Imagen: Pixabay
Buscando al chico de la libreta L
as palabras escritas siempre fueron su fuerte. Se sentía más cómodo y seguro plasmando lo
que siente o piensa en una hoja en blanco que hablando con las personas cara a cara. Esto quizá fue lo que la atrajo a él. No era un chico muy alto, apenas llegaba al 1.60 mts, debido a esto y a su timidez pasaba desapercibido entre la multitud, aunque, muchas veces gracias a lo respetuoso, amable y caballero que era, resaltaba entre los demás jóvenes de 16 años en la secundaria. Un día fue al cine a ver una vieja película de culto mexicano llamada Macario, pero no contaba con que las entradas de un momento a otro casi se agotaran. Pocas personas detrás de él se encontraban un grupo de abuelitas que deseaban ver nuevamente aquel film. Eran 5 señoras y solamente alcanzaron para comprar las 4 últimas entradas, pues no quedaba ya ninguna otra entrada. El sin siquiera pensarlo dos veces, tomó su entrada y decidió dársela a las abuelitas para que todas ellas entraran juntas a ver la película. —Permiso, les hago entrega de esta entrada para que las 5 puedan entrar a ver la película juntas —dijo. Una de ellas buscó en su bolso para pagarle la entrada y estirando su mano con los billetes en ella le dijo: —Tome, aquí tiene lo que le costó y un poco más. —No puedo aceptarle eso, mi señora.
34