Número 11
La cortina dorada
Frances
Comprendí que estaba perdida... MILES DE KILÓMETROS lejos de casa, la primavera hace varios días que se encargó de adornar con sus distintos matices los alrededores. Este es otro sábado lejos de ti y la idea de volver a estar juntos se convierte solo en un deseo que fue vencido por la desesperanza. Para apaciguar el dolor que lastima mi pecho vengo aquí. A esta pequeña galería de arte oculta en un rincón recóndito, entre los verdes que abrazan los suburbios de Brooklyn. Aquí, donde yacen ocultas las pinturas humildes de aquellos artistas cuyos nombres aún esqui-
Knightingale van las revistas o los libros de historia del arte. Creo que es en estos lugares tan simples donde nace la grandeza o germinan las tendencias y corrientes que luego embellecerán, quizás, tal vez, algún futuro. Si me preguntas por qué me refugio entre las sombras de estos pasillos poco poblados, te diría que no tengo palabras que justifiquen los motivos, pero… sería mentira. Creo que debería empezar por el principio. Aquel domingo, 10 de febrero, posterior a tu partida, las cuatro paredes de mi cuarto parecían encerrar 125