LLEGO RASGANDO CIELOS, LUZ Y VIENTOS
El año 1973 no fue menos agitado, con participaciones en diversos programas televisivos y radiales, festivales, homenajes y teatros. En marzo, inició una temporada de conciertos en el hotel Sheraton Mexico City María Isabel junto con Lucho González, con quien estrenó en mayo el espectáculo Déjame que te cuente mis nuevas canciones en el Teatro Hidalgo. La inspiración no se mantuvo quieta, y a ese año pertenece la serie de canciones que conformarían un ciclo inspirado en la muerte de Violeta Parra, cuyo suicidio en 1967 había tocado profundamente a Chabuca, quien, pese a no conocer a la artista chilena, consideraba la tragedia como «irreparable» (Fuller & Rodríguez, 1989, p. 105). Fueron 14 piezas, de las cuales solo cinco llegaron a musicalizarse: Cardo o ceniza, Donde a morir me llamas [inédita], Me he de guardar, No lloraba... sonreía y Si fuera cierto66. Ese 1973, también, grabó un disco nuevo con matices mexicanos: Chabuca Granda, grande de América. Producido para el sello RCA Victor, el álbum presentaba los dos lados distintos de la artista. Así, en el lado A aparecía acompañada por Lucho González y el Mariachi Vargas de Tecalitlán, bajo la dirección de Rubén Fuentes, cantando sus nuevas composiciones ¿Dónde estás Adelita? (Coplas a la Adelita) y En la margen opuesta, además de El puente de los suspiros, María Sueños y Camarón. El lado B, con su viejo compañero Óscar Avilés en la guitarra y el mexicano «Chucho» Ferrer en el órgano, revisitaba sus clásicos valses Fina estampa, José Antonio, Zeñó Manué, El dueño ausente y La flor de la canela.
CON LA GUITARRA DE DON LUIS GONZÁLEZ Chabuca pasó los últimos dos meses de 1973 en Guayaquil, donde se presentó junto con la cantante ecuatoriana Patricia González en la televisión y en la discoteca El Sótano. Al regresar en enero a México para colaborar con la Dirección de Actividades Socio Culturales de la UNAM, compuso Canterurías, coplas por marinera dedicada a los «cantereros, los picapedreros y colaboradores de Ángela Gurría, gran escultora mexicana» (Fuller & Rodríguez, 1989, p. 127). En febrero de 1974, participó en el V Festival de la Canción de Ancón con el vals Pasito a paso otra vez, que compuso sobre una melodía del pianista Juan Castro Nalli. En él, la autora refiere a «cuando la escasez de gasolina nos obligaba a usar calcomanías y salir como pudiéramos interdiariamente» (Fuller & Rodríguez, 1989, p. 153), para lo cual apela a esa nostalgia que recuerda
66. Otros títulos que conformaron el ciclo fueron Allá detrás de lo que dejo, Aprendí a callar, Distinto puede ser, Empezará en el vaso de vino, Me das miedo, Misterios que no alcanzo, No me acerco, No me hagas daño y Tan mal amor.
86