2. NARRAR EL MIEDO: OTRA CONSTRUCCIÓN DEL IMAGINARIO DE VIOLENCIA
ENFOQUE FOTOGRÁFICO DE UN PASADO SINIESTRO En las novelas que trabajamos los principios compositivos de la imagen visual se articulan con la escritura para conformar un registro iconopoético, en el que los sucesos individuales toman carácter colectivo y se recomponen como imágenes simbólicas del pasado nacional, de una memoria que pertenece a todos. La recreación literaria de fotografías genuinas sobre los destrozos personales de la guerra se establece a modo de pasaje entre la realidad real y la verdad ficcional, para exteriorizar el rastro afectivo de la violencia. Tanto el impacto íntimo que produce una foto de guerra como el gesto inenarrable que esta enmarca, motiva una narrativa en la que la fuerza de la metáfora revela la conmoción emocional, el estado de horror puro de quien sucumbe de la manera más atroz. El recurso visual atiza la fuerza expresiva de la palabra para desentrañar el miedo y convertirlo en voz, en locución articulada. Se acepta que desde finales del siglo XIX la fotografía mudó en tema importante para la literatura y motivó nuevas formas ficcionales. Ciertamente, Las circunstancias que rodean el acto fotográfico fueron decisivas en las maneras novedosas como el sujeto moderno percibió e interpretó la realidad. La fotografía en alguna medida alteró las fronteras entre lo real y lo imaginario, en el sentido que la cámara veía cosas que pasaban inadvertidas para el ojo humano, una situación que puso en juego la relación entre realidad, sujeto y arte, y suscitó otras indagaciones en torno a la representación estética de acontecimientos. La fragmentación del discurso literario, el monólogo, la narración subjetiva y en presente, la simultaneidad de espacios y tiempos narrativos, la vida cotidiana y anónima como argumento, entre otros, son parte de los recursos estéticos asociados con la perspectiva fotográfica (Ansón, 2010: 153-162). La montaña mágica (1924), de Thomas Mann, por ejemplo, hace una representación de fotos sobre la anatomía humana, para articular un discurso en torno al origen de la vida, la materia inerte y los misterios de la muerte. En busca del tiempo perdido (19131927), de Marcel Proust, recrea también el impacto de la fotografía en la narrativa, son numerosos los pasajes en los que el narrador se solaza y construye verdaderas perspectivas visuales desde la descripción de fotografías. Margarite Duras, por su parte, dio forma a su bella novela El amante (1984) a partir de la estructura del álbum de familia, las imágenes recreadas son a su vez palabra poética. Los mundos y elementos ficcionales motivados por el hecho fotográfico son múltiples: la correlación de literatura y fotografía erige personajes fotógrafos que proyectan una mirada visual de los sucesos narrados, consolida de manera renovada tiempos y espacios que rompen con la idea clásica de las anacronías y, 132