66 | Luis Guillermo Lumbreras
relativa y absoluta, alcanza su máximo en la fase IV, al momento en que la domesticación está, sin duda alguna, plenamente comprobada, y que el sitio de Telarmachay, lejos de ser un ‘campamento de caza especializada’ como lo han sugerido algunos, es más bien el lugar donde son guardados, cuidados y utilizados animales domésticos... ¿Debemos evocar, como última hipótesis, la guerra, corolario ‘indispensable’ de la acumulación de los recursos y los bienes, de la toma efectiva de posesión de un territorio —los pastos— por un grupo, del aumento demográfico como consecuencia de estas innovaciones? Ninguna de estas fuentes de conflicto potenciales nos parece suficiente para el caso que nos ocupa.
Es una pregunta que vale la pena asociar con los hallazgos de hue sos humanos en la basura y las deficiencias alimentarias que muestran. Nosotros creemos que se trata de antropofagia, asociada a conflictos guerreros provocados por la definición de los derechos de posesión territorial, cuyo valor agregado es el ganado. Los pastores no estaban acumulando riqueza; pero, como producto de su trabajo y sus cuidados —que seguramente incluyen la construcción rudimentaria de los corrales circulares que están cerca de la cueva—, se desarrollaban animales que, por tanto, “eran suyos” y no estaban a la libre disposición de los demás cazadores, como ocurre con todos los animales de la puna. Es la propiedad, figura jurídica que simplifica el reconocimiento de los derechos de libre disponibilidad, uso y goce de los bienes considerados “propios”. ¿Puede ser esto causa de conflictos entre cazadores habituados a la caza libre de las presas? Respecto al canibalismo, tema siempre espinoso, parece ser una de las primeras formas —como ocurre en el mundo entero— de resolver el destino de los muertos en las guerras entre sociedades “igualitarias”. La evidencia de Junín muestra la domesticación de las alpacas. Pudiera ser que la domesticación de las llamas se estuviera produciendo simultáneamente en otros lugares o, quizá, allí mismo. Podemos pensar que el encierro promiscuo de guanacos y vicuñas, para tener camélidos tiernos disponibles, pudo ser la causa de una “selección” artificial de la nueva especie, la alpaca. La reproducción del mismo proceso, en condiciones donde solo había guanacos, pudo dar origen a la llama. Entusiasma la idea de que haya sido un proceso sureño, de la región del Titicaca, pero el testimonio aún no aparece.