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PERÍODO 1
[ CAPÍTULO 6 ]
[I] nsTALACión dEL COnGREsO dE 1825. LA PRóRROGA dE LA diCTAdURA.- El Congreso peruano abrió nuevamente sus sesiones con cincuenta y seis diputados, la mayoría suplentes, el 10 de febrero de 1825, primer aniversario de la entrega de la dictadura a Bolívar. Era normalmente el mismo Congreso instalado el 20 de setiembre de 1822, y que sesionó en Lima hasta el 15 de junio de 1823 y en el Callao del 19 al 26 de junio del mismo año y se reorganizó en Lima el 6 de agosto de 1823, para funcionar hasta el 10 de febrero de 1824. Iniciaba ahora su cuarta etapa. Carlos Pedemonte fue al Palacio al frente de una comisión a anunciar al Libertador que estaba, una vez más, reunida la representación nacional. “El Congreso espera impaciente a V. E.”, dijo Pedemonte a Bolívar. Y agregó que, si bien con anunciárselo parecía que la comisión cumplía su objeto, él creía no faltar a la “religiosidad” del encargo al prevenirle “que el Congreso se estremece al considerar que pueda hoy verter V. E. una expresión sola alusiva a la dimisión de esa autoridad suprema en que, ahora un año libramos nuestra suerte y a que V. E. ha sabido corresponder con una clase de heroísmo desconocido en la historia, haciendo que a su lado aparezcan monstruos de tiranía aun en el acto mismo de salvar a Roma los Cincinatos y Camilos. La comisión se avanza a rogar a V. E. que al dirigir su voz a los representantes y al pueblo reunidos, se digne leer en sus semblantes los ardientes votos, que abriga cada uno, por la continuación de un gobierno que tan costosa como inútilmente hemos buscado por tres años. iNo permita el cielo que, habiéndose cubierto de gloria el Congreso peruano en el día 10 del pasado febrero con solo el decreto de la dictadura, pase hoy por la debilidad de aceptar la dimisión de su poder al que sin ejemplo debemos leyes, patria, libertad y existencia! Bolívar expresó que la dictadura era tan peligrosa como incompatible con su calidad de presidente de Colombia y con el Estado del Perú, y ofreció su espada al servicio de la causa americana. En el discurso que pronunció ante el Congreso hizo una recapitulación de lo ocurrido desde que se le invistiera con el poder dictatorial, advirtiendo que “mi administración no puede llamarse propiamente sino una campaña, apenas hemos tenido el tiempo necesario para armarnos y combatir”. Terminó renunciando a la dictadura. Agregó: “Proscribid para siempre, os ruego, tan tremenda autoridad, ¡esta autoridad que fue el sepulcro de Roma! Fue laudable, sin duda, que el Congreso, para franquear abismos horrorosos y arrastrar furiosas tempestades, clavase sus leyes en las bayonetas del Ejército Libertador; pero ya que la nación ha obtenido la paz doméstica y la libertad política, no debe permitir que manden sino las leyes”. Concluyó diciendo que su destino “de soldado auxiliar” lo llamaba a contribuir a la libertad del Alto Perú y a la rendición del Callao. “Después volaré a mi patria, a dar cuenta a los representantes del pueblo de mi misión en el Perú, de vuestra libertad y de la gloria del Ejército Libertador”. José María Galdiano, que presidía el Congreso (y que también lo había presidido entre enero y febrero de 1824) le contestó que el Congreso advertía que aún no se habían extinguido las intrigas de los españoles y que imperiosas circunstancias exigían la continuación de la dictadura. Al replicar el discurso de Galdiano, Bolívar empezó con las siguientes palabras: “Hoy es el día del Perú, porque hoy no tiene un Dictador”. Después de que se obtuvieran la libertad del Alto