menor el evitar obrar para condenar a todas las comunidades que regentan la versatilidad de nuestros valores!
LA JUVENTUD VENGATIVA El padecer de los jóvenes actuales son las ascuas de lo poco que aún queda de su asunción vital idealista, regocijados en aspavientos por el cambio, pero sin llevar a cabo las reformas para su progreso. No es únicamente el alma perezosa lo que limita su expresión más activa hacia el cambio, sino la falta de guías que habiliten el camino hacia su despertar. Un joven que sufre entre pesadillas es sinónimo de un sistema dormido. Pero un joven movido por pecados capitales es por causa de su propia práctica. Decía Hesse que se dan etapas donde «toda una generación se halla perdida entre dos tiempos, y solo le queda perder toda certeza, todo idealismo, naturalidad y regla». Renegar de las visiones corruptas presentes y futuras, ¿cómo hacerlo? ¿No es acaso causa de este mal la intervención de agentes externos que estuvieron antes incluso de que ellos tomaran la primera bocanada de aire? Difícil es hacerles pensar lo contrario, y más aún lograr que empaticen con la realidad para que entiendan también el rol de su culpa. Pues, aunque el vicio fuera previo, sus desviadas acciones lo siguen legitimando. Incluso aquellos que asumen sus faltas deberán superar la pena de su alma que ello alienta para sobreponerse, no limitándose a reptar en el rincón de las lágrimas y el masoquismo existencial. Para que la juventud, llama que nos mueve hacia valores elevados, avance, debe liberarse de su percepción de culpa y desastre externo. El joven accede hoy al conocimiento antiguo, aquel que incluso los pensadores que lo vivieron en carnes presentes no atisbaron, pero se desmotiva por su descubrimiento y no aprende de los errores pasados. Ello es parte de lo que vicia a los sistemas e impide su renovación. Si en su comunidad solo son capaces de inventar lo ya inventado por su falta de sabiduría, y no reinventan lo ya citado, jamás obtendrán avances. Lo fallecido y lo fallido son igualmente valiosos para el emprendedor, pero contemplar la tumba no implica desenterrar sus cadáveres. Sabemos que las élites ancianas están ansiosas por dicho proce58