Aduánate, 1(2021)
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Injusticias en la vida de las mujeres Inmaculada Molina Carmona
Nació un día de diciembre en 1935, la niña tenía un gracioso lunar, en la pierna izquierda. A los siete meses, el 17 de julio de 1936 estalló la Guerra Civil Española, su madre, tuvo que huir con ella en brazos y otros dos niños de corta edad, tres y seis años. A todos decía la madre en aquel tren lleno de desconocidos ¡Qué no se pierda mi niña! ¡Qué todos sepan que la niña del lunar es mi hija! ¡No era buen momento para nacer! Desde los cuatro años, colaboró con las tareas domésticas, en multitud de ocasiones guardando pavos, cogiendo hierba para los conejos… lo poco que a su corta edad podía hacer. Eran años de escasez. ¡No era buen momento para vivir la infancia! Tuvo un maestro, claro que sí, era una niña muy lista, y aprendía rápido, el maestro venía todos los días un rato a casa para enseñar a los varones, y también a la niña y le pagaban con algo de comida. —¡Esta niña sirve para estudiar! Pero… ¿cómo iba a estudiar en tiempos de postguerra, de hambruna? ¿Para qué va a estudiar la niña?
¡No era buen momento para estudiar! Ya de adolescente, todos los días se desplazaba hasta la ciudad para aprender a bordar y coser; hizo amigas, buenas amigas, pero sólo podía salir algún día de vez en cuando, no era decoroso. ¡No era buen momento para salir con amigas! En una de esas salidas, concretamente en la boda de un conocido un 6 de enero, conoció a un joven alto, moreno, ojos grandes, apuesto, con buena figura. En un año se casaron, al poco vino el primer retoño, el primer palo, el segundo retoño, el segundo palo, el tercer palo, el cuarto… No tuvo el apoyo de su entorno, eran otros tiempos. ¡No era buen momento para separarse! Las crías crecieron, fueron cuatro en total. Algunas ciegas, no veían la realidad, pasaron los años, pasó el tiempo, fueron abandonando su hogar. Llegó la vejez, el joven apuesto perdió altura, encorvó su espalda, debilitó sus músculos, necesitó su ayuda. Y sin rencor, se la prestó. Ella: —¡Ay! Con los palos que me has dado! Él: —Te los merecías —respondía. Falleció. Fin de la represión.
Igualdad
Dedicado a toda la generación de mujeres nacidas en la guerra y postguerra que no tuvieron más opción que sufrir el maltrato y la violencia de género.