Número 11
Batallas Pablo
Núñez
A María, el mejor principio de cualquier final.
I HASTA QUE NO LLEGARON LOS MILITARES a la plaza del pueblo, nadie supo que el país estaba en guerra. Eran de las dos facciones de la contienda y, por una vez, se habían juntado para informarnos sobre cuál era el motivo de sus desavenencias. Ninguno los entendimos, más preocupados por lo tarde que se nos estaba haciendo y todas las tareas que aún quedaban por terminar. Espabilamos cuando nos encañonaron con sendos fusiles y nos obligaron a alistarnos. Ante tal ultimátum, no tuvimos más remedio que firmar unos papeles que nos comprometían a tomar parte en el conflicto. Al poco tiempo, obedeciendo sus señales, se acercaron unos soldados que nos fueron repartiendo uniformes. Unos eran marrones y otros, verdes. Fuimos escogiendo el bando dependiendo del color, cosa fácil pues en nuestro pueblo hay dos equipos de fútbol: el Cotileal, que viste de marrón y el Tisbe, cuyo atuendo es verde. Una vez uniformados reglamentariamente y armados, se fueron después de invitarnos a que nos pusiéramos a guerrear. En unos meses pasarían por allí para ver quién había derrotado a 35