Imagen: Yandrik Miillán
Le Voisin J
ohn es un músico de unos cuarenta y dos años, típico parisino con gustos por el vino, buen
perfume, apasionado por las mujeres latinas, eso sí, no más altas que él, pues mide un metro setenta de estatura. Desde que se divorció de su amor de la infancia y madre de sus dos hijos, ha estado explorando su vida, la que está llegando, y empieza a notarse poco a poco las hojas blancas en su cabellera. Buscando la mejor manera de mantener su actitud empática, sincera, mantenía unos valores muy acentuados, inculcados por sus padres a raíz de las vivencias de la guerra. Él sabe que las circunstancias lo llevaron a ser de poco hablar y esperar que los demás escuchen con regocijo sus pensares. Aunque John pelea diariamente para seguir siendo el mismo tipo amable y justo, aquel que es un poco obsesivo con el orden pero que enaltece su honestidad. Su amor por la música, y aquel pedazo de madera con un sistema bastante delicado, con teclas que parecen fichas de dominó, libera todos sus pensamientos negativos que arrastra sobre su pasado. Posando sus larguiruchas manos en su piano color marfil para explorar no solo la creatividad y perspicacia para emitir sonidos sino emanar esa generosidad y tranquilidad que otros vecinos de su residencia gozaran de tan majestuosa melodía. Sentado en el balcón, donde podía ver media ciudad alumbrada por el sol naciente junto a la torre Eiffel, se quedaba expectante al transcurrir la mañana con su taza de café en mano, John desayunando panqueques con frutas, pasando la resaca de la noche anterior, aquella que estuvo ocupada por trabajo y mucho whisky, mitigando así su frustración de perder su hogar, su estabilidad e incluso a sus hijos por hacer el bien a su ex esposa.
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