Economía política y doméstica del Tahuantinsuyo | 407
IV. Las cuentas y medidas de valor 1. Las equivalencias Se conocían dos formas principales de trueque: el simple y el avanzando. El primero configuraba un mero canje con regateo y yapa o adehala (un agregado). El avanzado, por el contrario, conformaba todo un sistema de equivalencias de productos intercambiables, sin regateo ni yapa. Los dos eran directos, es decir, objeto contra objeto, de conformidad al acuerdo entre las partes. En el mecanismo de las equivalencias, sus montos solían ser cantidades u objetos determinados y fijos, conformando auténticos patrones de medida común, como ya se dijo, sin regateo ni yapa. Su funcionamiento debió comenzar al generalizarse los intercambios, de modo que las equivalencias los organizaron. Con tal finalidad, quedaron establecidos los patrones de medida común, donde el valor de uso fijaba el valor del intercambio. Lo que significa que la equivalencia consistía en que cada una de las partes interesadas daba igual valor a los productos intercambiados, de conformidad a su eficacia. En otras palabras, ninguno de los productos debía perder su valor de uso, hecho precisamente que facilitaba el intercambio. Las equivalencias, como se percibe, conformaban escalas de valores. He aquí tres ejemplos acreditados por la fuente etnográfica: 1° Una olla podía ser adquirida entregando maíz, llenado el recipiente con el enunciado grano, hasta el ras. El que ofrecía la olla recogía el maíz; y el que proporcionaba el maíz se llevaba la olla. Lo que demuestra que el volumen del maíz dependía del tamaño de la vasija. 2° La equivalencia de un cántaro por chicha se alcanzaba colmando de bebida dicho recipiente. De manera que la persona que cedía el cacharro, ingería la poción, mientras que quien suministraba la chicha se quedaba con el cántaro. La porción del líquido dependía de la capacidad del botijo. 3° En la equivalencia de una manta por papas, se cosía a la primera por dos de sus lados formando una bolsa provisional que era colmada de tubérculos, y esa era la equivalencia. El que se desprendía de la manta se adueñaba de las papas, mientras que el que se deshacía de sus papas se apropiaba de la manta. La cuantía de papas dependía de la dimensión del saco o bolsa, de modo que quien deseaba más cantidad de papas ofrecía una manta enorme y viceversa.