Frontera móvil Cuando me invitaron a participar en este volumen, me pregunté por qué me habían invitado a hablar sobre migración. Me di cuenta de que, en efecto, había hablado mucho de eso en mi trabajo de forma un tanto aleatoria. Me cuestioné entonces por qué hablaba sobre migración: soy de Oaxaca, estoy muy al sur, no tengo fronteras internacionales, sólo nacionales, con Chiapas, Guerrero, Puebla y Veracruz.
Edgardo Aragón
Así, fui un poco a mi historia personal y me di cuenta de que nadie en mi familia sabe de dónde viene, más que yo, que nací en un pueblo de Oaxaca que se llama Ocotlán y que he vivido ahí toda mi vida. Salvo los cinco años que estudié en la Ciudad de México para luego regresar a Ocotlán, no he ido a otro lugar tanto tiempo. Mucho de lo que he estado trabajando tiene que ver con ese vacío que se genera cuando las sociedades se van o cuando las sociedades se mueven, porque en Oaxaca hay muchísimos pueblos que son habitados sólo por mujeres, todos los hombres están en Estados Unidos. Durante mucho tiempo estuve inmerso en esa situación, el 60 o 70% de mi familia vive ilegalmente en Estados Unidos, se fueron de “mojados”, pero la paradoja es que viven en una especie de paraíso. Todo lo bueno lo tuvieron después de haberse ido de México, después de haber abandonado México. Estuve pensando en todas esas historias y llegué a la conclusión de que yo había empezado hace mucho tiempo a notar esos problemas o esos detalles, y por eso no me había animado a irme nunca, aunque siempre fui un candidato lógico para eso. Me di cuenta de que, en mi trabajo, siempre estuve tratando de hablar de esa situación. En el 2007 empecé una serie de trabajos que tienen que ver con mi historia familiar, que involucra no nada más las cuestiones migratorias, sino cuestiones políticas, territoriales, el narcotráfico, el
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