nacimiento a todos los individuos que habían servido en la campaña del Perú desde el 6 de febrero de 1824 hasta el día de la victoria de Ayacucho. Una resolución legislativa especial, del 15 de febrero, mencionó su nombre entre los comprendidos en ese honor. Más que por una ley, por méritos intrínsecos, La Mar podía ser elegido presidente del Perú. Por corto tiempo, ya después de Ayacucho, fue presidente del Consejo de Gobierno. A la más alta función pública llegaba por tercera vez, raro caso, sin haberlo querido ni solicitado en ningún momento, cuando se hallaba envuelto en las luchas locales que tenían lugar en Guayaquil, en la que ostentaba, como ya se ha dicho, el título de jefe de la administración, reconociendo la soberanía de Colombia sobre ese territorio. En la ceremonia del juramento de la nueva Constitución ocho meses después de haber iniciado su período de gobierno, La Mar dijo lo siguiente: “Permitidme señores, que os hable también algo de mí mismo, de mi capacidad y de mis propósitos personales. Considérome el peruano más feliz y altamente recompensado. Comparando mi demérito e insignificancia con la suprema confianza que en mí habéis depositado a nombre de la Nación, siento acrecer en mí las angustias de no poder corresponder cumplidamente a las esperanzas que os halagaron, sin duda, al nombrarme Presidente de la República. Yo no soy, no, el hombre que necesita el Perú; mis aptitudes no bastan para abrazar el vasto conjunto de la administración y a desarrollar la fuerza vital necesaria en cada ramo, para conducir al Estado al grado de prosperidad y esplendor a que le llaman su natural riqueza, su clima benigno y la bella índole y sobresaliente ingenio de sus hijos, capaces de progresos portentosos en la carrera de la civilización si los dirigiera una mano diestra y atinada ... Anhelo por verme restituido a la clase que por mi profesión e inclinaciones ocupo en la sociedad…”. Al tomar posesión de su cargo, La Mar dirigió una circular a los prefectos para pedirles sus ideas y proyectos y autorizarles a que “suspendieran la ejecución de cualquier providencia que les pareciera perjudicial, exponiendo francamente sus observaciones”.
mANUEL SALAZAR Y BAQUIJANO (1777-1850)
El político limeño tuvo una brillante carrera. Ocupó, entre otros cargos, los de encargado de la Junta Gubernativa, prefecto de Lima, vicepresidente y presidente (en 1828-1829). Durante el gobierno de Orbegoso fue presidente del Consejo de Estado y lo reemplazó en el cargo en dos ocasiones durante 1834. En 1845 representó en el Senado a la ciudad de Lima.
[ II ] LA CONSTITUCIÓN DE 1828. EL DEBATE SOBRE EL FEDERALISmO.- Pocos días después de instalarse, el Congreso Constituyente de 1827 declaró nula y de ningún valor la Constitución jurada el año anterior por haber sido “sancionada de un modo ilegal y atentatorio
Dos años más tarde, sin embargo, toma contacto con el general San Martín, y renuncia al Ejército realista para luchar por la causa patriota. Al retirarse San Martín, este lo elige como presidente de la Junta Gubernativa. Tras la llegada de Bolívar, el libertador venezolano le confía la formación de su ejército en Trujillo. Meses después, peleó con los patriotas en Junín y Ayacucho. En 1827, cuando se encontraba ejerciendo el cargo de jefe Político y Militar en
Guayaquil, fue informado de que el Congreso del Perú lo había nombrado presidente. Su gobierno estuvo impregnado de revueltas y conspiraciones. Además, tuvo que hacer frente a una campaña contra la permanencia de tropas auxiliares colombianas en Bolivia (1828) y a la guerra contra la Gran Colombia (1828-1829). Sus acciones, sin embargo, provocaron un golpe de Estado. Luego fue desterrado a Costa Rica, donde falleció.
[ CAPÍTULO 13 ] PERÍODO 1
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