Sobre el papel, la Audiencia de Charcas, base histórica inmediata de la República, podía adjudicarse un territorio irregular de unas 850 mil millas, casi el doble de su territorio actual. La mayor parte de esta área ocupaba el altiplano andino, la zona llamada “Yungas” y los extensos “Llanos de Mojos”. La lejanía del Océano Atlántico estaba agravada por grandes dificultades físicas. El acceso a las aguas del río Amazonas era imposible por las cuencas de Madeira y Mamoré. Hasta las riberas navegables del Paraguay no se podía llegar por la interferencia de pantanos, inundaciones y vados. En la época de la administración colonial, la penetración y la expresión de las tierras bajas no existieron, salvo dos líneas muy apretadas de movimiento; las rutas hacia el norte y hacia el este casi no fueron tomadas en cuenta. Después de 1776, el tráfico de Buenos Aires iba hacia el sur oeste del Altiplano por la vía de Salta y Tucumán cuando los independentistas argentinos quisieron llegar al Virreinato de Lima e intentaron subir al altiplano, fracasaron. De allí provino la genial intuición de San Martín para lograr este propósito a través de Chile. El contacto con el mar que al Alto Perú le fue dable reclamar bajo los preceptos del uti possidetis jure de 1810, fue un corredor perteneciente a la Intendencia de Potosí, que llevaba en dirección sur-oeste, a través de trescientas entre las peores millas del desierto de Atacama, sin comarcas irrigadas, excepto algunos minúsculos oasis hasta ningún puerto digno de ser calificado como tal. En cualquier sentido, los contactos con el mar eran largos, difíciles y peligrosos. Situación nada auspiciosa para un Estado nuevo e independiente en el siglo XIX, con su economía acentuadamente mercantil. El país era netamente rural. De los 1.100.000 habitantes calculados por Pentland, estimó que en Chuquisaca vivían 12.000; en La Paz, 40.000; en Cochabamba, 30.000; en Potosí, 9.000; en Santa Cruz, 9.000; en Oruro, 4.600. La masa campesina iliterata, en su mayor parte ignorante del castellano, vivía desde mucho tiempo atrás en condición servil. No podía hablarse tampoco de auténtica clase dirigente. Ante el cónsul C.M. Ricketts, dijo Sucre algo que nunca escribió en sus proclamas. Faltaban la ilustración y la limpieza de miras en los negocios públicos. Eran escasos los hombres de peso suficiente y de carácter en quienes se pudiera confiar (Despacho de Ricketts a Canning. Lima, 18 de febrero de 1826) (1).
LA dEsiLUsión dE ORTiZ dE ZEVALLOs Y EL PLAn dE diVidiR EL PERÚ.- Poco a poco, el estado de ánimo de Ortiz de Zevallos se transformó. En nota a la Cancillería de fecha 27 de enero de 1827 llegó a hablar de “un puñado de hombres poseídos del deseo único de hacer una gran figura en un Estado insignificante” que era “el que dirige los negocios a su agrado”. Y agregaba después de afirmar que había que dejar a Bolivia “que sufra los contrastes que le son inevitables”: “Si yo, por seguir las indicaciones verbales de S.E el Libertador, fui forzado a suscribir los tratados, como un hombre que amo al Perú me complazco con que no tengan efecto semejantes convenciones”. Su zozobra aumentó considerablemente cuando observó en una entrevista con Sucre, el enfado de este al conocer las observaciones que hizo al tratado el Consejo de Gobierno del Perú, sobre todo en lo concerniente al reclamo por los desembolsos ocasionados con motivo de la emancipación de Bolivia. “Prorrumpió (dice) en dicterios tan horrendos que serían increíbles en la persona menos caracterizada... “. Producido el cambio de régimen en Lima, precisamente en la fecha en que narraba tan desagradable escena en Chuquisaca, empeoró la situación, que ya se había nublado, al pedir Ortiz de Zevallos la apertura de nuevas negociaciones. La acusación que este había hecho antes al ministro Infante, la extendió también a Sucre, a “quien consideró el verdadero autor intelectual
EL PRiMER EsCUdO dE BOLiViA
El primer escudo boliviano está dividido en cuatro cuarteles. En el superior, cinco estrellas de plata representan los departamentos de Bolivia. En el inferior, el cerro de Potosí representa el reino mineral. El cuartel del medio está dividido en dos: en el extremo izquierdo, el árbol del pan representa al reino vegetal; en el derecho, una alpaca representa al reino animal. El escudo está coronado por un gorro frigio y la frase “República Bolívar” sostenida por dos personajes, y flanqueado por ramas de laurel y olivo.
(1) Gran parte de las observaciones aquí hechas y de los datos que las acompañan hállanse en el magnífico libro de J. Valerie Fisher Bolivia: Land. Location and Politics since 1825 (Cambridge, University Press. 1972).
[ CAPÍTULO 5 ] PERÍODO 1
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