Aduánate, 1(2021)
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Aduana´s feelings Carmen Tejero Guzmán Aún recuerdo el día que entré en la residencia por primera vez. Iba un poco perdi da, quizás debido al calor sofocante que hacía (aun siendo temprano, las 9.00 de la mañana). Había llegado el día anterior a Córdoba, procedente de Cádiz. Atrás había dejado una temperatura ideal con ambiente caluroso (soportable) durante el día y unas noches frescas y agradables. Nada que ver con el calor insoportable que encontré a mí llegada a Córdoba. De esto han pasado ya casi 4 años y medio y son multitud las historias vividas durante este tiempo en nuestra residencia. Cuando entras por primera vez encuentras unas instalaciones antiguas y carentes de encanto. Durante la primera quincena de septiembre, especialmente, resulta bastante triste pasear por ellas. Si entras en cualquiera de las habitaciones, de las muchas que tiene la residencia, comprobarás lo poco atractivas que resultan. Y si nos paramos a pensar con detenimiento, es normal. Después de dos meses sin que nadie la haya «pisado», el polvo se ha acumulado. Además, el hecho de que el mobiliario esté antiguo y maltratado por el alumnado a lo largo de los años, ayuda bastante a que no sea nada sugerente. Aquel primer día, las compañeras veteranas se ofrecieron a enseñarnos las instalaciones. Nos detuvimos en una de las habitaciones. Mientras estaba allí pensaba: ¿De verdad que es aquí donde duermen y conviven durante un curso completo? Me pareció tan fría! Pues sí, es ahí donde duermen y conviven. Es increíble cómo cambia esa misma habitación cuando es ocupada por nues-
tros alumnos y alumnas. En tan solo 15 días pasa de ser ténebre y triste a rebosar de alegría. Y todo ello es gracias a ellos, a nuestro alumnado. Aquellos que le dan calidez y luz a esos cuartos que en un principio resultaban tan poco atractivos. Esas habitaciones han sido testigos de miles de historias: risas, lágrimas, momentos emotivos,…y hasta desencuentros. Es principalmente, ahí, donde transcurre la mayor parte de la vida de la residencia. En ellas, a lo largo de todos estos años, han convivido todo tipo de jóvenes de diversa procedencia. Alumnado que sin conocerse han pasado a forjar grandes amistades que perduran con el paso del tiempo. La mayoría de nuestro alumnado procede de familias de clase media que encuentran en la residencia un recurso fundamental para facilitar el que sus hijos puedan estudiar, contando con la tranquilidad de que los dejan en «buenas manos». Pero no todos cuentan con situación familiar adecuada. Algunos presentan problemáticas bastante