El cine: un arte migrante Mi vocación es el cine y ha sido el cine desde hace muchos años: su creación y promoción. Esta invitación a reflexionar un poco sobre el tema de la migración y el cine me ha llevado a hacerme muchas preguntas. Quiero contextualizar haciendo mención de que, hace ya un par de años, iniciamos un pequeño
Marina Stavenhagen
festival de cine en el sur de México, en Chiapas, en San Cristóbal de las Casas, que me parece un lugar fascinante, en términos del torbellino de ideas y de gente que lo habita y, sobre todo, la gente que lo cruza. Chiapas, y San Cristóbal de las Casas en particular, es una región que es cuna de muchos migrantes. Es una región que es receptáculo de oleadas migratorias, y también, sobre todo, es zona de tránsito. Como zona de tránsito, la ciudad vive todo lo que implica este impacto de la migración en su día a día. Hoy, en México, los festivales de cine se multiplican en cada ciudad, eso no es novedad. Tiene que ver con que la distribución cinematográfica está completamente centralizada y monopolizada por unas cuantas cadenas de exhibición. Los festivales de cine se transforman en las plataformas en donde se puede apreciar la diversidad cultural cinematográfica, y creo que ésa es su mayor virtud. Los festivales de cine son hoy no solamente un evento cultural de disfrute del arte cinematográfico, sino que constituyen un espacio de resistencia cultural ante el embate de la exhibición hegemónica y globalizada. En San Cristóbal empezamos a pensar en una serie de preguntas que tienen que ver con el tema de la migración, que hemos transformado en uno de nuestros temas eje de trabajo. Otro más es el medio ambiente, que me parece que es algo que se tiende a dejar fuera y que causa un impacto brutal sobre los oleajes migratorios.
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