de los pinos y los encinos, siendo más el ocre enforestado que el verde forestal por las heladas, cuajando las lágrimas del rocío hasta que revientan bañando los rostros a gurados en el gran lienzo del bosque joven y viejo, con sus aires fríos a media mañana, cuando los rayos solares van entrando por los techos volados de los árboles, escuchándose el crujir silente de la barbasca y la hojarasca, mientras los huesos cardios del corazón y de la memoria emergen de entre los pinos y los encinos. Después que fueron asesinados algunos hombres que cuidaban el bosque, me levanté sacudiéndome los pellejos, los nervios y los huesos de la famélica condición humana a la que pertenezco: los que andamos por entre las ramas y de las hojas de los helechos. Con o sin hachas, las manos, la tierra y las raíces: la arbórea sombra trasminando los rayos solares hasta el fondo del bosque con la lluvia del agua, corriendo la savia y la sangre.

Allá, por los puertos de las costas, el desembarque de la madera de otros lejanos países; acá, en la sierra, los socavadores taladores de los bosques. No es un alegato mío, ni siquiera un testimonio cuando los pellejos en los huesos cardios del corazón y de la memoria que me sostienen en vilo y en vela, porque así como matan a los árboles, asesinan a los hombres. Otra vez, ni siquiera un reclamo: piénsese lo que quiera, porque uno no está más que para los árboles, no por la necedad nuestra, sino por la necesidad de la tierra: En algún tiempo la ciudad desea(rá) regresar al campo cuando sea demasiado tarde, inclusive, de noche, escuchándose los latidos del corazón en los oídos en una cadena de sonidos y de ruidos que se arrastra(n) bajo los pies

Dossier| Las Voces del Puerto IV

Los que compartimos el suelo y la sangre, nos vivimos para el bosque, y no le pedimos peras al olmo, más que pinos y encinos, tal como están dispuestos, mas no para la tala ilegal.

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