ELECCiOnEs PARLAMEnTARiAs dE 1826 de acuerdo a una ley promulgada en 1825, el Congreso General quedó dividido en colegios electorales, integrados por un número representativo de diputados. diPUTAdOs PROPiETARiOs Ayacucho 12 Arequipa 12 Cuzco 19 Huánuco 15 Lima 12 Libertad 19 Puno 17 diPUTAdOs sUPLEnTEs Ayacucho 10 Arequipa 7 Cuzco 11 Huánuco 8 Lima 8 Libertad 9 Puno 5
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PERÍODO 1
[ CAPÍTULO 6 ]
LOs dOCUMEnTOs TíPiCOs dE LA LiTERATURA BOLiVARiAnA En EL PERÚ.- Dos sugestiones influyeron después de Ayacucho sobre el ánimo de Bolívar: la que provenía de la entrega incondicional de unos y la no menos embriagadora de las reflexiones que se le hacían acerca de la suerte futura del Perú y de América. La literatura que floreció aquellos días tiene, pues, dos fases: la de alabanza o éxtasis ante lo realizado, y la de incitación ante lo que faltaba por realizar. Soberbia expresión de la primera es el famoso discurso de José Domingo Choquehuanca, en Pucará, en una de las jornadas del viaje triunfal que hizo Bolívar a las provincias del interior. La literatura bolivariana apologética ostenta en el Perú, aparte del breve poema épico en prosa de Choquehuanca, dos testimonios notables: la Epístola a Próspero, de José María de Pando y la Exposición a los electores de Puno, de Benito Laso. La Epístola a Próspero, de cuyo autor se hablará en seguida más detenidamente, no es un manifiesto; es una composición poética de metro clásico. El estadista convertido en bardo advierte al Libertador que no ha concluido su obra, que debe “domar el monstruo de la anarquía”, que debe dar leyes. LA “EXPOsiCión” dE BEniTO LAsO.- Con motivo del anunciado viaje de Bolívar a Colombia y del acuerdo adoptado por los diputados a Congreso para pedirle que cambiara de decisión, el diputado por Puno Benito Laso suscribió el 24 de mayo de 1826 una exposición para difundir sus puntos de vista conformes con ese voto. Advirtió que no escribía por lisonja. “Nada temo sino el delito (afirmó en frase lapidaria); nada espero sino la calma de mi conciencia, y no hay hombre sobre la tierra a quien crea yo deber sacrificar mi razón yel bien de la humanidad”. Enuncia luego ideas generales. La legislación debe ser acomodada al país donde va a regir. El Perú no trabajó solo en la causa de su independencia. ¿Cuál sería la suerte de este país sin Bolívar? “A él, peruanos, debéis la vida, la libertad y el nombre. Él nos salvó del despotismo y la anarquía”. Vendrá, inevitablemente, la desorganización si la prudencia, la moderación y el tino no prevalecen. Laso pasa a enumerar las difíciles condiciones de la sociedad peruana. Señala el deber de preparar los adelantamientos de los indígenas. Incide sobre los malos hábitos, la falta de amor patrio, la existencia de clases privilegiadas, la abundancia de aspirantes y quejosos, el amor que muchos mantienen al sistema colonial, los daños provenientes de los “teorlstas” fanáticos e ilusos, la influencia del vulgo susceptible de impresiones lisonjeras, pues pocos piensan sin atolondramiento. Encuentra, así, de un lado, falta de moral que consiste en la ignorancia, el egoísmo pasivo o la apatía; de otro lado, el estado de guerra por el choque de opiniones, de aspiraciones y de intereses. Es preciso quitar los embarazos que la falta de moral y de luces opone al establecimiento de las leyes orgánicas y debilitar la fuerza de las pasiones exaltadas que tienden a violentar el curso natural de las cosas, o sea, a producir en el Perú una acción vital y ordenada y moderar, al mismo tiempo, la violencia de las aspiraciones en todo género. Lenta tarea la de desterrar la ignorancia y formar virtudes. Enorme fuerza la de la costumbre. No hay que atacarla directa y violentamente; es una montaña que solo se puede allanar con el trabajo, la constancia y el tiempo. Alude, en seguida, a los horrores de la anarquía en otros países hispanoamericanos, y en el Perú mismo durante los días de Riva-Agüero y Tagle. No quiere que a ellos se agreguen nuevos horrores en años futuros. Formula algo así como una teoría del gran hombre en la historia. Aboga por la fuerza racional y benéfica como medio más seguro para cimentar las instituciones. Hace, otra vez, elogio de Bolívar. Resalta los vínculos de dependencia mutua entre el Perú y Bolivia, que el Libertador puede solidificar. Diserta sobre el peligro del Brasil y el de la Santa Alianza. En la parte final de la Exposición, acepta la Constitución para Bolivia que “concilia la estabilidad en el gobierno con el más amplio goce de la libertad nacional”.