1. ESTÉTICA DE LA VIOLENCIA: CONTINUUM DEL HACER LITERARIO EN COLOMBIA
conectados a los modos de gestión del miedo, y aunque muchas veces se instalan en el seno de la sociedad sin recurrir a amenazas coercitivas explícitas, no quiere decir que estén exentas de los juegos del poder. En sociedades que se califican de liberales, como recuerda Robin ([2004] 2009), el miedo se cierne silenciosamente sobre las relaciones entre los poderosos y los que no tiene poder, influyendo sutilmente en el comportamiento de todos los días sin exigir mucho en forma de intimidación activa. MIEDO E INVENCIÓN DEL ENEMIGO Como se ha tratado de explicar, la angustia es susceptible de ser direccionada y proyectada hacia objetivos públicos para transformarlos en elemento de amenaza, fabricarlos como miedo específico. Diseñar el enemigo para hacer recaer sobre este el malestar psíquico y la ansiedad de la sociedad, es una de las estratagemas que siempre ha acompañado a la política. Según Boucheron (2015), el primer paso que un gobierno da para garantizar su poder ante los ciudadanos es nombrar sus miedos, esto es, encarnar en una figura sospechosa la ansiedad colectiva y convertirla en adversario público, al que todos deben temer. Ese adversario seguidamente es investido con un nombre de un enemigo de otra época, que se recuerde todavía: un gesto clave porque hace dimensionar en el imaginario colectivo la amenaza del adversario actual como algo concreto. Por ejemplo, la palabra tyrannus (tirano) fue utilizada por las sociedades italianas del siglo XIV para personalizar el poder autoritario, el dirigente corrupto o la degradación de las instituciones comunales. La idea del tirano como un mal social se asimilaba con facilidad entre la población de aquella época, porque había sido recreada y explicada múltiples veces en los relatos del pasado histórico del país. Más que señalar a una persona precisa, el gobernante tirano era una imagen prototípica en el imaginario colectivo del poder nefasto, productor de miseria. El tirano, como símbolo del miedo político, está presente en el teatro de Séneca y en los tratados de Aristóteles, obras reconocidas entre los italianos de aquel tiempo. Fue representado, también, por el pintor Ambrogio Lorenzetti en su “Mural del buen gobierno” como un monstruo cornudo. El mural está situado en el palacio comunal de Siena, uno de los lugares más recorridos por la población de ese entonces. Para que las personas interioricen una idea abstracta, en este caso el significado del término tirano, se hace necesario, junto a la experiencia, un artefacto adicional de representaciones.
52