Sobre la posición ética del artista Como artista visual, siempre me ha interesado la función del arte y su relación con los problemas sociales y políticos, especialmente los que ocurren en México, como la miseria, la desigualdad, la malograda educación o la violencia. Por varios años he intentado estudiar y entender la relación o las relaciones entre la estética y la política. Creo en la postura del artista como constructor y como organizador, que propone un arte crítico o comprometido. Esta postura prevalece actual-
Ana Quiroz
mente en muchos artistas, entre ellos, Luis Camnitzer, artista, académico y crítico uruguayo, quien escribe: Para sobrevivir éticamente necesitamos de la conciencia política que nos ayuda a entender nuestro entorno y desarrollar estrategias para nuestras acciones; el arte se convierte en el instrumento que elegimos para implementar estas estrategias. Nuestra decisión de ser artistas es una decisión política, independientemente del contenido de nuestra obra; nuestra definición de arte, de la audiencia a la cual nos dirigimos, lo que la obra debe lograr, todas, son decisiones políticas. (Camnitzer, 1995, p. 222) Esta posición ética del artista es totalmente vigente en nuestra sociedad, y durante los últimos 30 años ha sido una característica común entre varios artistas. Durante mi formación en la maestría, y ahora en el doctorado, he estudiado las investigaciones del filósofo francés Jacques Rancière sobre la relación entre la estética y la política. Rancière escribe que existe hoy una esquizofrenia entre el arte contemporáneo y la práctica social, entre el afuera y el adentro de la institución museística. El arte procesual y relacional hace que los artistas brinquen del espacio museístico o galerístico al entorno social y urbano. Hoy, las prácticas
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