Mauricio Bidault
La migración horizontal. Consideraciones alrededor de una experiencia documental Voy a comenzar con una digresión: mis abuelos paternos no eran mexicanos, eran franceses. En los años treinta, decidieron venir a México, a trabajar en las fábricas de textiles de Veracruz, en Río Blanco, y encontraron un paraíso. Aquí nacieron mi papá y todos mis tíos, y para ellos México se convirtió en su lugar, donde tenían que estar. Mi abuela murió como a los noventa años. Sostenía que era jarocha, sólo que, como era francesa y no le salían las jotas, decía “garrrrosha”. Para ella, hasta el final de su vida, Río Blanco, Veracruz, fue el centro del universo. Del lado de la familia de mi papá, oí mucho la frase: “uno no es de donde nace sino donde la pasa”, y eso como que te quita muchas telarañas mentales a la hora de vivir tu vida. Por el lado de mi mamá también hubo migración: mi abuelo era de Aguascalientes; mi abuela, de Jalisco. Artistas los dos, en su juventud se trasladaron a la Ciudad de México. Aquí se conocieron mis papás, aquí nacimos mi hermana y yo. Años después, porque así es la vida y así pasa, decidieron que las oportunidades para ellos no estaban aquí y nos mudamos a Guadalajara. Todo esto lo reflexiono justo ahora y me doy cuenta de que yo nunca vi la migración como un asunto bueno o malo, sino como una cuestión que simplemente ahí estaba, porque así pasaba, y no tenía más explicación que la misma dinámica de la vida y las generaciones.
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