Los orígenes de la sociedad | 71
para cubrir el cuerpo de los muertos, tal como aparece en Paracas.32 En Telarmachay, el cadáver de una mujer joven, de la fase VI, tenía un grupo de instrumentos de trabajo que aparentemente estaba dentro de una bolsa, que bien pudo ser similar a la de Guitarrero II. Eso significa que, donde sea o quienquiera que descubrió el tejido, difundió rápidamente la manera de hacerlo, convirtiéndose en un utensilio de gran éxito para los cazadoresrecolectores de un extenso territorio, a menos que se hubiera reinventado en varias partes de modo casi simultáneo. Los hallazgos de Lynch y sus asociados nos ponen ante la evidencia de que en los Andes centrales el proceso de domesticación de plantas se inició casi al mismo tiempo que la instalación de los cazadores-recolectores en las cuencas serranas, en asociación con el aumento general de la temperatura y la humedad. No hay evidencia de ningún traumatismo social y los cultígenos se van integrando a la vida de la gente, de la misma forma como estas plantas se van haciendo dependientes de la manipulación humana, sus ciclos reproductivos, su mejoramiento y diversificación. Son muchos siglos en este proceso. Thomas Lynch invoca el argumento de una posible condición trashumante de los cazadores cordilleranos, favorable al acceso a los recursos de diversos ambientes. Las evidencias permiten deducir que la gente, en cualquier región, tenía una organización social similar al modelo conocido como “banda” u horda, constituida por un grupo pequeño de personas que operaba como una unidad doméstica ampliada, con uno o más hombres adultos, un grupo de mujeres, los hijos de ellos y, eventualmente, algún allegado. La alianza hombre-mujer pudo ser de cualquier tipo y el sistema de pertenencia al grupo también. Generalmente son sociedades simples, donde las relaciones económicas se resuelven mediante mecanismos de reciprocidad simétrica entre “iguales” y donde las diferencias básicas están determinadas por divisiones según la edad y el sexo. Pero, por ahora, la información es insuficiente para saber más sobre estos niveles de existencia. Sabemos que vivían en abrigos naturales o que los podían habilitar. De cualquier modo, la vivienda tenía más el carácter de campamento que de asentamiento estable. Desde luego, cada cazador podía ocupar la misma cueva o abrigo a lo largo de toda su vida. Hay abrigos donde no entran juntas —para dormir— más de 10 personas, aunque hay otros mucho mayores, donde además se puede disponer de espacio para varias 32. Engel 1960.