La imposibilidad que hallaron los dirigentes de la Revolución para lograr la estabilidad en el gobierno a base de las instituciones representativas tomadas de Francia o Estados Unidos, la aparición de los caudillos y el desigual avance en el esfuerzo hacia el cumplimiento pleno de la vida democrática no dejaron de tener relación con el estado de cosas social y económico que acaba de ser descrito someramente.
LA DECADENCIA DE LA ARISTOCRACIA PERUANA EN EL SIGLO XVIII Y LA mADURACIÓN DE BURGUESÍAS COmERCIALES DE AmÉRICA DEL SUR.- José de la Riva-Agüero y Osma ha sostenido, con razón, que el siglo XVII fue el del apogeo de la aristocracia limeña y que el siglo XVIII trajo su decadencia. A ella contribuyeron factores múltiples, entre los cuales estuvieron la supresión del monopolio y la implantación del sistema de libre comercio en la época de los Borbones. Roto el predominio del eje Lima-Sevilla-Cádiz, apareció, si no la ruina, por lo menos la decadencia en el poder económico de propietarios agrícolas y mineros centralizados en la capital peruana, y al establecerse los virreinatos de Río de la Plata y Nueva Granada en coincidencia con las nuevas orientaciones en el tráfico mercantil, el significado que tuvieron diversos productos de exportación-importación, el enlace directo de diversos puertos, la apertura de la vía del Cabo de Hornos para las relaciones entre Europa y América del Sur y otros factores, creció la importancia de ciudades como Buenos Aires, Caracas, Valparaíso, Cartagena, etc. En las zonas periféricas de este continente, pudo así madurar una burguesía comercial menos trabada que la alta clase limeña por respeto a los blasones y al abolengo, y favorecida por la mayor expansión en la producción y fortalecimiento de los mercados internos y de las áreas vecinas.
LAS ALTERNATIVAS PARA LA ÉLITE LImEÑA AL EmPEZAR EL SIGLO XIX.- En la élite limeña, no obstante los perjuicios sufridos en el siglo XVIII, un vigoroso sector apoyó en los primeros años del siglo XIX el mantenimiento del statu qua. A las influencias tradicionales se unió aquí el prestigio adquirido por el virrey Abascal. Otro grupo pensó en un reformismo en el sistema que implicara una mayor participación dentro del gobierno de quienes representaban los niveles más altos en la pirámide social, algo así como lo que más tarde representó el Common-wealth o Comunidad Británica. Se dio el caso, que podría parecer inverosímil, si no lo hubiese referido un hombre tan circunspecto como José Antonio de Lavalle y Arias de Saavedra, de que no faltaron quienes, siempre en la búsqueda de una fórmula intermedia, pensaron en Abascal como jefe de un Perú autónomo o semiautónomo. Los partidarios de la ruptura total con el pasado también existieron, al principio en notoria minoría. Si la promulgación de la Constitución de Cádiz en 1812 alentó a quienes, desde el centro se contentaban con reformas, en cambio la dura represión absolutista, iniciada en 1814 que pareció liquidar los sueños separatistas, sirvió para alentar a los más reaccionarios. Pero los movimientos insurreccionales que tuvieron su foco en Buenos Aires en el sur y en Caracas en el norte no llegaron a ser apagados y, por el contrario, iniciaron una incontenible carrera expansionista. Impedida la monarquía española de defender sus territorios ultramarinos por insalvables circunstancias de política internacional y de política nacional, poco a poco la élite limeña pudo llegar, en sus elementos más perspicaces, a convencerse de que la Independencia era inevitable. Entonces creció naturalmente el número de los “patriotas”, pero dentro de ellos, la mayoría no intentó acercarse a lo que podía quedar en las provincias, sobre todo en el sur, de las fuerzas subversivas indígenas o indígeno-mestizas-criolla, tan briosas, estas últimas en 1814. La táctica mayoritaria adoptada fue la de esperar, orientar y alentar a la expedición libertadora que debía venir de Chile al mando de San Martín.
LA NOBLEZA DURANTE LA COLONIA CARECIÓ, EN PRINCIPIO, DEL PODER POLÍTICO. ALGUNOS DE SUS PERSONEROS PUDIERON ACTUAR COMO CONSEJEROS INDIVIDUALES DE LOS VIRREYES, AL LADO DE ALGUNOS SACERDOTES Y FUNCIONARIOS, SIN QUE ELLO TUVIERA ESTADO LEGAL RECONOCIDO.
[ CAPÍTULO 9 ] PERÍODO 1
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