110 | Luis Guillermo Lumbreras
Paraíso corresponde a esa última fase: es, además, el asentamiento mayor de la época en Lima. Es un complejo arquitectónico que cubrió entre 50 y 60 hectáreas, con cuartos aglutinados y algunos recintos de carácter público. Las construcciones son de piedras de campo unidas con barro y con los paramentos cubiertos con barro enlucido. En algunos muros, se advierten unos sencillos trazos incisos en el estuco, a modo de “grafitti”, que forman figuras no definidas. Las fronteras del proceso comentado se ubican en los desiertos al sur de Lima y, tal vez, en los mismos valles del Rímac y Lurín. De hecho, más al sur hay un largo trecho de dominio árido, donde los intermitentes y débiles cauces de los ríos de Chilca, Asia y aun Mala, son insuficientes para sustentar una agricultura con alta capacidad de concentración, como sí ocurría en los valles de Supe y Casma, entre otros. En la frontera sur del proceso, se registra un esquema más bien conservador, donde habitaban aquellos a quienes Max Uhle hubiera llamado “pescadores primitivos”. De algún modo, se mantuvieron condiciones similares a las que existían en el milenio precedente, aun cuando hay indicios de conexiones de estos pescadores-recolectores con los agricultores del norte. En el valle de Asia, se logró estudiar una aldea con chozas de junco que, además, tenía un recinto rectangular (llamado “Unidad I”) que se presentaba como un pequeño montículo de unos 15 metros de circunferencia y 1 metro de alto. Esas construcciones estaban hechas con muretes hechos de barro, de los que solo subsiste la base que alcanza hasta unos 80 cm de alto, aunque es presumible que no llegaron a ser mucho más altos. Estas paredes encierran un recinto rectangular de 12,5 metros de largo, con cuartos interiores y una entrada al norte. Tiene tumbas en el subsuelo, como ocurre en los sitios de Chilca, y su edad se sitúa a fines del segundo milenio, hacia 1300 a.C. Es importante advertir que en Asia se encuentran objetos que, obviamente, fueron llevados desde tierras alejadas; uno de ellos es una pieza de Spondylus princeps (“mullu”) que —como sabemos— es un molusco de aguas calientes, que solo pudo llegar hasta allí gracias a algún intercambio o cualquier otro medio de aprovisionamiento. Desde luego, en la época en que esto ocurría en Asia, es muy probable que el tráfico de “mullu” estuviera ya generalizado en el norte fértil. Mucho más al sur, los asentamientos conocidos son simples aldeas o caseríos de pescadores, generalmente, cerca de caletas ricas en mariscos. Es el caso de Otuma, un paraje próximo a Paracas, que contiene una estación