Tener espacios para la interioridad y mirarse desde dentro en los ejercicios permitió a los jóvenes de la región Antioquia hacerse a la propia hondura y profundidad. Al principio los jóvenes se mostraron con temor al silencio quizás porque les conectó con la contención de tanto tiempo en la soledad de la casa y las soledades acompañadas virtualmente. El silencio en los EE no es el fin sino el medio. Cuando los jóvenes reconocieron y descubrieron contenido de valor con que trabajar en la experiencia, el silencio brotó como consecuencia del trabajo interior de cada uno. La pedagogía del silencio desde una experiencia de ejercicios, es un medio para despertar y educar la sensibilidad espiritual. El encontrarla no es simplemente dejar los celulares a un lado y la interacción con los otros en un segundo plano sino permitirse una relación real consigo mismo, con los demás y con Dios. La didáctica de Ignacio tomó sentido y validez al ofrecer la orientación de cada ejercicio desde métodos, técnicas y estrategias, desde la espiritualidad ignaciana, que reflejaron en cada espacio el saber comenzar, disponerse para un encuentro de oración. El saber pedir, poner ante el señor lo que traigo y necesito en este ejercicio. El saber a qué voy, conocer los puntos y lo que espero trabajar en este otro ejercicio. El saber dialogar, conversar con un amigo, el coloquio. El saber terminar, revisar lo vivido examinar la oración y por último preparar lo que quiero compartir con mi acompañante. Entregar con generosidad este regalo a los jóvenes es creer en la apertura y disponibilidad de ellos y en la confianza que nos han depositado al venir con nosotros.
Los jóvenes continuamente están interactuando con experiencias sensitivas. Los Ejercicios Espirituales son una oportunidad para entrar desde el corazón y despertar la sensibilidad espiritual. Los jóvenes tienen la capacidad de vivir intensamente experiencias fragmentadas en las que se mueven por distintas emociones. A los ejercicios fueron jóvenes en búsqueda de un encuentro real en el que clamaban ser ellos mismos desde la necesidad de expresión, la escucha atenta, y el encuentro. Cada uno carga sus propios ruidos en un mundo que con el falso pretexto de darles lo mejor les aturde. Los ejercicios son una oportunidad para sentarse con un grupo de vida y allí descubrir respuestas a preguntas provocadoras de diálogo a partir de lo que están trabajando en la experiencia. Los jóvenes continuamente están interactuando con experiencias sensitivas. Los Ejercicios Espirituales son una oportunidad para entrar desde el corazón y despertar la sensibilidad espiritual. El diálogo en pequeños grupos con su acompañante es el espacio para sentir la presencia respetuosa de otro, ser transparentes, escuchar, compartir gestos, identificarse con las experiencias, intercambiar gestos y miradas. Los muchachos y muchachas, desde la lógica de los ejercicios, valoran profundamente la compañía, la conversación y la escucha del otro y para el que acompaña, es un momento rico de conversación espiritual y promoción de espacios para el acompañamiento personalizado. La experiencia propició, para los jóvenes, un encuentro con personas reales y desde allí admitieron reconocerse sin máscaras o imágenes construidas para lanzar en busca de muchos likes de redes 86
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