Los orígenes de la sociedad | 55
alguna experiencia acumulada. Muchos descubrimientos no son advertidos mientras no estén asociados a una cadena de otros conocimientos antecedentes: cobran sentido solo en la medida en que nos ayudan a resolver problemas que nos afectan en un momento dado de nuestra existencia. Es así como los descubrimientos más casuales responden de algún modo a alguna forma de causalidad. Solo si tenemos esto en cuenta, la historia adquiere capacidad explicativa. Luego del proceso de descomposición del Pleistoceno, el mundo andino fue ocupado in extenso. Se iniciaron entonces al menos tres formas distintas de organización del trabajo por parte de poblaciones, cuya vida de pendía de los recursos naturales enteramente formados: una forma de organización del trabajo estaba sujeta a la captura de animales mayores, especialmente los camélidos andinos que habitaban las punas. La caza se hacía con instrumentos preparados para esa actividad. Una segunda estaba ligada a los ralos bosques de los valles y a las quebradas interandinas, donde los matorrales permitían la recolección de frutas, semillas y raíces comestibles, así como la caza de animales. Con ello se extendía el trabajo a un sector muy amplio de las unidades de la población, incluidos los niños y las mujeres, por medio de instrumentos simples, pero con un cuerpo de conocimientos sobre un número mayor de especies vegetales y animales. Finalmente, una tercera —la de los habitantes del litoral— debía lidiar con un ambiente desértico, interrumpido por los pantanos y matorrales secos que se formaban en torno a los cursos de agua que bajaban de la cordillera. Obviamente, su trabajo consistía en beneficiar los recursos comestibles del mar, como primera opción de subsistencia. Cada forma de organización del trabajo dio inicio al proceso de dominio sobre las condiciones particulares de cada una de las regiones del mundo central andino, proceso que hizo que cada cual fuera diferente a sus vecinos. Las descripciones que tenemos sobre restos de los cazadores cordilleranos se concentraron fuertemente en la sierra central,14 desde los primeros hallazgos en Chupaca —en el valle del Mantaro— hasta las pioneras excavaciones de A. Cardich en las cuevas de Lauricocha —en Huánuco—, 14. Véase: Tschopik 1946; Fung 1959; Cardich 1958, 1964-65, 1978; Lynch 1970, 1980; MacNeish 1969, 1979; MacNeish et al. 1970, 1975, 1981; Wheeler et al. 1976; Wheeler 1975; Matos Mendieta 1980; Matos y Rick 1978-80; Rick 1980, 1983; Lavallée y Julien 1975; Lavallée et al. 1995.