LAS CANCIONES DE CHABUCA GRANDA
[...] una canción al vacío, un vuelco del corazón, una ventana al silencio [...]. —Chabuca Granda, Landó, 1977.
Cuando se le hacía la pregunta oficialmente, Chabuca afirmaba ser autora y compositora de profesión. Sin embargo, hacia el final de su carrera, en 1979, para retratar su ser creativo declaró: Yo no alcancé a cantar muchos silencios. Yo no alcancé a hacer folklore. Apenas me acerqué, creo, a la canción popular. Y de la canción popular, apenas si logré ser aceptada por la juglaría. De allí que considere, como una fortuna inmerecida, el que algunas de mis composiciones se escuchen y se entonen ya tantos años. (Granda, 1979, p. 15) Si, por un lado, manifestaba la artista sentirse lejos del folclore, por otro lado, se identificaba con la juglaría, poesía de los cantores populares en la Edad Media, responsables de la creación y transmisión de canciones cuyos textos resumían historias, pensamientos y conocimientos de los pueblos en Europa (Latham, 2008, p. 414). Del mismo modo, reforzaba esta actitud al establecer una importante separación de la literatura contemporánea, de la que se sentía lejana: «tampoco soy poeta, soy buena letrista y para componer un tema jamás lo logro en dos o tres días [...]. Me demoro porque mis personajes son reales y a Dios gracias, el público los llega a querer» (Bulnes, 1990, p. 55). Esta ruptura con ambas tradiciones, literaria y musical, y su adscripción, más bien, a una idílica juglaría a la que apelaba románticamente, concedía libertad artística a su voz para conectarse sensiblemente con aquello que la conmovía y lograr, como ella misma se lo propusiera:
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