PRÓLOGO
Llamo “elucidación” a la tarea de pensar lo que se hace y saber lo que se piensa. Cornelius Castoriadis Estamos en un “Titanic” planetario, con su cuatrimotor técnico, científico, económico y de beneficios, pero no controlado ética y políticamente. Edgar Morin
U
na misión evangelizadora había llegado con su mensaje hasta una comunidad indígena del Chaco paraguayo. Al culminar, los misioneros se quedaron esperando la opinión del cacique, quien tenía prestigio de sabio
entre los suyos. Él, tomándose su tiempo, al final dijo: —Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien. Y sentenció: —Pero rasca donde no pica. Al navegar por este libro de la Fundación Promigas, al recorrer sus paisajes (por aire en vista panorámica y por tierra paso a paso), recordé esta pequeña crónica que nos regaló Eduardo Galeano en su Libro de los abrazos, y la tomé como referencia. Este libro rasca, rasca mucho, y rasca muy bien. Pero lo mejor es que rasca allí donde pica. ¿Por qué esta obra hoy en América Latina?, ¿cuál es su sentido?, ¿cuál su pertinencia y aporte? Hace décadas que en nuestra tarea académica y en nuestras responsabilidades institucionales venimos debatiendo sobre el rol que está llamado a jugar el conocimiento en las sociedades: su responsabilidad informando políticas públicas para que sean mejores, más inclusivas y más eficaces; su decisivo papel como factor de construcción y fortalecimiento de ciudadanía y democracia; su imperiosa necesidad de interrogarse a sí mismo (conocer el conocer) para saber qué visión lo guía y qué cegueras lo entrampan. Las condiciones y modos de 7