La partida Primo Castrillo (1896-1985)
Nadie estuvo allí para ofrecerte las flores que tanto amabas. Nadie estuvo allí para alcanzarte la guitarra que fue la mujer más fiel de tu vida. Te fuiste solo sin las flores de tu cariño; sin el madero que supo llorar tan hondo y vivo en el silencio de las noches y en las brumas del amanecer. El camino que tomaste, para no volver más, sigue lo mismo: sin verdor en sus orillas, sin mugidos de buey y sin aquél árbol tuyo que cortaron los leñadores.
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